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Ante tamaño disparate, no puedo dejar de preguntarme sobre que tipo de
educación han recibido estos tres jóvenes, que son capaces de golpear hasta la
muerte a una persona por la simple disputa de un partido de fútbol. Qué tipo de
club permite que en sus filas haya jugadores que puedan llevar a término
tamaño despropósito.
Yo, cómo ya sabréis tengo hijos en edad cadete y juvenil. Una, Marta, se dedica al baloncesto, y el
otro; Marc está en su último año
antes de finalizar su periplo formativo. La verdad es que me resulta llamativo
el ambiente que muchos fines de semana veo en pabellones y campos de fútbol.
Ambiente que va más allá del que ellos disputan en las canchas. Ambiente que se
enrarece en mil y una discusiones allí donde debería imponerse la cordura y el
sosiego: la grada.
Gradas a menudo exacerbadas ante decisiones arbitrales erróneas, ante
acciones de contacto en deportes definidos precisamente así. Insultos sin
sentido ante niños y niñas indefensos que su único objetivo en un mañana de sábado
o tarde del domingo es pasar un buen rato y disfrutar del deporte que les gusta
en compañía de sus iguales. Gradas que chillan, que presionan, que viven los
partidos cómo si de la máxima de las competiciones se tratará. Árbitros que en
ocasiones son niños en aprendizaje constatan desde sus primeros pasos, que su
sino será siempre ser discutido. Jugadores rivales, que desde ya muy pequeñitos
se acostumbran a oír desde la grada insultos por alguna acción desafortunada.
Entrenadores que se ven vilipendiados, discutidos, y a veces ultrajados por una
simple derrota, un mal cambio, o por simplemente no coincidir con las ideas del
padre o madre de turno. ¿Es ese el deporte de formación que deseamos crear?
Recuerdo mi infancia. Una época de crisis económica. Los setenta. El fenómeno
“quinqui” estaba en su máximo auge en
Barcelona. La Guineueta, mi barrio.
Barrio periférico, de trabajadores. Barrio donde las bandas callejeras en según
que zonas creaban guetos y convertían ciertos pasajes de difícil circulación.
Bandas a las que sólo podíamos acercarnos para jugar un partido de fútbol. Sólo
hacía falta un espacio despejado, cuatro piedras en forma de poste, y entre
diez o quince chavales dispuestos a dirimir de otra forma la supremacía del más
fuerte. A galletas, tortas, hostias, mamporros siempre perderíamos nosotros.
Con el balón era otra historia. Nos convertía en iguales, nos hacía compañeros,
nos hacía casi amigos.
Partidos a veces duros. Suelo de gravilla en los que una rascada te dejaba
marcas de por vida. Partidos de tiempo sin límite. Al mejor de veinte, con dos
de ventaja. Partidos que empezaban al atardecer y que sólo la falta de luz ponía
su fin. Palabrotas, patadas, caños, paredes y regales inverosímiles se juntaban
en el mejor espectáculo que el barrio nos podía ofrecer. Partidos sin árbitro,
sin público. La deportividad la marcaba cada uno, y el reglamento se establecía
de mutuo acuerdo. Fútbol casi sin límites y sin reglas.
¿Y os podéis creer que nunca un encuentro de ese tipo acabo en pelea? Niños
y adolescentes que en cualquier otra situación te atracaban sin complejos a
punta de navaja., jóvenes en busca de dinero fácil que en ocasiones te perseguían
en busca de las pocas pesetas que en aquel entonces podías llevar en el
bolsillo, jugábamos a fútbol sin que nadie mediará, y acabamos los encuentros
en franca armonía. No me libré yo de atracos por el sólo hecho de ser El
Jose.., aquel que juega en la calle y ser reconocido por algunos
de los cabecillas de esas bandas.
Y ahora , en un ejercicio de imaginación pongamos a esos partidos
callejeros un campo de césped artificial. Pongamos también unas porterías
reglamentarias, un árbitro federado y unos banquillo con entrenadores y
suplentes. Pongamos también gradas en el campo. Y con nuestra imaginación
llenemos esas gradas de padres, madres, abuelos, tios, tietas, y amigos. El sueño de cualquier niño de mi época!!!.
Pues mucho me temo, que de ser así, aquellos encuentros de los setenta, que
acaban entre risas y con una despedida o reto para una pronta revancha, en más
de una ocasión finalizarían de forma diferente. Daros una vuelta por cualquier campo de
vuestra ciudad un fin de semana cualquiera y entenderéis porqué. Y después,
volver a leer la noticia inicial que aquí os dejo, y veréis que aunque parezca inverosímil,
ya no lo es tanto, y que aquello que unos niños crearon para su disfrute está
perdiendo su esencia y auténtico valor.
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8 comentarios:
Mi sobrino juega al fútbol. Es infantil de segundo año pero, como es alto, a veces lo suben al cadete. Su equipo infantil estaba haciendo una liga impecable. 60 goles a favor y cero en contra. El domingo pasado, perdieron 4-3. Parece ser (por lo que me han contado) que sufrieron un arbitraje parcial. El primer gol llegó después de un bote neutral que no lo fue tanto. El segundo fue un gol fantasma que el colegiado dio por bueno y expulsaron a un jugador de forma excesivamente rigurosa. Por supuesto, hubo indignación. Pero, con todo, el mensaje que se trató de dar a los chavales (al menos, por parte de mi hermano) es que esas cosas pasan, que es un juego, que se puede perder y que se debe asimilar. Tanto si es de forma justa o injusta. Y que se deben quedar con la segunda parte del partido en la que, siendo uno menos, pasaron del 4-1 al 4-3 y no dejaron a los rivales acercarse a puerta.
Pasa que muchos padres quieren que sus hijos sean el nuevo Messi, el nuevo Iniesta, el nuevo Iker, etc. Y el fútbol base no debería ser solo para descubrir talentos que nutrirán el fútbol profesional, sino para educar a los chavales en el trabajo en equipo y en el respeto a los rivales. Dos tesoros que ni todos los millones que cobran las estrellas pueden pagar por si mismos.
Lo del fútbol en la calle es tal y como tú lo cuentas. Había mucha nobleza allí.
Esas cosas pasan cuando el ejemplo que dan los mayorcitos es vergonzoso. ver a ciertos entrenadores aspavientar en la banda cada vez que el arbitro pita algo que no les gusta, incendiar ruedas de prensa, etc... tambien cuando les vemos patear a un contrario, o golpearle el rostro, se confunde hombria con falta de principios, y nobleza con debilidad. yo tambien jugue en las calles y por cierto, nunca hubo peleas cuando jugabamos, solo si no lo haciamos, tal y como lo dices. creo que los comites de antiviolencia deberian actuar mas seguido y mas determinantemente.
Esa referencia a la Barcelona de los setenta y la vida en los barrios modestos me trae a mi tambien bastantes recuerdos, yo soy del Carmel y esas vivencias tuyas no se diferencian mucho de las mias.
Ha cambiado mucho todo, la competitividad mal entendida, la falta de disciplina, que no autoritarismo, el desprecio del esfuerzo como camino en si mismo y la busqueda del exito sin importar el como llevan a resultados como ese del caso del linier muerto, caso extremo y muy llamativo, pero se podría decir que es el máximo exponente de la deriva de nuestra sociedad en un polo la sobrexcitación y en el contrario el mas absoluto de los pasotismos.
No se en la Guineueta imagino que tambien, en el Carmel hay varias pistas de cemento con sus porterias, vamos todo un lujo si lo vemos con los ojos de los niños que nosotros fuimos, pues tambien están llenas los Sábados, Domingos y muchas tardes, son como nosotros eramos en nuestra epoca, todo ganas de jugar y echar un partidillo, solo hay una diferencia, su origen, normalmente ves chavales cuyas raices no son de aquí, ellos han cogido el testigo de ese ambiente que explicas.
Yo creo que este caso refleja, la decadencia en la que estamos inmersos.
Por desgracia el fútbol acaba también siendo un reflejo de la sociedad en la que vivimos.
Por desgracia también, no se porque regla de tres la concentración de jilipollas en el fútbol, suele ser mayor que en cualquier otro deporte.
Yo de mayorcito, he visto arbitros golpeados en campeonatos de regional en los que yo jugaba. Campeonatos que si bien oficiales, se suponía que se jugaban por el hecho de disfrutar de un partido de fútbol.
A mí, mi padre dejo de ir a verme jugar por sentirse aborchonado de la mala educación del público local con arbitros y visitantes.Un día decidió no volver, para no sentirse avergonzado o relacionado con dicho espectáculo.
Debo haber madurado, porque la última vez que fui a ver un partido de regional en el que juegan amigos mios, decidí no volver por las mismas razones.
Desde entonces ha llovido mucho y si antes la educación brillaba por su ausencia, me puedo hacer una idea de lo que puede ser hoy en día.
Una lástima y una vergüenza lo de Holanda, lo raro y al menos por una vez nos libramos, es que no haya ocurrido en cualquier pueblo de Barcelona o de España. En fin, una pena.... y el hijo del juez de línea viendo a su padre arbitrar.Que triste.
Hola José Carlos,
Desde hace unos meses soy voluntario de la Cruz Roja y en todo este tiempo he cubierto unos cuantos partidos de fútbol. Hasta ahora he cubierto al juvenil del Barça, partidos del primer y segundo equipos azulgrana y un par del español. En algunas de estas ocasiones he llegado a pensar que a más de uno le entraría un jamacuco de la manera en la que gritaban y hasta qué punto se tomaban todo esto.
Todavía recuerdo un partido del Barça B en la que unos abuelos no paraban de gritar y llamar de todo al entrenador azulgrana y a los jugadores. En más de una ocasión estuve tentado de ir y decirles que parasen, pero creo que, en lugar de parar, me hubiesen mandado a tomar por saco.
Es por eso por lo que he llegado a la conclusión de que, en demasiadas ocasiones, los adultos somos muchísimo peores que los jóvenes, pero lo peor de todo es que los chavales ven estas cosas y llegan a la conclusión de que son cosas normales, por lo que no me extraña que pasen cosas como las que desgraciadamente pasan.
Joder que recuerdos. Yo tambiém soy de un barrio periférico de Barcelona (La Verneda) y lo de jugar en explanadas de tierra era lo más habitual. Nosotros incluso jugábamos con balones pinchados,el día que lo hacíamos con un "Adidas Tango" era la repanocha, era como debutar en 1ra división.
Respecto a lo del linier muerto en Holanda pues me apena enormemente pero no me sorprende. He sido árbitro de futbol-sala durante más de 20 años y he visto de todo. Me han pegado y he visto batallas campales incluso en infantiles. Dichosos padres...
Saludos y enhorabuena por el artículo. A ver si aprendemos algún día que los árbitros somos personas, que es muy fácil equivocarse cuando tienes que tomar decisiones en décimas de segundo, que a veces estamos tapados y no vemos una mano flagrante ni una patada alevosa que todo el mundo ha visto y que el 99,9% de los mortales que se pusiera a arbitrar lo haría igual de mal que nosotros. Además, aunque mucha gente lo dude, no nacemos siendo árbitros.
Hola que tal, la verdad es que tu articulo e ha hecho llorar, no soy de Barcelona (aunque es mi club favorito) pues soy de México y al igual que tu, pertenezco a un Barrio del Distrito Federal,es por eso que tu articulo, me ha dado llenado de sentimiento, pues amo el fútbol y odio la forma en que LAS GRADAS, como las llamas en tu articulo se apasionan de forma irresponsable, pues es verdad que se vale apasionarse, sin afectar a terceras personas, pues errores cometemos todos y nunca llegaremos a la perfeccion. Ademas de que muchas veces ese es el verdaddero sabor del Fútbol. Por otro lado me ha encantado tu articulo, pues me ha hecho recordar mis viejos tiempos cuando jugaba este tan maravilloso deporte con mis amigos en la calle, son momentos que nunca olvidare, es en verdad AMAR el juego y es vivir como tiene que vivirse el fútbol.
Hola José Carlos.
Buen artículo y buen blog, no lo conocía.
Yo soy novato en esto, pero espero aprender de veteranos como tu.
Un saludo a todos y os dejo el enlace de mi blog por si tus seguidores quieren echarle un vistazo:
http://marbcn2510.blogspot.com.es/
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