La maldición del nueve

Desde que Guardiola está en el banquillo cada uno de los portadores de este mítico número han abandonado el equipo. Será capaz Aléxis de romper con esta maldición?

Cesc Fábregas. Punto Final?

Después de tres años con noticias repetitivas sobre su contratación, parece que al final este año se dan las condiciones para su vuelta

La profecía de Van Gaal

Hace un tiempo, Van Gaal, hizo una profecía, queréis saber cual es?

Mourinho, una táctica diferente

Mourinho se caracteriza por explotar al máximo el entorno que rodea la disputa de un partdo.

Cruyff, dos inicios. Una historia.

La llegada de Cruyff al Barcelona supuso una revolución, tanto en su etapa como jugador, como en la de entrenador.

martes, 31 de enero de 2012

Una realidad paralela

La alegoría de la caverna de Platón  es probablemente una de las metáforas más delicadas de la historia de la filosofía. En el siglo V antes de nuestra Era, Platón se adelantó al mundo de Matrix. Su alegoría de la Caverna es el ejemplo más claro de la existencia de una realidad paralela a la que nuestros sentidos difícilmente pueden llegar.

Platón presenta la imagen de unos hombres condenados a vivir en una caverna, atados de pies y manos. La única fuente de luz que poseen es el reflejo de un fuego que tras ellos proyecta extrañas sombras sobre las paredes. Todos sus sentidos están velados, distorsionados, y así, incapaces de conocer nada más que lo que se presenta ante ellos, atemorizados por los juegos de luces y sombras sin sentido aparente, pasan sus días.
 
Llegado cierto momento uno de los hombres allí atrapado, intrigado y movido por un impulso interior que le apremia a buscar más allá, consigue zafarse de sus cadenas y vencer el temor que le infunde su entorno, avanzando por la gruta hasta su salida. La luz del sol le ciega en un primer momento pero poco a poco sus ojos comienzan a adaptarse y empieza a disfrutar del espectáculo que se presenta ante él: un mundo luminoso, lleno de colores y matices. Quedarse allí resulta tentador, pero habiendo contemplado la realidad, siente la obligación moral de compartirla con sus compañeros, de modo que descenderá de nuevo a la caverna para salvarles de su esclavitud.
 
Pues así me siento yo estos días, embutido en una realidad paralela, y aprisionado por los tentáculos cavernarios, que intentan hacerme comulgar con una realidad muy distinta de la que es. 
 
Una caverna que me habla de “dodotis” y de “canguelo” como único referente a casi tres años de excelencia culé. Una caverna que me quiera hacer ver que todo lo conseguido no es tal, y que la luz que ilumina la trayectoria azulgrana se está apagando. Y yo, me intentó zafar de esa visión, y miro y miro buscando la luz. Y así, repaso el vídeo del último “canguelo” azulgrana, y concentrándome en los últimos veinte minutos, no atisbo a ver los porqués de ese argumento. Ni una sola vez, ni una, puso el Madrid en la tan cacareada vuelta de la Copa a prueba al portero azulgrana, mientras que la portería blanca fue asediada por tres disparos que no acaban en gol de milagro. ¿O acaso hace falta recordar a esos cavernícolas, la táctica del entrenador merengue en el primer partido de esa semifinal? ¿Fue una táctica valiente? ¿Innovadora? ¿O fue una táctica instalada y pensada desde el miedo? ¿Miedo no es sinónimo de “canguelo”?
 
Una caverna que en sus tinieblas quiere hacerme ver que el equipo azulgrana está en crisis. Un equipo que en tres años y medio de competición ha dejado, excluyendo la Champions conquistada por el Inter, únicamente migajas por recoger a sus rivales. Si, migajas. Y es que la Copa del Rey, es, ha sido y será siempre el tercer torneo en el orden jerárquico de una temporada, por mucho que en la temporada pasada se le quisiera dar una importancia mayor. ¿O acaso no cambiaríamos los culés con los ojos cerrados los números en el palmarés de Ligas y Copas con nuestro rival?
 
Un equipo que en lo que llevamos de curso futbolístico ha conquistado ya tres trofeos, uno de ellos ante su máximo rival, y que sigue vivo en el resto de los que quedan por competir, eliminando y dejando sin opciones a ese mismo rival en uno de ellos, es un equipo que la palabra más lejana para definirle es crisis. Un equipo que se mantiene vivo, ilusionado, y que como todos puede perder. Faltaría más. ¿O acaso pretendemos también los culés vivir en un bucle infinito en el que las Ligas y Champions se repitan por doquier y sin oposición? ¿O acaso hay algún aficionado culé, que cambiaría el status actual del equipo por el de cualquier otro de nuestra Liga? ¿Y del continente europeo? ¿Y del concierto mundial? El Barça, y ese es el único dato objetivo válido, es el único equipo que opta todavía a la conquista de todos los títulos posibles. Nadie puede decir lo mismo.
 
Una caverna que a través del fuego que ilumina de forma oscura todos sus rincones, intenta hacerme ver que el discurso de Guardiola es impresentable, y que éste tiene un doble perfil. Aquí ya por repetitivo el tema resulta cansino, y es que como únicos argumentos en su contra, se presenta una palabrota en una rueda de prensa y una queja ante un fuera de juego. Sí, si…. Guardiola dijo “puto”.. uuuuiii!!!... que palabrota!!!!. Y sí, Guardiola se quejó una vez de un linier, diciendo que había estado muy fino en su acierto. ¿Hace falta ahora enumerar aquí las contrapartidas de su oponente? ¿Hace falta, hacer ver la luz a todos aquellos que viven en la oscuridad? ¿O acaso ya nadie recuerda la lista de los trece errores, la polémica con Preciado, con Cani del Villarreal, el dedo en el ojo, el episodio en el parking, la rueda de prensa del porqué? 
 
Una caverna que entre tinieblas me quiere hacer ver que Messi es un jugador polémico y piscinero. Y que rescata imágenes en una larga trayectoria de ya siete años en primera división para mostrar todas sus acciones de “chico malo”. Que si un balonazo, que si un escupitajo, que si un intento de engaño en Anoeta, uno!!!!!. Un jugador para el que se ha abierto el periodo de veda en la Liga, y que recibe más patadas que el resto de los integrantes del equipo. Un jugador que hace del regate, la conducción vertiginosa y las asistencias inverosímiles su tarjeta de presentación. Un jugador que apenas levanta la voz ante acciones casi salvajes, y del que todavía no se entiende que se mantenga intacto y con su estructura ósea al completo. Un jugador, eso sí, que esta semana se ha atrevido a llamar “soberbio” a un árbitro en el insulto más grande que se recuerda en la historia de este deporte.
 
Como decía Platón, el periplo de este “cavernícola” hacia la contemplación de la verdadera realidad es aquel al que tratamos aproximarnos todos en nuestra búsqueda del conocimiento. Debemos, como aquel hombre, salir de la caverna, superar las meras percepciones, liberándonos de sus cadenas para así escapar de las sombras.


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¿Cuestión de suerte?

Después del último empate del Barça en Villarreal, que hace que el equipo se haya situado a siete puntos del liderato, mensajes y opiniones de todo tipo se han generado en torno al equipo y sus jugadores. Sospechas de autocomplacencia, de jugadores no centrados en su trabajo, teorías sobre los arbitrajes, mensajes apocalípticos que ya dan por perdida la competición se unen a su vez a otros, que viendo y confiando en unos jugadores que han llevado a la institución donde nunca soñó, plantean la remontada como un nuevo reto que los haría únicos. Unos y otros deberíamos pararnos un momento, y pensar en el carácter lúdico de este deporte.
  
El fútbol en su concepción, no deja de ser más que un juego, y como tal la suerte y el azar son aspectos que han de ser tenidos en cuenta en cualquier competición. La suerte en sí tiene que ver con que las cosas salgan bien o mal para alguien de forma fortuita e imprevista. El diccionario inglés de Oxford define el término de la siguiente manera: "el acontecer fortuito de un suceso favorable o adverso para los intereses de una persona".  Con suerte nos encontramos en situaciones en el que el resultado de todo aquello que intentamos nos es favorable, y el encadenamiento de varias de estas situaciones provoca a menudo tendencias, provocadas por la confianza que da sentirse seguros en la ejecución de nuestras acciones.
  
Así, esta temporada, si repasamos los partidos que hasta el momento han disputado los azulgranas, veremos que la tan manida “suerte de los campeones”, les está siendo esquiva, y que a poco que ésta se hubiera dejado caer en los pies de los delanteros azulgranas la ahora tan insalvable barrera de siete puntos no sería tal. Con cuatro acciones decididas por centímetros, estaríamos hablando de una temporada excelsa. Cuatro acciones que han marcado el devenir de esta temporada, y que hacen que ahora, en algunos círculos se dude ya de este equipo. Las enumero a continuación:
   
·        Barça-Sevilla (0-0).  Min 90. Penalty errado por Messi, en una actuación antológica del portero sevillista, que nunca más ha vuelto a repetir (-2 puntos).
·        Getafe-Barça (1-0). Min 90. Uno contra uno de Messi finalizando con un lanzamiento claro a portería que da en la base interior del poste. (-1 punto).
·        Espanyol-Barça (1-1). Min 90. Uno contra uno de Piqué finalizado con un lanzamiento a bocajarro que da en la base interior del larguero. (-2 puntos).
·        Villarreal-Barça. (0-0). Min 88. Chute de Cesc a puerta vacía que se pierde por encima de la portería, amén de un lanzamiento al larguero (-2 puntos).
 
En definitiva, cuatro acciones y siete puntos, que por cuestión de centímetros no acabaron en gol, y todas desfavorables. Sólo que en alguna de ellas el factor “suerte” se hubiera decantado a favor de los azulgrana los números en la clasificación serían muy diferentes. Es cierto, que a lo largo de la competición acciones de este tipo se pueden dar tanto a favor como en contra, pero, en este ejercicio liguero son difíciles de encontrar acciones en sentido contrario que pudieran ejercer de contrapeso en la balanza de puntos. Por eso, hasta ahora, se puede asegurar que el equipo no está acompañado por uno de los aspectos claves de todo juego.
  
 La suerte interrumpe el devenir normal de los acontecimientos. En consecuencia, no tenemos ciertamente derecho a esperar que "la suerte nos sonría". Es precisamente porque vivimos en un mundo en el que las cosas no salen normalmente así por lo que tendemos a pensar que cuando los acontecimientos nos son favorables es algo extraordinario, y por ello decimos que "hemos tenido un golpe de suerte". Tener "una racha de buena suerte es más inusual y por lo tanto, merece la pena que se celebre. 
   
Ahora bien, no todo puede ser explicado desde este factor, y está claro, que si en los cuatro encuentros reseñados no se hubiera llegado con un marcador tan ajustado al final de cada partido, el “factor riesgo” hubiera quedado reducido al mínimo, y las acciones descritas pasarían a formar parte del anecdotario de una temporada, en la que ya se suman quince disparos al palo. 
   
También es cierto que la suerte abandona la escena cuando ésta se asocia a decisiones unidas a la habilidad, el talento, la intuición y el esfuerzo. Las cosas que salen mal dada la falta de diligencia, esfuerzo y habilidad, o las que salen bien gracias al ejercicio de éstas no pueden achacarse propiamente a la mala suerte. Aquella persona que le sale todo mal por ser un incompetente es desafortunada, pero no se puede decir que no tenga suerte ya que el resultado de sus acciones es absolutamente "el esperado". No creo que en las acciones descritas, exceptuando tal vez el lanzamiento del penalty, los jugadores dieran muestras de poca habilidad o nulo esfuerzo en su ejecución, por lo que, sí que el azar puede ser aplicado como factor en la mayoría de los casos. 
   
Por  lo tanto, siempre que hablemos de suerte, entra en juego el riesgo, lo imprevisible, dejando un hueco a la sorpresa. Siempre que los acontecimientos nos sean favorables y sean fruto del esfuerzo, y que nos sean adversos por causa de errores, culpas o fallos, es decir, cuando la casualidad no intervenga, no podemos hablar de suerte. ¿Es casual, por tanto, tantos tiros al palo?  ¿Es lo imprevisible de este deporte lo que nos hace que ahora contemplemos al líder en la distancia? ¿Es maximizar el riesgo decidir los partidos en dos o tres acciones aisladas? 
  
Lo peligroso de la suerte es que donde una parte corre con todos los riesgos, sólo uno puede tener suerte. Y así, ahora, parece que ésta ha tomado el camino esquivo para los intereses azulgrana. Deberá el equipo esperar que sin abandonar la línea del esfuerzo y la implicación aparezca una de las características propias del azar, su imprevisibilidad, reflejando éste en la  inconsistencia y lo variable de la suerte. Un proverbio escocés de 1721 dice: "Detrás de la mala suerte viene la buena." (Lo contrario es también cierto). Hay otra vieja máxima que dice: "La única cosa segura de la suerte es que cambia." Veremos si en esta segunda vuelta recién comenzada se cumplen.



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lunes, 30 de enero de 2012

Lo superfluo y lo importante

Han pasado ya varios días desde que el FC Barcelona se clasificó para la disputa de las semifinales del torneo de Copa. Eliminatoria, que no hay que olvidar, sirvió para eliminar al actual campeón, y para situarse a un paso de la disputa de una final, que quedó pendiente en el haber del este equipo al ser el único título no conseguido en el pasado ejercicio. Torneo, que hace poco tenía un valor incalculable, y que llegó a ser calificado por su vigente campeón, como el mejor de la historia, y como la prueba concluyente de que las distancias entre merengues y blaugranas se habían recortado a la mínima expresión.

Y eso es lo importante, y lo que realmente tiene valor ahora. Han pasado los días, y ya casi en las puertas del primer partido de semifinales se sigue hablando del partido del pasado miércoles, y del brillante partido merengue en feudo culé. La resurrección de Ozil, la implicación de Kaká, el lavado de imagen y demás teorías sirven para ocultar el verdadero y único hecho realmente constatable: la clasificación azulgrana.

Se siguen proyectando imágenes de la afición azulgrana en pleno sufrimiento, que veía con nerviosismos como se pasaba de una posible goleada, después de los dos goles de la primera parte, a una más que cercana remontada, en un segundo tiempo en el que la zozobra e inseguridad inundó la zona defensiva azulgrana. Se sigue repitiendo la foto, en la que el entrenador merengue, en una imagen rayana la delincuencia, se muestra apoyado en el coche del trío arbitral, a la espera de recibirle e increparle por su desacertado criterio en algunas de las jugadas del clásico. Se nos muestran hasta la extenuación las palabras de un tal Paramés, que en el papel del portavoz del mismo técnico se ve cualificado para insultar de forma contundente a uno de los verdaderos protagonistas de este duelo, que con un golazo estratosférico selló la clasificación de su equipo en el torneo. Y se nos repiten hasta la saciedad, las palabras de Xavi, que en un “off the record”, no deja de reflejar los que muchos de los aficionados culés y socios del equipo han sentido tras los diferentes y repetidos clásicos de estas dos últimas temporadas. En definitiva, todo tipo de acciones superfluas y sin ningún tipo de importancia que nuevamente vuelven a tapar el único hecho realmente constatable: la eliminación merengue.

Leía el otro día un artículo de Francisco Alcaide Hernández, en el que hablaba y defendía el auténtico valor de lo que significa la palabra liderazgo. Defendía el autor, que todo líder debe ante todo hacer de la autorresponsabilidad la principal característica de su gestión. Las culpas ajenas, los factores externos, las excusas del entorno sólo sirven para ocultar muchas veces acciones propias que han desencadenado un mal resultado. Hablaba el autor de cómo en un entorno de crisis económica galopante, en el que día tras otro grandes y pequeños negocios cierran sus puertas, la principal razón en el que apoyan sus dirigentes es en la penuria económica que nos rodea. Y así como en épocas de crecimiento y bonanza el auge de los negocios se achaca casi exclusivamente al éxito y perseverancia de la persona, en situaciones contrarias es el entorno el que lo condiciona, sin pararnos muchas a veces a pensar si las acciones propias tienen algo que ver. Y así ocurre lo mismo en el fútbol, donde ante la derrota lo superfluo sale a flote, y las decisiones arbitrales y demás factores que poco tienen que ver con el juego se imponen a lo realmente importante; las decisiones tácticas tomadas a lo largo de la disputa de un encuentro o eliminatoria. O nadie recuerda ya como hace dos semanas los blaugrana salieron victoriosos del Bernabéu, con una ventaja mínima, que a poco que la suerte les hubiera acompañado hubiera ya dejado sentenciada la eliminatoria?

Hoy, parece que en una vuelta a la tortilla todas las noticias destacan un hecho fácilmente constatable: la diferencia de siete puntos entre los dos máximos aspirantes de la Liga. El Barça, con unos números muy alejados a la temporada anterior está sufriendo en sus desplazamientos una sangría de empates que, ya en el ecuador de la competición, le han restado trece puntos en su casillero. Si atendemos al hecho, que  en toda la campaña anterior, el equipo únicamente cedió once puntos como visitante, de los cuales cinco fueron cuando ya había sido campeón, tendremos la explicación del porqué de la diferencia en la clasificación.

Examinar desde dentro las razones de ese bajón de rendimiento como foráneo, sin achacarlo, como suelen hacer nuestros rivales a situaciones fuera del control propio, es el primer paso a dar para retomar la senda del triunfo fuera de casa. Por un lado la plaga de lesiones, que está condicionando las alineaciones y el esfuerzo de los supervivientes podría ser una de las causas, y en el análisis de esa repetición podría estar uno de los puntos a mejorar. Por el otro, la frecuencia de títulos y el éxito continuo, pueden haber dejado al equipo sin el plus de motivación necesario para afrontar un torneo tan largo como es la Liga. Parece que el equipo se encuentra más cómodo ante retos más cortos en el plazo, y así rinde de forma satisfactoria en eliminatorias, o en partidos de “alto riesgo”. Encontrar la llave que permita jugar de igual forma en Vallecas, que en el Bernabéu, podría ser también la puerta hacía la cima. Se encuentras los jugadores azulgranas ante un reto al que hasta ahora nunca se ha enfrentado, y Guardiola, que como jugador consiguió en tres ocasiones una gesta parecida, deberá hacerles ver que es posible. Recortar esa diferencia es lo que de verdad importa.

El próximo mes de febrero se antoja clave en las aspiraciones del conjunto azulgrana en la Liga. Mes muy exigente en las que coinciden Copa, Liga y Champions en el calendario. Si el equipo consigue mantener o recortar un mínimo esa diferencia, y a la vez sigue vivo en el resto de las dos competiciones, seguirá aspirando a todo, y hará que el rival sienta que su perseguidor no se rinde. Esperemos que en ese caso, lo superfluo no vuelva a salir a flote, y se valoré en su justa medida lo que este equipo le está regalando a la afición que le sigue: un fútbol que marca una época.



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jueves, 26 de enero de 2012

Viven.

Se cumplieron todos los presagios previos al partido, y que Guardiola, instalando permanentemente en la prudencia no dejó de airear. Presagios que decían que el partido no iba a ser fácil, y que auguraban a un rival espoloneado por las consecuencias casi trágicas que la disputa de la primera parte de la eliminatoria había deparado para los merengues.

Una primera parte, que dejó a los blancos convertidos en un volcán en erupción, y que había aireado todas las miserias y críticas hacía un vestuario, que comandado por Mourinho vive instalado en la refriega continua. De esta forma, el Real Madrid, o mejor dicho, su técnico, debía plegar velas y reconocer en forma de planteamiento ofensivo sus errores de concepción en este tipo de partidos, no ya sólo de hace una semana, si no de su trayectoria como técnico merengue. Llegaba, por tanto,  un rival tocado de muerte, que sólo tenía una opción: sobrevivir. Y con ese espíritu de supervivencia saltó al Camp Nou confiando en sus fuerzas y habilidades, y no mostrándose a expensas de su rival, como viene aconteciendo de forma habitual.

Y así, con un planteamiento valiente, presionando en campo contrario y con un Ozil excelso, puso en aprietos como nadie hasta ahora al once blaugrana, que en una primera media hora brillante de su rival, se vio contra las cuerdas y casi sin armas para contrarrestar el vendaval de juego que se le vino encima. Contar como se llegó al descanso con victoria de dos goles a favor para los locales, cuesta explicar y casi de entender, ya que hasta cuatro oportunidades claras de gol tuvieron los delanteros blancos para adelantarse en el marcador. Desde el segundo diez de partido, en el que Higuaín, pareció no creerse que estaba sólo ante Pinto, hasta bien avanzada la primera parte, el área azulgrana fue un continuo ir y venir de oportunidades malogradas,  contraviniendo la característica que más se valora de este equipo: su pegada.

Debieron llegar los azulgranas al vestuario con la sensación del trabajo finiquitado, después de que en menos de cuatro minutos Pedro y Alves batieran a un desesperado Casillas, que parecía no entender lo que acababa de suceder. Y después de tanta exigencia, de tanto trabajo y de tantos partidos, la consigna era clara; dejar pasar el tiempo, y hacer que el partido decayera en el ritmo atroz de los primeros cuarenta y cinco minutos. Y lo que parecía un terreno abonado para la exhibición local, con un rival abocado al ataque, con espacios entre líneas y metros de más para combinar, se convirtió en el escenario de más sufrimiento de esta temporada. Otros cuatro minutos, pero esta vez en contra, pusieron el empate en el marcador en forma de goles de CR7 y Benzema, e hicieron que la tensión se disparará en el último cuarto de hora del partido  y la eliminatoria.

Eliminatoria que al final, el Barça consiguió llevarse de nuevo, marcando una nueva gesta en su particular lucha con el Real Madrid. Eliminatoria en la que el FC Barcelona fue superior en su conjunto, y que le hace acreedor de los galones de semifinalista. Eliminatoria que marca de nuevo la hegemonía de este equipo, que aun sabiéndose al límite de sus posibilidades supo cerrar filas en defensa e incluso pudo en ese tramo final poner fin al sufrimiento de la grada. Una grada que esperaba  el apabullamiento de su máximo oponente, y que ansiaba con que el equipo diera el golpe de autoridad definitivo, que cercenará la autoestima blanca

Se había planteado este duelo como algo más que un choque copero, y se intentaba medir la trascendencia que su resultado podría tener en el futuro devenir de la competición liguera. Parecía que este enfrentamiento, más que poner la primera piedra para la disputa de la primera final del año, fuera la vara de medir del índice de confianza que quedaría una vez la eliminación de uno de los dos conjuntos quedará fuera de la competición.

Y aquí tanto merengues como culés salen vivos del enfrentamiento. Los primeros, porqué parecen haber encontrado un resquicio con el que dañar la insultante superioridad que hasta ahora han demostrado sus rivales. Y porqué por una vez, las ocasiones y el dominio del juego fueron suyos, y sus jugadores tuvieron un papel predominante en las acciones del juego. Los culés, porqué, que nadie lo olvide, son los auténticos vencedores del choque. Porqué demostraron que están lejos de acomodarse y saben sobreponerse a las dificultades. Y porqué siguen reinando en ese duelo particular que les permite ver a su rival desde una posición superior.

Y sale vivo Mourinho, que había sido puesto en un brete por su particular suicidio en modo de planteamiento táctico en el Bernabéu. Pero sin olvidar, que ahora, la Liga, es su verdadera piedra de toque, y que cualquier contratiempo que haga que su colchón de puntos quede reducido, significará una vuelta de tuerca más a la presión en la que vivirá instalado hasta el final de esta temporada. Temporada en la que no hay que olvidar, que ya ha sufrido dos eliminaciones por parte de su rival, y que le deja, como aquellos estudiantes que se lo juegan todo a una carta, con menos posibilidades de reivindicarse. Veremos como afrontan él y su equipo la segunda parte de la temporada.

Y como no, sale no vivo, si no casi elevado a los altares Guardiola. Sus planteamientos, sus discursos y vaticinios se han cumplido tan a rajatabla, que parece que con él en el banquillo las sorpresas no llegan, y todo sigue un guión predefinido en aras a lograr los objetivos del año. Objetivos que sólo él, y ningún rival más, tienen intactos. La búsqueda de un nuevo triplete es el sueño marcado en la libreta de Pep, y en el camino se ha puesto el equipo.


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miércoles, 25 de enero de 2012

Un animal herido.

El Barça, afronta el partido de vuelta de la semifinal de la Copa del Rey en una situación casi idílica. Después de su victoria en la ida, en una nueva demostración de superioridad ante su máximo rival, la diferencia de imagen y estilo de ambos equipos llegó a su grado máximo, y los blaugrana salieron reforzados mas allá del resultado producido en el terreno de juego.

El concepto de estilo tiene su origen en el término latino stilus, que a su vez deriva del idioma griego. Esta  palabra puede ser utilizada en diversos ámbitos; por ejemplo, hace referencia al diseño, la forma o el aspecto de algo. Otro uso habitual refiere al gusto, la elegancia o la distinción de una persona o cosa.

En el fútbol el estilo identifica la forma en el que un equipo afronta sus partidos, se habla de estilo de juego, y a él se asocian una serie de características. Un estilo defensivo, ofensivo, de contragolpe, conservador o ambicioso define la estrategia de los equipos, y los identifica ante sus aficiones. Cada uno, a partir de las armas de las que dispone configura el suyo y aunando las características de sus jugadores, genera una forma de entender este juego de forma única. Y ese próximo clásico se van a enfrentar dos de los equipos con una concepción y estilo más contrapuestos.

Unos, los culés,  con una forma de entender este juego construida a lo largo de treinta años de enseñanza y consolidación en su fútbol formativo, hacen del juego de posición, la posesión de la pelota y el toque su impronta. Su juego se basa en una combinación de características técnicas y físicas, que le permiten, en un mismo equipo, encontrar las bases físicas necesarias para imprimir una presión asfixiante al rival en la recuperación del balón, y al mismo tiempo, una vez recuperado distribuirlo de forma precisa y a una velocidad de vértigo entre sus integrantes. El objetivo, mover, mover y mover, hasta  necesaria para hacer circular el balón a una velocidad de vértigo y abrir las defensas contrarias.

Otros, los merengues, que renunciando a la forma habitual con la que se enfrentan al resto de rivales, intentan reinventarse para un único partido, y dejando el dominio del juego a expensas de su rival se agazapan en su campo, esperando un robo de balón que permita a sus rápidos puntas, ejecutar su característica más preciada. La pegada. Desplazamiento largo, conducción y disparo definen al Real Madrid en estos clásicos, alejándose mucho de la imagen que los identifica en el resto de partidos que afrontan.

Pero el partido, esta vez, llega muy marcado por los hechos acaecidos en el partido de ida. Por un lado, la visita del Madrid que siempre es peligrosa de por si, aumenta su peligrosidad al realizarse ante un rival con el orgullo herido. Llevaba Mourinho en los días previos a la eliminatoria defendiendo que nada había en juego, y casi tachaba de intrascendente esta eliminatoria. Probablemente no midió bien sus palabras, o en un ejercicio de ignorancia supina, no ha sabido todavía ver, en este año y medio como técnico merengue cual es el significado de un clásico. La derrota, y no sólo el resultado, si no la forma en que se produjo, ha sido todo un torpedo en su confianza y ha hecho estallar por los aires toda la confianza que afición y medios habían depositado en el técnico luso. Ha hecho, que por primera vez, Pepe a parte, las críticas no dispararán hacía los jugadores, si no que bombardearan de forma contundente las estrategias y formas del luso.
Por lo tanto, en este próximo partido, veremos a un técnico tocado en aquello que más valora., su ego. Y ante la necesidad de reinventarse y congraciarse con él, deberá asumir unos riesgos que no había previsto.

Llega un equipo dañado en el amor propio de sus jugadores, que también esta vez se han atrevido a alzar la voz y a discrepar de forma abierta sobre los planteamientos del técnico que les dirige. Necesitan los blancos, resarcirse de tanta derrota, de tanto “palo”, y de tanto mirar como son sus rivales, los que al final se quedan en el campo celebrando los triunfos. Necesitan los merengues una alegría que darse, no sólo a su afición, que también, si no a ellos mismos, y así, dar un primer paso que les permita creer en la vulnerabilidad de un rival, que hoy por hoy ven invencible.

La conjunción de todos estos factores puede provocar cualquier resultado. Y es que ya es sabido que todo buen cazador desconfía de un animal herido, intuyendo que éste viendo próximo su fin, hago acopió de fuerzas, y en un último ataque intenté deshacerse de aquel que está a punto de destrozarlo. La resurrección o el fin inmediato suelen ser las consecuencias de dicha acción.

Pues bien, hoy se da esa situación en el Camp Nou. Un animal herido nos visita, y esta vez se prevé que no se quede atenazado en su guarida esperando el final más cruel. Saldrá a por todas, y a intentar mostrar que de una vez por todas puede hacer sombra al rival. Saldrá con una táctica arriesgada que le permita zafarse del acoso en el que acostumbra a verse inmerso en los diferentes clásicos precedentes. Saldrá sabiendo que sólo tiene una carta en juego, y por tanto sin dudas a la hora de mostrarla.

El rival y cazador debe estar atento, y saber, que ante un ataque desesperado, la calma es la mejor arma. La calma que permita observar, estudiar y analizar sus movimientos. La calma que permite diagnosticar sus puntos débiles, que hoy estarán probablemente en su parte defensiva. La calma, en definitiva, que le permita asestarle un primer golpe, que en mi opinión, desbarataría todas sus opciones, y que entonces sí, abriría las puertas a la siguiente ronda, firmando así un nuevo capítulo victorioso. Capítulo, que haría que Mourinho echará la vista atrás, y reconociera que tal vez, algo más que una eliminatoria copera estaba en juego.

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lunes, 23 de enero de 2012

El rey de los hunos

Cuentan los historiadores romanos que, por donde cabalgaba Atila, la hierba jamás volvía a crecer. Pocas personas en el mundo tienen una tan mala fama como Atila, el rey de los hunos. Fue llamado el azote de los dioses, ya que destrozaba todo lo que se encontraba en el camino de sus victorias. Se caracterizaba el rey bárbaro, por su enorme ambición por todo aquello que emprendiera. Sus ejércitos barrieron Europa y conquistaron todo lo imaginable dejando tras de si una política de tierra quemada.

Ahora, parece que en forma de entrenador de fútbol una reencarnación del mítico rey de la China esteparia se pasea por Europa, y tomando su principal forma de hacer, intenta barrer del mapa todo lo que se oponga al cumplimento de sus objetivos, sin importarle las consecuencias de los actos llevados a cabo, y la imagen de desolación y penuria dejadas a su paso. Es Mourinho.

La trayectoria de Mourinho como entrenador le deja como uno de los mejores en su puesto, al disponer de un palmarés que muy pocos pueden presentar, acrecentado por haber sido logrado en variedad de países. Portugal, Inglaterra, Italia y ahora la Liga española han sido público de sus hazañas y le han visto coronarse en múltiples ocasiones como el mejor. Y a la vez, en cada una de sus travesías ha llevado a su vera un acompañante fiel: la polémica. Cada triunfo de Mourinho, cada etapa de su viaje, será recordada por acciones que nada tiene que ver con sus conocimientos futbolísticos. El único objetivo es el triunfo, y el medio para llegar a el poco importa. Ha sido su estrategia hasta la fecha y con ella piensa seguir hasta el final.

Si algo definía al rey de los hunos era su liderazgo. Su mandato era tan férreo y su ascendencia hacia sus seguidores tan sumisa, que su fin y su precipitada muerte desencadenó el final de su imperio en un tiempo record. Utilizando la misma simbología y traspasándola a las “tribus” dirigidas por el portugués, un hecho similar se da en cada una de ellas. Oporto, Chelsea y Inter de Milán todavía luchan, con más o menos éxito por volver a la senda de los éxitos alcanzadas bajo el ala del técnico portugués.

Ahora, en su nuevo proyecto de conquista la Liga española sirve como terreno para el combate. Ha llegado al final de la primera vuelta de su segunda temporada como entrenador blanco. Segunda temporada que según recuerdan sus seguidores es la más exitosa en cada uno de sus equipos. Y así parecen demostrarlo los números de este año, en el cual se presenta en el ecuador de la competición con los mejores registros de la historia merengue en cuanto a número de puntos y goles conseguidos. Con su máximo rival a cinco puntos y vivo e imbatido en la máxima de las competiciones, únicamente se le resisten los premios menores, o aquellos en los que según él no ha puesto sus principales mirar.

Peor vete aquí, que por primera vez, la idiosincrasia de su actual “tribu” puede cavar su propia fosa. Club grande, el mejor del siglo XX, que no entiende de números, y que no ve con buenos ojos que cualquier estrategia sirva para llegar al objetivo final. Club que quiere vencer, y a la par convencer. Club que desea ser recordado no sólo por sus números, si no también por sus actos. Y en ese dilema se encuentra ahora instalado al madridismo, que a cada derrota contra su máximo rival se divide y muestra su disconformidad.

Sigue contando la historia, que Atila, se fue convirtiendo cada vez en un líder más obstinado y exigente. Sugerían sus acciones que en la medida que su imperio crecía su estado de ánimo iba perdiendo la calma, y que sus demandas se hacías cada vez más severas y extravagantes. Volviendo al luso y al fútbol, algo parecido le ocurre al técnico blanco, que viendo como su hegemonía se está poniendo en duda por el otro gran imperio de la época, el blaugrana,  y viendo amenazada su posición como técnico más laureado del momento, no duda en tomar decisiones en la búsqueda de recuperar su prestigio, no importándole en lo más mínimo la opinión de sus seguidores.

Decisiones polémicas, alineaciones incomprensibles, tácticas arcaicas están creando un clima de conflicto y división tanto en afición y plantilla que puede hacer que su fin llegué antes de lo previsto, y así, tal como Atila, que falleció víctima de su propia esposa la noche de bodas, Mourinho puede poner fin a su etapa blanca “fulminado” por sus propios jugadores, que viendo la espiral negativa en la que se están viendo inmersos busquen una salida digna del atolladero. Las próximas jornadas pueden marcar el devenir de un técnico al que sólo ahora le salva su actual posición. La posición intocable del portugués ha dejado de serlo, y la caída del rey puede precipitarse a poco que los acontecimientos y resultados dejen de acompañar. ¿Acabará Mourinho la temporada de blanco, o al igual que el rey de los hunos, será su propia sangre la que acabe asfixiándole?


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jueves, 19 de enero de 2012

Sin excusas.

Excusa es la acción y efecto de excusar (alegar razones o causas para librarse de una culpa, no querer hacer algo, eximir a alguien de una obligación o responsabilidad, impedir que algo perjudicial se ejecute). La excusa, por lo tanto, es un pretexto que se expone para eludir una obligación o perdonar una omisión.

Y ayer Mourinho, que ha hecho de esta acción su máximo argumento en la continua hilvanación de  clásicos que estas temporadas nos han deparado, se quedó incluso sin esa arma. Ni el árbitro, ni los comités, ni el teatro, ni incluso la suerte pudieron ser esgrimidas como un factor eximente en la comparecencia posterior en rueda de prensa.

Sin excusas para defender su arriesgada apuesta táctica. Y digo arriesgada, no por su puesta en escena valiente y convencida. Al contrario, una apuesta timorata y ultra defensiva, con un equipo partido en dos, que dejaba aislados como boyas a los tres integrantes de la delantera, dejó en evidencia, que al portugués, la visión de los colores blaugrana le hipnotiza. En una puesta en escena que recordaba su último partido en el Camp Nou como entrenador del Inter de Milán, y que basaba la concepción del partido en regalar campo y balón a su rival, el Real Madrid o el Inter de Madrid, se encontró antes del primer cuarto de hora con un gol en el marcador que hacía presagiar, que esta vez sí, se había encontrado la tecla que permitiera salir a los blancos con la cabeza alta del Bernabéu. Fue el único disparo a puerta en casi todo el partido, amén de un cabezazo de Benzemá en los segundos cuarenta y cinco minutos. El resto, fue un correr y correr detrás de esos locos bajitos, que sin parar de moverse trenzaban jugadas, y distribuían el balón a lo largo y ancho del campo. Desde Pinto, convertido en el jugador número once, y con un tanto por ciento en el pase más elevado que algún integrante blanco, los blaugranas fueron poniendo cerco al área de Casillas. Y unas veces, el guardameta blanco, ayer vestido de negro en presagio de cómo acabaría la noche, otras veces el desacierto en la última acción, y otras veces el poste, posibilitaron llegar al descanso con el tanto con el que Cristiano Ronaldo parecía haber dejado atrás sus fantasmas particulares.

Sin excusas por estar condicionado en la configuración de su equipo titular. Una única baja tenía el Mourinho. Di Maria. El resto del plantel a su entera disposición y con múltiples opciones de juego. Se había pasado los días previos al clásico, Mou, menospreciando la importancia del encuentro, y abduciendo lo poco relevante que para su currículum era éste. Pero, llegado el momento, se rodeo de sus más afines, y con todo el clan portugués en escena, planteó un once en el que se sintiera arropado por los suyos, sabiendo de lo controvertido que éste iba a resultar de inicio, y confiando que fueran los jugadores de su círculo más próximo los que se partieran la cara por él. Y allí mandó al equipo, en una absurda concepción del juego de contraataque, que cercenara cualquier posibilidad de hacer daño al rival de forma continua, y que diera alas a la confianza culé. Sabía Mourinho que su prestigio estaba en juego, y únicamente planteó un juego para no perder.

Sin excusas, para valorar un encuentro, con Messi como un único factor determinante. Muchas veces, se han utilizado las prestaciones del diez azulgrana como el único factor desequilibrante entre los dos equipos. En este último partido, el argentino parecía desactivado, y su influencia en el juego fue mucho menor que en encuentros precedentes. Y fueron dos defensas, Puyol y Abidal, los encargados de darle un giro al marcador, que viendo lo que sucedía en el césped no sorprendió a nadie.

Sin excusas, para quejarse de las actuaciones arbitrales,  de las provocaciones del rival, del teatro del bueno, y de la inferioridad numérica. Parece el colectivo arbitral condicionado por el discurso victimista que la temporada pasada, día tras día, partido tras partido,  los técnicos blancos y su prensa afín promulgaron. Y así, ante la permisividad del colectivo, se ven impunes para llevar hasta las últimas consecuencias una agresividad mal entendida, en la búsqueda de la pieza más preciada. Messi. Cada carrera del argentino se ve amenazada por las entradas más alevosas que se recuerdan, sin recibir éstas el castigo que corresponde. Sólo así se entiende que la brutal agresión de Carvalho en los minutos finales, muy cerca de la que cometió Ramos el año pasado en el Camp Nou se quedará sin castigo, y con el central en el campo.

Y por último, sin excusas, para defender a uno de sus hombres, Pepe, que cual delincuente ha convertido su carrera futbolística en una sucesión de hechos a cual más lamentable. No merece el portugués el calificativo de jugador de fútbol No merecen sus compañeros de profesión tener un afín con tal comportamiento. No merece este deporte un individuo de este calibre. No merecemos los aficionados al fútbol, seamos del equipo que seamos, ver a sujetos así en los terrenos de juego. No creemos los aficionados al fútbol, que la práctica de este deporte, necesite de estas acciones. No entendemos los aficionados al fútbol, que una persona que es incapaz de representarse a si mismo, pueda ser utilizada en representación de un colectivo, al que no hace más que dañar. Se requiere una actuación urgente versus este “individuo”, al que habría que sancionar o expulsar definitivamente de la Liga. Su actuación en el partido de ayer debería estar penada.

Ahora, después de los primeros noventa minutos, nos espera la segunda parte de la eliminatoria en el Camp Nou. Una segunda parte que no permitirá a los blancos especular, y en la que deberán buscar el gol desde el inicio. Un partido que pondrá fin a una eliminatoria que dependiendo del resultado pondrá a Mourinho en el disparadero, demostrándole que probablemente, si que había algo en juego. Su puesto y su credibilidad como técnico y persona.


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martes, 17 de enero de 2012

El crédito del clásico

La primera vez que el Real Madrid y el FC Barcelona se enfrentaron en un partido de fútbol fue el 13 de mayo de 1902. El partido era una semifinal de la Copa de la Coronación, y el resultado fue favorable para los culés que ganaron el encuentro por 3 goles a 1. Estoy seguro que hoy, cualquier aficionado barcelonista firmaría para que ese resultado se volviera a registrar, más teniendo en cuenta que esos fueron precisamente los guarismos registrados en el último duelo liguero disputado en el Bernabéu.

En los días previos al partido, si en algo han coincidido los técnicos de ambos equipos es en considerar esta competición la tercera en importancia de la temporada, en un intento de restar trascendencia a los dos partidos que el sorteo ha deparado. No deja de ser curioso el cambio de criterio en cuanto en esta valoración por algunos medios, que vendieron el anterior triunfo blanco en esta competición como el torneo más prestigioso de la temporada, equiparándolo más o menos al doblete de su rival. Y con ese talante moderado, los dos máximos representantes de ambos equipos  afrontan ese nuevo clásico desde posiciones muy distantes y con un crédito muy dispar.

Por un lado, Pep, siguiendo el criterio que le caracteriza, reniega de su historia en estos compromisos, y plantea el partido con la exigencia que para todo barcelonista le produce enfrentarse a su máximo rival. Reniega del crédito que sus estratosféricos números le conceden, y que muestran en este último trienio una superioridad abrumadora sobre los madridistas. Parciales escandalosos, goleadas a domicilio, goleadas como local, y exhibiciones de todo tipo han acompañado a los azulgranas en esta travesía comandada por el de Santpedor. Guardiola lo sabe, y sabe que el colchón sobre el que aterrizaría si se diera una derrota o una eliminación es mullido, muy mullido. Pero, en un gesto que le caracteriza, y que le hace afrontar sus partidos de la misma forma, sea L’Hospitalet, sea el Real Madrid, el contrincante, muestra su lado más prudente, intentando que la confianza y la autocomplacencia que dan tales registros no se instale en el vestuario. Es consciente también, el daño que cualquier derrota sobre los merengues produce en el ánimo de su afición, que desde los extremos pasa de la alegría al llanto, de la euforia a la decepción sin término medio. Pero a su vez, también sabe que cualquier desliz es subsanable y que la confianza en él depositada a día de hoy es ilimitada.

En el lado opuesto se encuentra Mourinho, que también ha planteado el partido desde la intrascendencia. Son ya varios los días en el que recalca que el verdadero objetivo de esta temporada es la Liga, competición en la que lleva cinco puntos de ventaja sobre su rival, y que depende exclusivamente de los resultados que haga contra cualquier otro oponente que no sea el Barça. De esta forma, se le garantiza un título sin tener que enfrentarse a un rival que le tiene cogida la medida, y en cierta forma atemorizado. A los azulgranas se les puede considerar sin temor a equivocarse la bestia negra del luso, ya que excluyendo el mencionado título copero los registros globales marcan un contundente diecisiete goles a ocho, en una serie de cuatro victorias azulgrana, y tres empates, amén de la ya mencionada victoria merengue.

A parte de estos guarismos, el hecho de enfrentarse a los catalanes le ha dejado fuera de todas aquellas competiciones a doble partido, quedándose en el camino en las semifinales de la anterior Copa de Europa y la última Supercopa. Por tanto, y volviendo al crédito, éste para el luso se acaba. Una nueva derrota ante los culés minaría su moral, minaría la confianza de sus jugadores, y sobre todo minaría la moral de una afición que vio su llegada al Madrid como el primer paso para derrocar la hegemonía azulgrana. Y no sólo no se ha producido este hecho, si no que incluso a día de hoy ésta se ha acrecentado.

Es Mourinho consciente de lo que se juega, y así lo refleja en su talante. Se muestra esquivo en las ruedas de prensa, y hasta casi molesto con todo lo que tiene que ver con el partido. Poco a poco se queda sin respuestas ante las acometidas de los periodistas. Su currículum, impresionante, cada vez lo es menos, o más lejano, y el recuerdo de sus títulos más gloriosos ya queda lejos. Es este un partido, en el que jugándose mucho el Madrid, no lo hace tanto como su entrenador. Un entrenador que vive de su prestigio, que vive de sus números, y que ahora, en estos años como entrenador blanco ha visto reducidos a la mínima expresión.

Y ese crédito se reflejará en el césped. Unos los culés, nos mostrarán su dibujo habitual. Co cuatro o tres defensas, en la duda eterna de este temporada, el equipo saldrá al Bernabéu con el típico juego de toque y posición, y buscará la victoria desde un principio. Pocas son las dudas que ofrece su alineación, teniendo en cuenta además la parquedad de sus efectivos. Los blancos, por su parte, se debaten en tácticas defensivas, en dudas en su lateral derecho, en la ubicación de Pepe como mediocentro, y en la inclusión de un trivote en el centro del campo que compense la superioridad del toque culé. No reniegan del cero a cero como un resultado favorable, y se muestran estas vez más cautos que en anteriores duelos. El daño psicológico de la última victoria catalana sigue latente, y desde esa posición se plantea el partido.

Sí, se juega mucho Mourinho. Se juega mucho él y su clan portugués, en el que ha puesto toda su confianza en este proyecto. Un nuevo revolcón dejaría su valoración y las de sus estrellas extranjeras por el suelo, y convertiría los diecinueve duelos ligueros restantes, en los que el Barcelona no está presente, en una espada de Damocles sobre su cabeza, disputando cada uno de ellos bajo una presión insostenible. El crédito de Mourinho se acaba.


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Un toque inimitable.

Ayer se presentó en primicia el nuevo anuncio de uno de los principales patrocinadores del equipo azulgrana, que hace del buen gusto y la originalidad la bandera de cada una de sus mini-producciones.
En esta nueva entrega, se hace hincapié en el carácter único del club, y de cómo éste se ha convertido en una pieza única e inimitable en el concierto futbolístico mundial. Y todo ello girando alrededor de tres vértices de un perfecto triángulo equilátero sobre el que se apoyan las bases de su concepción: afición, cantera y equipo.

En el primero de los vértices, en una de las bases, como uno de los pilares en los que se sustenta todo se encuentra la afición. Una afición dotada de una idiosincrasia especial,  que hace del barcelonismo su bandera y una forma de vida. Una afición que vive los partidos de su equipo como una de las partes más importantes de la semana, y que aupa a los altares o destierra a los infiernos, sin encontrar el término medio, cualquier acontecimiento. Una afición, a la que años de triste historia, cada mal resultado le hace revivir épocas pasadas no tan gloriosas, y temerosa, no vive tranquila, esperando que las luces actuales no se apaguen y los tiempos oscuros vuelvan a invadir el Camp Nou. Pero una afición entusiasta, plural, orgullosa de ser quien es, en la que todos caben, y que espera ilusionada que cada fin de semana el Barça, su Barça, le regale una nueva exhibición de juego.

En la parte opuesta de la base, y en el vértice contrario, se apoya la cantera. Una cantera que también ayer firmó con la Generalitat un acuerdo que permite potenciar la cultura entre los jóvenes de La Masía. A veces olvidamos los jugadores, sólo enfrascados en la búsqueda del éxito y las luces, que la cultura ha de ser el eje principal sobre el que hacer girar nuestros actos. Cultura y educación van unidos a la par y nos desarrollan como individuos. Un futbolista no puede estar ajeno a estos dos pilares de sustentación del desarrollo humano. Un futbolista en formación no debe olvidar que su consagración como estrella puede no llegar nunca, y que sólo el no haber descuidado su formación le llevará al éxito en otros ámbitos profesionales. Un futbolista en formación, no debe olvidar, que en el caso de triunfar, será es espejo en el que, como él ahora, se miren el resto de sus fans, y que su imagen será el reflejo de la formación referida.

La cantera, es la transmisión de valores y la formación de las personas que se acercan al deporte. Más adelante serán los encargados de transmitir sus vivencias y experiencias a otros como entrenadores, se convertirán en aficionados, o usaran lo que han aprendido en su vida privada y profesional . Es la cantera la base sobre la que ha ido creciendo el equipo que ahora deslumbra. Poco a poco, desde que hace treinta años Josep Lluís Núñez abrió la puerta de la primera Masia la idea del fútbol formativo ha ido calando en la institución hasta forma el equipo que ahora le representa..

Y por último, en el último de los vértices, en lo alto, en aquel en el que tanto afición y canteranos ponen sus ojos, está el equipo. Equipo que ha ido creciendo desde los años noventa con una misma filosofía. El toque y la posesión del balón. Una forma de juego que identifica a cualquier once azulgrana de estas dos últimas décadas. Una concepción futbolística que basa en el pase y el movimiento continúo la principal virtud de los jugadores. Una distribución táctica, que prescindiendo de esquemas fijos en el terreno de juego, busca la asociación continua de sus integrantes. 
Y así, con un esquema de juego atrayente, en el cual la afición se ve representada, y que sirve como base para la formación de los jóvenes valores, el club se ha consolidado con una imagen única que sirve de espejo al que todos miran intentando copiar aquello que le hace único, pero, hasta el momento todavía nadie ha encontrado la forma de hacer suya su principal virtud: el toque inimitable.

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domingo, 15 de enero de 2012

Jugar con fuego.

La pirotecnia es la técnica que se aplica para hacer esas exhibiciones a base de pólvora que sirven para provocar mucho escándalo al clausurar una celebración, para llenar el cielo con luces multicolores. Pyr es una raíz de origen griego que significa fuego. De ahí surge la palabra pirotecnia y ahora podemos explicarnos por qué se llaman así los juegos pirotécnicos. La piro-tecnia es el arte de jugar con fuego y no quemarse.
 
A esas exhibiciones llenas de ruido y color nos estamos acostumbrando los culés estos últimos años, con un equipo que le pone tal grado de intensidad a sus actuaciones, que cual barril de pólvora hace estallar en pedazos las defensas más contundentes y cerradas. De luces multicolores hemos visto llenarse el Camp Nou en múltiples ocasiones, ya sea al final de temporada con la celebración de cada uno de los títulos conseguidos, ya sea, en color azulgrana en forma de banderas ondeando al viento como respuesta a cada puesta en escena del equipo. La pirotecnia del fútbol.
 
Parece en cambio, en estor primeros días del 2012, y después del merecido parón navideño, que el Barça se haya instalado en el aforismo del término. Aforismo según el cual, jugar con fuego puede ser el antecedente de una catástrofe, al poner las posibilidades de cada cual al límite de lo prudente.. Son ya tres los partidos en los que cierta relajación se nota en el once azulgrana, que pareciendo muy seguro de sus fuerzas sólo toca a arrebato cuando la situación se torna límite y le tiene contra las cuerdas. Y el resultado, puede ser espectacular, como ayer, donde el equipo nos regalo media hora final de alto ritmo o calidad, o puede dejarte con tus posibilidades cercenadas, a poco que los visitantes hubieran estado acertados en los compases iniciales del encuentro.
 
Y es que el Betis se plantó en el Camp Nou con una apuesta arriesgada y valiente, que puso en disputa el control del balón a los azulgranas. Es la posesión del esférico una estadística sin contestación en cualquier partido disputado por el once culé. Y ayer, si bien es cierto que antes del primer cuarto de hora los catalanes ya disponían de una cómoda ventaja en el marcador, también lo es, que esta era del todo irreal, ya que los verdiblancos habían puesto hasta el momento mayor criterio e intensidad en el juego.
 
Sólo la calidad de los puntas azulgrana, que ayer sí, sólo necesitaron dos incursiones en el área para materializar los dos primeros goles, dieron esa ventaja que pareció definitiva, y el preludio de una nueva goleada. Pero los andaluces siguieron a lo suyo, y casi sin notar los golpes recibidos presionaban y robaban el balón muy lejos de su área, aplicando mejor que su rival una de las armas que más ha caracterizado a éste: la presión en campo rival.
 
Y así, sin apenas control del juego, y con defensa de sólo tres integrantes el Barça sufría y corría detrás de los jugadores andaluces sin poder recuperar su bien más preciado. Y ya es sabido, que una defensa parca en efectivos sólo tiene sentido, si el control de las acciones obra en tu poder, y no si éstas se mueven a merced de las propuestas de tu oponente. De esta forma, veíamos a Puyol vendido en su banda, y a Abidal y Mascherano achicando espacios cual bomberos ante las llegadas en superioridad por banda de los visitantes. No fue de extrañar por tanto, que al descanso, no sólo no se hubiera aumentado el marcador local, sino que la diferencia ya fuera mínima y el partido estuviera en el aire.
 
La salida de un cuarto defensa, Alves, parecía que buscaba solucionar el problema, pero antes de que los jugadores se instalaran en el nuevo sistema, un nuevo golpe bético puso el empate en el marcador, encendiendo todos los sistemas de alerta del equipo, que a punto estaba de quemar sus posibilidades de mantenerse vivo en la Liga.
 
Decía Oscar Wilde, que la ventaja de jugar con fuego, era aprender a no quemarse, y parece que los culés le hayan cogido el gusto al riesgo. Ya que sólo así se entiende, que fuera a partir de entonces cuando se viera la mejor imagen del equipo, y aquella a las que nos tiene acostumbrados. Presión arriba, recuperación en zona de creación y toque rápido volvieron a aparecer en el juego del ataque blaugrana, posibilitando dos nuevos goles que ponían fin a la fiesta, y haciendo estallar nuevamente la traca final, que todo buen espectáculo de juegos artificiales merece.
 
Merece destacarse el partido de Valdés, que en los primeros minutos posibilitó que el equipo mantuviera su portería a cero, y pudiera despegarse en el marcador con su primer arreón de juego. Y Alexis, que participó con dos asistencias y un gol en los tres primeros goles del equipo. Al chileno se le sigue viendo precipitado y falto de pausa, pero ayer, al menos, se supo sobreponer a un inicio errático con varías buenas acciones que le han de servir para crecer como jugador en este equipo. Ha de entender que se espera de él algo más que lucha y sacrificio. Esperemos que con los partidos, y la recuperación de esa chispa que sólo da la competición veamos al jugador del que todos hablan, y que el epíteto que lleva su apodo, “niño maravilla”, se nos muestre de forma más asidua que hasta la fecha.
 
Esperemos que el Barça se apunte este partido en el calendario y sepa leer que no siempre le bastará con treinta minutos de esfuerzo, y que no tenga que lamentarse en futuros compromisos que la mecha le estalle en las manos, y le cercene así todas sus posibilidades de volver a vivir las típicas fiestas con las que nos recibe el verano, y acaban las Ligas: los juegos piro-técnicos.

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viernes, 13 de enero de 2012

La niebla

La Niebla, es una película del año 2007 que dirigida por Frank Darabont está basada en una novela corta de Stephen King. En esta adaptación, la crítica achacó al director la falta de material para su realización, y la poca imaginación para llevar a las pantallas las poco voluminosas páginas del autor original. Y así, el film, según esa misma críticas, se convirtió en una película con un inicio lento y cansino, que sólo fue adquiriendo notoriedad a medida que pasaban los minutos, con escenas intensas en momentos puntuales, que hace que el espectador al final se quede con una buena sensación y salga comedidamente contento del visionado.

Pues aprovechando esa crítica, esas mismas sensaciones sirven para describir el partido que los azulgrana realizaron en el Reyno de Navarra. Bajo una niebla, que momentos antes del partido creo un clima gélido en el estadio, el once titular azulgrana, por primera vez en mucho tiempo plagado de jugadores secundarios, salió al campo imbuido por el incómodo fenómeno meteorológico: la espesez.

Un inicio lento y cansino daba la sensación que el partido se había tomado como un molesto trámite por el que había que pasar para acceder a los deseados cuartos de final. Los catalanes hacían de Pinto el jugador con más posesión de balón y con un juego repetitivo no cesaban de cederle el esférico, para que éste, con más o menos criterio, imitara a su homólogo Valdés, y lo cediera para la continuación del juego. Y así, entre pases defensivos y casi nula aparición de los centrocampistas, el juego se fue diluyendo y el equipo navarro fue creciendo en intensidad.

Intensidad que les llevó a protagonizar innumerables robos de balón en zonas en las que el manual futbolístico de cualquier entrenador, dice que éste se ha de conservar a toda costa, la frontal de área. Y así no fue de extrañar que después de varias ocasiones desperdiciadas, los rojillos lograran adelantarse en el marcador tras una indecisión del más joven integrante del once azulgrana, Sergi Roberto. Quedaban cinco minutos para el descanso, y el equipo parecía ansioso por resguardarse en el vestuario, para, o bien, entrar en calor, o bien, recibir nuevas consigas tácticas que lo sacaran del estado de sopor en el que había entrado.

Y pareció que el resultado fue óptimo, y el refrigerio y las consignas dieron el resultado esperado, ya que el inicio de los segundos cuarenta y cinco minutos deparó un ritmo y velocidad de circulación de balón muy lejos del que se había presenciado hasta ese momento. Y así, no habían pasado cinco minutos, cuando Aléxis Sánchez, logró batir a Riesgo, estableciendo el empate y poniendo así fecha de caducidad a la eliminatoria.

Aléxis Sánchez, ese fichaje que llegó con la vitola de mejor extranjero en el calcio italiano, que se presentó como uno de los mejores asistentes del fútbol mundial, que se vendió como un jugador desequilibrante en el uno contra uno, y del cual se decía que poseía un espíritu de lucha envidiable. Pues bien, hasta la fecha, sólo ha podido demostrar la última de sus virtudes. Le sigo viendo perdido en el campo, y al lado de sus compañeros demuestra una falta de calidad técnica alarmante. Flojo en el control, negado con la pierna izquierda, nulo en el uno contra uno y errático en el pase, sólo la carrera en el desmarque y el robo del balón parecen virtudes que le adornan. Virtudes que no son suficientes para jugar en este equipo.
Fue marcar el chileno, y realizar Guardiola un cambio de cromos, y recurriendo a la proximidad geográfica, hacer saltar al campo a su vecino argentino recién proclamado Balón de Oro: Leo Messi.

Con la entrada del diez azulgrana el juego del equipo empezó a ser más consistente y rápido en ataque, y las triangulaciones y paredes al primer toque aparecieron por fin en la vanguardia azulgrana. Toque, toque y toque, en un equipo construido para esto, y que se pierde si el partido se lleva hacía otros derroteros. Rasear el balón y pasarlo de forma precisa y rápida es la consigna de un once que se desdibuja a medida que el balón gana altura y metros en el desplazamiento largo.

Y así, con Messi, el espectador pudo disfrutar de esos minutos que al menos le dejan con la sensación de no haber tirado el dinero de su entrada. Una pared con Pedro, una triangulación con Thiago, una asistencia a Sergi Roberto para que el canterazo se desquitará de su error de la primera parte, otra a Cuenca, que sirvió para anotar el mejor gol de la noche, aunque éste no subiera al marcador, dieron material suficiente para que el visionado del film mereciera el aprobado, y cumpliera con el objetivo impuesto. Volver a la senda de victorias fuera de casa, y emplazar al Real Madrid en dos nuevos clásicos esta temporada.

Dos nuevos clásicos, que a la vista de los que se oye y se escribe pueden ser o bien, un golpe de gracia definitivo para Mourinho y su clan portugués,  o bien, el inicio del despegue blanco en una nueva oportunidad, la enésima, de hacerse valer por encima de los azulgrana. La semana dará para mucho. Seguro.

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