La maldición del nueve

Desde que Guardiola está en el banquillo cada uno de los portadores de este mítico número han abandonado el equipo. Será capaz Aléxis de romper con esta maldición?

Cesc Fábregas. Punto Final?

Después de tres años con noticias repetitivas sobre su contratación, parece que al final este año se dan las condiciones para su vuelta

La profecía de Van Gaal

Hace un tiempo, Van Gaal, hizo una profecía, queréis saber cual es?

Mourinho, una táctica diferente

Mourinho se caracteriza por explotar al máximo el entorno que rodea la disputa de un partdo.

Cruyff, dos inicios. Una historia.

La llegada de Cruyff al Barcelona supuso una revolución, tanto en su etapa como jugador, como en la de entrenador.

miércoles, 31 de octubre de 2012

El delantero "pichichi"


Estos días le he cogido afición a una serie de ficción que parodia a una comunidad de vecinos en un barrio de alto standing. Y es que en los tiempos que nos está tocando vivir, unas risas después de algunos días complicados no vienen mal del todo. El surrealismo de la serie, atendiendo a las recomendaciones de uno de mis hijos, me ha hecho visionar capítulos anteriores. Y hubo uno en el que no pude más que destornillarme de risa  en el sofá.

Tenía el fútbol como motivo principal, y como si de una competición de Champions se tratara parodiaba un torneo vecinal entre las diferentes comunidades de la urbanización. Entre todos los clichés descritos destacaba el de delantero. El delantero “pichichi”.  Una astracanada que representa al típico sujeto que necesita de la gloria en forma de gol continuo. Yo quiero ser el mejor, yo quiero ser el centro de atención, yo quiero tirar las faltas, yo quiero tirar los penaltys. Y no pude más que acordarme de algún otro que requiere para si todos los focos y la máxima atención: Cristiano Ronaldo.

Un jugador que vive por y para su lucimiento personal. Que se asocia poco en el campo y que da muestras de necesitar el reconocimiento de todos para sentirse conforme consigo mismo. Un jugador que lucha no sólo contra sus rivales, sino que en una competición paralela lo hace a la vez, contra todos aquellos que intentan poner en duda su supremacía. Y al igual que el protagonista de la serie, que se ve ensombrecido por un pequeño jugador colombiano que hace del balón su máximo aliado, el portugués también ha encontrado su competidor en el mismo rincón del mundo. Poco importa que Amador  levante los brazos y reclame para si un balón, es indiferente que Cristiano Ronaldo reclame para si toda la atención en cada una de sus celebraciones. Que más da que el nueve de Montepinar quiera finaliza cada una de las jugadas de ataque. No importa que el nueve blanco engorde sus números y registros individuales partido a partido. A cada uno de ellos, le ha surgido un rival que nunca podrán superar.

Y así como el pequeño colombiano, Parrales, recoge el balón, gambetea, y se zafa con facilidad de cada jugador que le sale al encuentro, Messi, cada día que pasa luce más en cada zona del campo y en las diferentes facetas del juego.

Qué un día Ronaldo bate el récord de goles de la Liga con unos registros que parecen imbatibles, no tarda más de un año en ser superado ese registro con estratosféricos resultados. Qué Ronaldo intenta aumentar la versatilidad de su juego añadiendo asistencias a sus números, nunca éstas han llegado a los números ofrecido por el diez azulgrana, convirtiéndose éste en el jugador de la Liga que más destaca en este faceta del juego. Qué CR9 acapara para sí toda la atención en cuantos lanzamientos de falta se generan en las inmediaciones del área rival, no hay mejor aliciente para Messi que mejorar en este aspecto y dejar en la nimiedad los porcentajes del luso en este tipo de lanzamientos. Quedan ya pocas las facetas del juego en las que el luso se puede sentir mejor. Tal vez el remate de cabeza, penalizado en Messi por su escasa corpulencia sea un posible punto a favor del primero. Y la efectividad desde el punto de penalty puede que sea otro.

Por eso estos días de listas, y de quinielas para el Balón de Oro me hace gracia observar las diferentes valoraciones que se hacen para otorgar al ganador. Los títulos conseguidos, recordando anteriores prebendas hacia antiguos ganadores, es uno de los argumentos más rescatados. Apenas nadie habla de calidad individual, apenas nadie habla de números, apenas nadie que defienda al sempiterno aspirante reclama ese premio con el argumento de que Ronaldo es el mejor. Si hasta incluso, en un gesto que no hace más que acrecentar ese ego que en ocasiones le pierde, el propio jugador ha reclamado para sí el prestigiosos trofeo.

Mientras tanto, Messi calla, calla y juega. Y partido a partido, gol a gol, asistencia tras asistencia acumula méritos para ser nuevamente, y por cuarta vez consecutiva el ganador del premio. Un premio que le permitirá superar a estrellas como Platini o Cruyff en el historial del trofeo. Unos registros que le están llevando a superar a Pelé y Müller en las listas de máximos goleadores de la historia.

Y en enero, cuando se abra el sobre del ganador, y Messi suba a recoger el trofeo un nuevo sentimiento de frustración se apoderará de su antagónico rival. Y a partir de entonces nos tendremos que preparar para oír y leer todo tipo de improperios en aras de la defensa de la injusticia del galardón. La que se avecina!!!!!


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lunes, 29 de octubre de 2012

La senda de la victoria


Mucho se habla estos días de los registros de Tito Vilanova en sus primeros cien días como técnico azulgrana. De cómo ha sabido gestionar la crisis de los centrales. De cómo sabe incidir en el transcurso del partido introduciendo las variantes tácticas necesarias que permitan al equipo sobreponerse a algunos de los malos inicios que ha protagonizado. Cien días de gloria. Cien días que han igualado el mejor inicio liguero de toda la historia azulgrana. Cien días con más goles que nunca. Cien días sin apenas sobresaltos, y con las expectativas de éxito en lo más alto.

Está entrando Vilanova en el Olimpo de ese círculo de entrenadores a los que se les reserva los mayores éxitos. Un círculo representado en nombres como Mourinho, Del Bosque, Fergurson, Guardiola, Ancelotti y un conjunto de elegidos que tienen a su disposición a los mejores jugadores del momento. Un círculo en el que es muy difícil entrar, pero en el que una vez instalado también es muy difícil salir. Y es que una vez llegado al Olimpo, las posibilidades de copar a esos equipos únicos son mucho más fáciles que para cualquier otro.

Por eso, a veces desde mi posición de entrenador de equipo modesto no dejo de admirar a aquellos otros “misters” que desde la nada, y con equipos mucho menos dotados llegan a cotas de éxito nunca jamás soñadas. El Levante actual, inmerso en dos competiciones con una línea de juego ascendente. El Málaga, que después de un verano que parecía condenarle, no sólo ha sabido mantener el nivel, sino que incluso está superando sus registros de la temporada pasada. El Betis, que parece recuperar aquella imagen de equipo grande. O incluso el Atlético de Madrid, el sempiterno aspirante, que a las primeras de cambio descosido por guerras internas dejaba de serlo. Equipos dirigidos por otros entrenadores a los que las grandes tardes de gloria les llega muy de tanto en tanto, y en forma de éxito muy diferente a los citados anteriormente.

Y es que a veces desde mi posición en el banquillo dudo de si con jugadores de tan alto nivel como Messi, Iniesta, Ronaldo, Ibrahimovic, Rooney, Agüero… la incidencia del entrenador en el éxito es tanta. En ocasiones en una visión muy simple no dejo de pensar en que lo mejor que pueden hacer estos grandes del banquillo es dejar hacer a sus estrellas, las cuales necesitan de muy pocas consignas tácticas para desplegar su talento. ¿Podría por ejemplo Pepe Mel triunfar en el banquillo azulgrana?.. ¿O podría hacerlo Juan Ignacio Martínez en el Real Madrid? Y al revés.. ¿qué papel podría desempeñar Mourinho en el Levante? ¿ O Vilanova en el Betis?

En muchas ocasiones el entrenador no deja de ser un reflejo de lo que tiene a su disposición. Y en según que ámbitos depende exclusivamente de esos factores externos. En mi caso, por ejemplo, la temporada que recién comienza me ha deparado un equipo de infantiles que parece dotado a darme grandes tardes de alegrías. Son niños de segundo año en su totalidad, que se enfrentan a su segunda temporada en esta franja de edad, desde la atalaya de tener en ocasiones casi dos años más que algunos de sus rivales. Qué diferencia con mi equipo del año anterior en la que las circunstancias eran totalmente opuestas, y mis jugadores eran superados en fuerza y edad por casi todos los rivales. Ahora, con apenas un mes de competición las victorias llegan semana tras semana, y en apenas cuatro partidos se han superado la treintena de goles.

Yo soy el mismo entrenador y utilizo los mismos métodos. Ejecuto casi las mismas dinámicas de entreno, y los resultados son totalmente diferentes. Y las goleadas en contra recibidas el año anterior, han pasado a goleadas a favor. Las tácticas defensivas de hace un año, han dejado paso a la presión en campo contrario. El sufrimiento en cada salto, en cada carrera, en cada control, ha dejado sitio al control del juego, al pase en corto y a la velocidad en la ejecución. Ahora parece que soy mejor, que dirijo mejor, pero en realidad, en mi opinión sigo siendo exactamente el mismo pero con otras circunstancias a mi alrededor que hacen que mi trabajo luzca más.

Extrapolando la pregunta que me hacía anteriormente con los grandes técnicos del momento, a veces también me pregunto si yo por ejemplo podría entrenar a un equipo de infantiles de máximo nivel cómo  la Damm, o el Cornellá u otros grandes de mi provincia?. Sinceramente creo que no. El nivel de exigencia de éstos es superior. El nivel de dedicación que requiere dista mucho de que se me exige en mi actual club. Y el nivel de resultados va mucho más allá de la disputa de partidos sin sobresaltos.

Aunque también es cierto que los grandes entrenadores del fútbol base también sufren en nuestra posición más humilde. Recuerdo un fichaje de hace un par de años que provenía del fútbol base del Cornellà. Venía a formarnos, a enseñarnos sus métodos. Venía con sus teorías, sus powerpoints y manuales. Venía con un currículum lustroso. Pero no venía preparado para la realidad. Una realidad que dice que el fútbol se mueve por niveles, y que cada nivel requiere diferentes formas de gestión. Y así, después de un mes entrenando al equipo que le toco en suerte, y después de apenas victorias que con la que aumentar su palmarés hizo su primera y única demanda. “Quiero quince cracks o dimito”. Y claro, dimitió.

No sería esa la misma frase que uno de esos grandes pronunciaría en uno de esos equipos de menos nombre. ¿No se giraría Tito en su supuesto Betis, y buscaría a Xavi, Iniesta o Messi, para explicar su idea de salida de balón? ¿No buscaría Mou a Ronaldo o Di María en su clase de concepción de un buen contraataque?¿Sabrían vivir sin ellos?.


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martes, 23 de octubre de 2012

El heredero respondón


Desde que Guardiola inició su periplo cómo entrenador azulgrana una bocanada de aire fresco irrumpió en un vestuario viciado por los coletazos de autocomplacencia de una época que se cerraba. La llegada de Pep al banquillo del Camp Nou ofreció a los culés la posibilidad de vivir un sueño nunca visto. Un sueño que culminó con títulos jamás soñados, que además fue acompañado por un juego que despertó admiración en casi todo el orbe futbolístico.

Pero si algo definió a Pep, además de su buen hacer en el campo, fue su intachable discurso, y sus formas de comportarse en las ruedas de prensa. Un discurso fluido, educado y sin apenas estridencias. Un discurso diferente, que desde este mismo sitio analicé en un artículo titulado el discurso del Rey.

Y el final del reinado de Guardiola se vivió de igual manera que todo su periplo azulgrana. Un relevo sin traumas, sin apenas ruido y con pocas noticias que resaltar dio paso al heredero de ese trono, y cual príncipe coronado Tito Vilanova se presentó en sociedad. 

Los primeros pasos de Tito fueron cautelosos, y apenas enfundado en ese traje que sustituyo al eterno chándal que le acompañaba, ofreció sus primeras ruedas de prensa y dirigió los primeros escarceos en el césped. Y pocos cambios se observaban. Incluso una de las primeras frases de Tito fue que si en algo saldría perdiendo seguro sería en la comparación con su antecesor. El poder de convocatoria de Pep fue tal que su presencia en cualquier comparecencia pública llenaba el aforo con sus palabras, y aún a riesgo de ser tachado de “falso humilde” no se apartó casi nunca de su línea de moderación.

Pero vete aquí, que de un tiempo a esta parte, Tito da muestras de no estar satisfecho con  esa línea de sosiego marcada. Y es que el segundo azulgrana imagino que ha tenido que tragar bilis con alguno de los acontecimientos vividos en los últimos años. No hay que echar mucho la vista atrás para recordar el episodio del famoso dedo en el ojo, y las consecuencias que éste produjo. Y me da la sensación, que a pesar de las palabras vertidas intentado pasar de puntillas por el recuerdo de este hecho, éste y otros eventos han quedado grabados en la memoria de Vilanova.

Un Vilanova que pasadas las primeras semanas ha dejado de mostrarse cauto y va envalentonándose a medida que a fuerza de acostumbrarse, va sintiéndose cómodo en el estrado. Intuyo que el ahora primero azulgrana no estaba muy de acuerdo con esa ley del silencio que defendía Guardiola. Imagino que viendo los ataques que a éste le generó este tipo de discurso, él ahora ha optado por pasar al ataque y responder cualquier velada acusación que se realice desde otros foros futbolísticos. Me da que pensar, que puesto a ser atacado, prefiere que estos ataques lleguen por las cosas que realmente dice, que no por las suponían en el mesurado y estratégico discurso del de Santpedor.

Y así, ahora, ante la mínima insinuación de crítica, Tito sale a la palestra y defiende su posición sin tapujos. Qué Pepe se queja de Iniesta y sus piscinazo, falta tiempo para recordarle al central su hoja de servicios a espaldas de la deportividad. Qué Mourinho apela a la hegemonía del Madrid y del Chelsea en España y Europa respectivamente, tarda poco en elaborar una respuesta recordando el título Mundial de clubs que todavía ostentan los azulgranas. Qué desde el rival se hace continua propaganda a CR7 para conseguir votos para el Balón de Oro, pues nada mejor que decir que a Messi no le hace falta ningún tipo de campaña, ya que éste la hace por si sólo mostrando sus habilidades en cada intervención en un campo. Qué nadie habla de los árbitros y el calendario, pues Tito recuerda polémicas pasadas, y es él el que pone el tema en el candelero antes que le pisen la primicia.

Y es que estando de acuerdo en la imagen pausada, educada y elegante de Pep, a veces creo, tal y como me enseño mi profesor Alfredo Álvarez de Lengua y Literatura en mis años de BUP y COU, que en según que situaciones es conveniente ponerse a la altura de tu interlocutor para que este te entienda. Y que en ocasiones, una frase cortante, un insulto conciso, un reproche soez tiene más y mejor efecto que un discurso elaborado. Y creo que hasta ahora, Tito ha sabido sacar ese punto de ironía y saber estar que ha sorprendido a más de uno. Seguro que asistiremos este año a curiosas respuestas y razonamientos que pondrán en bandeja el ataque más acérrimo de cierto tipo de prensa. El alumno ha salido respondón, pero a veces…, que a gusto te quedas después de decir según que, verdad?


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lunes, 22 de octubre de 2012

Pies de barro.


Cuantas veces hemos oído esta expresión. Una expresión que viene de lejos a raíz de una visión que tuvo el rey Nabucodonosor, que se veía a si mismo inmortalizado en una estatua, fuerte, de metal, de bronce, de hierro, pero que en su base tenía los pies de barro. Pies de barro en señal de una debilidad esencial que había en su reino y en el de sus descendientes. Así, por extensión pies de barro, a través de la historia ha quedado como una forma lingüística de expresar una debilidad en alguien fuerte y casi invencible. Alguien que posee infinidad de virtudes que le hacen casi inalcanzable para el resto, pero que a su vez muestra una debilidad, un defecto, una falla esencial, una imperfección que le convierte en débil. La leyenda de Aquiles y su frágil talón, sería la perfecta ilustración de cómo desde el descubrimiento de un punto débil se puede acabar con un mito.

Y ahora el Barça me recuerda al apolíneo Aquiles. Un héroe invencible, luchador nato, ofensivo y con las técnicas de guerra y ataque más depuradas. La fuerza brutal del famoso guerrero griego está representada en el actual Barça por su casi invencible estrategia de ataque. Una estrategia que permite conjugar toque  y verticalidad. Control y fantasía. Una línea ofensiva configurada por seis integrantes, que en su mayoría ocupan las listas de cualquier once ideal europeo y mundial. Una línea que es capaz de marcar en campo contrario cinco goles de diversas facturas, y que posee como punta de lanza al mayor virtuoso jamás visto. A un ser que día a día deja sin epítetos a los cronistas. Un jugador llamado a ser leyenda en busca de batir marcas que parecían imposibles de alcanzar. Un pequeño argentino que cual Rey Midas convierte en Oro todo aquello que toca, y para el que no existe la palabra trámite en su vocabulario.

Estamos asistiendo al inicio de temporada más explosivo de Leo Messi, que a la chita callando, y con sólo hechos, deja sin argumentos a sus detractores. Detractores, que a semejanza del irreductible poblado galo de Astérix y Obélix, sólo existen en una ínfima parte del planeta futbolístico conquistado por el diez azulgrana. Veremos si Leo tiene más suerte que el caricaturizado Julio Cesar, y también logra conquistar esa plaza. Aunque mucho me temo que la pócima mágica de Panorámix ha sido modificada, y en lugar de fuerza hercúlea ha generado otro tipo de efecto mucho menos confortante.

Pero al igual que la estatua del rey babilonio, el equipo azulgrana también parece frágil en su base. Una base cristalina que amenazada por las continuas lesiones de sus pilares genera dudas partido tras partido. Y es que once goles con apenas ocho jornadas ligueras son demasiados en un equipo que hasta hoy nadie ha sido capaz de vencer. No está bien el sistema defensivo azulgrana. Presenta lagunas no propias de un equipo de estas hechuras.

Empezando por Valdés, la columna principal del eje y finalizando por Jordi Alba, las imprecisiones son constantes. El portero de Gavá, se muestra inseguro y hasta torpón. Parece casi un pecado dudar de él después de la colección de Zamoras que ostenta, pero es de recibo decir que transmite desconfianza y ningún tipo de seguridad. Y ya no sólo bajo palos, sino incluso en aquello que le hacía diferente y único para defender la portería azulgrana. Su juego de pies. Un juego de pies que ahora se basa en el balonazo a seguir, y que regala una y otra vez la posesión al rival, ante la escasa envergadura de los receptores azulgrana. La pausa y atrevimiento de antaño han dejado paso a una rifa del balón desde que Di María nos dio el mayor disgusto de esta temporada que todavía está en sus inicios.

Lo mismo ocurre en los laterales. Alves parece haber perdido aquel fuelle e intensidad que le convirtió en el mejor del mundo en su zona, y hasta su lesión no ha mostrado todavía una imagen acorde al resto de sus temporadas. Y lo mismo ocurre con Jordi Alba, que obsesionado con el ataque y las subidas por banda, olvida que en ocasiones la tarea principal de un defensor es precisamente la que define su nombre; defender.

Pero la verdadera debilidad del equipo se encuentra en su eje central. Un eje central que con la ausencia de verdaderos especialistas descubre sus carencias y deja en evidencia la única carencia de este equipo. Un eje que clama por la recuperación de sus piezas titulares para que vuelva esa seguridad y presión ahora algo olvidada.

Esperando esta recuperación esperemos que en las próximas batallas el guerrero azulgrana siga mostrando su opulencia en ataque, y no encuentre en su oponente a un certero Paris, que a semejanza del príncipe troyano sea capaz de encontrar nuestra debilidad y certificar la primera derrota de hasta ahora casi invulnerable equipo azulgrana.

viernes, 19 de octubre de 2012

Alucinando que es gerundio


Cuando yo era pequeño, mi madre solía utilizar una expresión parecida cuando me mostraba reticente a obedecer alguna de sus órdenes. Y así, cuando cansada de razonar e intentar convencerme su paciencia llegaba a un límite, acababa la conversación con un “andando… que es gerundio”, que a mi me daba a entender que se había acabado el diálogo y que no me quedaba otro camino que obedecer. Y así, desarmado de mis armas de protesta, me encaminaba cabizbajo a obedecer en contra de mi criterio.

En una situación parecida me encuentro hoy. Me había prometido no escribir nada durante estos días que no tuviera que ver con lo estrictamente futbolístico. Y es que las semanas de selecciones suelen ser terreno abonado para abrir polémicas y debates ante la falta de temas de relevancia. Y es de uso común ver como en esos quince días se mide con un rasero diferente cualquier hecho que pueda generar una mínima polémica, y explotar hasta la extenuación situaciones que en una semana de Liga y Champions no pasarían de la mera anécdota.

Pero el sainete ha llegado a tal punto, que resignado, y casi cabizbajo no puedo dejar de expresar mi opinión ante un hecho que me parece altamente elocuente de la escasa dignidad humana de algunos, al cebarse con el centrocampista manchego Andrés Iniesta, por unas declaraciones en las que expreso su condición de sentirse al unísono “español y catalán”.

Y por más vueltas que le doy no entiendo la polémica. Aunque tal vez, y cómo ayer hizo el propio Andrés en rueda de prensa, debería obviar el tema y pensar que es imposible hacer entender algo a quien no quiere ver más allá de su propio ombligo. Pero no por ello puedo dejar de pensar en que hay de malo en esas declaraciones. ¿No es lo lógico quererse integrar en aquella comunidad en la que vives? Yo siempre había pensado que sería así, y ahora veo, que es criticable que una persona que vive durante más de tres lustros en Catalunya se sienta catalán y así lo exprese. Alucinado me quede con las reacciones en facebook, twitter, televisión y demás foros y canales sociales ante una declaración tan simple, que en mi opinión no debería ser ni un titular. ¿Pero eso no nos pasa a todos?

Yo siempre he vivido en Barcelona, y por lo tanto no puedo opinar desde mi posición  Pero si, que por ejemplo, lo puedo hacer desde la situación de mi progenitora que antes citaba. De Binéfar, provincia de Huesca y acercándose a los ochenta años a pasos agigantados aterrizó en la Ciudad Condal a los catorce años de edad. Vayan y pregúntenle a mi madre de donde es y verán como su respuesta es idéntica a la del propio Andrés. Ella misma, cada vez que regresamos “al pueblo”, en expresión que ha puesto de moda el último anuncio veraniego de Aquarius, se encarga de recordar a sus amigos y familiares que su identidad aragonesa, con el paso de los años ha dejado de tener peso en favor de la catalana. Se siente identificada con Barcelona, con los catalanes y su forma de ser. Con su cultura y su forma de vivir. Y no veo que nadie se lleve las manos a la cabeza ante tales manifestaciones. Y la tendríais que oír hablar. Setenta años en Barcelona y todavía conserva ese acento típico aragonés. Es abrir la boca e identificar claramente su gentilicio.

Lo único que hacen Andrés Iniesta y mi anónima madre es expresar su sentimiento de identidad. Un sentimiento que según los más reputados sociólogos se va definiendo con el paso de los años y que se va modelando a raíz de experiencias propias y de la comunidad más cercana. Un sentimiento que “es una necesidad afectiva ("sentimiento"), cognitiva ("conciencia de sí mismo y del otro como personas diferentes") y activa (el ser humano tiene que "tomar decisiones" haciendo uso de su libertad y voluntad”.

Por este motivo no entiendo ni que las palabras de Andrés sean noticia, ni por supuesto los ataques recibidos por ellas. Puede, sin embargo, que mi visión no sea la correcta y que mi percepción de la realidad sea diferente. Si alguien que lea este post ha visto algo ofensivo o erróneo en esa simple frase del manchego, le rogaría que me hiciera saber donde esta el error de esas manifestaciones. Gracias.


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lunes, 15 de octubre de 2012

Messi vs Ronaldo. Un mano a mano desigual


Ha tardado poco Leo Messi en contestar a Mourinho por sus declaraciones según las cuales para él “sería un crimen no otorgarle este año el Balón de Oro" a su compatriota CR7. Además, esta vez la camiseta que portaba el rosarino era la de su país natal. Aquella con la que más se le ha criticado, y el único argumento que sacaban a pasear sus detractores para discutir su supremacía. Ahora, en un año natural estratosférico, con sesenta y siete goles marcados, y a sólo ocho de la mejor marca registrada nunca, en posesión de Pelé con setenta y cinco, y a sólo cuatro de superar a Maradona como goleador con la albiceleste, el diez azulgrana está comiéndose a pasos de gigante todos los registros conocidos en el planeta futbolístico. No hay discusión posible sobre la actual hegemonía en el deporte rey. Tanto es así, y a riesgo de equivocarme ya tengo preparado el enunciado del artículo que dedicaré a la entrega del preciado Balón. “Se ha escrito un crimen”, servirá para responder al técnico luso la victoria de Leo en esa gala, y de paso homenajear a Angela Lansbury como la protagonista de la famosa serie televisiva que me sirve de inspiración.

Y el caso es que es curiosa esta rivalidad individual tan fuerte en el deporte de conjunto por excelencia. A lo largo de mis ya casi cincuenta años he vivido otras igual de intensas y apasionantes, aunque es cierto, que estaban marcadas dentro de la individualidad de sus deportes.

Así recuerdo los fantásticos partidos disputados por Bjon Borg y un díscolo John McEnroe, que llevaron sus encuentros en Wimbledon a la categoría de gestas. Una sobrio, impertérrito, casi inhumano. El otro díscolo, protestón, casi irreverente. Lástima que la prematura retirada del sueco hiciera que esos años de extrema rivalidad quedaran muy cortos en el tiempo. Yo era más de Borg. Me fascinaba su saber estar, su dominio de la situación, la calma que transmitía. El americano me ponía de los nervios. Siempre jugando al límite, siempre llevando el partido al borde de la paciencia de jueces, rivales y aficionados no afines. Fue Ivan Lendl el que recogió el testigo, y plantó cara al indómito americano. Todavía recuerdo en mi retina una final de Roland Garros, en la que el entonces checo, remontó dos sets en contra, para alzarse con su trofeo más preciado.

Y sin dejar el tenis, que decir de Navratilova y Evert. Ambas protagonizaron los duelos más entrañables del tenis femenino. Verlas jugar era presenciar duelos de auténtica intensidad. Chirs, norteamericana, y Martina nacida en Checoslovaquia tenían estilos totalmente opuestos: una era fría, dura, con alta carga de concentración. La otra, tenía un juego totalmente emocional e intenso, llegando incluso a derramar lágrimas en muchas fases de sus partidos. Aquí no podía dejar de posicionarme a favor de Evert, cuya feminidad y presencia en la pista me encandilaba.

Otro gran duelo que recuerdo era el protagonizado por Carl Lewis y el canadiense Ben Johnson. Duelo que convertía cualquier carrera de cien metros en el evento más visto del planteta. Apenas diez segundos de competición. Un disparo seco, una salida explosiva, y dos auténticos fueras de serie lanzados a la búsqueda de unas marcas que todavía cuestan de superar. Lástima que el doping sacara a la luz una historia de trampas y malas artes que años después han dejado esos duelos en anécdota. La prepotencia de Lewis me decantaba hacia el canadiense, al que me costaba descabalgar de sus títulos por muchas pruebas en su contra que se presentaban

Y que decir de Prost y el malogrado Senna. Repartían títulos y carreras en una rivalidad casi fraticida, que les llevó incluso a provocar accidentes entre ambos. O Fraizer y Ali, que dilucidaron en Manila el combate de boxeo más sangriento que la historia demuestra.

Puede que un duelo parecido en cuanto a concepción colectiva del juego, fue el protagonizado por Magic Johnson y Larry Bird. Una fantástica combinación de suerte y casualidades les hizo alcanzar el baloncesto profesional de la NBA en dos franquicias míticas y tradicionalmente rivales, Celtics y Lakers, el mismo año, 1979, después de haber disputado la final universitaria el uno contra el otro (ganando los Michigan State de Magic con claridad a los Indiana State de Bird), y representando inevitablemente la dicotomía racial blancos frente a negros y también dos formas muy diferentes de personalidad. Magic, siempre sonriente y dicharachero, que luego sería el máximo exponente del show-time, con un juego rápido y alegre, y Larry, sobrio, estoico, solitario y arrogante, jugando con inteligencia, persistencia y desgastando al contrario con su efectividad.

Cada uno de estos duelos no tuvo un claro ganador. Ya sea en títulos, ya sea en gloria individual, ya sea en las preferencias de los aficionados. Había gustos para todos y la igualdad era la nota predominante entre los contendientes. No creo que ahora sea el caso. La tiranía de Messi es tal, y su nivel tan alejado del resto, que sólo hace falta ver sus números individuales, sus registros colectivos y su ascendente fama, para darse cuenta, que esa igualdad que se intenta hacer ver es sólo ficticia. 


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martes, 9 de octubre de 2012

Som i serem


Ha pasado el clásico. Un clásico más. Un nuevo capítulo de esos llamados partidos del siglo en el que el mundo se paraliza y más de cuatrocientos millones de personas se sientan ante el televisor.

Un partido que después del resultado da para miles y miles de líneas desgranando cada acción, cada táctica, cada movimiento. Cientos de artículos discuten y hablan hoy sobre Adriano y los centrales del Barça. Otros tantos se refieren a Busquets y su omnipresente presencia en el centro del campo. La suplencia de Villa no deja indiferente a nadie. La calculada rueda de prensa de Mourinho tampoco, aunque este, que nadie lo dude, era su objetivo. Las palabras de Pepe… ¿qué va a decir Pepe?... parafraseando a Vilanova.

Y encima de todos ellos Messi y Cristiano. Su empate técnico en cuanto a goles los coloca casi como los dos principales candidatos a ese Balón de Oro que tantas opiniones y debates sugiere.

Un clásico que según mi particular visión me dejó un regusto amargo. Y si bien es cierto que tras media hora titubeante los blancos tuvieron la oportunidad de sentenciar, también lo es, que a partir de ahí, pareció que éstos se conformaran con su exigua renta y lo fiaran todo, a su concepción defensiva y vertiginoso contragolpe, propiciando así, que a partir de entonces el balón fuera azulgrana. Y falto poco, muy poco para asestar un golpe casi definitivo a los de Mourinho. Y es que once puntos, son muchos puntos, demasiados, por mucho que unos y otros repitan que la Liga es muy larga y que queda todo por jugar.

Y el día siguiente del clásico,  leyendo y repasando la prensa del día, no dejaba de pensar en esa oportunidad perdida, y en esa repetitiva situación según la cual son contadas las ocasiones en las que el Barça sabe dar un golpe de autoridad sobre la mesa, y dejar patas arriba a su oponente. Era la ocasión de un KO técnico. Y cómo aquellos boxeadores que no saben ver la flaqueza de su rival y se retiran al centro del cuadrilátero dejando respirar a su rival, ahora los azulgrana han hecho lo mismo, y aunque el contendiente sigue tocado, se ha perdido la ocasión de asestar el golpe definitivo.

Y seguía ese sensación de disgusto, cuando cerrada ya la jornada laboral fui a ver el entrenamiento de mi hija. Y fue llegar a la instalación y encontrarme con la foto que adjunto en este post. La totalidad del equipo enfundado en diferentes diseños de la camiseta azulgrana se preparaba para su primera sesión de la semana. Doce niñas ya adolescentes habían pactado que la mejor forma de hacer equipo (habían perdido en su debut en la Liga), era vestirse de azulgrana en homenaje a un equipo que tanto nos ha dado.

Cadete A - Basquet Martinenc.


Y se me pasó el disgusto. Y es que desde que el Barça es el que es, desde que el Barça muestra una imagen de fútbol diferente, desde que el Barça se ha convertido en un club ganador, su influencia es tan grande, y su poder de atracción tan luminoso, que sólo así se comprende que incluso después de un clásico, en el que el resultado no fue positivo, doce integrantes de un equipo de baloncesto se enfunden sus colores, y decidan que quieren mostrarlos independientemente de las circunstancias de un partido más o menos bueno. Y ante eso no hay análisis posible.

La imagen de doce niñas ejercitándose, y olvidando por un día los colores del club que las forma, indica que el sentimiento azulgrana está calando en esta nueva generación que sube, dando vida y constatando que  el lema del último clásico disputado en el Camp Nou la temporada pasada sigue plenamente vigente… “Som i serem”… (Somos y seremos)


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lunes, 8 de octubre de 2012

Otro duelo al sol


No hay buen western que se precie sin esa típica escena duelista, con los antagonistas del film prestos a desenfundar y a dirimir la supremacía del más rápido. El bueno y el malo ante la mirada de todo el pueblo. El bueno y el malo separados por más de cincuenta metros en una calle polvorienta. El bueno y el malo con las piernas abiertas y el revolver a tocar las puntas de los dedos en espera de la señal que marque el inicio de la acción de disparo. Una música de fondo…., y un resultado incierto, que en las buenas pelis que se precien casi nunca acaba en empate. Y es que ya se sabe, el bien prevalece.

Pues bien, en el último clásico disputado de nuestra Liga, Messi y Cristiano Ronaldo, emulando a Charles Bronson o Henry Fonda, ejercieron de pistoleros y dirimieron su particular duelo. Y es que no me negaréis que la pose del siete madridista a cada una de las faltas lanzadas no se asemeja a la de unos de estos malévolos forajidos a punto de dar cuenta de su próxima rival en espera de añadir una muesca más a su revolver, que indique la peligrosidad de su portador.

Y ayer, ambos añadieron dos más a esa interminable lista de balazos que perforan las redes contrarias. Disparo primero el portugués, que parece haberle cogido el gusto a marcar en el Camp Nou, y ha dejado ya para la historia sus negros registros en los enfrentamientos con los blaugrana. Ahora, casi podemos contar por seguro el gol del siete madridista cuando enfrente tiene a Víctor Valdés.

Repasando el partido del extremo blanco, no se puede decir que cuajara un gran encuentro. Sus intervenciones en el juego fueron más bien escasas. Apenas interviene en el juego de combinación, pero es intuir un pasillo entre las líneas defensivas rivales, y encarar la portería rival a tal velocidad, que apenas da tiempo al repliegue defensivo rival. Y más si se tiene en cuenta que la defensa azulgrana de este último partido era un compendio de laterales y jugadores reciclados. Qué lejos queda en la memoria aquel cuarteto que recitábamos de memoria los culés y que hablaba de Alves, Puyol, Piqué y Abidal como un infranqueable muro defensivo, que compaginaba fuerza y anticipación como sus mejores armas. Nos dicen hace un año que Montoya, Mascherano, Adriano y Jordi Alba iba a ser la última línea defensiva azulgrana en cualquier partido más o menos serio, y habríamos tachado al autor de tal profecía de “iluminado”.

Y ante esa defensa, CR7, supo ver los huecos, y ante la lógica desincronización de todos sus integrantes supo colarse y ejecutar esos dos acertados disparos, que casi dejan a uno de los protagonistas del duelo desangrado a poco de iniciarse el mismo.

Pero los azulgranas tienen en sus filas al más rápido del Oeste, al mejor y más determinante jugador de fútbol que jamás haya visto. Un argentino que juega a su aire, que se mueve con soltura y desparpajo, que busca cualquier zona del campo para combinar, y que picado por la efectividad de su rival parece cada día empeñado en demostrarle que sus prestaciones no paran de mejorar. Y éste llegó al rescate para desenfundar su fusil y poner orden y tranquilidad en el caos que se habían convertido los primeros veinte minutos del juego azulgrana.

Y es que Messi ayer ofreció el partido más completo de lo que llevamos de temporada. Se movió por todo el campo. En cada zona del terreno de juego tenía un repertorio a ofrecer. Una combinación, un toque, una finta, un dribling, una asistencia… y una falta. Y es en este último apartado donde parece que esta temporada está alcanzado un nivel nuevo para él. Y está siendo tan efectivo como en el resto de artes que ejecuta. Fue el de ayer un nuevo fogonazo a la moral de Casillas. Ni tiempo tuvo a sacar los brazos en su inútil vuelo para atajar el segundo gol azulgrana que ponía la Liga casi imposible para los blancos.

Es espectacular ver al diez azulgrana, pararse en el campo, con el balón delante de sus pies, y arrancar a derecha o izquierda de su rival, e ir sorteando rivales con una facilidad pasmosa. Un recorte, un caño, un pase en profundidad, una pausa, un sprint. Y un gol tras otro que hace que con apenas veinticinco años, este pequeño jugador esté devorando la historia de los clásicos, y dejando en nada unos registos que hasta la fecha hablaban en blanco. A un solo gol queda ya de la Saeta Rubia, y supera ya a Raúl en sus registros goleadores. Poco a poco, partido a partido, temporada a temporada, el nombre de Messi aupa todas las estadísticas. Estoy convencido que de aquí al final de su carrera, cualquiera de ellas sólo tendrá un nombre escrito en el número uno. La historia del fútbol pasada, y la actual, deberán inclinarse ante un fenómeno que cómo ayer recordó Vilanova en rueda de prensa creo que no volveremos a ver.

Y una vez dirimido el primer clásico de la temporada, queda la sensación que ambos contendientes parecieron dar por bueno el resultado. Unos, porqué poco se podían imaginar que estarían a ocho puntos de distancia con sólo siete jornadas ligueras disputadas. Otros, porqué ven como la diferencia no ha aumentado y esperan que el devenir de la temporada les permita recortar una renta que ahora casi parece abismal, y que ya casi podría haber sido definitiva si hubiera incorporado los dos dígitos en sus guarismos.

A todo ello, y como cualquier buen western, un nuevo escenario ha entrado en liza. Y es que los “indios”, parecen reclamar su territorio, y bajando de las colinas en las que se encontraban aislados, reclaman su parte de reconocimiento y gloria perdidos con el paso de los años. Su nuevo gran jefe, Simeone, y su mejor guerrero Falcao,  parecen haber dado con la tecla de la autoestima. Nadie había contado con ellos en este escenario, y los gritos y las pinturas de guerra se empiezan a oír en la lejanía. Habrá que estar atentos y atender a este nuevo frente imprevisto.


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viernes, 5 de octubre de 2012

Independence Day.


Llega el clásico, el partido del año, el partido del siglo, la madre de todos los partidos. Un acontecimiento que acapara la atención de millones de espectadores. El mundo futbolístico virtualmente se para, cuando blaugranas y blancos, hoy por hoy los mejores equipos del mundo, salen a disputar los noventa minutos que ponen en juego a un alto porcentaje de las máximas estrellas de este deporte. Es el PARTIDO, con mayúsculas.

Y este año, además de jugarse esa confrontación en el césped, el acontecimiento viene acompañado de otra disputa. Y es que desde el inicio de la actual democracia, nunca hasta ahora, se había llegado a un clásico en un ambiente de aspiraciones soberanistas tan acentuado por el pueblo catalán, que clama desde el pasado once de septiembre por la independencia. Y así, sabiéndose el punto de mira de medio mundo en esos noventa minutos trepidantes de juego, se aprovechará ese día para hacer oír los argumentos de esa petición de autodeterminación.

No es este el sitio ni lugar para discutir sobre este tema. Pero si que ha habido un hecho que me ha llamado la atención en muchos de los debates que han centrado este tema. Y es que más allá de la implicación social, territorial, económica y política que pueda tener, el fútbol también ha ocupado su lugar. Y así, como arma arrojadiza los contrarios a la idea catalana, abogan por la expulsión de los equipos catalanes (el Barça en particular) de la Liga BBVA, y ningunean la creación de una Lliga Catalana, dando a entender que su reclamo sería menor y que el potencial de los equipos sería mínimo.

Y es aquí en este punto donde no estoy de acuerdo. Una Lliga Catalana que contara con los mejores equipos de una Catalunya independiente no tendría que ser una Liga de segunda. Y me explico. Tomando el actual mapa competitivo, he elaborada una lista de los equipos que podrían configurar una primera edición de esa Lliga. Estaría formada por las entidades que ahora militan, en Primera, Segunda, Segunda B, y hasta Tercera División. Si miramos la tabla adjunta veremos, que en su mayoría, los municipios de los equipos representantes se encuentran entre los sesenta más poblados de España.

Equipo
Población Municipio
Barcelona
1.615.448 hab.
Espanyol
1.615.448 hab.
Girona
96.000 hab.
Sabadell
207.000 hab.
Badalona
219.000 hab.
Sant Andreu
1.615.448 hab.
El Prat
63.000 hab.
L’Hospitatet
256.000 hab.
Lleida
130.000 hab.
Tarragona
134.000 hab.
Reus
106.000 hab.
Europa
1.615.448 hab.
Vic
40.000 hab.
Terrassa
213.000 hab.
Gramanet
120.000 hab.

Si comparamos esta misma lista con otras ciudades que acostumbran a tener a sus equipos en la Primera División española, veremos que las diferencias en cuanto a número de habitantes no es tal. Así, por ejemplo tenemos que:

Equipo
Población Municipio
Huelva
148.000 hab.
Santander
175.000 hab.
Pamplona
157.000 hab.
Alicante
178.000 hab.
Getafe
170.000 hab.
Sant Sebastian
186.000 hab.
Cádiz
124.000 hab.
Villareal
51.000 hab.

Atendiendo a estas cifras, esta claro que un Barça – L´Hospitalet, tendría más audiencia potencial que por ejemplo un Madrid – Getafe. O un Barça – Sabadell  más que un Barça – Rácing. O un Espanyol – Reus,  más que un Espanyol – Villareal, o un Sabadell – Terrassa, más que un Osasuna – Real Sociedad. Y así, podríamos hacer múltiples combinaciones.

Solventada la audiencia, esta claro que a nivel económico las prestaciones de los actuales equipos catalanes no tienen nada que ver con los actuales integrantes de la Liga BBVA. Los operadores de televisión, a día de hoy, son los amos del juego. ¿Qué diría un operador televisivo a una Liga BBVA sin el Barça? ¿Tendría el mismo valor una Liga sin uno de los grandes?  ¿No optaría un operador, por repartir su dinero, entre las dos Ligas? ¿Si fuera así, no bajaría entonces el potencial de una Liga y subiría el de la otra? ¿Con el reparto del dinero entre Ligas, no se repartirían también los jugadores de calidad? En la afirmación o la negación de estas preguntas estaría la clave de esa nueva competición, si se diera.

Eso sí, el domingo llega el clásico. Y hay que ganarlo. 


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miércoles, 3 de octubre de 2012

Luces y sombras


Sigue su periplo intratable el equipo azulgrana bajo las órdenes de Tito Vilanova. No se conoce rival que haya podido doblegar a los catalanes, y cada partido de éstos se cuenta como victoria. Una racha imparable de resultados, hacen que el próximo clásico se vea desde la tranquilidad del que se sabe arriba y con poco que perder, ya que una nueva victoria, además de batir todos los registros históricos de la entidad en cuanto a puntuación en un arranque liguero, supondría un lastre de once puntos muy difícil de superar para los blancos. Es una de esas típicas situaciones propicias para “hacer sangre” en el rival y dejarlo realmente tocado. Y ya sabéis los que leéis estos artículos cual es mi visión del comportamiento del Barça en estas situaciones. Ojala me equivoque.

Estamos viviendo una situación casi idílica, con remontadas en los últimos segundos de partido que hacen que hasta las victorias sepan mejor. Los éxitos con sufrimiento parece que lo son más. El vestuario, parece, por sus palabras y gestos, realmente enchufado para revalidar todo aquello que perdió el año pasado, y en cada partido se nos ofrecen detalles y secuencias que certifican a estos jugadores como los mejores. Messi parece cabalgar hacia su cuarto Balón de Oro consecutivo, en otro hito hasta ahora no repetido en la historia del fútbol. Cesc recupera su olfato goleador y su presencia en el área, y nos cuentan que su binomio con el argentino casi es una conexión sideral. Aléxis, autocrítico esta semana, y con un gran número de detractores ya entre la afición, pareció en Lisboa recuperar aquello por lo cual se le fichó, y ofrecernos su mejor versión de la temporada.

Así, que puede parecer hasta sacrílego escribir estas líneas argumentando los motivos por lo cuales esta serie de resultados intachable me tienen algo preocupado. Y es que, el Barça ofrece su mejor versión sólo en fases del partido. Fases en las que domina el juego, en las que duerme a sus rivales, y en las que la subida de revoluciones hace que el rival quede ninguneado. Sólo hay que ver cómo el Benfica se tomó el rondo final azulgrana. La impotencia fue tal que el único recurso que les quedó fue ir a la caza directa de los jugadores blaugranas. Pero fuera de esas fases que enamoran, el juego del equipo deja bastantes dudas.

Por un lado en la portería se ve un Valdés inseguro. Desde aquel error de la Supercopa parece que su moral ha quedado tocada, y muestra nervios en la portería. Es cierto que ha sacado balones importantes, pero no lo es menos que también comete fallos a los que no nos tiene acostumbrados. Además, huye del juego con los pies, y son pocas las ocasiones en las que juega ya con sus defensas. Fue sintomática ayer, una acción de Cesc, pidiéndole tranquilidad en un balón franco al área, instándole a un pase en corto, en lugar de a los múltiples balones aéreos que nos regaló.

Tampoco la defensa se presenta contundente, sobre todo en el juego en estático. Si se supera la presión inicial, y el equipo contrario llega a las inmediaciones del área, la defensa posicionada azulgrana presenta huecos y lagunas que son fácilmente desbordadas por los rivales. Cada aproximación contraria ocasiona una ocasión o disparo. Están acostumbrados los zagueros blaugrana al juego de anticipación y presión, y se muestran confusos en otro tipo de situaciones defensivas.

Situaciones defensivas que llegan por una presión menos asfixiante de los centrocampistas en esas fases de juego. Con Cesc y Messi en el campo, alternándose entre las posiciones de punta y centrocampista, parece que la presión queda reducida a Xavi y Busquets, y superada la línea de delanteros azulgrana, la diferencia numérica entre los rivales y los dos centrocampistas azulgrana, hace que la recuperación sea casi imposible, con lo que el repliegue se hace necesario. Y ahí, repito, el Barça parece que no sabe aplicar los automatismos y concentración que requiere ese tipo de juego.

Con la reentre de Iniesta puede que este problema quede solucionado, y que cada uno adopte su papel. Messi haga de él, y participe en zonas más cercanas al área. Ahora es el argentino, el que se encarga de llevar hasta allí el balón y ofrecer asistencias de lujo. Y perder también algún que otro balón comprometido.Ya se encargará el manchego de hacer llegar allí los balones. Y Messi, a lo suyo… a rematar la faena.

El clásico es la próxima parada. Un clásico sin Puyol, que nuevamente se ha lesionado, y esta vez con más gravedad que las anteriores. No está teniendo suerte el central esta temporada, aunque cómo un día le dijo Guardiola a Aléxis, alguien le debería hacer ver a Puyi, que con falta de centrales, con un clásico en puertas, y con el marcador ya cerrado, la cabeza debería estar más fría, y guardar esos ataques de furia y rabia para encuentros donde sean más necesarios. Esperemos que como nos tiene acostumbrados recorte sus tiempos de recuperación y pronto esté presente en el once titular.


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