Llega el derby madrileño, y a los culés como yo les pilla sin saber muy
bien a donde mirar. La cabeza me dice que, siempre y cuando el Barça consiga una victoria ante el Atlhetic, que supondría además firmar
el mejor inicio liguero de la historia de la competición, el mejor resultado
sería una victoria blanca, ya que de esta forma los dos máximos rivales para la
conquista de la Liga quedarían a los
once puntos ya establecidos con los de Mourinho,
y a seis de los de Simeone, que de
forma sorprendente están aguantando el tirón de este inicio demoledor de los de
Vilanova.
Pero la cabeza intenta razonar lo lógico, y el sentimiento me puede. Desear
que gane el Madrid va contra natura.
Sin ánimo de ofender, y entendiendo el fútbol desde la sana rivalidad, el máximo
aliciente de un culé, después de ver a su equipo ganar, es ver una derrota
merengue. No creo que sea muy diferente en la afición blanca. Por eso, una
derrota en el Bernabéu, ante unos
colchoneros, que ya ni recuerdan cual fue la última vez que lograron vencer en
un derby, traería consigo, además de ya casi una insalvable diferencia de
catorce puntos, que a todas luces dictaría casi sentencia en el campeonato, una vorágine de dudas e histerias en el
vestuario e institución blanca, que podría poner fin al ciclo de Mourinho en el banquillo de La
Castellana. Y no me negaréis, que después de oír y leer de forma machacona la
palabra “fin de ciclo” aplicada a
esta etapa que ningún culé había jamás soñado vivir, no tendría gracia ver cómo
tan famoso estribillo se aplica precisamente allí donde surgió.
Por otro lado, el próximo visitante del Camp Nou son precisamente los
blanquirrojos, así que, si también somos de capaces de vencerlos aquí, ya tendríamos
esos seis puntos de diferencia que una victoria blanca nos podría otorgar de
forma anticipada.
Un empate sería un mal menor, que también daría sus frutos en cuanto a
diferencia de puntos en la clasificación, pero a mí entender, creo que no tendría
el efecto catastrófico antes reseñado en caso de derrota. Nos quedaríamos en
una situación a medio camino entre el desastre y la resurrección, y si algo
teme el culé, al menos el que suscribe estas líneas, es un Madrid con posibilidades. Dijo Cruyff
un día en uno de sus famosos discursos que la mejor situación para conseguir un
Barcelona enchufado, es tener al Madrid detrás en la clasificación, pero
a no mucha diferencia. La proximidad obliga a no bajar la atención y rendir al
cien por cien. Qué queréis que os diga…., a mi el Madrid contra más lejos mejor. No sea que le de por agarrarse a
estos típicos clavos que le dotan de poderes casi sobrenaturales y nos de un
susto a finales de mayo. Todavía veo fotos de Tamudo y la remontada blanca en una de las Ligas de Rickjaard y
mejor no transcribir aquí lo que salió por mi boquita aquel día.
Es verdad que los tiempos han cambiado y parece que este equipo está por
encima de estas circunstancias. Pero soy culé que ha vivido la final de
Sevilla, el desastre del Metz, la Liga perdida ante la Real Sociedad cuando los
partidos valían dos puntos y llevamos ocho de ventaja a siete jornadas del
final. He dejado de creer en la Liga en Navidad ya ni recuerdo cuantas veces…,
así que, oye, si esto se queda en un "tete a tete" con el Atlético, mucho mejor. ¿No
dicen que dos son compañía y tres multitud?... Pues eso, que el tercero quede
fuera!!
¿Y los aficionados del Madrid? ¿Quieren ganar el derby? Supongo que alguno
también hace le mismo razonamiento lógico que yo me hago, y ve la victoria blanca como
un favor a los azulgrana. Y claro, con el mismo fervor que yo deseo verlos
lejos, supongo que allí el tema de hacernos favores tampoco debe ser una de sus
primordiales prioridades., no?
Además, también, en ocasiones y en eso os puedo asegurar que aquí, en el
otro lado, tenemos experiencia en este tipo de situaciones, se desea que
explote todo de forma definitiva y se cambie de rumbo de forma inminente. Para
qué las medias tintas.No han sido pocas las veces, que en el estadio azulgrana
se han jaleado las victorias y goles visitantes esperando el fin de una era. Gaspart podría hablar y no callar sobre
los plebiscitos que vivió como presidente de la entidad.
Veremos que ofrece el devenir de esta jornada, que dicho sea de paso, los
culés afrontamos con tranquilidad, viviendo casi una situación idílica. Qué nos
dure!!!!
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