La maldición del nueve

Desde que Guardiola está en el banquillo cada uno de los portadores de este mítico número han abandonado el equipo. Será capaz Aléxis de romper con esta maldición?

Cesc Fábregas. Punto Final?

Después de tres años con noticias repetitivas sobre su contratación, parece que al final este año se dan las condiciones para su vuelta

La profecía de Van Gaal

Hace un tiempo, Van Gaal, hizo una profecía, queréis saber cual es?

Mourinho, una táctica diferente

Mourinho se caracteriza por explotar al máximo el entorno que rodea la disputa de un partdo.

Cruyff, dos inicios. Una historia.

La llegada de Cruyff al Barcelona supuso una revolución, tanto en su etapa como jugador, como en la de entrenador.

miércoles, 30 de enero de 2013

Batalla de estilos


Antes de un clásico, cualquier aficionado visualiza su partido. Y desde que Mourinho, y la escuela de toque azulgrana son los referentes en ambas instituciones, no es difícil adivinar cual va ser el guión de cada uno de los encuentros en disputa. Todos imaginamos un Real Madrid, físico y presionante, que basa su estrategia en la interceptación del balón en cualquiera de los pases del juego preciosista que construyen los azulgrana. Todos imaginamos un Barça a ritmo de samba, con toques y paredes que a base de movimientos continuos, buscan huecos en la estrategia defensiva del rival.

Y esta eliminatoria copera, si algo mostró en su primer asalto, fue la presentación de estos dos tipos de juego hasta sus últimas consecuencias. El Madrid presentó un partido de ida y vuelta. Basó su juego en una línea defensiva muy retrasada, y una presión en media cancha. Cualquier robo de balón provocaba la estampida de hasta seis de sus jugadores, dejando el cuarteto defensivo anclado en su zona. Apenas intervinieron los laterales blancos en las acciones ofensivas. Apenas se pueden destacar jugadas de más de cinco toques consecutivos. Un equipo estirado, largo, tan largo, que dejaba el centro del campo casi desierto, cómo zona de carreras y avenida de paso entre las áreas. Si el decálogo de cualquier entrenador habla de la escasa distancia entre líneas cómo la base de cualquier sistema de juego, el de Mou, al menos ayer, anunciaba justamente lo contrario, y parecía ofrecer a su rival un encuentro a base de golpes continuos y ritmo vertiginoso.

Cómo contrapunto, los azulgrana intentaban imponer la quietud, el sosiego y el pase en corto. Pero la tentación ante los huecos generados era tal, que en ocasiones, tentados por esa llanura de césped no defendida veían la posibilidad de ejecutar rápidas transiciones en busca de la velocidad de sus puntas. Parecía terreno abonado para Messi. Un campo con espacios por el que poder explotar ese regate y carrera sin control que lo hacen único. Pero ayer el argentino, cómo suele suceder en estos meses iniciales del año, pareció menos fresco que lo que acostumbra, y rehuyó ese duelo propuesto.

Fue un partido en el que esperábamos ver a Messi y Cristiano Ronaldo en su enésimo duelo por demostrar su supremacía. Pero se convirtió en un encuentro que nos devolvió al mejor Piqué y nos presento a un inconmensurable Varane. El catalán, nuevamente rápido, ágil y certero en el quite. El francés majestuoso en el corte, centelleante en la carrera y ejecutor en el remate. Si algún día soñó con el partido perfecto, ayer pudo dar fe, que en ocasiones los sueños se hacen realidad.

Fue el partido del debut de Diego López, que certifica la poca confianza que los técnicos de la casa blanca tienen en el sustituto de Casillas bajo los palos. Pero fue también el partido de la constatación de Pinto como portero solvente. Y es que en unas fechas en las que el titular indiscutible en la portería ha anunciado su marcha, es bueno ver que no sólo él es capaz de desempeñar ese papel con holgura. Da la sensación, escuchando a expertos, tertulianos y analistas que no hay nadie en el mundo capaz de ponerse el uno a la espalda en este equipo. Ayer, y en todas las ocasiones que se la requerido, un gaditano, que avanza a pasos agigantados hacía los cuarenta demostró que, tal vez, haya vida más allá de Valdés.

Una lectura post-partido, deja el duelo sin un claro favorito para la vuelta. Sin embargo, entre tan opuestas forma de entender el juego, siempre será más fiable aquella que basa el juego en la confianza de las propias fuerzas, y no en los posibles errores y despistes del rival. Puestos a imaginar, sólo hace falta visionar un partido de pases de ejecución rápida y certera cómo los que acostumbran a realizar los catalanes, para dejar casi sin argumentos la estrategia del portugués.

Ahora tocará esperar a la vuelta. Un mes de competición queda entre ambos duelos. Un mes para dilucidar este primer duelo, que puede marcar el devenir de una temporada. 

Si te ha gustado el artículo, y quieres ayudar a financiar este espacio, sólo has de ver el vídeo que aquí te presento. Gracias por la lectura del post..


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martes, 29 de enero de 2013

La espada de Damocles

Damocles era un cortesano en el palacio de Dionisio II, el rey que gobernaba Siracusa en el siglo IV a.C. Como muchos otros miembros de la corte, Damocles halagaba constantemente al rey, con la esperanza de que éste le diera una posición de más poder en la corte. Dionisio, el rey, ante la presión recibida no dudó en ofrecerle un trato. Por un día Damocles sería rey.

Así, en su felicidad, y dueño de todo el poder que atesoraba, cual fue su sorpresa, cuando al final de ese día, Damocles alzó la vista, para observar una pesada espada desnuda que pendía del techo apuntando a su cabeza, y sujetada únicamente por una crin de caballo. Presa del pánico Damocles abandonó su puesto e interpeló al rey sobre el porqué de esa espada. Dionisio, le explicó que la espada sobre su cabeza representaba lo que realmente es el poder. Desde la distancia, el poder es una cosa deseada por muchos por ser una situación de privilegio, en la que al estar por encima de los demás te sientes único. Pero cuando uno se acerca a esa situación de poder, puede observar sin problemas el peligro que ostenta esa posición.

Al descubrir los detalles de esta leyenda, no me ha sido complicado establecer similitudes y paralelismos entre estos personajes históricos y algunos de los protagonistas de este próximo clásico.

Por un lado está Mourinho, que protagonista de la leyenda, ha conseguido un poder único en el reino blanco. Un poder único que le hace centro de atención. Centro de atención para las loas y las críticas. Situación de privilegio, buscada por él desde su llegada, que ahora, en momento de tensión e incertidumbre, le convierte en la principal diana de ataque de sus enemigos.

En frente suyo, Florentino Pérez, que cual rey, ha consentido en delegar ese papel en su principal súbdito. Ha asumido un segundo plano en el escalafón de poder, dejando que las llaves del reino y las más importantes decisiones llegaran desde su temporal substituto.

Y por fin, la espada, esa que cuelga inerte del techo, con un pequeño hilo que la aguanta. Una espada que de caer cercenaría las aspiraciones de aquel que se cree único. Una espada de color azulgrana, que tiene la posibilidad de poner fin a un reinado convulso, enviando al destierro al hasta ahora orgulloso nuevo rey.

Y es que pocas veces tendrán los azulgrana la oportunidad de hacer verdadero daño, deportivamente hablando, cómo en esta eliminatoria de Copa del Rey. A quince puntos en Liga,   la Copa se convierte en una de las principales prioridades blancas, a la espera de la ansiada Décima. Una Décima, que este año, la suerte parece querer decir a los blancos, que de conseguirla lo deberán hacer batiendo a las principales huestes del continente. No ha habido en estos últimos años tantos rivales de renombre cómo los que hasta ahora han tenido que ir sorteando los de La Castellana.

Por eso, este miércoles, Mourinho se juega gran parte del crédito que todavía tiene. Con una defensa desmantelada y una portería inexperta, el portugués se verá obligado a salir a jugar con aquellas piezas que en su día, por una u otra razón han sido parte polémica del proyecto que regenta. Un novel Adán, un  Essien ya de vuelta, un Varane en sus primeros escarceos de verdadero nivel, un ausente y casi vilipendiado Albiol, y un renqueante Marcelo, serán la representación real de ese ficticio pelo de crin de caballo, que ha de aguantar las embestidas de la pesada espada que el miércoles colgará con todas sus fuerzas del techo de la noche madrileña.

¿Aguantará? ¿O dejará caer el pesado metal empujado por la fuerza de una delantera azulgrana encabezada por Messi, Iniesta y compañía?


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lunes, 28 de enero de 2013

Coser y cantar.


"Coser y cantar" es una expresión que indica la soltura con que se hace una cosa. Cuando una cosa es muy fácil de hacer o tiene una solución que no es muy complicada se dice que "es coser y cantar." 

El origen de esta expresión proviene las modistas. Después de la Guerra Civil española, durante la etapa de la posguerra, España quedó aislada internacionalmente en 1947, aislando su economía en la más paralizante autarquía, incluyendo la moda. Muchas mujeres de la clase obrera decidieron ganarse la vida ejerciendo de modistas. Copiaban los diseños que veían en las revistas o películas para poder tener ese tipo de prendas para venderlas. Durante su rutina de trabajo, estas modistas mataban el tiempo cantando canciones que escuchaban en la radio, sobretodo "zarzuelas". De ahí, como para ellas coser era una cosa a la que estaban acostumbradas y les era fácil, junto con el hecho de cantar mientras cosían, surgió la expresión "coser y cantar". 

Yo no sé si Messi sabrá coser, o si canta mientras deambula a ratos por el campo observando como ausente el devenir del juego. Pero lo que si sé, es la pasmosa facilidad que tiene para hilvanar y tejer combinaciones a un ritmo frenético justamente en el espacio del terreno de juego donde más difícil es conseguirlo. Una finta, una apertura a banda, unos cuantos toques de filigrana, una pared a velocidad de vértigo y en apenas dos toques, un nuevo gol sube al marcador. Así de fácil parece.

Hoy leemos portados hablando nuevamente del poder realizador de este argentino, que parece obsesionado con escribir cada temporada nuevos registros en el libro de los récords. Picado o no, por la aportación matutina de Cristiano Ronaldo, algo auguraba que Osasuna iba a ser terreno propicio para un nueva exhibición del rosarino. Y es que los precedentes entre los rojillos y azulgranas en el Camp Nou hablan de goleadas de escándalo en estos últimos años. Y claro, hablando de goles, difícil es que no sea Messi el autor de la mayoría de los registrados.

Me hizo gracia, sólo finalizar el partido, una pregunta de mi hijo, el cual, metido en plena época de exámenes universitarios no vio el encuentro. Y es que sólo conocer el registro de Messi la pregunta fue;

-         Pero, ¿ha jugado o sólo ha metido goles?

La verdad es que la pregunta me chocó, y me hizo pensar, que en ocasiones, y puede que el partido de ayer sea una de ellas, el diez azulgrana se dedica exclusivamente a la última parte de la pregunta de mi hijo. A meter goles.

Y lo hace con tan pasmosa facilidad, que parece insultante ver, como otros en las mismas situaciones son incapaces de resolver aquello que para él es algo tan simple. Encarar a un portero y ver el hueco entre éste y el fondo de la portería. Saber estar y hacerse ver entre una maraña de defensas, que supongo salen aleccionados para posar todos los ojos en él. Saber encontrar el tiempo justo de acción, el espacio del campo idóneo, la velocidad justa de ejecución, para con simples toques de balón alcanzar unas cotas de efectividad nunca vistas.

Apenas ya le hacen falta acciones individuales. O carreras vertiginosas sorteando rivales. Simplemente se retrasa, atrae hacia si a los defensas, abre el balón a banda, y va en busca del pase al área que le tiene como principal objetivo..

Coser y cantar. Pasar y rematar. Dos acciones parejas, que hilvanadas y ejecutadas al unísono, dieron, la primera, la posibilidad de subsistir a una gran parte de una generación. La otra, está dando los mejores años que un culé pueda recordar.


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viernes, 25 de enero de 2013

Qué bonito, qué bonito.


Era una final, y a disputarla se presentó el equipo azulgrana con sus mejores galas. Sólo con la licencia de Pinto en la portería, que de momento solventa su papel en este Barça de forma más que correcta, y con esa rotación que hace de Mascherano el duodécimo titular, el Barça se presentó en la Rosaleda para dilucidar el primer choque trascendente de la temporada.

Y lo hizo de la forma que acostumbra. Seguro, fiable, al ataque. De la forma que sólo este equipo sabe ver este deporte. De una forma, que convierte un partido de fútbol en multitud de detalles y gestos técnicos que van más allá de la simple consecución de un gol. Fue un partido para sentarse y disfrutar. Fue un partido, en el que los neutrales debieron apagar el televisor satisfechos por esa hora y media de espectáculo.

Para los culés, al menos en mi caso, fue un partido de nervios, de tensión. La proximidad del precipicio de la eliminación no me hizo disfrutar plenamente del paisaje. No sé si es por ese endémico pesimismo que nos caracteriza, pero el empate a dos a poco de finalizar, dejaba un no sé que de incertidumbre en el aire, que impedía el disfrute total. Y entre la posibilidad de un final abrupto, y el ruido de fondo de la retransmisión del partido, hubo momentos que casi hubiera preferido apagar el televisor.

Y es que el partido sacó de sus casillas a los comentaristas de Telecinco. Qué mala suerte tener que escuchar de fondo los comentarios a lo que sucedía en el césped. Sólo, Kiko Narváez , como exjugador, sabía apreciar la dificultad de la aparente facilidad del juego azulgrana. El resto, únicamente buscaban la polémica, y la discusión de acciones fortuitas. Qué Busquets ejecutaba un caño casi obsceno, el comentario se ignoraba. Que Messi y Alves bailaron un dúo en la banda con el balón como testigo, la voz dirigía el análisis hacia la lucha de los andaluces. Que Piqué se tiraba con todo en el área para tapar un peligroso centro, el penalty era de órdago incluso antes de ver la repetición, la cual, por cierto constató que no fue. Que Alves ejecuta el centro del primer gol en fuera de juego, la repetición de la imagen se hace incansable. Qué el empate del Málaga llegó por manos previas en un robo de balón, la imagen queda diluida entre un sinfín de comentarios. Y así, entre el deseo del gol del Málaga, y el juego preciosista de los azulgranas, Iniesta puso la eliminatoria en su sitio, y acalló el griterío en antena. Que descanso!!!!

Me deja esta eliminatoria copera ante el Málaga, sin embargo, un par de sensaciones que producen un cierto desasosiego.

Por un lado, la fragilidad defensiva del equipo va a más cada partido, y ya son tres con el de ayer en los que el equipo recibe más goles de los que nos tiene acostumbrados. En un análisis precipitado, me atrevería a decir, que el once azulgrana se siente tan seguro de sus fuerzas, que en su persistente ataque mueve tantas piezas por delante del balón, que cualquier pérdida o balonazo al tuntún, le generan acciones de clara inferioridad en defensa. El segundo gol malacitano, ejecutado después de un inverosímil fallo de Messi en un uno contra uno franco, es un claro ejemplo de ello. Qué poca oposición encontraron los andaluces en su traslado de un área a la contraria.

Y por otro, me está haciendo dudar la solvencia del banquillo azulgrana. Y es que si bien ante el Córdoba fue totalmente solvente, ayer, después del pequeño descalabro del partido de ida, nuevamente tuvo que salir a escena el equipo de gala. Un once, que por lo que parece deberá jugar todo lo trascendente. Y ahora, ante una semifinal que obligará a mucho, un tramo liguero en el que no se pueden ceder puntos, y el regreso de la Champions deberá con toda seguridad ser exprimido al máximo. Y no sé si las piernas de todos ellos darán para tanto.

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jueves, 24 de enero de 2013

Papa, ¿y este quien es?


Esa fue la pregunta que ayer me lanzó mi hija Marta, cuando, viendo el canal de deportes de TV3, vio el resumen de la rueda de prensa del segundo entrenador azulgrana. Está inquieta mi hija con el partido de esta noche. Tan nerviosa está, que aunque coincidiendo el partido con una de sus series favoritas, El Barco, la cual no acabo de entender, me ha dicho, que no me preocupe. Qué hoy el televisor es mío, y que puedo disponer tranquilamente de él. Qué a ella también le interesa el partido, y que se sentará conmigo en el sofá para verlo.

Y ese mensaje indica que estamos ante un partido grande. Un partido que significa una auténtica final. Un partido con MAYÚSCULAS. Y es que ya sabéis los asiduos a este blog, que mi hija pequeña tiene una particular manera de ver los partidos. Sólo centra su atención en aquellos que son importantes, y únicamente vigila las acciones de su ídolo, Messi.

Por eso, ayer, delante del televisor, la imagen de Roura le chocó. Y es que si ya de por sí, el cambio de Tito por Pep, ha hecho que su nivel de interés hacía lo que dice el entrenador azulgrana bajará bastante, la imagen de alguien totalmente desconocido, le llevó incluso a plantearse la importancia que tiene el entrenador en el actual equipo azulgrana.

-         Papa, si mañana me pongo en el banquillo, el Barça, si juega bien, también gana.

Si hasta me dio la alineación (Pinto, Alves, Puyol, Piqué, Alba, Busquets, Cesc, Xavi, Iniesta, Pedro y Messi). Y se acabó. Que salgan, jueguen, y ganen!!!.. No es lo que hacen siempre?.

¿La táctica?. Simple también.

-         Qué le den la pelota a Messi. Y ya está. Yo me sentaría en el banquillo, vería como juegan, y cuando “mi niño” metiera un gol, que viniera a celebrarlo allí.

Así de simple, así de fácil. Para ella, los jugadores azulgranas son tan y tan buenos, que no necesitan apenas entrenador en este tipo de partidos. Para estos partidos se reservan los mejores, y los mejores los tiene claros.

Me hizo gracia su planteamiento, precisamente en estos días, en los que, después de la goleada blanca en Valencia, han salido a escena mensajes de autogestión en el vestuario blanco. Me hace gracia, ver, cómo con planteamientos simples, se basa la fuerza del equipoen los jugadores, dejando la figura del entrenador en un segundo plano. Me hace gracia observar, cómo hoy, donde la figura del entrenador ha alcanzado niveles casi endiosados, la mente de mi hija ve un partido de fútbol de la misma forma que yo lo hacía en mi niñez. En aquella época los buenos eran Cruyff, o Neeskens, o Asensi. Ya más grande Krankl, Schuster y Maradona. O Carrasco, Marcos. Incluso Archibald me parecía bueno. De los entrenadores apenas tengo recuerdos. Puede que Michels, por lo que leí después. O Venables, por aquella Liga largamente esperada.

Ahora, en un mundo, donde parece que nada es importante sin una marca registrada que lo identifique, estamos obsesionados en definir a los equipos empezando por aquellos que los entrenan. Que sí el Pep Team, que si el Real Madrid de Mou, el Atlético de Simeone. A mi me gustaban más epítetos cómo el Dream Team o la Quinta del Buitre. Epítetos que hacían referencia a los jugadores, que al fin y al cabo, y tal cómo dice mi hija, son los verdaderos artífices de los éxitos y fracasos.

Así que hoy, si Marta acierta, y ante una final, el Barça parte coomo favorito. Y lo es, estando en el banquillo Pep, Tito o Roura. Incluso, diría yo que lo sería, estando Marta en el banquillo. O no?

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lunes, 21 de enero de 2013

El entorno


Son varias las aportaciones lingüísticas de Johan Cruyff, las cuales, aún sin ser aceptadas por la Real Academia Española de la Lengua (RAE), siguen frescas en la memoria del aficionadazo culé. Quien no recuerda todavía términos como "peloto", "gallina de piel" o “un palomo no hace verano”.

Sin embargo, fue otra la palabra, esta ya sí incluida en el diccionario, la que alcanzó mayor repercusión, y por la cual es tanto a o más recordado que por el enorme legado futbolístico que dejó al Barça. Nació en Praga, el día 1 de abril de 1992, y en la posterior rueda de prensa al partido, el genio holandés dictaminó cual cirujano, las razones de las causas de una derrota inesperada, y ante la sorpresa de todos, no culpo a los jugadores empleados, ni al nivel o la motivación del rival, ni a su propia táctica. No, nada de eso influyo, el dictamen fue otro, y este decía que el partido lo había perdido “el entorno”.

Hoy, con más de dos décadas transcurridas nos encontramos diseccionando las razones del primer descalabro culé en la Liga. Ha tenido que pasar toda una primera vuelta para narrar una derrota, y poder explicar sus causas. Nada preocupante, si se tiene en cuenta que todavía el colchón con nuestros más próximos perseguidores nos tiene permitido echar una cabezadita reponiendo fuerzas ante batallas más trascendentes. Pero como toda derrota escuece, más después de un período en el que el equipo se mostraba casi invencible.

Después de la última exhibición en Málaga, mensajes y más mensajes externos al equipo hablaban de equipo mayúsculo. Nos regodeábamos en lo buenos que somos. Nos jactábamos de tener a los mejores, y de alcanzar tal nivel que apenas nadie osaba a poner en duda el paseo triunfal, que de aquí al mes de mayo se iba a dar el equipo en la Liga.

Llegaron las portadas de France Football en la que nos hemos recreado con los parabienes a cada uno de los principales integrantes de esta plantilla de ensueño. Llegaron las portadas incendiarias de los principales medios barceloneses que, haciendo sangre entre la idílica situación culé, y la casi ruinosa estampa blanca, se cebaban en un equipo, del que si algo hemos aprendido los de mi generación, es que nunca se puede dar por muerto.

Llegaron a su vez posts, artículos de opinión, y demás mensajes digitales destinados a la masacre de Mourinho y sus secuaces. Es curiosos analizar, cómo de un tiempo a esta parte cualquier análisis que se hace desde una óptica azulgrana tiene el éxito asegurado con sólo nombrar al técnico portugués y hacer menosprecio de su labor. Es terreno abonado para alcanzar el top-ten en la red, juntar párrafos y líneas hablando de nuestro máximo rival de forma despectiva. Es estrategia de marketing con éxito asegurado mezclar insultos y menoscabo hacia la plantilla merengue. No vale sólo ya con la loa de los nuestros. No estamos ya a gusto únicamente observando las continuas delicatessen que partido a partido nos ofrece nuestra plantilla. Parece que la digestión no es completa, si no añadimos al menú unas gotas de picante que pongan patas arriba todo aquello que tiene que ver con la blanca institución.

Llegó también el mensaje de Valdés, el cual, según mi opinión, aunque respetable y lícito se ha hecho de la peor forma posible. Llegó a su vez, la reacción posterior, en forma de aclaraciones. Llegaron los análisis de cada uno de los porteros que ahora despuntan en Europa.

Y después de todos esos mensajes, llegó el fútbol, el de verdad. El que se juega en el césped. Y llegó el Málaga, y con una imagen sobria puso en jaque la primera de las competiciones en las que el Barça se juega seguir vivo este mes de enero. Y volvió la Liga, y entre mensajes de optimismo, rotaciones, porteros volubles y sensación de dominio absoluto, los donostiarras nos hicieron ver, que el fútbol no entiende de nada más que de aciertos y errores. Y de estos últimos. los azulgrana han cometido bastantes esta semana.

Los ha cometido el equipo, que ha encajado cinco goles en dos partidos, en unas estadísticas impropias de un grande. Los ha cometido Valdés, que a partir de ahora hará de cada partido un plebiscito generándose una presión añadida, a la que ya de por si sufre el habitante de la portería culé. Los ha cometido la prensa y el mundo digital, que apenas ha prestado atención a lo que ahora tocaba, y se ha perdido en batallas y palos sin sentido. Y los hemos cometido los aficionados, los cuales, viéndonos tan y tan arriba, estamos vendiendo ya los títulos mucho antes de que éstos se disputen.

Porque, por extraño que parezca, dentro y fuera del club, todo es entorno. Y el entorno juega, y esta semana lo ha hecho en nuestra contra.
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miércoles, 16 de enero de 2013

Llanuras del tránsito

Ha finalizado la primera vuelta de una Liga sorprendente, en la que más de un cule, incluido el autor de estas líneas, sospechaba que el traspaso del legado de Guardiola iba a ser más caótico y complicado de lo que estamos viendo. No ya por pesimismo, pero sin por sentido común, y aplicando una cierta memoria historia, vemos como, a cualquier época de “vacas gordas”, le llega sin remisión su final, y períodos de crisis cíclicos aparecen a la espera de una nueva recuperación que permita el resurgir.

No hace falta recordar a nadie la actual crisis económica en la que estamos sumergidos, después de haber vivido los años más prósperos que se recuerden. Pues bien, en el fútbol, que se suele mover por idénticos parámetros, no es extraño que el final de los ciclos de éxito acaben de forma  abrupta, y que éstos queden concatenados a períodos negros con estrepitosos fracasos que recordar. Yo, muy a mi pesar, no puedo dejar de pensar en aquellos cinco años en blanco, en las que mis visitas al Camp Nou eran frecuentes, y que acababan en ocasiones con mi deserción al medio tiempo de los partidos, o con una cabezadita en la butaca a la espera del pitido final.

Puede que esa experiencia negativa influya en mi percepción de las cosas, y temía, que la marcha del mayor icono conocido hasta la fecha, dejará una nostalgia tal, que incapaces de substraernos de la influencia de Pep y su capacidad de gobierno, hiciera que el equipo quedará aletargado a la espera de un tiempo mejor. Imaginaba un escenario con un Madrid lanzado, más después de la Liga conquistada, y con la necesidad de hacer ver a sus seguidores que el primer paso del derrumbamiento culé era un hecho.

Esperaba como mal menor, un transcurrir placentero en una especie de llanura. Un transcurrir algo anodino después de la vorágine vivida, en la que la que cual cordillera montañosa, un pico superaba al siguiente, y un momento de emoción sustituía al anterior sin apenas tiempo a disfrutar de los éxitos vividos. Un éxito, otro más, una victoria redonda, una paliza en campo contrario, un trofeo soñado, un título sin paliativos, un reconocimiento colectivo y un sin fin de galardones individuales parecían gestas insuperables. Esperaba un transcurrir sin sobresaltos, cómo esas etapas de transición tan propias del ciclismo, que sirven de descanso entre épicas hazañas en busca de esas carreteras que a más de uno se le atragantan incluso al volante de un vehículo a motor.

Incrementaba mi percepción de época anodina, la figura de Tito Vilanova, el cual parecía la antítesis de su antecesor. Vivo, comunicador, inquieto, social, uno… apocado, con aire tristón, melancólico, y hasta algo soso, el otro. Tal y cómo él dijo en su presentación, partía con desventaja en su particular viaje. El peso de su mochila era tan grande que parecía tarea inhumana afrontar el próximo pico, la próxima cumbre. Una carga tan voluminosa presagiaba un transporte por terrenos sin dificultades, con kilómetros y kilómetros sin emoción, a la espera que el paso del tiempo hiciera disminuir el equipaje, y permitiera a sus portadores recuperar fuerzas para atacar de nuevo las más altas cumbres.

Pero ante mi sorpresa, y creo que la de la mayoría, ese transito ha sido tan breve, que nuevamente hoy nos encontramos sumidos en una vorágines de partidos excelsos, de loas infinitas y de expectativas sin límites. A dieciocho puntos de los blancos y firmando la mejor primera vuelta nunca vista, el equipo azulgrana ha acabado incluso con el debate.

Ni el propio seguidor del Real Madrid, en contra de lo que sucedía en años anteriores es capaz de poner un pero a la hasta ahora dictatorial hegemonía culé en la Liga. Y no sólo por la diferencia de puntos, si no incluso por la sensación de imbatibilidad que denota un equipo, que lejos de mostrarse agotado, parece haber resurgido todavía con más fuerza para poder así, transitar a velocidad de vértigo con ese pesado equipaje con la que empezó su actual periplo.

Una equpaje, pero, transportada entre menos manos que con Guardiola. Y es que esa es una de las principales variantes que Tito ha aplicado al modelo. La “loto Pep” ha pasado a la historia, y las “Guardioladas” son un recuerdo. Esperemos que esos catorce o quince jugadores que están soportando todo el peso de este viaje, lleguen con fuerza al final del trayecto, y logren subir esa mochila al más alto pico. 


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lunes, 14 de enero de 2013

Un Barça coral


El coro es un ejercicio colectivo que históricamente nace en el momento en el que un grupo de personas se ponen a cantar juntas bajo unas mismas directrices marcadas por ellas mismos o por la personalidad de un director. Está formado por diferentes tipos de voces, agrupadas en cuerdas. Cada cuerda agrupa las voces en función del registro o tesitura de cada una. Y todas ellas al unísono interpretan obras escritas para el lucimiento de todas y cada una de ellas; las sinfonías corales.

Pues bien, viendo el último de los partidos azulgranas, no encuentro mejor metáfora que esta para explicar lo que se mostró en el césped de la Rosaleda. Once jugadores interpretando conjuntamente una pieza conocida hace ya tiempo, llevaron el juego a un nivel de excelencia, en el que cada uno, en su registro brillo con luz propia.

Es difícil destacar si el mejor fue Messi, cual soprano, está habituado interpretar la melodía principal, y que cómo suele ser habitual participó en todas las jugadas transcendentes del partido. O lo fue Iniesta, que podría interpretarse como el tenor de la sinfonía, ejecutando cabriolas y excelsos movimientos que le sitúan en la parte central del grupo. O Xavi, que cual contratenor se complementa de forma perfecta con el manchego. O el barítono, Busquets, que con ese registro medio entre la practicidad y el virtuosismo se perfila como el medio centro perfecto. O Tito Vilanova, que cual director de la orquesta ha llevado al grupo a un nivel rallando la excelencia, superando a día de hoy las prestaciones de su antecesor, el cual dejó un recuerdo que parecía más una losa que un legado.

Cada jugador, cada técnico forma parte de un todo, y el resultado final muestra en el terreno de juego una obra en la que no sólo importa el resultado final, si no que recoge multitud de detalles que dejan la finalización en gol como un detalle más, destinado a culminar una gran obra. Ahora una ruleta, ahora un regate impensable, ahora un rondo infinito, dan al partido una visión global, que va mucho más allá de un simple ir en busca de la portería contraria. Y ante ello, el espectador disfruta, y mantiene la atención en cualquier fase del campo y del partido. Ilustrativa es la frase del central argentino Demichellis al concluir el choque, en la que en el mayor elogio que pueda hacer un contrario reconoció que tuvo ganas, en momentos puntuales de la segunda parte, de pararse y ponerse a aplaudir.

Este es el Barça actual. Un conjunto que finalizada la primera vuelta del campeonato, muestra unos números casi perfectos, y que con toda una vuelta por delante, casi puede empezar a guardar sitio en el Museo del club, a un título liguero más. Una primera vuelta de récord, de puntos y de goles. Una primera vuelta que ha mostrado un equipo, con un concepto futbolístico, que hoy por hoy queda muy lejos de alcanzar por sus rivales.

Un equipo, que empezó el campeonato con dudas. Eran los meses de septiembre y octubre, y los puntos conseguidos superaban al juego exhibido. No parecían encontrar los jugadores su lugar en el campo. La presión parecía llegar tarde, y la defensa sufría más de lo acostumbrado. Las bajas de Piqué y Puyol, la baja forma de Alves, y las locas subidas de Alba propiciaban un continuo vivir al borde de un ataque de nervios, que llegó incluso a poner en jaque la confianza y seguridad de Valdes. Ahora, unos meses más tarde, parece sacrílego pensar mal de este cuarteto (sexteto si sumamos a Mascherano y Adriano), que puesto ya en forma se muestra casi infranqueable.

Fueron meses, en los que la puntería de Messi alcanzó grados sublimes llevándole a cerrar el año con los mejores registros nunca vistos. Meses en los que, pese a los resultados conseguidos los debates comparativos entre este y aquel otro Barça se repetían tras cada actuación. En definitiva, meses de transición y puesta a punto, que culminaron es ese último partido ante el Málaga, con la interpretación de la mejor versión de un conjunto que está haciendo historia.

Y si además, a todo ello añadimos, que nuestro máximo rival, el Real Madrid, acaba este periodo competitivo a unos abismales dieciocho puntos de diferencia, podemos concluir que a día de hoy, aficionados y seguidores azulgrana estamos viviendo una temporada idílica, en la que, finalizados los partidos, miramos el calendario para ver cual es la siguiente cita del equipo, y hacer un hueco en nuestra agenda, marcando en rojo esas dos horas como un acontecimiento al que no podemos faltar.

Ahora el reto siguiente, se llama Copa del Rey, y en un mes de enero muy exigente, en el que, los azulgrana acostumbran a desfondarse. Un mes que puede llevar a una semifinal de Copa ante los blancos y Mourinho. Pero ese es otro capítulo de esta historia, y una obra con diferente guión. Veremos cual será el resultado.

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jueves, 10 de enero de 2013

Mourinho tampoco confía en Adán.


Llevamos ya unas semanas hablando de Mourinho y de sus trifulcas. De su enfrentamiento constante con la prensa, que le llevo a interpretar una secuencia, según narra el periodista afectado, propia de “Los Soprano”. De su enfrentamiento o pulso al capitán del equipo, Casillas, al que sienta en el banquillo, generando así un ruido casi ensordecedor, que le llega en forma de silbidos desde la grada en cada una de sus apariciones. De su enfrentamiento con su propia institución, obviando obligaciones que un cargo de su importancia y nivel requieren, y dejando al máximo mandatario a los pies de los caballos, y viendo como éste tiene que lidiar con preguntas y situaciones incomodas. En definitiva, enfrentado y peleado con el mundo que le rodea a la espera, se supone, de alzarse con “su” tercera Champions, y demostrar de esta forma su hegemonía en la máxima competición, teniendo así un argumento más, para, cómo suele hacer de forma repetitiva, añadir un título más a su discurso auto propagandístico.

Es difícil desde fuera, cómo simple espectador saber los porqués de esas situaciones. Más si se hace además, cómo es mi caso, fuera del mundillo periodístico, y como simple aficionado a juntar ciertas frases con cierto sentido. Es hasta aburrido leer, y releer cada día noticias e interpretaciones de sus movimientos, de sus declaraciones, de su futuro y de su pasado. Pero a su vez, es imposible mantenerse indiferente ante el sinfín de informaciones y opiniones que se vierten en los medios.

Y según mi visión, creo que en esta ocasión Mourinho no ha medido bien sus actos, y en concreto la gestión de la portería de su equipo puede ser el paso definitivo que selle el fin de su ciclo en el Bernabeu. Creo, y digo creo, ya que no tengo ninguna prueba de ello, que el portugués le tiene ganas a Iker desde hace ya tiempo. Pero es consciente que no hay relevo para él, y que por mucho que hable del buen rendimiento de Adán en los entrenamientos, ni él se fía de la consistencia de éste en la portería.

Pero a trece puntos del Barça en la Liga, en el momento que tomó esa decisión, la ocasión “le ponía a huevo”, cómo vulgarmente se dice, gestionar un cambio en la portería. Con la Liga perdida, según sus propias palabras, y con dos frentes más abiertos, que en el caso de conseguirse dejarían la ventaja de los azulgranas en anécdota, la inclusión del guardameta del filial en el once titular suponía el primer paso de su “vendetta” particular hacia el capitán.

En definitiva, cualquier partido de un equipo grande, viene en muchas ocasiones marcado por escasas intervenciones del portero, el cual a lo sumo debe intervenir únicamente como trámite, limitándose a recoger pases de sus compañeros o ejecutando saques de portería. A veces, mi propia hija, viendo partidos de los azulgranas, comenta que ella misma podría haber estado bajo los palos, ya que son mínimas las ocasiones en las que Valdés aparece en pantalla. Y creo que eso mismo ha pensado Mou. Total, que más da, Casillas que Adán, para lo que tienen que intervenir.

Pero la apuesta salió mal, y los trece puntos engordaron a dieciséis, y el riesgo que asumía con el cambio, se tornó en su contra, y mucho de su crédito,  en la prensa, en la grada y puede que en parte de la plantilla.

Nada hubiera ocurrido si, cómo suele ser habitual el partido del Málaga hubiera finalizado con las habituales exhibiciones de la delantera blanca, y un resultado de dos a cinco en el marcador. Pero este año, al Madrid le está costando cerrar los partidos, y las habituales paradas salvadoras de Casillas no encuentran de momento similitud en las aportaciones de un Adán, que sigue siendo una incógnita, y al que no se le puede juzgar, al tener que actuar al borde de un ataque de nervios.

Adán, por mucho que su técnico diga ahora que se le falta el respeto, nunca ha tenido su confianza. Sólo hace falta recordar cómo la temporada pasada fue descabalgado de la titularidad en Copa, cuando el rival dejó de ser una comparsa. Nunca, el del filial, se ha sentido respaldado, y ahora, sabe, o intuye (al menos yo lo haría), que está siendo utilizado como arma arrojadiza, en una guerra, en la que él no participa, pero que cómo suelen acuñar los analistas de guerra, es un daño colateral.

Y sólo hace falta ver, cómo ayer, cuando de verdad los blancos se jugaban algo, su papel volvió a ser el habitual. Seguro que lo agradeció. Ahora tendrá otro semana de reposo, ya que su expulsión en el último partido así lo marca, pero, o mucho cambias las cosas, o deberá ir templando esos nervios, ya que su papel en la Liga seguirá siendo protagonista, quedando Casillas reservado para aquellos duelos en los que algo haya en juego. La Copa y la Champions son ahora el objetivo, y Mou sabe, que sólo con los mejores podrá competir. O alguien imagina una eliminatoria contra el Manchester con Casillas en el banquillo? Yo no.

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martes, 8 de enero de 2013

Es oro todo lo que reluce.


En ocasiones utilizamos la parte negativa de esta frase,  como expresión  que se utiliza para decir que uno no se fíe de las apariencias ya que éstas pueden engañar. A veces, las cosas no son lo que parecen y lo que parece ser una cosa a simple vista, puede ser algo diferente cuando se mira más de cerca o se investiga sobre el hecho en cuestión.

Con el motivo de la última gala del Balón de Oro, el F.C. Barcelona ha confirmado estar viviendo una época dorada, aglutinando una gran cantidad de premios otorgados, y llevándose el premio gordo de la gala, después de discusiones y debates generados desde un ya lejano mes de junio, cuando se empezó a postular por los candidatos en aras a los méritos contraídos en una temporada recién finalizada. Ahora, seis meses después, provoca hilaridad ver los argumentos expuestos en su día, y las vicisitudes por las que han pasado los diferentes candidatos a arrebatar el premio a Leo Messi, para mi, el JUGADOR con mayúsculas cuyo nivel se encuentra a años luz del resto de competidores.

Messi, con su cuarto galardón se convierte así en el jugador con más condecoraciones, conseguidas además de forma consecutiva. La verdad es que después de conocer el resultado, estuve a punto de romper una de mis promesas, y quedarme ante el televisor para ver las tertulias nocturnas, que seguramente iban a tratar este tema. No me hizo falta, y en un ejercicio de sensatez imagine cual sería el argumento de la mayoría de periodistas que por allí circulan y opté por otro tipo de actividad menos estresante.

Y es que desde que Mourinho, y la prensa afín a él (ahora ya no tanto), empezaron a hacer campaña a favor del astro portugués, los argumentos escuchados no han variado en contra del argentino. Y no creo que hayan cambiado después de la confirmación de lo evidente. Messi es el mejor, ha hecho la mejor temporada, y es el único merecedor de este premio, tanto en esta edición cómo en las anteriores.

Me parece estar viendo a esa pléyade de profesionales de la información gritando y despotricando a favor de cualquier otro futbolista, con el único objetivo de desprestigiar las prestaciones del argentino. Si incluso he llegado a escuchar que el diez azulgrana no contaba ni en la quiniela de los premiados. Me parece oír a cada uno de ellos hablar de premio adulterado, de premio aburrido y de premio sin ninguna credibilidad. Credibilidad que si debía tener cuando no participaban en las votaciones los verdaderos artífices de este deporte, los futbolistas, y en épocas en los que los únicos votantes eras los corresponsales de una revista que otorgaban el galardón bajo unos criterios que han aupado a la lista de ganadores a nombres como Sammer, Owen o Cannavaro.

Y es que sólo hay que pararse a escuchar a Iniesta, el cual, con toda naturalidad acepta la superioridad de su compañero, y defiende la legitimidad de la votación. El manchego desmonta a aquellos que hablan de la máxima condecoración individual, cómo si un reparto equitativo se tratará, de forma que, según ellos se deba otorgar de forma variada y no caer en la repetición. Si Messi es el mejor, año sí, y año también, si Messi realiza temporadas descomunales temporada tras temporada, si Messi deja en doce meses una colección de títulos, goles y detalles que no están al alcance de nadie, ¿qué le impide seguir acumulando premios en su haber?.

Messi ejecuta en el campo acciones, que no es que sean imposibles para el resto, es que éstos simplemente no piensan ni en ejecutar. Hay jugadores que destacan en acciones puntuales del juego, ya sea por su disparo, su rapidez, su regate, su maestría en el lanzamiento de falta, su poder asistencial, o su capacidad defensiva. Jugadores que realizan auténticos partidazos y que deciden noventa minutos de lucha con acciones espectaculares. Messi no es así, el argentino no tiene una sola cualidad, s no que atesora la mayoría de ellas. No hablaremos sólo de él como un goleador, cómo lo puede ser Falcao, o de un portento físico y competidor incansable como puede ser Ronaldo. No diremos que influye en el juego como Xavi, o que tiene la desfachatez de Iniesta, que parece que haya nacido corriendo entre contrarios con un balón en los pies. No diremos que tiene el regate de Neymar, o la visión de juego entre líneas de Ozil. No, no diremos nada de eso.

Sólo diremos que aglutina lo mejor de cada uno de ellos, y que en un solo jugador se puede ver una falta lanzada de forma magistral, un regate inverosímil, una conducción estratosférica, un disparo descomunal, una asistencia imposible, un remate fugaz, o una jugada digan de las mejores prestaciones de esos juegos on-line que tan de moda están ahora. Messi es único, y cómo único merece un palmarés único.

Un palmarés que cómo dijo Iniesta llegará hasta donde el quiera, y que deslumbrará por su brillo a cualquier analista que en un futuro repase la historia de esta época que ahora tenemos la suerte de protagonizar los culés. Una historia que señalará a Messi como aquel rey Midas que convertía en Oro todo lo que tocaba. Una historia que recordará el día de hoy cómo el primer día hacia su quinta distinción.

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miércoles, 2 de enero de 2013

El ciclo continua


Recién empieza un nuevo año, que deja atrás un 2012 con menos lustre que los años precedentes, las sensaciones son altamente positivas, y las premoniciones agoreras que pronosticaban el fin de una era, parece que de momento deberán ser enterradas a la espera de un tiempo más propicio para ello. Decía Napoleón en una de sus frases más celebres que “la victoria pertenece al más perseverante”, y nadie hasta el momento representa tan bien esa frase como el equipo azulgrana.

Ha sido algo convulso este último año, en el que parecía que la Liga ganada por el Real Madrid sería el disparo de salida para un cambio de reinado en el concierto futbolístico actual. Un año en el que los azulgranas no hemos podido celebrar títulos grandes, y hemos recogido aquellos otros títulos que ahora, gracias al gran currículum que ha escrito este equipo en los últimos tiempos, nos parecen menores. Qué lejos quedan aquellos tiempos en los que la celebración y la conquista de uno de estos trofeos suponían un estallido de alegría y la excusa perfecta para lanzarse a las más desaforadas celebraciones. Y que cerca están, a su vez, esas mismas imágenes, antes teñidas de azulgrana, y ahora mutadas a blanco, dónde una Copa del Rey se aclama cómo el “trofeo de los trofeos”, y se equipara a logros de mucha más trascendencia.

Ha sido un año que ha puesto en prueba la madurez de una entidad, que no ha perdido los papeles por la puesta en duda de su hegemonía. Guardiola nos dejó, y lo que se suponía el principio del fin, ha supuesto un nuevo impulso que, después de unos inicios dubitativos tiene instalado de nuevo al equipo en los más alto, a un nivel estratosférico y muy, muy lejos del que muestran sus rivales. Parecía que la salida de Pep, dejaría el camino libre a Mourinho para reinar por siempre jamás en el territorio de la Liga,  pero al contrario de lo que se pronosticaba las consecuencias catastróficas que vaticinaban el fin de ciclo culé, se han tornado en Apocalipsis blanca, y han dejado al equipo merengue a una distancia sideral de su rival, en lo que cabe suponer, si la ansiada décima no lo remedia, los últimos coletazos de un técnico, que la historia blanca puede, y digo puede, recuerde cómo uno de los personajes más dañinos que han desfilado por su banquillo.

Ha sido el año de los récords. La Liga de los cien puntos y los ciento veinte y un goles han dejado el listón de exigencia en un nivel, que hoy por hoy, actúa como acicate para los jugadores azulgrana. Un estímulo simular al del ya casi mitológico diez azulgrana, que enfrascado en su particular duelo de números con CR7 en particular, y con el mundo en general, ha dejado hechos trizas todos los registros goleadores establecidos hasta la fecha. Goles y asistencias que han aupado a Messi a un nivel, que por mucho que se quiera desprestigiar, le convierte en un jugador único, muy lejos en prestaciones de cualquier otro que con él cohabite. El cuarto Balón de Oro consecutivo lo espera cómo prueba fehaciente de esa diferencia.

Ha sido un año de reconocimiento. Reconocimiento al juego de posesión, al Tiki-taka, o a cómo se le quiera denominar. Un juego que hipnotiza y asombra. Un juego que va más allá del simple objetivo de marcar un gol. Un control, un regate, una pared, una combinación infinita de pases. En cualquier lugar del campo aparece el espectáculo. Y en ese jugar casi bailando han encontrado los azulgranas el calor de la grada. La suya propia y la rival. Jugadores aplaudidos, aficiones entregadas, entrenadores postrados y rivales impotentes son el legado de estos primeros meses de temporada.

Por todo ello, sólo queda esperar que la reanudación de la competición siga mostrando a ese equipo casi imbatible que despidió el pasado mes de diciembre. Sólo queda esperar que no existan más contratiempos que los meramente competitivos, y que se dejen atrás esos otros sobresaltos que sacuden al vestuario. Sólo queda esperar, que los difíciles meses de enero y febrero, lleven al equipo indemne a la primavera, y una vez allí, nos dispongamos al asalto de aquellos títulos que la temporada pasada no pudimos celebrar.

Y así, mientras otros pelean y se debilitan en luchas que desde mi posición me cuesta entender, nosotros seguimos disfrutando de algo, que cuando nació, a muchos nos pareció algo efímero, que hoy por hoy, lleva paso de convertirse en eterno.

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