Sentado delante del televisor, y esperando ver la alineación del primer partido de Liga sólo tenía una duda. Y era quien iba a ocupar el lateral derecho de la defensa azulgrana. Y es que la otras tres posiciones las tenía bastante claras vistos los experimentos y reubicaciones que Guardiola ha ido realizando a lo largo de la última pretemporada y en los pocos choques oficiales de ésta. Y así, en mi quiniela particular, asigné los puestos de centrales a Busquets y Mascherano, y en el lateral izquierdo no había dudas, Abidal.
Apostaba yo para ese lateral por Montoya o Bartra (a Dos Santos no lo veo en esa posición, por mucho que fuera utilizado en la gira estadounidense). Los dos primeros ofrecen garantías, e incluso el de Viladecans está a punto de estrenar internacionalidad absoluta con la selección española. Pero una vez aparecieron en pantalla las alineaciones, y repasando sus integrantes, me quedé de una pieza, al ver que se había prescindido de cubrir esa posición con un defensa nato. Me hacía cruces pensando quien de los once titulares cubriría esa banda, y es que no me imaginaba a ninguno de ellos allí ubicado. Hasta pensé, iluso yo, que probablemente Mascherano, como ya hizo en el Liverpool se desplazaría a la derecha, y que se formaría con una pareja de centrales inédita compuesta por Busquets y Keyta, dejando un centro del campo formado por Thiago, Iniesta y Cesc. Y también me equivoqué. Y más sorprendido todavía me quedé cuando observé en los primeros compases del juego, que era Thiago el que parecía cubrir esa zona.
Pero poco a poco la disposición en el centro del campo parecía quedar clara, y es que Pep había desempolvado de su manual la antigua disposición táctica del 3-4-3, y había dejado sólo a Mascherano, Busquets y Abidal, como únicos integrantes de las posiciones defensivas. Pero realmente se jugo un académico 3-4-3?.
Después de repasar el partido, y compararlo con uno del “homenajeado” Dream Team, creo que no fue esa la táctica utilizada. En el Dream Team estaban clarísimas las posiciones en el campo, y se podía ver perfectamente la zona de influencia de cada uno de los jugadores. Los laterales cerrados, arropando al central, el típico “4”, haciendo de ancla en el centro del campo, sirviendo balones a los interiores, cada uno de ellos en su pasillo derecho e izquierdo respectivo. El media punta, haciendo esa misma función unos metros más hacía delante, oxigenando el juego, a veces atrás, a veces a banda. Y los extremos muy, muy abiertos, con un delantero centro nato. Y eso no se vio ni por asomo en el partido del pasado lunes.
Jugó el Barça con una disposición táctica, sin posiciones, juntando jugadores en el centro del campo, y así el esquema que a veces daba la sensación de ser un 2-6-2, pasaba a un 3-6-1, e incluso en ocasiones pasaba a convertirse en un 1-8-1. Sólo en determinados momentos se podía dibujar el original 3-4-3. Y es que la movilidad de los jugadores era constante, sin ninguna posición definida. Ahora Cesc aparecía en la zona del “4”, ahora Iniesta estaba en la izquierda, pero podía pasar a la zona central en cualquier momento. Thiago jugaba por el centro con total libertad de movimientos y pasaba de derecha a izquierda con asiduidad. Y Keyta al quite y cerca de todos, apoyando en las paredes, y lanzándose a la recuperación inmediata de cualquier balón perdido. Incluso Busquets, acostumbrado a ser uno más de esa parte del juego, y olvidando su papel defensivo, se juntaba con ellos y como uno más se situaba también en la zona media. Y junto a ellos, claro está, aparecía Messi, jugando a sus anchas allí donde él cree conveniente, y Pedro bajando continuamente a recibir y como apoyo de los centrocampistas. Sólo Aléxis parecía no comprender a que se estaba jugando, y buscaba continuamente diagonales y pases al espacio, que claro está, nunca recibía.
Y en ese aparente desorden, el Barça hacía circular el balón por todo lo ancho y largo del Camp Nou, convirtiendo el césped en un gigantesco rondo, en busca del espacio que le permitiera llegar al área rival. Y no sólo eso. La acumulación de tantos jugadores en esa zona, obliga a recuperar la pelota de inmediato. Y a esa tarea se lanzan los azulgrana de forma permanente, haciendo de la pérdida del balón, el primer movimiento para su recuperación. Es gratificante observar, como ante un mal pase, apenas se dan pasos hacía atrás, sino que en contra de lo que dicta el sentido común, y las tácticas más conservadores, que indican que en caso de perdida lo primordial es recuperar posiciones en defensa, los azulgranas se lanzan, aprovechando su proximidad en el campo, contra el receptor del balón perdido, que ve como en el mismo momento que se hace con él, hasta tres jugadores azulgrana lo rodean, se lo arrebatan, y vuelven a empezar con su circulación. Es un juego de ayudas, de compromiso, y de concentración, impracticable sin la implicación de todos sus integrantes, y casi indefendible por un equipo ortodoxo, que espere que todos los jugadores se comporten según un patrón de juego establecido.
El Barça no, el Barça es diferente, no hay interiores, no hay delantero, a veces no hay ni extremos, y si los hay no siempre es el mismo jugador el encargado de realizar esa función. Y ante ese “desorden” táctico el contrario se desespera y corre. Corre buscando un balón que nunca esta. Corre buscando un jugador azulgrana al que marcar. Y no los encuentra. Y así, pase a pase, apoyo a apoyo, movimiento a movimiento, las defensas contrarias se vuelven caóticas, y generan espacios que los delanteros azulgrana aprovechan como nadie.
Es este un equipo, y un entrenador, que cada año que pasa se reinventa, y a cada temporada añade una variante táctica, que incluidas a las anteriores le hace evolucionar. Yo, todavía encuentro que le falta algo, y es que por pedir que no quede. Y es “instinto asesino”, es decir, algo más de ambición de cara a puerta. Y es que los jugadores tienen tan asumidos ciertos movimientos, tienen tan asumido el concepto de circulación de balón, que a veces, a ojos del aficionado, parece que jueguen de espaldas a la portería, y que se olviden de que la finalidad del juego, está en definitiva, en llegar a ella. Parece que en ocasiones disfrutan más con la posesión, y con ese “baile” de conjunto, que con el propio gol. Y en una temporada en la que esa variable puede que sea importante, sería aconsejable que Guardiola les recordará, que también en esa estadística del juego, fuéramos por delante de nuestro rival.
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