La maldición del nueve

Desde que Guardiola está en el banquillo cada uno de los portadores de este mítico número han abandonado el equipo. Será capaz Aléxis de romper con esta maldición?

Cesc Fábregas. Punto Final?

Después de tres años con noticias repetitivas sobre su contratación, parece que al final este año se dan las condiciones para su vuelta

La profecía de Van Gaal

Hace un tiempo, Van Gaal, hizo una profecía, queréis saber cual es?

Mourinho, una táctica diferente

Mourinho se caracteriza por explotar al máximo el entorno que rodea la disputa de un partdo.

Cruyff, dos inicios. Una historia.

La llegada de Cruyff al Barcelona supuso una revolución, tanto en su etapa como jugador, como en la de entrenador.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Nosotros te queremos, Mourinho quédate.


Con ese grito se arrancó ayer la grada del Camp Nou, una vez respiró y vio como se certificaba una victoria por goleada ante el más próximo de sus perseguidores. Victoria que dejaba al Barça a nueve puntos de los colchoneros y a trece de su máximo rival y oponente, el Real Madrid. Victoria que además dibujaba en el rostro de los jugadores azulgrana una disimulada sonrisa ante un hecho de todo inesperado, que ni el más optimista de los culés podía imaginar cuando arrancó la competición entre las dudas que generaba el cambio en el banquillo catalán.

Un grito que liberaba la tensión producida en un choque que a decir verdad llegó al descanso con un resultado de lo más inesperado viendo el devenir del juego en los primeros cuarenta y cinco minutos. Un grito, en resumidas cuentas que representa las ganas que la afición catalana le tiene al propietario del banquillo del Bernabeu.

El protagonismo de Mourinho es tal, que ha dejado en segundo plano otros tipos de gritos y apoyos que hasta hace no mucho eran auténticos hits de la grada. Desde el famoso “Madrid.. c.. saluda al campeón”, que Eto’o utilizó para ponerse a todo un enfervorizado estadio en el bolsillo, pasando por el archirepetido “Madrid, se quema, se quema Madrid”, los cánticos nunca habían tenido un destinatario tan personal.

El ego de Mou lo ha absorbido todo y ahora parece que hasta el propio Real Madrid como institución ha quedado por debajo de la arrolladora presencia del de Setúbal Todo lo absorbe Mourinho y su clan portugués. Cada palabra, cada declaración, cada frase tiene un destinatario, y es él, Mou, el objeto de todas ellas. Desde el famoso “vete al teatro, Mourinho, vete al teatro” o “sal del banquillo, Mourinho sal del banquillo”, hasta el nuevo éxito que ayer vio a la luz, parece que el acicate de la presencia lusa en La Castellana sirve como motivación a una plantilla que no desiste en este viaje histórico que nos está tocando vivir a los culés.

Y es que lejos de pensar en un equipo que se diluya y se relaje pensando en lo hecho, parece que el actual Barça va en busca de todos aquellos récords de los que ahora presume Mourinho. Ya no basta con ganar una Liga, el objetivo es otro y mucho más ambicioso. Algo me dice que los jugadores quieren enterrar la memoria del luso, y desterrar su nombre de cualquier registro por el que pueda ser recordado. Los amantes de la historia de Roma recordarán como algunos de los tiranos que llegaron a ser emperadores intentaron ser borrados de la Historia cómo si jamás hubieran existido, entendiendo que el olvido es la mayor afrenta posible ante aquellos que tienen cómo máximo objetivo el ser recordados

Ahora, el técnico blanco se encuentra cerca de pasar por una situación parecida. Si Mourinho no consigue este año la preciada Décima, y pone fin a su etapa blanca, su currículum de su paso por una institución como la madrileña no pasará de anecdótico, y ante la ausencia de títulos de gran prestigio su nombre se perderá entre la mediocridad de aquellos otros que sí coparon de éxitos las vitrinas del museo blanco. No son la Copa del Rey y una Liga tarjetas de presentación muy lustrosas ante otros éxitos de antiguos ocupantes de ese mismo cargo, que con mucho menos ruido y diferentes maneras dejaron mejor recuerdo.

Pero ¿le conviene al Barça un cambio en el banquillo blanco? ¿Saldría fortalecida la entidad azulgrana por el fin de la era portuguesa en Madrid? En mi opinión la marcha de los portugueses del Madrid podría tener un sinfín de consecuencias que podrían debilitar al Barça. Por un lado destensaría a unos jugadores que con el objetivo cumplido, habrían derrotado ya no a su máximo rival, sino al que ahora se erige cómo máximo representante. Por otro, la escandalosa aportación goleadora de Messi podría verse frenada ante la escasa competencia que tendría en este apartado. Hay que recordar que los números de Messi empiezan a crecer desde la llegada de Cristiano Ronaldo, y que se vuelven de otro mundo a partir de que queda relegado a la segunda posición en la tabla de goleadores hace ya dos temporadas. ¿Una Liga sin Ronaldo frenaría la hambruna del argentino por demostrar que es el mejor?.

Nosotros te queremos, Mourinho quédate” fue un grito espontáneo e improvisado que pulsa el estado de ánimo de una afición que preparada para una temporada a la expectativa ve que llega la Navidad, y que, en vistas de los augurios económicos para el próximo año dificultan encontrar motivos reales de brindis, encuentran un deseo claro para él. 



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miércoles, 12 de diciembre de 2012

Los Otros.


La famosa película de Alejandro Amenábar daba lugar a profundas reflexiones más allá de las que la crítica cinéfila  podía provocar. La principal y resumida la recoge este párrafo.

La diferencia entre los muertos y los vivos no es solamente ésa, la más obvia, la que separa un sustantivo de otro, delimitándolos en los infranqueables territorios de los opuestos.. En Los Otros, película que desde el título anuncia su vocación de misterio, y no sólo de "thriller", se exploran ambas diferencias, se juega con seres que están en uno y otro mundo, con muertos que ignoran que lo están, y con muertos que lo saben, y que tienen por misión revelarles esa verdad.”

En esa dualidad entre dos mundos, se juega con el papel indefinido entre lo real y lo espiritual, entre lo mundano y lo fantasmagórico. Dos mundos tan opuestos, que aunque obligados a convivir como parte de una misma existencia, marca tantas diferencias que los hace antagonistas. Unos los vivos, prevalecen, los otros, que han dejado de existir, caen en el olvido. Una dualidad que trasladada al fútbol y a la gestión de un banquillo marca la existencia de dos roles cuya sola mención delimita claramente su papel y su posición. Unos, los titulares, reservados para los grandes logros y gestas, y los otros, los suplentes, recambios de urgencia o recursos para el descanso de su rival en el once. Unos saben y se sienten protagonistas de este mundo, los otros, intentan salir de la penumbra y ver la luz del túnel que les conduce al campo, en la formación inicial. Dos mundos dentro de un mismo equipo.

Ahora en el Barça, después de casi una vuelta liguera disputada, una liguilla de Champions concluida, y un par de eliminatorias de Copa del Rey ante equipos de menos nombre, vemos claramente esos papeles. Titulares fijos que forman la columna vertebral del equipo y que se saben claves en la temporada. Son nueve nombres fijos (Valdés, Piqué, Puyol, Alba, Busquets, Xavi, Iniesta, Cesc y Messi), casi once si incluimos a Alves y Pedro, que dejan sin espacio la incorporación de esos otros jugadores que ven peligran su estatus. Y entre esas victimas, nombres ilustres como Villa, Aléxis, Mascherano, Adriano o Thiago ven reducidos sus minutos a la espera de lesiones o rotaciones en partidos de menos trascendencia.

Y es que tal cómo ayer reconoció Tito Vilanova en rueda de prensa al ser preguntado por el ostracismo de Villa en la formación titular,  “no caben todos”, y la gestión de los estatus parece convertirse ahora en su mayor problema, vista la trayectoria deportiva casi inmaculada del equipo.

Fácil parece la gestión defensiva, donde con Alves por debajo de su nivel y Puyol con más achaques de los previsibles, parece que los minutos pueden ser repartidos de forma que Adriano y Mascherano se sientan cómodos en su participación. Incluso hasta Montoya y Bartra parecen conformarse con ese rol de aprendiz que este año les toca vivir.

Ya no lo es tanto en el centro del campo, donde la mejor trilogía de centrocampistas que la historia de este deporte ha dado (Busquets, Iniesta y Xavi), deja sin espacio a cualquiera que quiera discutir su hegemonía. Sólo el movimiento de Iniesta a otras zonas del campo más próximas a portería ha permitido incluir a Cesc en esa línea de centrocampistas que de trío pasa a cuarteto, y que bautizada con el nombre de “los cuatro fantásticos”, ocupa casi el cien por cien de los minutos del juego. Abre ahora la lesión de Cesc un periodo en el que desde la sombra del banquillo alguien deberá cambiar su rol.

Y aquí tiene Tito su dilema. Siendo Pedro casi fijo y Messi inamovible sólo un nombre podrá acceder a ese puesto. Aléxis, atendiendo a su utilización en el último partido parece el mejor colocado, aunque sus números y desenvoltura con el balón en el juego de conjunto no parecen ayudarle a ser considerado un titular. Por otro lado Villa, que está viviendo una situación única en su carrera, y que tras su lesión no ha logrado recuperar ese puesto en ese mundo de los vivos, que desde uno de los extremos de la delantera daba nombre a una de las siglas del famoso MVP. Villa, que no juega apenas en Liga, Villa que apenas participa en Champions, ha sido relegado a esos partidos destinados a dar descanso a los realmente importantes. Villa, uno de los otros que reniega de su condición e intenta regresar a ese otro mundo del que una oportuna lesión le apartó. Villa ante un dilema. ¿Cuál es mi mundo? ¿Los vivos o lo muertos? ¿Lo que fui lo que soy?



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lunes, 10 de diciembre de 2012

El devorador del nueve.


Más de siete años hacía que los azulgrana no conseguían llevarse la victoria del Benito Villamarín. Corría septiembre del 2005 cuando los catalanes ganaron por uno gol a cuatro, con doblete de goles firmado por el entonces nueve azulgrana Samuel Eto’o. Era el camerunés en aquel entonces la punta de lanza de un equipo, que junto a Ronaldinho y Deco recuperó la alegría en una institución que vagaba por el “lado oscuro” después de la funesta etapa de Joan Gaspart como presidente. Era un equipo en el que un pequeño argentino, empezaba a despuntar y cuya imagen más conocida de aquellos años era un anuncio de Nike, en el que después de ensayar un libre directo pronunciaba su frase más acertada y profética… “Soy Leo Messi, recuerda mi nombre”. Y vaya si lo vamos a recordar!!!

Siete años han pasado, y el pequeño jugador que por aquel entonces parecía un extremo veloz en la izquierda del ataque azulgrana, se ha convertido en un jugador total, que desde cualquier zona del campo es capaz de condicionar el juego del resto de los veintiún jugadores restantes. Los diez que le acompañas de blaugrana, los cuales le buscan de forma continua, a sabiendas de su eficacia y poder de definición e intimidación. Los once contrarios, que supeditan sus tácticas defensivas en función de los movimientos del ahora propietario en excelencia del mítico número diez que siempre acompaña a los mejores.

Un número diez que ha eliminado en estos años de crecimiento la típica figura de delantero centro, que enfundado con el nueve a la espalda tuvo su mejor representación moderna en la persona del jugador africano. Un número diez que sin ser extremo, sin ser media punta y sin ser delantero en esencia se ha convertido en el máximo goleador jamás visto, rubricando por fin la gesta de dejar atrás el récord que el alemán Müller ostentaba desde hace ya cuarenta años. Un número diez que convertido en jugador total ha dado una dimensión diferente a una posición indefinida que hasta ahora sólo ha sido capaz de ser ocupada por un único jugador, y que ha supuesto la defenestración o silenciamiento de todos aquellos coetáneos que de no existir él, estarían disfrutando ahora de un estatus muy diferente.

Y es que no resulta de ser curioso, cómo los máximos representantes del clásico nueve, viven ahora a la sombra de un nueve que no lo es. Y así, el colombiano Falcao, que justamente el mismo día del famoso récord, es capaz de firmar su actuación más memorable en la Liga, con la conquista de un repoquer de goles ante el Deportivo de La Coruña, ve como éste queda silenciada por la gesta del argentino. O Ibrahimovic, que desde su retiro francés parece no aceptar su silencioso paso por la entidad azulgrana, tapado precisamente por las excelencias de Messi como compañero de ataque, y que se destapa hoy con declaraciones que dicen muy poco en su favor como deportista. O Ronaldo, que en su eterna lucha por el reconocimiento mundial ve como una nueva semana empieza con el pequeño genio azulgrana copando portadas, entrevistas, y demás reseñas en cualquier medio que se precie. O Aléxis y Villa, que desde sus posiciones centrales desde las que crecieron se han ido desplazando a las bandas, y en esta temporada parecen ir perdiendo presencia en el ataque azulgrana a favor de centrocampistas de toque, que sepan acompañar al rosarino en ese vertiginoso juego de paredes y apoyo que propone.

Todos ellos grandes jugadores, llamados a escribir páginas de gloria y currículums de lustre, pero que la historia recordará como los acompañantes o coetáneos de un jugador que tal y como recordó ayer su actual entrenador.. “nunca más volveremos a ver”. Así que, a los que nos toca disfrutarlo y no sufrirlo, sólo nos queda sentarnos a observar y ver cómo escribe partido a partido, la historia de un nueve que nunca lo fue y que rescribirá los manuales que identifican al poseedor de este dorsal.



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miércoles, 5 de diciembre de 2012

Fútbol. Un deporte para disfrutar.


En una semana en la que el rey de los medios está siendo Mourinho y la polémica que siempre le persigue. En una semana en la que en Barcelona estamos con la calculadora en la mano esperando el gol de Messi que supere ese récord de Müller. En una semana en la que el Barça consigue el mejor arranque liguero de la historia, en la que el Málaga se confirma como el mejor debutante en la máxima competición, en la que el Manchester City, candidato al máximo galardón se confirma como el gran fiasco del año…. En una semana en la que se podría hablar de mil y un temas, la noticia que más me ha llamado la atención es la que ayer publicaba El País, y que os dejo en este enlace. Tres juveniles matan a un linier en Holanda

Ante tamaño disparate, no puedo dejar de preguntarme sobre que tipo de educación han recibido estos tres jóvenes, que son capaces de golpear hasta la muerte a una persona por la simple disputa de un partido de fútbol. Qué tipo de club permite que en sus filas haya jugadores que puedan llevar a término tamaño despropósito.

Yo, cómo ya sabréis tengo hijos en edad cadete y juvenil. Una, Marta, se dedica al baloncesto, y el otro; Marc está en su último año antes de finalizar su periplo formativo. La verdad es que me resulta llamativo el ambiente que muchos fines de semana veo en pabellones y campos de fútbol. Ambiente que va más allá del que ellos disputan en las canchas. Ambiente que se enrarece en mil y una discusiones allí donde debería imponerse la cordura y el sosiego: la grada.

Gradas a menudo exacerbadas ante decisiones arbitrales erróneas, ante acciones de contacto en deportes definidos precisamente así. Insultos sin sentido ante niños y niñas indefensos que su único objetivo en un mañana de sábado o tarde del domingo es pasar un buen rato y disfrutar del deporte que les gusta en compañía de sus iguales. Gradas que chillan, que presionan, que viven los partidos cómo si de la máxima de las competiciones se tratará. Árbitros que en ocasiones son niños en aprendizaje constatan desde sus primeros pasos, que su sino será siempre ser discutido. Jugadores rivales, que desde ya muy pequeñitos se acostumbran a oír desde la grada insultos por alguna acción desafortunada. Entrenadores que se ven vilipendiados, discutidos, y a veces ultrajados por una simple derrota, un mal cambio, o por simplemente no coincidir con las ideas del padre o madre de turno. ¿Es ese el deporte de formación que deseamos crear?

Recuerdo mi infancia. Una época de crisis económica. Los setenta. El fenómeno “quinqui” estaba en su máximo auge en Barcelona. La Guineueta, mi barrio. Barrio periférico, de trabajadores. Barrio donde las bandas callejeras en según que zonas creaban guetos y convertían ciertos pasajes de difícil circulación. Bandas a las que sólo podíamos acercarnos para jugar un partido de fútbol. Sólo hacía falta un espacio despejado, cuatro piedras en forma de poste, y entre diez o quince chavales dispuestos a dirimir de otra forma la supremacía del más fuerte. A galletas, tortas, hostias, mamporros siempre perderíamos nosotros. Con el balón era otra historia. Nos convertía en iguales, nos hacía compañeros, nos hacía casi amigos.

Partidos a veces duros. Suelo de gravilla en los que una rascada te dejaba marcas de por vida. Partidos de tiempo sin límite. Al mejor de veinte, con dos de ventaja. Partidos que empezaban al atardecer y que sólo la falta de luz ponía su fin. Palabrotas, patadas, caños, paredes y regales inverosímiles se juntaban en el mejor espectáculo que el barrio nos podía ofrecer. Partidos sin árbitro, sin público. La deportividad la marcaba cada uno, y el reglamento se establecía de mutuo acuerdo. Fútbol casi sin límites y sin reglas.

¿Y os podéis creer que nunca un encuentro de ese tipo acabo en pelea? Niños y adolescentes que en cualquier otra situación te atracaban sin complejos a punta de navaja., jóvenes en busca de dinero fácil que en ocasiones te perseguían en busca de las pocas pesetas que en aquel entonces podías llevar en el bolsillo, jugábamos a fútbol sin que nadie mediará, y acabamos los encuentros en franca armonía. No me libré yo de atracos por el sólo hecho de ser El Jose.., aquel que juega en la calle y ser reconocido por algunos de los cabecillas de esas bandas.

Y ahora , en un ejercicio de imaginación pongamos a esos partidos callejeros un campo de césped artificial. Pongamos también unas porterías reglamentarias, un árbitro federado y unos banquillo con entrenadores y suplentes. Pongamos también gradas en el campo. Y con nuestra imaginación llenemos esas gradas de padres, madres, abuelos, tios, tietas, y amigos. El sueño de cualquier niño de mi época!!!.

Pues mucho me temo, que de ser así, aquellos encuentros de los setenta, que acaban entre risas y con una despedida o reto para una pronta revancha, en más de una ocasión finalizarían de forma diferente.  Daros una vuelta por cualquier campo de vuestra ciudad un fin de semana cualquiera y entenderéis porqué. Y después, volver a leer la noticia inicial que aquí os dejo, y veréis que aunque parezca inverosímil, ya no lo es tanto, y que aquello que unos niños crearon para su disfrute está perdiendo su esencia y auténtico valor. 



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viernes, 30 de noviembre de 2012

Y tú ¿con quien vas?... ¿Madrid o Atlético?


Llega el derby madrileño, y a los culés como yo les pilla sin saber muy bien a donde mirar. La cabeza me dice que, siempre y cuando el Barça consiga una victoria ante el Atlhetic, que supondría además firmar el mejor inicio liguero de la historia de la competición, el mejor resultado sería una victoria blanca, ya que de esta forma los dos máximos rivales para la conquista de la Liga quedarían a los once puntos ya establecidos con los de Mourinho, y a seis de los de Simeone, que de forma sorprendente están aguantando el tirón de este inicio demoledor de los de Vilanova.

Pero la cabeza intenta razonar lo lógico, y el sentimiento me puede. Desear que gane el Madrid va contra natura. Sin ánimo de ofender, y entendiendo el fútbol desde la sana rivalidad, el máximo aliciente de un culé, después de ver a su equipo ganar, es ver una derrota merengue. No creo que sea muy diferente en la afición blanca. Por eso, una derrota en el Bernabéu, ante unos colchoneros, que ya ni recuerdan cual fue la última vez que lograron vencer en un derby, traería consigo, además de ya casi una insalvable diferencia de catorce puntos, que a todas luces dictaría casi sentencia en el campeonato,  una vorágine de dudas e histerias en el vestuario e institución blanca, que podría poner fin al ciclo de Mourinho en el banquillo de La Castellana. Y no me negaréis, que después de oír y leer de forma machacona la palabra “fin de ciclo” aplicada a esta etapa que ningún culé había jamás soñado vivir, no tendría gracia ver cómo tan famoso estribillo se aplica precisamente allí donde surgió.

Por otro lado, el próximo visitante del Camp Nou son precisamente los blanquirrojos, así que, si también somos de capaces de vencerlos aquí, ya tendríamos esos seis puntos de diferencia que una victoria blanca nos podría otorgar de forma anticipada. 

Un empate sería un mal menor, que también daría sus frutos en cuanto a diferencia de puntos en la clasificación, pero a mí entender, creo que no tendría el efecto catastrófico antes reseñado en caso de derrota. Nos quedaríamos en una situación a medio camino entre el desastre y la resurrección, y si algo teme el culé, al menos el que suscribe estas líneas, es un Madrid con posibilidades. Dijo Cruyff un día en uno de sus famosos discursos que la mejor situación para conseguir un Barcelona enchufado, es tener al Madrid detrás en la clasificación, pero a no mucha diferencia. La proximidad obliga a no bajar la atención y rendir al cien por cien. Qué queréis que os diga…., a mi el Madrid contra más lejos mejor. No sea que le de por agarrarse a estos típicos clavos que le dotan de poderes casi sobrenaturales y nos de un susto a finales de mayo. Todavía veo fotos de Tamudo y la remontada blanca en una de las Ligas de Rickjaard y mejor no transcribir aquí lo que salió por mi boquita aquel día.

Es verdad que los tiempos han cambiado y parece que este equipo está por encima de estas circunstancias. Pero soy culé que ha vivido la final de Sevilla, el desastre del Metz, la Liga perdida ante la Real Sociedad cuando los partidos valían dos puntos y llevamos ocho de ventaja a siete jornadas del final. He dejado de creer en la Liga en Navidad ya ni recuerdo cuantas veces…, así que, oye, si esto se queda en un "tete a tete" con el Atlético, mucho mejor. ¿No dicen que dos son compañía y tres multitud?... Pues eso, que el tercero quede fuera!!

¿Y los aficionados del Madrid? ¿Quieren ganar el derby? Supongo que alguno también hace le mismo razonamiento lógico  que yo me hago, y ve la victoria blanca como un favor a los azulgrana. Y claro, con el mismo fervor que yo deseo verlos lejos, supongo que allí el tema de hacernos favores tampoco debe ser una de sus primordiales prioridades., no?

Además, también, en ocasiones y en eso os puedo asegurar que aquí, en el otro lado, tenemos experiencia en este tipo de situaciones, se desea que explote todo de forma definitiva y se cambie de rumbo de forma inminente. Para qué las medias tintas.No han sido pocas las veces, que en el estadio azulgrana se han jaleado las victorias y goles visitantes esperando el fin de una era. Gaspart podría hablar y no callar sobre los plebiscitos que vivió como presidente de la entidad.

Veremos que ofrece el devenir de esta jornada, que dicho sea de paso, los culés afrontamos con tranquilidad, viviendo casi una situación idílica. Qué nos dure!!!!



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miércoles, 28 de noviembre de 2012

Periodo de excepción.


Un régimen de excepción (también conocido como estado de excepción o estado de emergencia), es un mecanismo contemplado en la constitución de cualquier país en caso de que un mandatario lo considere necesario ante la existencia de alguna situación extraordinaria, como podría ser una catástrofe natural, perturbación grave del orden interno,  invasión, o cualquier otro peligro considerado gravísimo, con la finalidad de afrontarlo adecuadamente. Habitualmente, un régimen de excepción contempla la suspensión o restricción de ciertos derechos fundamentales, y como consecuencia de ello, en estos períodos excepcionales los derechos de la ciudadanía pueden quedar suspendidos de forma parcial o total.

En el Real Madrid, la llegada de Mourinho podría definirse como una de esas medidas extraordinarias. Medidas implantadas ante una gravísima situación que provocaba la Edad de Oro de su máximo rival. Títulos colectivos, premios individuales, cantera, revolución en la forma de entender el juego, reconocimiento local y mundial, han hecho del Barça este último lustro la referencia del deporte rey.  Una situación excepcional, que requería de medidas excepcionales, parece que fue la consigna de Florentino, que abrazaba así una ideología diferente, a la vez que peligrosa.

Llegó el portugués con la vitola de arma anti-Barça. Sus incontenible ansía competidora, su currículum lleno de éxitos, y su victoria en una semifinal de Champions contra los azulgrana, le otorgaban el crédito necesario para ser considerado como la mejor solución ante el alud de títulos de los catalanes, que acumulaban en sus vitrinas todo lo conquistable, ejerciendo una dominio casi tiránico en todas las competiciones que disputaban.

Mourinho, y su clan portugués tuvo un reconocimiento pleno en la hinchada merengue, que recibió el olor de multitudes al nuevo técnico, y a su particular forma de entender el deporte. Y así, poco a poco, parecía que las nuevas consignas calaban, y la nueva doctrina madridista se apartaba de lo que tradicionalmente había distinguido a un equipo que hacía de la palabra señorío el contrapunto al “seny” de los catalanes. Era el peaje que había que pagar, era uno de esos derechos que este período excepcional obligaba a perder.

Pero los resultados no llegaban, y los catalanes seguían mandando. Ya en su primer año las voces disidentes de una “resistencia” minoritaría empezaron a emerger, sobre todo después de que en el segundo de los clásicos, (el primero todavía sigue vivo en la retina de muchos aficionados por el fútbol preciosista allí desplegado por los azulgrana) los blancos recibieron a su rival con el equipo totalmente a la defensiva, y con el césped a media altura como nueva arma estratégica. Nació así un nuevo concepto de madridismo, el “pseudomadridismo”, que servía para definir a todo aquel que no siguiera la línea de pensamiento único establecida en La Castellana.

La conquista de una Copa del Rey, alzada por los mourinhistas a niveles de título grande, sirvieron de excusa para hacer rodar la cabeza de líder de esa facción de disidentes que emergía, y así Jorge Valdano vio como su carrera como dirigente blanco llegaba a su fin, y parecía que el movimiento disidente moría al poco de nacer.

Pero el germen de esos pseudomadridistas había calado hondo en cierto sector de una afición, que cada vez más, despechada por el talante batallador y propenso al escarnio de ahora ya líder blanco, no se veían representados por su figura. Y así, a poco que las cosas se torcían, volvían a surgir recordando que su Madrid no era el que ahora se mostraba.

Pero el mourinhismo ganó su Liga, y defendió así que posición. Sólo había una forma de desbancar a los azulgranas, y era la mostrada por el clan portugués. Además, por diferentes motivos, Guardiola tomaba la decisión de abandonar la “guerra” y retirarse a descansar. Una nueva pieza dejaba el escenario de la batalla y parecía dejar expedito el camino hacia la victoria final. Y así el régimen de excepción continuaba sin apenas oposición. Sólo algunos recordaban los números globales de esos dos años, que todavía  dejaban muy lejos el objetivo primordial;  acabar con la hegemonía catalana.

Poco podían imaginar que en un escenario tan favorable, ahora, apenas tres meses después, parece que el proyecto se desmorona. Y la facción disidente gana adeptos y coge fuerza. Once puntos de distancia con el Barça, más ocho con sus vecinos del Manzanares son algo difícil de digerir con apenas un tercio de la competición disputada. Cada partido blanco se convierte ahora en un plebiscito entre mourinhistas y pseudomadridistas. Cada partido blanco la “resistencia” en la sombra ansía hacerse oír y defender su antiguo forma de entender el club. Cada vez surgen más frases contundentes renunciando a esta etapa que se preveía esplendorosa, y que, parece llevar a un crudo invierno, en espera de la luminosa primavera que permita la conquista de la ansiada Décima.

Y así, parece que el devenir de esta temporada dictará sentencia a este período excepcional, que de no conseguir aumentar sus conquistas podría pasar a la historia como una de les épocas negras de la brillante historia del club. Y es que los períodos convulsos acostumbran a acabar de forma trágica y contundente. Los próximos seis meses marcarán ese final.

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martes, 27 de noviembre de 2012

Neymar SÍ / Neymar NO


Hoy ha hablado Johan Cruyff, y cómo suele ser habitual en cada una de sus apariciones no ha dejado a nadie indiferente. Cruyff, que parece vivir a contracorriente, que dice más de lo que expresa,  presenta, en la mayoría de sus apariciones, un discurso muy particular, que va más allá de su peculiar forma de entender las principales reglas de la buena gramática. Cuando Johan dice una frase simple está expresando algo muy complejo.

El holandés, se ve legitimado para opinar de la actualidad blaugrana, porqué se sabe el inicio y autor de lo que hoy nos deleita. Se sabe el primer “mago” que a partir de una filosofía muy particular, reinventó este deporte, pasando de lo físico a lo táctico, de lo estático a lo flexible, de la complejidad a la simplicidad. Cruyff es simple, y basa toda su experiencia en un único elemento del juego. El balón.

Según esta particular visión del fútbol, para Cruyff el jugador nunca será la estrella de este juego, sino que éste estará supeditado al balón. Todo lo argumenta desde la simplicidad de los detalles con una agudeza mental que da relevancia a una frase que escuché una y mil veces en mi juventud… “Chico.., el juego es un deporte para listos

Y a partir de esa agudeza, parece diáfano su planteamiento, según el cual la figura del brasileño Neymar no es necesaria en el Barça actual. Neymar es delantero, el Barça genera y bate récords goleadores a estas alturas de la temporada, por lo tanto, la necesidad de un delantero es nula. Simple y llano. Y a partir de aquí el debate se genera y los postulados a favor y en contra de tal afirmación aparecen por doquier.

¿En que favorecería la llegada de Neymar al juego del Barcelona?

  • Por su juventud aseguraría un relevo de la figura de Messi. Con cinco años menos que el argentino podría ocupar su rol cuando éste vea humanizado su rendimiento actual.
  • Garantiza gol con mucha más consistencia que algunos de los delanteros actuales en nómina.
  • Garantiza regate y superioridad casi infinita en el uno contra uno. Esta es una de las artes casi olvidadas en el actual Barça, a la que sólo Messi e Iniesta acuden, y que a su vez, se muestra como el arma más eficaz ante los cerrojazos semanales que se encuentra el equipo.
  • Garantiza proyección internacional, al ser el ícono de la selección brasileña, con todo lo que ello genera a nivel de patrocinio y derechos de imagen.
  • Es sinónimo de espectáculo y “jogo bonito”. Es raro no ver en la delantera azulgrana un brasileño.

Por el contrario, ¿qué penaliza la llegada de Neymar?

  • Podría romper la armonía actual del vestuario. Armonía que habla de sumisión al juego de Messi, el cual se siente el mejor y el foco de todo el juego. ¿Habría suficiente balón para los dos? ¿La lucha de egos, que finiquitó la era galáctica de nuestro máximo rival, viviría un nuevo capítulo ahora en el Barça?
  • Crearía superavit de delanteros y obligaría a la venta de algunos de los actuales integrantes de esta línea. Villa, por su veteranía y amortización podría ser el sacrificado. Aléxis, por su escaso rendimiento y adaptación debería buscar salida con la pérdida económica, una más, generada por un fichaje infructuoso.
  • La perla de la cantera azulgrana, Deulofeu posee unas características sino idénticas, si muy parecidas al jugador brasileño. Regate, descaro, rapidez y gol sintetizan sus cualidades básicas. ¿La llegada del brasileño frenaría su progresión?
  • El estilo azulgrana necesita de aprendizaje. Es difícil llegar y triunfar. Es complicado memorizar tantos automatismos. El juego preciosista del jugador del Santos podría verse perjudicado, y podría mermar su rendimiento. ¿Tendría la paciencia de esperar en banda la llegada del balón? ¿Podría aguantar minutos de aislamiento sin participar en el juego?
  • La inversión en su fichaje haría inviable acometer otras operaciones tal vez más necesarias, cómo podrían ser las de un central de garantías, que visto los continuos problemas físicos en defensa parece más que necesario. ¿Hummels, por poner un ejemplo,  y Neymar están al alcance de la tesorería azulgrana?

Y tú… ¿Estás a favor o en contra? ¿Tiene o no tiene razón el profeta del gol?

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lunes, 26 de noviembre de 2012

Un once de la Masía para un +11


Poco se imaginaba el técnico Louis Van Gaal en su doble trayectoria azulgrana, que el mejor recuerdo que iba a quedar en el club, mas allá de los títulos conseguidos, iba a ser ese sueño o profecía que en su día lanzó, en el que de forma visionaría, sólo veía un Barcelona verdaderamente grande, cuando abandonará su política de talonario, y girará la vista de forma real a lo que cada día se generaba y cocía a escasos metros del Camp Nou. A una Masía que día tras día fabricaba jugadores y personas dignas de representar al equipo y sus socios, tanto en el campo cómo fuera de él.

Ya hace semanas que los azulgrana coqueteaban con ese once de canteranos. Jugadores que en uno u otro momento desfilaron por el vetusto edificio anexado al coliseo azulgrana. Ya son varios los partidos en los que la imagen del once titular, y la de los suplentes calentando en la banda, generaban quinielas por una sustitución que proyectará una formación integra de jugadores de la casa. Pero fue ayer, cuando a raíz de una nueva lesión de Alves, Montoya cogió el relevo en el lateral, y facilitó un titular que todos los medios de comunicación estaban esperando.

Un Barça con ocho catalanes, un tinerfeño, un albaceteño y un argentino generó una alineación para la historia, certificando así el mejor arranque de la Liga,  e igualando la gesta de aquel Madrid de Antic de los noventa. Un Barça que año a año aumenta en su nómina el número de jugadores fabricados por él. Un Barça con un modelo de juego que se extiende en todas sus formaciones.

Precisamente ayer, antes de la victoria del equipo en el siempre difícil campo del Levante, el cadete A de la formación azulgrana visitaba el campo de Horta. Allí acudí con mi hija Marta a observar de cerca al delantero centro, ayer titular del equipo azulgrana. Marc Río, compañero de clase de Marta. Un partido de cadetes que en poco o nada difiere, de los que estos chavales cerca de ya de llegar a la exigente etapa juvenil, acostumbran a ver a sus mayores.

Y es que el Horta salió al campo de la misma forma que ahora cualquier equipo se enfrenta a los culés. Cerrado atrás, con las líneas muy juntas, y tapando cualquier línea de pase que se pueda generar en el balcón del área. Allí agazapados esperaban mientras los azulgranas tocaban, tocaban y tocaban y no encontraban por donde hacer pasar el balón. Un poste, una parada, y una ocasión del amigo de mi hija sólo ante el portero local, hacían presagiar que más tarde o más temprano el marcador se movería.

Y sí, se movió. Pero en sentido contrario. Y cómo si reviviéramos la última derrota azulgrana en Escocia, los blanquinegros, que así es como visten los locales, a un minuto de la finalización del primer tiempo, lograron batir a un frío guardameta azulgrana cuya única intervención en ese tiempo fue precisamente ir a recoger el balón del fono de su portería.

Podría parecer que estos chavales, a edad tan temprana saldrían al campo desesperados e intentarían romper la ordenada defensa de forma diferente. Nada de eso ocurrió. Con cambios en la formación que dotaron de mayor velocidad al pase, tardaron poco en asediar el área de los locales, y en apenas un cuarto de hora de la reanudación ya habían conseguido adelantarse en el marcador, certificando además Río el gol con el que los azulgranas se adelantaban. A partir de ahí, juego de toque, y con un equipo local más estirado en busca del empate no tardó en llegar el tercero con el que se finiquitó el partido. Un partido de cadetes cuyo guión fue idéntico al que vemos cada fin de semana en el campo o frente al televisor.

Un equipo de cadetes, en el que los mejores irán quemando etapas. Un equipo de cadetes que jugarán cientos de partidos cómo el de ayer. Un equipo de cadetes que con el paso de los años, crecerá en talento y trabajo y que a buen seguro generará algún jugador, llamado a avanzar por el pasillo que conduce al césped del estadio. Un jugador que verá su foto en la pared anexa al túnel, y que cuando pise el césped, apenas deberá preguntar cual es su tarea. Apenas tendrá dudas sobre la táctica a utilizar. Apenas deberá interpretar su función en el campo. Sólo deberá hacer aquello que aprendió desde pequeño y que un día, en el campo del Horta, o en cualquier otro de los numerosos campos que visitará a partir de ahora, le llevó a salvar obstáculo tras obstáculo, a conseguir victoria tras victoria, y le puso en la rampa de acceso al Camp Nou bajo los acordes de un himno que conoce a la perfección.

Y entonces, una vez puesto el balón a rodar, ¿alguien dudará de su papel en el campo?

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jueves, 22 de noviembre de 2012

Mourinho. Retrato de una obsesión


Este pasado verano, el director de As, Alfredo Relaño, escribía un artículo a raíz de las reacciones que habían provocado en la cúpula blaugrana el indulto al entrenador del Real Madrid, Jose Mourinho, por el vandálico acto de intentar poner el dedo en el ojo a su homónimo azulgrana Tito Vilanova (entonces Pito) en una Supercopa de desagradable recuerdo para los merengues. Titulaba el artículo con un contundente “La obsesión del Barça con Mourinho” y en uno de sus párrafos más significativos escenificaba un escenario casi enfermizo de la entidad blaugrana hacia el entrenador luso con las siguientes palabras:.

“La vieja madriditis del barcelonismo, cuya causa fueron tantos años de derrotas ante el Madrid, tiene un último vestigio, ahora que las victorias culés han llegado y en cuantía nunca soñada: Mourinho. Todo se proyecta sobre él. Más de un madridista con el que he comentado los defectos de Mourinho (en sus actitudes, porque como entrenador siempre valoré su excelencia) me ha dicho que basta ver cómo de nervioso se pone el Barça con él para saber cuánto le conviene al Madrid tenerle”

Pues según lo acontecido desde que se redactó el citado artículo hasta hoy, parece que la vieja madriditis azulgrana ha mutado hacía barcelonitis blanca, y lo ha hecho en su forma más virulenta en el cuerpo de su entrenador, el cual no deja pasar oportunidad para recordar de forma continua a su rival en cuantas apariciones públicas realiza, venga o no al caso hacer referencia a ellos.

Y así, sólo comenzar la temporada en cualquier entrevista insta a su interlocutor a no loar más a los catalanes, ya que ve legitimado que sea ahora su equipo la referencia futbolística mundial, al haber conseguido arrebatar por fin el título liguero al equipo de su antagónico Guardiola. No cae en la cuenta el luso que la excelencia y el reconocimiento se ganan, y que pedirlo es el primer paso para no recibirlo.

Y constantemente el Barça sale a la palestra en cada comparecencia, en el camino hacia la deseada y obsesiva Décima. Y ya no produce extrañeza escuchar, si el Real Madrid pierde o empata contra el Borussia Dortmund, que la rueda de prensa posterior al partido, no se base en el análisis de los porqués (palabra ya mítica en el vocabulario del luso) de esos inesperados resultados, sino en el recuerdo de “otros grupos” de la competición a los que se desprecia su potencial. Potencial, que por ejemplo, no se tuvo en cuenta cuando no hace ahora un año se llegó a semifinales dejando por el camino a potencias futbolísticas como los rusos del CSKA o el representante del fútbol chipriota de cuyo nombre ahora mismo no logro acordarme.

Y ahora, en lugar de celebrar el pase a octavos de final, en un grupo realmente exigente, o en lugar de recrearse en ser el técnico que más joven ha llegado al centenar de partidos de la máxima competición disputada, nuevamente tras un partido difícil y no demasiado brillante, hila una expulsión y penalty de dudosa sentencia, con hechos que van más allá de un bienio. Y nuevamente sale y se desempolva aquella entrada de Pepe a Alves, y una victoria azulgrana en el Bernabeu, que parece que el luso no pueda quitarse de la cabeza, y que se ha tomado como una afrenta personal a su ego y trayectoria.

Da la sensación Mourinho de no ser feliz con lo que tiene. Da la sensación de vivir de forma perenne en el recuerdo de lo que pudo haber sido y no fue. Da la sensación de rabia contenida en cada una de sus apariciones. Y el foco siempre va dirigido en la misma dirección: el equipo azulgrana.

Poco importa si se le pregunta o no por él. Poco importa que el partido de los catalanes tenga incidencia en el propio partido de los blancos. Qué más da si el Real Madrid se ha clasificado, o ha jugado un buen partido. Siempre quedará esa puya hacia esa obsesión que ya viene de lejos, y que hace que la frase que un día pronunció el técnico luso en el balcón del Palau de la Generalitat de Catalunya cobre sentido. “Ahora y siempre el Barça en mi corazón”.

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miércoles, 21 de noviembre de 2012

Homenaje a Guardiola


En una semana en la que se ha hecho pública la primera charla de Pep, parece que sus jugadores hayan recordado al leerla los principios básicos de la misma. Unos principios que hablan de identidad, de implicación y de compromiso. Unos principios que se basan en una concepción fácil de lo que debe significar un buen partido de fútbol, que se reflejan en la última frase de la ahora ya, tan famosa disertación. “Cuando tengamos la pelota no hay que perderla, cuando la perdamos, hay que correr para recuperarla. Eso es todo básicamente”.

Y a esos se aplicaron en su último partido de Champions los jugadores azulgrana. Todavía recuerdo el impacto que me produjo ver las primeras evoluciones de aquel equipo, que hace ahora más de cuatro años empezaba a formar Guardiola. Una sinfonía de pases, de desmarques, de paredes. Una presión asfixiante que minimizaba espacios y que reducía las posibilidades de combinación de los rivales a la mínima expresión. Unos inicios de partidos demoledores que finiquitaban los encuentros convirtiendo en muchas ocasiones las segundas partes en meros trámites que había que cumplir.

Ante el Spartak, en una hora intempestiva e inusual de partido de Champions, con jugadores enfundados en maillots y guantes, y con un césped artificial al que dicen cuesta acostumbrarse, los de Tito Vilanova, ejecutaron los mejores cuarenta y cinco minutos de esta temporada. Cuarenta y cinco minutos llenos de detalles para enmarcar. No sólo los goles, tres para ser exactos merecen ser destacados. Sólo había que sentarse y mirar. Mirar las paredes y los triángulos, cuadrados y rombos que se formaban delante del balón. Mirar los regates preciosistas de Iniesta, que se marcó un baile digno del mejor ballet ruso en uno de las esquinas del campo. Desmarques al espacio de Pedro y Messi que interpretaban a la perfección el desequilibrio generado en la línea defensiva local. La presencia de Busquets, la jerarquía de Piqué, el mando de Xavi. Todo ayer parecía volver a estar en un orden ya establecido hace tiempo, y  que hasta este último partido parecía haber quedado olvidado en algún rincón de la memoria de este equipo.

Una primera parte sin apenas interrupciones dejaron gol de Alves a parte, dos nuevas muesca en ese revolver imaginario que parece llevar el diez azulgrana. Dos nuevas muescas, que suman ya ochenta, y que le encaminan  hacía el título del “mejor goleador de la historia”. Ciento tres años se han necesitado para igualar un registro de veinte y cinco goles en manos del hasta ayer desconocido Woodward, que recuperado del cajón de los recuerdos estos días por la prensa catalana, sabemos que se estableció en 1909. Menos hace, que el “Torpedo Müller”, estableció el suyo, y ahora éste debe estar contando los días y partidos que le quedan de reinado. También Van Nistelrooy fue ayer alcanzado como segundo goleador de la historia de la competición. Sólo Raúl resiste ahora los números de Messi, pero nadie duda ya que a su reinado le queda poco más de un año. ¿Alguien da más?

Y finalizado el primer acto, casi podríamos habernos levantado y apagar el televisor. Ya que a sabiendas del exigente diciembre que viene, el once azulgrana bajo sus revoluciones y estableció otro patrón de partido. Un patrón que habla de solidez, de sobriedad, de posesión infinita del esférico. Un once que dejó pasar los minutos sin apenas sobresaltos, y que consiguió dormir el encuentro en un insulso paso de minutos hasta su final. Un final con la portería a cero, que pareció recuperar esa seguridad defensiva perdida hasta la fecha con la presencia de Piqué, pero que a decir verdad, todavía le quedan mecanismos que recuperar sino quiere sufrir más de la cuenta. El poco acierto de los jugadores rusos fue tan determinante en ese cero como las buenas prestaciones del cuarteto defensivo titular.

Un once que presentó la ausencia de Villa, sacrificado por esa alternancia en esos puestos entre delantera y centro del campo que se está dando entre Iniesta y Cesc. Un once con Pedro, que interpreta como nadie el sentido de la frase con la que Pep acabó su discurso y que corre, corre y corre para poder servir nuevamente el balón a Xavi o a Busquets. Un once con Alves, que necesita ofrecer más minutos de calidad sino quiere verse relegado al banquillo por la nueva generación que ya aprieta, y a la que Tito mostró en los últimos minutos del choque, dando entrada a Deulofeu  y Montoya, y que enseña partido a partido un fondo de armario tan amplio, que no hace temer por la continuidad de esta historia, que ojala se torne interminable.

Un equipo, que por sexta temporada consecutiva acaba líder de su grupo, y que ya espera el sorteo de octavos con la esperanza de empezar a recorrer un largo camino que nos vuelva a llevar a Wembley, y escribir así la tercera parte de un idilio casi mágico entre un estadio y una historia coloreada en azul y grana. Un equipo que gestionado ahora por Tito, pareció recordar ayer las palabras de su anterior técnico, y que al menos a mi por primera vez esta temporada me hizo volver a disfrutar de un fútbol que creí que ya no volvería a presenciar. 

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lunes, 19 de noviembre de 2012

El gol


El gol. La acción máxima del partido. El objetivo final de cualquier estrategia. La culminación, la definición, la finalización de cualquier acción de ataque. Puede ser de rebote, olímpico, de cabeza, de tiro raso, cruzado, al palo corto, al largo, de chilena, hasta puede que sea fantasma, En cualquier caso, existe una especie de depredador del área, con una intuición y un saber hacer diferente ante este tipo de acciones, un jugador que se convierte en especial  El jugador que cualquier equipo desea. El jugador que se convierte en Dios.

Un arte en el fútbol que no sólo vale por su definición, sino que a su vez, también lo hace por sus intentos de ejecución. Sólo hay que glosar la figura de Pelé, y sus casi goles. Su casi gol de más allá del centro del campo o su casi gol en una finta inverosímil ante la salida del contrario, casi son tan famosos como sus otros más de mil goles a los que ahora se agarra para seguir defendiendo su supremacía como el mejor.

Y que decir del conseguido hace semanas por el sueco Ibrahimovic, que ha pasado a ser casi leyenda con su estratosférico tanto ante la selección inglesa. Un gol que sumado a los otros tres conquistados en un mismo partido, le aupó a categoría de mito, e hizo correr adjetivos y elogios por doquier. Un gol que se ha dado por definir como el mejor de la Historia de este deporte. Un gol imposible sólo a la altura de jugadores con un talento especial, y que son capaces de concebir tal acción en su cabeza. Y es que si ya es meritoria la definición en si mismo, mucho más lo es su concepción y visualización. ¿Cuántos hubieran intentado esa acción? ¿Cuántos hubieran optado sin mas por un buen control?

Pero hay alguien que les supera. Alguien que semana a semana se mide a los porteros contrarios con una asombrosa facilidad. Un jugador que define y ejecuta casi de forma rutinaria. Un diez que enciende sus luces en una zona del campo donde a la mayoría se les apagan. Un argentino que ha convertido lo especial en natural. Lo extraordinario en cotidiano. Lo excepcional en rutinario. Es Messi.

Messi, que partido a partido, jugada tras jugada, nos recuerda que nadie hasta ahora ha visto puerta con tan mundana facilidad. Es verle encarar al portero y saber que un nuevo guarismo va a subir al marcador. Unas veces chuta con fuerza, otras acompaña, otras coloca, otras remata, y en muchas otras, parece que realiza simples pases a la red. Son goles y asistencias en uno. Asistencias que tienen como objetivo los pies de una red que espera recoger el balón con suavidad, y que lo retiene en allí, a la espera de que el cabizbajo portero lo recoja. Hasta en diecisiete ocasiones esta temporada ha conseguido este pequeño genio dejar allí posado el esférico. Diecisiete ocasiones de treinta y cuatro disparos a puerta. Un cincuenta por ciento de acierto que ya quisiera para si los máximos cañoneros de deporte de la canasta. Un futbolista con porcentajes superiores a cualquier alero de élite merece una definición aparte.

Todavía recuerdo aquellas Ligas, en las que los pichichis de nuestra Liga, se encaramaban a la privilegiada posición de número uno de estas listas, con apenas la veintena de goles superados. Juanito, Quini, Raul, Satrústegui, Vieri, Butragueño, Eto’o, Bebeto… son casi aprendices de goleador comparados con las prestaciones del diez azulgrana. Llegar a la treintena era hablar de números casi esotéricos. Forlán, Ronaldo, el brasileño, o Romario en su afán de cumplir su promesa inicial lo lograron. Sólo Hugo Sánchez y ahora Cristiano Ronaldo parecen poder acercarse a esa facilidad con las que el rosarino ejecuta.

Messi, que esta última jornada ante el Zaragoza, consiguió un nuevo doblete, el séptimo de la temporada. Messi que parece que nunca dice basta. Messi, a diez partidos de superar al máximo de los goleadores conocidos en un año natural; Müller. Messi, que en una sola temporada es capaz de marcar tantas veces cómo otros delanteros en toda su carrera. Messi, ese extraterrestre que minimiza al resto. Messi, un crack sin límites, un crack nacido para golear.


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miércoles, 14 de noviembre de 2012

Unos premios con mensaje


Se han otorgado los premios de la LFP, que corona a los mejores. Hay que recordar que estos premios se adquieren a través de una votación realizada entre los profesionales de este deporte. Y así, son los jugadores y entrenadores los encargados de señalar quien es el mejor. Podemos poner en duda, bajo  el prisma de la opinión personal, o la subjetividad en la defensa de los jugadores de nuestro equipo, algunas de las denominaciones, pero de lo que no hay duda es de lo fiable de la votación y de su resultado. Nadie sabe más de fútbol que la élite que configura la Primera División de esta Liga.

Y como digo, se podrá estar de acuerdo o no, pero no poner en duda su legitimidad. Yo mismo, por ejemplo opino que Sergio Busquets debería haber sido el nominado para mejor centrocampista defensivo, pero, no creo que mi opinión, sesgada por la visión de la mayoría de los partidos del Barça y el amor a la camiseta que defiende, esté por encima de la opinión general de la Liga, que ha nominado como el mejor al madridista Xabi Alonso.

A partir de aquí, no ha dejado de sorprenderme el reparto de las nominaciones. Y es que si nos fijamos,  el Real Madrid con tres premiados en su haber, ha copado los premios de posiciones defensivas. Casillas como mejor portero, Sergio Ramos al mejor defensa y el ya comentado Xabi Alonso como mejor centrocampista defensivo representan para la Liga lo mejor en cuanto al juego de contención se refiere. No deja de ser curioso este dato, cuando precisamente el año pasado los blancos batieron todos los registros goleadores conocidos.

En cambio, su máximo rival, el Barça, ha hecho lo propio con las posiciones de vanguardia. Y así, Iniesta ha sido nombrado mejor centrocampista ofensivo, y Leo Messi mejor delantero. Y eso, que el equipo azulgrana, el año pasado se coronó como el equipo menos goleado, con lo que si algo se le supone será fortaleza defensiva. Curioso también.

Por otro lado, parece que Messi se decanta ya de forma definitiva por encima de su máximo rival en este tipo de premios, Cristiano Ronaldo. Por cuarto año consecutivo, el rosarino se ha ganado el respeto de sus compañeros, en lo que parece ser el preludio del premio gordo que se entregará el próximo enero: el Balón de Oro. Poco han servido aquí las campañas de Mourinho y la prensa blanca alabando a su pupilo , y la importancia del título de Liga conseguido. Poco han escuchado los mejores profesionales del sector la teoría que hablaba de la necesidad de valorar el mérito de las competiciones disputadas. Al final parece ser que la calidad, eficacia y fantasía del diez azulgrana, supera cualquier valoración cuantitativa y cualitativa que se haga de sus rivales. CR7 ha salido perdedor una vez más en este tipo de duelos individuales.

Más curiosa, sin embargo, es la nominación de Pep Guardiola como mejor entrenador. En un año en el que no se ganó la Liga, y en la que el Real Madrid reconquistó un trofeo que buscaba desde hace más de tres años, su técnico tampoco ha tenido ese reconocimiento, quedando relegado por las prestaciones del de Santpedor en la dirección del equipo. Parece ser, que en este apartado se sigue valorando la nueva concepción de Pep al fútbol de ataque y de fantasía. Sus planteamientos, también en la derrota, siguen enamorando a aquellos que precisamente los sufren. Su saber estar, su discurso, y sus formas elegantes han estado por encima de sus rivales incluso hasta cuando su figura del banquillo ha desaparecido.

Por tanto, y visto lo visto, parece ser que se sigue pensando en el Barça como el equipo de espectáculo en ataque, el equipo innovador y el equipo más vistoso. Y a su vez, en el Madrid se destaca una concepción más defensiva de su fútbol, Un fútbol más roqueño, más físico. Y entre ambas concepciones, atendiendo al dato que hace a Guardiola mejor técnico, no hay duda de cual de las dos es más atrayente para los votantes.

Y por último, no deja indiferente, la nominación de Marc Bartra, como mejor jugador de la Segunda División. Un nuevo producto de La Masia, y de esa cantera azulgrana que ha copado el cien por cien de las nominaciones del equipo. Un premio que lo hace de forma individual a un jugador llamado a hacerse un hueco en el primer equipo. Pero que premia a su vez de forma global una política de equipo en la que la formación y proyección de los jóvenes es su máximo pilar. Una política de equipo que parece que asegura la filosofía de este tipo de juego que tanto gusta en futuras temporadas. Una filosofía de club llamada a reinar.

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