La maldición del nueve

Desde que Guardiola está en el banquillo cada uno de los portadores de este mítico número han abandonado el equipo. Será capaz Aléxis de romper con esta maldición?

Cesc Fábregas. Punto Final?

Después de tres años con noticias repetitivas sobre su contratación, parece que al final este año se dan las condiciones para su vuelta

La profecía de Van Gaal

Hace un tiempo, Van Gaal, hizo una profecía, queréis saber cual es?

Mourinho, una táctica diferente

Mourinho se caracteriza por explotar al máximo el entorno que rodea la disputa de un partdo.

Cruyff, dos inicios. Una historia.

La llegada de Cruyff al Barcelona supuso una revolución, tanto en su etapa como jugador, como en la de entrenador.

jueves, 27 de septiembre de 2012

La gestión de Messi


Soy gestor de proyectos informáticos. Entre mis tareas, una de las más importantes, es asegurar que los proyectos de los que me responsabilizo lleguen a buen puerto. El objetivo es doble, y por un lado, se espera que el sistema desarrollado funcione de forma a los requerimientos pronunciados por el cliente, y por otro, asegurarme que éste es beneficioso para la empresa, de forma que el coste de la producción del software, deje margen suficiente respecto al precio pactado.

Para ello, cuento con equipos de analistas, programadores, gestores de contenidos y perfiles varios. Y en mi carrera profesional he conocido excelentes profesionales, y otros, porqué no decirlos no tan buenos. Y mi misión es también identificar a cada uno de ellos y asignarles las tareas según su nivel de capacidad. Así, al neófito o principiante, o al que digamos que le cuesta, intento que desarrolle trabajos más mecánicos y sin grandes dosis de complejidad. Y a los expertos y mejores les guardo las tareas de más responsabilidad y dificultad.

Dentro de estos expertos, a veces te encuentras con el auténtico crack, con el mejor. Aquel que es capaz de desarrollar sin errores, que no necesita supervisión y que te garantiza un software fiable al cien por cien. A este, no hay ni que decirlo, le cae aquello que parece imposible de resolver. El algoritmo más complicado, la funcionalidad más utilizada, la resolución más compleja.

Y si bien es cierto que la teoría dice que a todos los he de tratar por igual, la práctica no dicta lo mismo. Así, a los primeros, aquellos que requieren supervisión, les estoy encima, les sigo de cerca y miro que cumplan las tareas según mi planteamiento inicial. A los expertos les dejo hacer y marco puntos de control intermedios. Y la crack?. Al crack, la verdad, es que le dejo ir a su aire. Sé que en el día y la hora convenidos, y sinó antes, el software estará listo y a pleno rendimiento. Sin fallos, con una ejecución rápida y eficaz.

Y todos somos conscientes de ese rol. Todos hemos identificado al crack, y todos, buenos y menos buenos, asumimos ese trato diferencial  La razón es obvia. Un buen proyecto nos beneficia a todos, y por lo tanto, el objetivo común se cumple asumiendo cada uno el papel que le toca representar.

Pues no muy lejos de esta concepción se encuentra un equipo de fútbol, y entre ellos el Barça. Cada uno sabe su papel, cada uno conoce cual es su jerarquía en el equipo, y nadie discute según que tratos de favor para según quien.

Llevo estos días leyendo múltiples opiniones respecto a la discusión ente Messi y Villa. Estoy convencido que aunque la mayoría se hacen desde la mala leche de intentar descentrar y descalificar de por sí, otras lo hacen desde una opinión crítica que no ven “elegante” un tipo de reacción así en el campo. Creo que tanto unos como otros, o no han jugado a fútbol, o no lo han hecho de forma más o menos seria. “Dala a la primera” es una frase muy, pero que muy suave. De las más que se pueden oír en un terreno de juego. No me gustaría reproducir aquí algunas de los que yo me he tenido que oír, por no llegar a tapar un centro, o por llegar tarde a una anticipación. Podría también aquí dejar un sinfín de reniegos e insultos dichos por mí hacia algún compañero y amigo íntimo, por no darme una bola en profundidad después de correr más de sesenta metros. Y me tengo por una persona educada, eh?

Otro de los puntos que se critica al argentino es su individualidad y su egoísmo en la concepción del juego. Y sí, es cierto, acapara todo para él. Acapara los pases de sus compañeros, acapara la atención de los defensas. Pero es que Messi es el mejor, y con mucha, mucha diferencia respecto al resto. ¿O acaso pensamos que el mejor ha de intervenir de forma esporádica en el partido? El mejor ha de estar siempre presente. Ha de tocar el balón más que nadie, ha de intervenir en casi todas las jugadas de ataque, ha de tirar las faltas, y ha de concentrar las miradas de todos los que le rodean. Y sí, al mejor se le han de dar caprichos y consentirle más cosas que a los demás.

Porqué esos otros, de los que se dice que eclipsa, y que han bajado prestaciones desde que llegaron al Barça, llegaron a este equipo casi huérfanos de palmares y sin casi currículum que escribir. Y ahora, en pocos años, su hoja de servicios ha aumentado de tal forma, que únicamente les queda dar las gracias y reconocer la supremacía del genio.

Saben que su objetivo no es destacar. Saben que su objetivo es cumplir y hacer que las tareas del que verdaderamente decidel sean lo más fáciles posibles. Y si él la pide a la primera, pues… a la próxima, se la doy a la primera. Si la pide al pié, pues al pié, y si la pide en largo, allá que se la lanzo. Eso sí, el resultado sólo se conseguirá si ese ser diferente marca la diferencia Y si Messi, y mi mejor programador hacen bien su tarea, Tito y sus compañeros seguirán sumando títulos en su palmares  Y yo continuaré presentando proyectos de forma exitosa. Y también ambos saben que el día que sus prestaciones disminuyen también lo harán sus privilegios. 


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miércoles, 26 de septiembre de 2012

La línea Maginot


La Línea Maginot fue una línea de fortificación y defensa construida por Francia a lo largo de su frontera con Alemania e Italia, después del fin de la Primera Guerra Mundial. El objetivo era doble, por un lado tapar los huecos generados en la frontera durante la citada guerra, y por otro facilitar los movimientos de la vanguardia francesa de las líneas más avanzadas.

Según esta definición no queda muy lejos la concepción defensiva con la que habitualmente se están encontrando las huestes azulgranas. Y es que desde que el Sevilla de Marcelino aterrizara mas o menos por estas fechas en el Camp Nou, y enseñara al mundo futbolístico cuales eran las pautas principales de un sistema defensivo capaz de parar a los azulgrana, han sido muchos los equipos que han copiado la idea del “mister” hispalense de aquel entonces, y en una concepción bastante arcaica del fútbol han recuperado el denostado “autocar” que en su día hizo celebre Maguregui.

La concepción es sencilla, y se basa en cerrar todos los espacios posibles hacia la propia portería, y cual defensa fronteriza, montar dos líneas de cinco componentes, intentando que la separación entre cada uno de los componentes que forman dichas paralelas sea lo mínima posible. De esta forma se anula, o al menos se intenta, el valor principal del ataque azulgrana, que hace del control y pase, y de la continua movilidad de sus hombres de vanguardia, la principal arma de ataque.

Y poco a poco, después de aquella tarde-noche memorable de Jesús Varás se ha ido creando la idea de que sólo así es posible parar a los azulgrana. Y lo que en un principio fue una apuesta novedosa ha creado escuela, y va adquiriendo visos de perpetuidad, convirtiendo así los partidos entre azulgranas y cualquier rival una película continuamente repetida.

Y no es que la solución haya dado a los equipos que la han adoptado resultados altamente satisfactorios. Y es que resulta harto complicado aguantar la concentración de forma sistemática durante los largos noventa minutos que se está a merced del rival, y así, más tarde o más temprano una disfunción o un despiste acaba abriendo la brecha por la cual se cuelan los delanteros azulgranas generando múltiples ocasiones de gol. Sólo con actuaciones casi milagrosas como la del citado Varas, que casi logra repetir el granadino Toño, o partidos increíbles como el de Standford Bridge pueden relatar un triunfo o un pírrico empate.

Aún y así, la apuesta sigue vigente, y a la idea inicial creada se han ido añadiendo variantes que la perfeccionan. Una, la primordial es sujetar al elemento más desequilibrante con el que se enfrentan, que de forma constante, partido a partido lograba infiltrarse en las líneas enemigas y armarles un taco partido a partido, batiendo cualquier registro goleador existente hasta la fecha. Estoy hablando de Messi, claro. Ahora, en una aplicación cercana a la zona mixta aplicada en baloncesto, las dos perfectas líneas se deforman y buscan su punto de conexión en un único integrante: el argentino. Ya no es sólo importante distribuirse de forma uniforme a lo largo del balcón del área. Ahora también esa distribución a de tener su punto álgido en torno a la figura del diez azulgrana, de forma, que recibiendo éste el balón, se encuentre siempre rodeado entre tres o cuatro contrarios.

Tapando los huecos, se busca la desesperación atacante, que armado de paciencia busca y busca como infiltrarse. Y así, en esa ofuscación por buscar el camino directo hacia la portería la pequeña descuida sus posiciones defensivas y se facilitan los movimientos de los escasos elementos atacantes del rival. Y es que en ocasiones un pelotazo cual obús es arma suficiente para desmontar esa concentración de jugadores. Sólo hace falta recordar el gol que certifico la eliminación de la última Champions, o la jugada que casi cuesta los tres puntos en el último partido de Liga ante el Granada.

La línea no evitó la derrota de Francia al comienzo de la Segunda Guerra Mundial en 1940. Por el contrario, las divisiones alemanas la rodearon y atacaron en la región de Sedán, en su extremidad occidental, de forma que los ejércitos aliados fueron cortados en dos. El error estratégico francés se basaba en la experiencia de la guerra de trincheras, que había forjado un paradigma bélico de grandes frentes de batalla estáticos. La introducción de nuevos elementos en el escenario, como las unidades acorazadas o la aviación de guerra, así como el uso de nuevas tácticas, hicieron que la línea Maginot pasase a la historia como uno de los fracasos estratégicos más costosos e inútiles.

Y en eso está ahora el Barça en buscar soluciones. Una como los alemanes en su día es dotar de amplitud al ataque e intentar rodear al contrario llegando por los extremos. Otro, la introducción de variantes tácticas como el disparo lejano, que obligue a adelanta al menos a ciertos elementos defensivos para intentar tapar esos disparos. Y otro, la heroicidad, en forma de hazaña individual. Y así, Iniesta y Messi, como baluartes del juego del regate se convierten en decisivos en la mayoría de los choques. Y es por aquí donde creo que el Barça debe buscar sus refuerzos. Jugadores fuertes en el uno contra uno, con desborde, y capacidad innata para el regate en corto. Perfiles tipo Ribery, Muniaín o Neymar creo que serían como aquellos acorazados o aviación alemanas y harían pasar a la historia esta aburrida forma de juego.


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martes, 25 de septiembre de 2012

Un Barça algo perezoso


Mi hijo, que acaba de empezar estudios universitarios hace apenas una semana, tiene una facilidad innata para el estudio. No le requiere esfuerzo colocarse delante de un libro, y memorizar o sintetizar, en menos de una hora el conjunto de páginas y conceptos que requiere para sacar adelante los exámenes. Así ha ido pasando los cursos. Primaria, la ESO, Bachillerato y por fin la Selectividad.

Pero a menudo tenemos ciertas bronquitas en casa por esa dejadez que presenta en épocas en los que los exámenes no están presentes. El mínimo esfuerzo que le requiere superar las pruebas, hace que deje todas sus tareas para el último día, y así, justo antes de cada examen, se encierra en su habitación, y en menos tiempo del que yo desearía cierra el libro y… hasta el próximo. Él conoce sus posibilidades, y sabe medir que esfuerzo le supone cada trabajo, cada presentación, cada prueba.

Yo en cambio, le intento hacer ver que esa técnica de estudio, por llamarla de alguna manera, algún día le dará un disgusto. Un dolor de cabeza ese último día puede dar al traste con esa hora de concentración que requiere. Una avería eléctrica puede dejarle sin posibilidades de realizar el próximo trabajo. La confianza en sus posibilidades, y ese dejarse ir cuando  la situación no requiere el máximo esfuerzo pueden ser las claves de algún que otro fracaso. Pero claro, a él que le vas a explicar a punto de cumplir los dieciocho. Sus frentes de batalla son varios, los entrenos, los amigos, el facebook, y los estudios. Y a todos ellos ha de prestar atención.

Pues este fin de semana, viendo juntos el último partido azulgrana ante el Granada, le comentaba que el actual Barça me recuerda mucho a él. Empiezan los partidos como acomodados, e incluso parece que con algo de hastío. Debe ser salir al campo, y ver a los once tíos del equipo contrario metidos a las primeras de cambio en el balcón del área, y es cómo si una especie de pereza se apoderará del juego blaugrana. Y así, en una sinfonía de pases horizontales, y en un ir y venir insulso de la pelota el partido se torna aburrido. Ya apretaremos, deben pensar. Queda tiempo. En una de éstas, llegamos y marcamos el primero. Y así transcurren los minutos, y la nada se apodera del juego.

Y en las segundas partes, con el marcador igualado, parece que se toca a arrebato, y entonces paulatinamente, y a medida que el reloj se acerca al minuto noventa, las revoluciones, en el campo, y en el banquillo suben, y entonces sí, el ritmo se convierte en frenético en la búsqueda del gol que no acaba de llegar. Hasta que llega, y el trabajo se da por realizado. Bien está lo que bien acaba.

Y es que hasta ahora, el resultado es óptimo. Y al igual que mi hijo, que resuelve sus pruebas con calificaciones entre el notable y el sobresaliente, los azulgrana han conseguido todos los puntos en liza. Pero las sensaciones, son, que cualquier día, un dolor de cabeza puede aquejar al equipo. Un cortocircuito puede desactivar la conexión entre Xavi, Iniesta y Messi, y entonces estaremos lamentándonos por las horas largas de partidos en los que los nuestros dejaron transcurrir el reloj sin apenas presencia.

Yo preferiría, que tal cómo sucedía en las primeras temporadas de Guardiola, el equipo saliera al campo, a realizar su trabajo de la mejor forma posible. Atrincherar de verdad al contrario es su área, e intentar finiquitar los encuentros en los primeros cuarenta y cinco minutos. Así, de la misma forma, que el buen estudiante utiliza los últimos días antes de sus pruebas para repasar y asentar conocimientos, los azulgrana, podrían utilizar las segundas partes para gestionar cambios, realizar probaturas, y dar minutos a jugadores necesitados de ellos.

Ya sé que puede parecer algo sacrílego criticar ahora al equipo, cuando precisamente hoy, todos los periódicos de mi ciudad me han despertado con titulares sobre la magnificencia de los puntos conseguidos, y sobre la supremacía europea del equipo. Nadie en el continente lleva una trayectoria como la nuestra. Nadie nos puede hacer sombra. Y nuevamente me acuerdo de Marc, mi hijo. El también me dice que me calle, y que hasta que no suspenda deje de darle la tabarra. Pero claro, cuando suspenda, ¿de que servirá la bronca que le pueda pegar? El suspenso ya será un hecho, no?

Aunque debo reconocer, que debe ser cansino a su vez, disputar partido tras partido tratando de superar una y otra vez la misma situación. Once jugadores esperando, bien cerraditos en el centro, y rezando para que una contra ponga contra las cuerdas a los culés. Me hizo gracia en este último encuentro la lectura de mi hija pequeña, que viendo a los andaluces distribuidos de esa forma me pregunto; “Papa, pero eso vale?”


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miércoles, 19 de septiembre de 2012

Un susto, una idea y un genio.


Se ponía el Barça en marcha en su deseo de reencontrarse con Wembley, un día después de que lo hiciera su máximo rival. Y el regreso a la competición, que parecía fácil y tranquilo empezó con sobresaltos, y a más de uno le dejó con un pequeño susto en el cuerpo. Y es que sentado frente al televisor, con el reloj acercándose al minuto 93, y un córner a favor de los rivales, la imagen de Thiago Silva de la temporada pasada, rematando una ocasión idéntica a escasos segundos del final se repitió en mi cabeza.

No había empezado el partido bien para los azulgrana, con la lesión de Piqué, que deja huérfana la defensa de sus más emblemáticas piezas para las próximas dos o tres semanas. Su sustituto, Song, que hasta el momento ha ofrecido buenas prestaciones en el medio centro, no pareció desenvolverse muy bien en esa posición. Lento, y con muchos metros a su espalda, las pasaba canutas en cada contra lanzada por el equipo ruso. Y mi cabeza, que ayer le daba por imaginar y recordar, veía el partido del próximo clásico, y al camerunés en ese puesto, y casi me daban ganas de desactivar el cerebro, imaginando el daño que por ahí pueden hacer las vertiginosas contras de los blancos. Tal vez Bartra, con menos experiencia, pero más velocidad sea la apuesta más factible para un puesto que durante el próximo mes ha quedado cojo. Será cuestión de observar cual es la configuración defensiva catalana estas dos próximas semanas.

Susto por un autogol. El primero de Alves en su carrera, que puso a los rusos en el partido, y que les permitió acabar la primera parte con empate a un gol sin haber tirado a puerta.

Y susto en la reanudación, con una nueva contra rusa que obligaba a remontar. Ya teníamos dibujado un escenario parecido al que los blancos se encontraron en el día anterior, pero con más de media hora por delante para ejecutar el plan de la remontada.

Para ello, el Barça necesitó aumentar las revoluciones del partido, y aplicar a su juego típico de toque y posesión, el arma del juego individual. Se había visto durante el partido, que atacar la defensa rival no era tarea fácil, y que el deambular de la pelota de banda a banda a una velocidad mínima, no era un arma efectiva con la que desbordarla. Para ello, se recuperó la idea que Guardiola aplicó en el curso pasado, y el 3-4-3 pasó a dibujarse en el campo. Y poco a poco, el equipo azulgrana, fue presentando en el campo a todos sus artilleros. Ahora Aléxis, ahora Villa. Y poco a poco, las revoluciones del juego aumentaban y el cerco al área rival se intensificaba.

Y aún sin desplegar un juego y ritmo vertiginoso, la remontada fue un hecho. Claro que todo es más fácil si en tus filas milita un genio llamado Messi. Un genio que convierte en gol todo lo que toca, y que necesita muy poco, apenas nada, para aumentar sus estratosféricos registros partido a partido. Sólo hace repasar el vídeo del partido de ayer, y comprobar que las prestaciones del argentino fueron casi mínimas. No hubo regates, no hubo fintas, no hubo combinaciones, apenas intervino en el juego maniatado por los defensas visitantes. Pero enganchó dos pelotas en el área, y éstas acabaron en gol. Es curioso observar los goles del diez azulgrana esta temporada. Todavía no se le ve fresco, todavía adolece de esa chispa de velocidad que lo hace único, pero aún y así, sus números superan los de cualquier año a base de goles al primer toque. Un desmarque, un toque y un gol. Se está reconvirtiendo Messi en un delantero centro nato, que hasta es capaz de solventar partidos rematando de cabeza un centro a la olla.

Y una vez hecho el trabajo, se constató el respeto que se le tiene a este equipo. Con tres a dos en el marcador y más de cinco minutos por jugar, el Barça congeló el balón, y los visitantes seguían agazapados en su área a la espera ves a saber de que. Diez siluetas rojas continuaban dibujando dos líneas paralelas frente a su portería, y contemplaban como los azulgrana volvían a mover el balón con autoridad. Da la sensación que nadie se atreve a salir a buscarlos, sabiendo que espacios abiertos de más de un metro suponen una autopista para la técnica de los culés. Y aún así, y de rebote, llegó ese corner final. Y mi recuerdo. Cerré los ojos… y escuche el pitido final. Un final que marcó  un inicio de periplo europeo con más sobresaltos de los deseados, y la constatación de que Messi parece tocado por la varita de los dioses.


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Bomberos, arquitectos y un pirómano.


La épica victoria blanca en su debut en Champions, aunque viendo la reacción final de Mourinho, parecían estar jugándose ya el título más grande jamás logrado, puede haber alejado de forma paulatina la crisis generada por el titubeante inicio liguero. Pero aún así, el desarrollo del encuentro, marcado por la sorpresiva alineación inicial y por un final apoteósico no despejan las dudas sobre el diseño que quiere implantar el técnico luso.

Esta crisis de indefinición es un juego a tres bandas en la que se pueden establecer tres perfiles diferentes: bomberos, arquitectos y pirómanos. El objetivo de los bomberos es apagar las llamas, evitar el contagio y llevar el barco a puerto, todo ello sin preocuparse mucho de qué aspecto tendrá el edificio una vez concluida la crisis ni de qué pensaran los inquilinos que lo habitan. A la hora de adoptar una solución, los bomberos se guían por la efectividad: ¿taponará la brecha? ¿servirá de cortafuegos? ¿salvará vidas? Un bombero tiene que saber trabajar bajo presión y, en lugar de lamentarse por la falta de instrumentos o planes de contingencia, saber improvisar una solución recurriendo a lo primero que tenga mano. A los bomberos no les importa construir una explicación, rendir cuentas ni como se dice hoy, construir un relato. Su relato son los hechos: había un problema y se ha solucionado. En este apartado, se encuentras los rescatadores blancos en forma de delanteros, que ayer, apoyados en la floja línea defensiva rival, pudieron internarse casi sin problemas entre sus líneas para aplicar sus remedios sin casi oposición. Sólo había un reducto que parecía indestructible en forma de portero inconmensurable; Hart.  Cristiano Ronaldo, Benzemá, Marcelo, Higuaín, y todo aquel que dejaban deambular por la primera línea del fuego actuaban sin contemplaciones contra él, y atacaban con fuerza su base. Y poco a poco, las grandes llamas generadas por un extraño desarrollo del partido fueron apagándose hasta la extinción total, cuando ya todo parecía perdido. La solución aplicada no tuvo grandes florituras. Hacer llegar el balón a la frontal del área y disparar. Una y otra vez. Cómo los chorros de agua que atacan la base de las llamas. Y así, poco a poco, las fuerza del fuego fue amainando.

Los arquitectos, por el contrario, necesitan calcular hasta el último detalle, no dejando nada a la improvisación, que es su peor enemiga. Quieren diseñar sus edificios con tiempo, prever todas las alternativas, saber exactamente qué presupuesto tienen, qué peso soportará, qué función cumplirá y quién lo usará. También quieren planes de emergencia, rutas de evacuación y un programa de mantenimiento con revisiones periódicas. Si algo les aterra es un cliente indeciso, que no sabe lo que quiere ni para qué lo quiere. Y si de algo adoleció ayer el equipo blanco fue precisamente de ese tipo de perfil en el campo. Con una alineación algo extraña, y un trivote exagerado, el patrón del juego blanco en sus inicios pareció no quedar afectado por ese elemento pensador. Pero a medida que pasaron los minutos, y a la vez que el City  conseguía poco a poco salir de su escondite, fruto de las cabalgadas portentosas de Toure Yaya, la necesidad de ese juego entre líneas se hacía indispensable. Más cuando se veía, la nula capacidad de la estructura defensiva inglesa para contrarrestar ese tipo de juego. Cualquier jugador blanco que recibiera un balón entre líneas tenía facilidad para girarse, encarar, driblar y chutar. Era cuestión de tiempo que se pudiera apagar el fuego provocado por un sorpresivo gol inglés. Con veinte minutos por jugar arquitectos y bomberos parecían haber cercado el problema, y estaban prestos a aplicar una solución.

Finalmente están los pirómanos. De éstos los hay de tres tipos: los desequilibrados que encuentran satisfacción en ver las cosas arder; los que actúan de mala fe esperando obtener un beneficio económico; y los que con su comportamiento negligente provocan los incendios, no hacen nada para detenerlos o impiden las tareas de extinción. Y en este papel identifico claramente a Mourinho, aunque no sé muy bien en que grupo catalogarlo. El tercero queda descartado, ya que consciente de que se podía quemar, puso remedió y actuó echando mano de sus mejores soluciones, y dando las órdenes precisas para llevar las tareas de extinción del incendio a buen puerto. Incendio que el mismo había creado. Y es que no contento con el frente abierto durante la semana, pareció ayer que le echaba un pulso a su plantilla, o a parte de ella, avivando así un nuevo frente que podría haber provocado un fuego de características catastróficas.  Puede haber establecido Mou una nueva categoría en la definición de este tipo de sujetos: aquellos que crean su propio fuego, y encuentran placentero apagarlo por ellos mismos.

Solventado el fuego, veremos cómo trascurre el devenir de los próximos partidos. Queda la duda de si Mourinho seguirá ejerciendo su función pirotécnica. De ser así, su cuerpo de bomberos puede quedarse sin herramientas para atacar tantos frentes y verse desbordados. Porqué desde fuera, y sin un conocimiento de causa muy profundo: mientras bomberos y arquitectos luchan y pelean, el pirómano les llevan la delantera.


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martes, 18 de septiembre de 2012

Mourinho, trotamundos por necesidad.


Uno de los mayores logros de Mourinho es haber conseguido hacerse con las Ligas de todos los países en los que ha dirigido algún equipo. Portugal, Inglaterra, Italia, y ahora España lo han visto coronarse como el mejor. Esa movilidad, tal cómo a él le gusta recordarnos año tras año, le confiere un estatus único dentro del mundo futbolístico, y le convierte en el entrenador más laureado del momento.

Pero da la sensación, que a este hito ha llegado por necesidad. Y es que repasando la carrera de luso, se puede observar lo difícil que le resulta a él, y a los equipos que entrena, establecer una relación duradera. Y eso, que ha entrenado en un país, Inglaterra, dónde la figura del manager y entrenador tiene unas connotaciones muy diferentes a las del resto de Europa. Las islas, son, de momento el único reducto europeo donde se pueden dar casos como el de Ferguson o Wegner, que independientemente de los resultados, acuden a su trabajo como cualquier empleado, a sabiendas que su puesto está asegurado, más allá de los posibles caprichos de sus mandatarios y vaivenes del marcador.

Pues en esa situación, Mou, apenas pudo resistir tres años al mando del Chelsea, quedándole además una tarea pendiente por realizar, y para la que fue contratado; la conquista de una Champions.

Los equipos de Mou, se caracterizan principalmente por un juego de gran despliegue físico. Agresividad hasta el límite en defensa, presión asfixiante en le centro del campo, y contraataques contundentes son sus principales armas. Es un juego muy exigente que demanda mucho esfuerzo y sacrificio al jugador.

Por esa razón se habla, y con razón, de las segundas temporadas del portugués como las más exitosas. En su trayectoria, sus debuts vienen marcados por la asimilación que los jugadores deben hacer de su sistema. Por la comprensión de las tácticas, y por la adaptación del cuerpo a los rigurosos planes de entrenamiento que diseña. Con la maquina ya engrasada, parece que el pistoletazo de salida de sus segundas temporadas, marca el punto álgido de su trayectoria allí donde va.

Y así, en Oporto, Chelsea, Inter, y ahora Real Madrid, ese hito se ha ido cumpliendo de forma casi matemática, consiguiendo en cada uno de ellos subir un escalón más que el año precedente. Pero llega la tercera…, y entonces parece que algo se resquebraja.

En pocas ocasiones se habla de la tercera temporada de Mou. Ya sea porqué ha dejado el equipo o ya sea por la bajada del rendimiento, los terceros años del portugués o no han llegado, o no han culminado de forma exitosa. Sólo en el caso inglés, tal y como he dicho antes logró cumplir esos tres años, llegando su destitución a muy poco de iniciarse el cuarto.

Parece que sus equipos se cansan. O él se cansa de ellos. Unos, al haber cumplido los retos exigidos parecen entrar en una fase de relajación del trabajo bien hecho, y retornan de forma cansina a la competición, sin las grandes dosis de fiereza que les caracteriza. Y él, que parece intuir que aquello no da para más, y busca las formas de cambiar de aires, en busca de oxigeno y pulmones nuevos que le permitan exprimir su estresante concepción de la competición.

Sólo hay que observar la trayectoria futura de aquellas instituciones por las que ha pasado el portugués. El último caso es el más claro, el Inter de Milán, que después de haberlo ganado todo, pareció quedar exhausto y casi sin alma para competir. Y es que tal como ya expliqué en un artículo de este blog, parece que Mou descienda de Atila, a quien se conocía por su devastadora fuerza de destrucción.

Y ahora, en la tercera temporada blanca, parece que la historia, tan caprichosa en sus ciclos, se repita. Un Mourinho rodeado de los suyos, fuerte, y con todo el poder en su mano, ha podido configurar el equipo que ha deseado. Ha luchado durante dos años para derrocar a un equipo que todavía es leyenda. Ha peleado en el campo, en la sala de prensa, en el banquillo.., y hasta en los parkings. Ha tenido fuertes enfrentamientos con colegas, jugadores, instituciones y árbitros. Ha llevado hasta el límite la competitividad de un vestuario, creando disputas y tensiones, en aras de favorecer la máxima intensidad en cada unos de sus hombres. Ha subido hasta los altares algunos de ellos. Ha defenestrado a otros. Todo en la búsqueda de un solo objetivo. Destronar al Barça.

Y ese objetivo, se consiguió en parte en su segunda temporada. Tal y como marcan los cánones. La Liga de los récords. Más de cien puntos, más de ciento veinte goles, más presión, más pegada, más rapidez, más polémica…., hasta que finalizó, llegó el verano, y en el reencuentro parece que las fuerzas y los ánimos ya no están para soportar nuevamente otro ciclo de exigencia.

Veremos como reconduce Mou la situación, y si es capaz de revertir lo que ahora, desde aquí, y desde allí se ve como el principio del fin. Al final, y según se están produciendo los hechos, la frase de Guardiola en su última rueda de prensa, cobra vigencia, y es que cuando dijo aquello de que “Al final ens farem mal / Al final nos haremos daño”, dejó entrever que a él también se le estaba haciendo cuesta arriba la gestión de un vestuario llevado hasta el límite de sus posibilidades durante cuatro temporadas. 


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lunes, 17 de septiembre de 2012

Un Barça "sin".


En una época de recortes, en la que la ciudadanía nos estamos acostumbrando a vivir “sin” todo aquello que hasta hace poco parecía de uso común. En un tiempo en la que nos hemos acostumbrado a beber “sin” alcohol, a comer “sin” calorías, a viajar “sin” pasaporte, y en la que a más de uno le gustaría dejarnos “sin” capacidad de raciocinio,  el Barça, el nuevo Barça de Tito Vilnova, presentó en un último partido de Liga ante el Getafe, su versión ligth, y ante la sorpresa de todos, alineó un once con casi pleno de canteranos y con la ausencia de sus máximas estrellas. Fue el Barçasin”.

Un BarçasinDani Alves, al que sustituyó Montoya, que parece que poco a poco va ganándose el estatus de jugador del primer equipo. Un Alves que ha iniciado la temporada algo renqueante, y con pocos minutos de juego en sus piernas. Pequeños percances y molestias le han impedido jugar todo lo que está acostumbrado. Pequeños percances y molestias, que sin embargo no han impedido que con Brasil, juegue de forma completa los bolos de preparación de “suMundial. El jet lag de tanta ida y vuelta, y el aviso de Tito, pueden hacerle ver al brasileño, que este año, será mejor centrase en su puesto de titular, y no olvidar que ahora, parece tener un suplente de garantías.

Un BarçasinJordi Alba, que enfermo, y también obligado a jugar un compromiso internacional sin estar en plenas condiciones, ve, cómo Adriano le va arañando minutos, en lo que parecía el puesto de titular más fijo de este equipo. Después de su impresionante Eurocopa, en la que destacó y nominó como el mejor lateral izquierdo del continente, está viendo, en su inicial periplo azulgrana, cómo otro brasileño, también ansioso por disputar “su” Mundial, defiende, ataca, y marca. Está pagando Alba el esfuerzo físico de este verano, y a día de hoy parece que el ex-sevillista le lleva ventaja en las prioridades del entrenador.

Un BarçasinIniesta, también renqueante de su periplo internacional. Una baja, que propició la entrada de Thiago cuatro meses después de su lesión, y que acompañó a Xavi y Busquets en el centro del campo.

Y sorprendentemente un BarçaSINMessi. Y es que en un partido en el que también se iba a jugar “sinAléxis, y “sinVilla, si algo parecía claro era que el argentino ocuparía el eje de la delantera. Y para sorpresa de todos, el tridente atacante contó con unas siglas poco habituales y de difícil combinación. Y es que Tello, Cesc y Pedro no tienen unas iniciales que propicien la mediática definición que las conjugue.

Y ante la sorpresa general, ese Barça tan poco azucarado y edulcorado ofreció el partido más completo desde que se inició la temporada. Y ante un equipo madrileño que optó por repetir el planteamiento de la temporada pasada, supo leer de forma espléndida el partido, y cerrarlo con un marcador que no dejó lugar a dudas. Eso sí, lo fue haciendo a medida que se incorporaron al campo ingredientes que dieron algo más de sabor al juego del equipo. Y ya “CONMessi primero, que logró dos goles en menos tiempo de lo que aquí tardaría en narrarlos, y “conVilla, a modo de ingrediente que da el toque final, cerró un marcador muy favorable, y certificó una victoria que, refugiándonos en la estadística, casi certifica el alirón azulgrana. Y es que desde que el Getafe inició su andadura en la Primera División, año que los azulgrana consiguen salir victoriosos del  Coliseo Alfonso Pérez, año que la visita a Canaletas, y la rua ciudadana está garantizada.

Está siendo un inicio de temporada muy efectivo el de los azulgrana. Cos su última victoria, han logrado superar cualquiera de los arranques del añorado Guardiola. Nunca consiguió éste un inicio tan arrollador, dejando así una pequeña posibilidad a su sucesor de superarle en algunos de los estratosféricos resultados estadísticos que consiguió..

Este, y la diferencia de ocho puntos respecto al Real Madrid, son los datos más significativos de un campeonato que apenas se ha puesto en marcha, y que visto lo visto, puede quedar reducido a la nada a poco de iniciarse. Es pronto, muy pronto, y las campanas no han de sonar de forma oficial, pero nadie puede negar a día de hoy, que a poco que los blancos no reaccionen, los azulgrana también se quedarán “sin” rival.


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jueves, 13 de septiembre de 2012

La catalanidad del Barça


En unos días marcados por la masiva manifestación de la Diada de Catalunya, se han unido en un solo hito, noticias de carácter político y deportivo, y en ellas, el centro de atención ha puesto sus miradas por un lado, en la propuesta de nueva equipación para la próxima temporada, según la cual, los azulgrana substituirán sus colores habituales por los de la senyera, y por otro, en la presencia de la institución azulgrana en los actos de la citada Diada.

En el tema de la camiseta, podríamos hablar de temas estéticos, y opinar sobre la combinación de los colores rojo y amarillo y el impacto visual que tales colores producen. Cómo dice el refrán “contra gustos no hay disputas”, y por lo tanto, allí cada cual con la estética y sus preferencias. A mi particularmente, me gusta, y así como me compré la camiseta amarillo fosforescente de la época de Ronaldinho, y probablemente este año me decida por adquirir la surrealista segunda indumentaria, no me quedan dudas que también la nueva propuesta pasará a formar parte de mi colección. La combinación de colores me atrae, y así, cualquier propuesta estridente me resulta impactante.

Pero en cambio, el discurso no va por esos caminos. El debate se centra en lo que esa camiseta representa, en su significado. Y es que no entiendo muy bien los porqués de la ofensa que puede suscitar el hecho, de que un club, catalán para más señas, se muestre orgulloso de su origen, y lo luzca en aquello que le hace más visible: su camiseta. Què hay de malo en ello?. El Barça es catalán, se expresa en catalán, vive en catalán, sus socios, aquellos que acuden en masa al campo lo son en una amplia mayoría, y por lo tanto, es obvio que en los signos que representan a la entidad se muestre el catalanismo como tal.

Es normal que un japonés, por ejemplo, desconozca estas señas de identidad del Barça y lo que le llega es simplemente que es un club de España que últimamente gana muchos títulos con un juego ofensivo, donde juegan Messi, Xavi o Iniesta, etc. La relación que los seguidores tienen con un club es algo personal e intransferible. El Barça tampoco pretende hacer separatismo, esto no es una secta a la que hay que someterse para formar parte de su masa de aficionados. La adscripción es voluntaria y no se hacen distinciones, ya sabéis, “tant se val d'on venim”… “es igual de donde venimos”.

Pero también es cierto que a poco que ciertos aficionados se interesan por el club descubren sus particularidades, así como las de la sociedad catalana a la que van ligadas, como la lengua catalana, cuya existencia seguro que muchos extranjeros desconocían y ahora, al menos, saben que existe y es una lengua viva. Así mismo, no son tan raros estos últimos años los reportajes en medios de comunicación extranjeros sobre el Barça en que se explican estos aspectos. Ya es un clásico oír a los de ESPN hablar del club catalán, del motorcito de Terrassa, etc. Eso no sólo es un activo para el Barça sino también para Catalunya, no en vano el museo del Barça es el museo más visitado de Catalunya (cosa que por otra parte no nos deja en buen lugar...) y el tercero de todo el Estado, sólo por detrás del Prado y el Reina Sofía.

Y esa catalanidad inherente del club, cómo he dicho antes no deja fuera a nadie. Pero lo también lo es, que en este y en cualquier otro ámbito la adaptación ha de ser de las personas que se adhieren a un club, y no al revés. En mi caso, por ejemplo, me resulta simpático desde muy joven el Betis, y no por ello pondré el grito en el cielo porqué luzcan los colores de la bandera andaluza en su primera equipación. O no sé las razones de mi devoción por el Liverpool, y tampoco me inmiscuyó en su rivalidad con el Everton y sus posibles piques y disputas ciudadanas. Faltaría más, cualquier equipo tiene su idiosincrasia, su historia, su tradición, su forma de ser, y mi afiliación o simpatía por él, no ha de suponer ningún cambio en este sentido. Es cómo si ahora, por poner un ejemplo, y que nadie se me enfade, el club tuviera que cambiar y adaptarse a la nueva legión de seguidores chilenos atraídos por la presencia de Aléxis Sánchez. Sería una incongruencia, no?. Mas, cuando es sabido, que la mayoría cambiaran de indumentaria al día siguiente de la marcha de su estrella, si se produce, a un nuevo equipo.

Yo entiendo la nuevo camiseta como un guiño al público local. Cómo una oportunidad de unir en un mismo gesto dos sentimientos. Ser culé y catalán. Y es que en definitiva es lo que soy. Culé por tradición y catalán por nacimiento. Y no creo que nadie me pueda discutir ninguna de las dos aseveraciones. O si?


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viernes, 7 de septiembre de 2012

Thiago / Cesc. Segunda parte


Esta semana, sin fútbol de clubs, el ruido mediático en torno a éstos aumenta, ya que ante la falta de competición las noticias escasean y los nombres se hacer recurrentes en el papel y en la red. Así, hemos leído y escuchado múltiples versiones y opiniones sobre Ronaldo y su amarga tristeza. Y a la vez, aquí, también andamos detrás de Cesc Fábregas, al cual, no se le ve desbordante de alegría que digamos.

Los que sois asiduos seguidores de este espacio, sabréis de mi predilección por este jugador. La temporada pasada, cuando se planteaba su fichaje, y se hacía desde la diatriba de escoger entre él y Thiago como apuestas alternativas al lujoso centro del campo azulgrana, mi posición fue a favor del de Arenys. Al final, después del enésimo culebrón del verano, éste aterrizó aquí, y su llegada, no propició la marcha del hispano-brasileño como así se parecía intuir.

Y así, al mejor centro del campo del mundo, formado por Busquets, Xavi e Iniesta, se incorporaron dos piezas que garantizaban relevos con garantías en las posibles rotaciones del equipo.

Pero no todo ocurrió según lo planificado, y las aportaciones de uno y otro quedaron por debajo del listón de las expectativas. Pero en la comparación, Cesc, fichaje de renombre y fichado a precio de superestrella sale perdiendo. Thiago es un canterano, de nulo coste y amplia proyección al que no se le puede pedir que irrumpa en el equipo de forma fulgurante. En cambio, el ex del Arsenal llegaba con la vitola de superclase, capitán de los gunners, portento físico, madurez competitiva y conocedor de la escuela y forma de juego blaugrana. Y lo que pareció un inicio fulgurante, en forma de conexión casi divina con Messi, se fue diluyendo hasta quedar en la nada con los últimos estertores de la pasada temporada. Y en esas estamos todavía.

Ambos, Thiago y Cesc, aunque cada uno desde diferentes perspectivas se enfrentan a la misma situación. Descabalgar del puesto de titular indiscutible a la mejor combinación de centrocampistas que yo haya visto nunca en un terreno de juego. Y sí, es cierto, que una temporada da minutos para todos, pero es indiscutible, que aunque el ansía de participar haga que se desee estar presente en cada uno de ellos, la verdadera gloria llega cuando se aparece en la foto de los encuentros decisivos. Y en ellos, la presencia de la trilogía azulgrana es constante, dejando a sus compañeros la disputa de esos “otros” minutos que, en ocasiones dan hasta pereza jugar.

Y ahí Cesc sale perdiendo. Thiago es joven y sabe que le llegará su oportunidad. La vida de Xavi en el equipo no irá más allá del próximo Mundial, fecha que pillará al mayor de los Alcántara con apenas veintitrés años de edad. En cambio, el cuatro azulgrana, está en la plenitud de su carrera, y ve como su nombre y prestigio, ganado a pulso en su trayectoria inglesa va decayendo. Menos mal que en la pasada Eurocopa supo aprovechar su oportunidad y lució fuera de esos puestos del centro del campo, que como era de suponer, también quedaron en manos de sus compañeros.

Pero en el Barça esa posición tiene dueño. Y si en las restantes, hay minutos de reparto, en esta la aportación de Messi es dictatorial. Todo lo juega, lo importante, lo superfluo y hasta casi lo intrascendente.  

Y así, tal y cómo confesaba el otro día el mismo Fábregas, éste se encuentra luchando por un puesto de titular contra compañeros que hace apenas una temporada coparon la designación para el Balón de Oro. No es fácil su situación. No es fácil saber que aun a tu máximo nivel, las prestaciones de tus compañeros te superan. No es fácil, jugar hoy de interior, mañana de organizador y al siguiente de falso delantero. No es fácil no saberse titular y con un puesto y rol fijo en el equipo. Y Cesc lo sufre.

Intuyo sus cábalas. Debe repasar cada posición y lo que él puede aportar, y al final la conclusión siempre es al misma. Hay alguien mejor que yo. Y aún siendo uno de los diez mejores centrocampistas del mundo, él y el resto de ellos, deberían conformarse de momento, con asistir a la sinfonía de pases que partido a partido nos regalan lo que se han denominado “esos locos bajitos”.

A veces no se pueden tener todos los cromos. Una situación parecida a la actual se vivió el año de la eclosión de Busquets, y la suplencia de Toure Yayá. El marfileño no supo digerir aquella situación, y su pérdida de peso y valor en el equipo le hicieron buscar otras alternativas. La vida no se acaba de azulgrana, debió pensar. Esperemos, que las raíces blaugrana de ambos centrocampistas haga que ese pensamiento no aflore, y que la paciencia y el saber estar, sean las virtudes que nos permitan ver en un par de temporadas una nueva versión de la actual trilogía que ahora manda en el concierto futbolístico mundial. 


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martes, 4 de septiembre de 2012

Estoy triste


Llevo un día algo aburrido leyendo la prensa en sus distintas variantes. La deportiva y la de información general, la de aquí y la de allí. Y es que entre subidas de IVA, paro, fondos de previsión, y las lagrimas de Ronaldo, la depresión post-vacacional me está durando más de lo habitual en estas fechas.

Menos mal que ayer empezaron los entrenamientos de mi equipo infantil. Menos mal que ayer pude volver a verlas caras de esos chavales que, empiezan la pretemporada con las ganas de reencontrarse con aquello que dejaron olvidado el ya lejano mes de junio. Menos mal que después de la charla inicial, el balón se puso a rodar, y realizamos el primer partidillo de toma de contacto. Estaban casi todos. Y con ilusión. Ilusión por reencontrarse, por volver a jugar al fútbol, por pisar la hierba artificial del campo, por compartir nuevamente horas de vestuario, por reírse, por correr, por saltar, por disputar un balón. Y no tardó en llegar el primer gol. El primer gol del entreno, del curso, el primer gol, espero, preludio de muchos más.  

Veinte jugadores que esperaban ese día con casi ansiedad. Iban a practicar su deporte favorito. El contacto con el balón y el trato con sus iguales les aportan todo lo que necesitan para sonreír. No cobran un euro por hacerlo, más bien al contrario. Sueñas con ser Puyol, o Casillas, o Messi, o Iniesta, o Ronaldo. Sí, Ronaldo, el futbolista tristón que parece desenvolverse ahora cómo cualquier oficinista en una dura y monótona jornada laboral.

El fútbol. Ese deporte practicado al aire libre, en un horario confortable de apenas entrenamientos de dos horas de duración. Ese deporte mediático que te hace ser idolatrado y envidiado a la vez. Ese deporte que al máximo nivel garantiza la mejor de las pensiones. Ese deporte que te convierte en mito, y que te hace ver tu nombre representado y serigrafiado en las más múltiples formas.  Ese deporte, en definitiva que te vuelve casi inmortal.

Aconsejaría a estos dioses del balón, que de vez en cuando se den una vuelta por los pequeños campos de su ciudad. Campos en ocasiones sin gradas y pequeños. Campos con vestuarios vetustos. Campos sin glamour. Que vean y observen lo que allí se respira. Miles de niños cada fin de semana cargan sus bolsas para lo que para ellos es el momento crucial de la semana. Su partido. Unos juegan mucho, marcan goles, son las estrellas de esos modestos equipos. Otros no lo hacen tanto, pero animan en el banquillo, y saltan como resortes cada vez que el gol se aproxima. Esperan su oportunidad. Miran al entrenador a la cara pidiendo casi a gritos poder salir un rato a jugar. La ilusión por unos minutos de gloria mueve a que cada fin de semana, con frío, agua, viento o sol, todos se presenten para competir.

Si han ganado la fiesta es completa, y no digamos ya si se ha marcado un gol. La derrota se vive como un drama sano, que se resuelve de forma sencilla con un buen bocadillo y una refrescante bebida. Esa es la prima post-partido.

Tal vez así, estos míticos jugadores dejarían de estar tristes. Tal vez, en un ejercicio de regresión, se verían allí, en sus inicios, y repasando mentalmente su trayectoria, verían lo que disfrutaron para llegar hasta donde ahora están. Instalados en la cima, y disfrutando de la máxima expresión de este deporte.

Entiendo la ambición de Ronaldo. Entiendo sus ansías de reconocimiento. Por ser el mejor. Es lícito que todo profesional lo intente y lo deseé. Ser el número uno. El que más premios gana, el que más cobra, el referente, el top en todas las listas. Pero, a veces, es de inteligentes saber interpretar que papel me toca vivir, y cuales son mis posibilidades.

Cambiando de deporte, mi hija, ya sabéis, la que juega al baloncesto, comienza esta temporada un año muy exigente. Nivel A. Un equipo de doce niñas en las que sólo cinco saltan a la pista. Un deporte con más suplentes que titulares. Un deporte para altos. Y Marta apenas llega al 1.60. Sabe por tanto que papel le va a tocar jugar. Claro que desearía ser la mejor, la que más jugara, la que más minutos tuviera. Pero sabe que no será así. Su objetivo es disfrutar del nivel de la competición. Progresar y arañar los minutos que pueda, para así, ir escalando puestos en el escalafón de las rotaciones. Y sí, a veces llora, y se cabrea, y se pone triste por no conseguir lo que desea. Pero cuando se da cuenta que la tristeza no conduce a lograr ningún objetivo, sabe que sólo le queda una posibilidad. Ser feliz y disfrutar de los minutos que dispone. Tal vez ese sea un buen consejo para Ronaldo. Que disfrute de estar nominado entre los mejores, de ser guapo, rico y famoso cómo a él le gusta recordarnos. Que valoré su presencia en todas las designaciones. Y que asuma con naturalidad, que hoy por hoy, el premio más grande es para otros. Le diré que un día venga a ver a mi hija. Bueno, mejor se lo diré a Messi, que le hará más ilusión. A Marta, claro….;-)


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lunes, 3 de septiembre de 2012

Lo ordinario y lo extraordinario


El poder del Barça en estos últimos años, ha sido hacer de la excepción el hábito. Conseguir título tras título, goleada tras goleada ha generado en la afición culé, y porqué no decirlo, en gran parte del universo futbolístico un halo de imbatibilidad hacia este equipo.

La semana pasada perdido entre el zapeo televisivo, y la pereza de la vuelta de las vacaciones, me quedé anclado ante el televisor viendo una entrevista a Sánchez Jara. Èste, fue un jugador de la Masía, de no mucho renombre, pero que por aquellas causas del destino, y los golpes de suerte que en ocasiones se producen sin saber muy bien la razón, pasó de jugar en Segunda B a la primera plantilla azulgrana, a las órdenes de Johan Cruyff y su idolatrado Dream Team. Ahora ya retirado, y lejos del fútbol, se declaraba adicto a cualquier retransmisión televisiva que tuviera como razón un partido de fútbol. Le era indiferente la categoría, el nivel de los rivales, la posición de éstos en la tabla. Manifestaba que cualquier partido le generaba expectación…. hasta la llegada del actual Barça.

Algo empezó a cambiar en su gusto con esta nueva forma de jugar. El resto se volvía vulgar, indolente, previsible y monótono. Un ir y venir del balón sin apenas sentido y toque. El fútbol, el otro fútbol le aburría, y su máxima atención sólo se disparaba cuando los azulgranas se ponían en juego.

Esta situación, creo que no es única. En casa,  nunca hubiera imaginado que mi hija, por ejemplo, siguiera un partido de fútbol con expectación. Y eso que juega a basket!!.  A ella no le gusta el deporte televisado, le gusta jugarlo, en la pista o en el banquillo, pero disfruta con la inmediatez del momento y de la competición. Baste decir, que son raras las veces, y extraordinaria la ocasión en la que se sienta a ver un partido de baloncesto en el sofá. Sólo en estas últimas Olimpiadas, la final disputada entre EEUU y España recabó su atención. Sabía que estaba ante algo diferente y que valía la pena sentarse un rato a mirar. Y la igualdad y tensión del partido la retuvo allí, lejos de su ordenador, del Facebook, del WhatsApp, y de todas las nuevas formas de comunicación que controla como nadie.

Y de la misma forma, es acercarse la hora del partido, el del Barça, e independientemente que sea de Copa, Champions o Liga, abandona sus herramientas habituales y el desenlace del partido se convierte en prioridad. Y allí se plantifica, no esperando únicamente que ganemos. Eso lo da por hecho. Su única duda es saber por cuanto lo haremos, y cuantos goles marcará Messi. La derrota también ha pasado a ser un hecho extraordinario.

Pues bien, esta temporada, y a pesar del juego correcto de los azulgrana parece que esa sensación se va diluyendo. En un inicio algo tristón y gris, el colorido de las actuaciones culés ha bajado su tonalidad, y se van pareciendo al del resto de los equipos. No se puede decir que jueguen mal. No se puede criticar su falta de implicación. No se puede hablar de desidia, pero si que se nota que el juego ha caído, y que en ciertas ocasiones se hace monótono y, en un adjetivo hace poco impensable, aburrido.

La presión de los jugadores es correcta. El juego de toque es correcto. La seguridad defensiva es correcta. La alineaciones son correctas. Pero, falta algo. Falta vivacidad, chispa, alegría. Le falta a Valdés, que parece algo acongojado en cada balón que vuela hacia portería, y hasta diría que obsesionado por mostrar su juego de pies. Les falta a los laterales, que suben sí.., pero no llegan a hacer trizas a las bandas contrarias. Les falta a la media, que si bien llega a superar la mayoría de veces el setenta por ciento de posesión, pecan de excesiva lentitud y de horizontalidad en las acciones, obviando uno de los principios básicos del juego de ataque; la profundidad entre líneas. Y le falta a la delantera, que anda huérfana de gol, supeditada cada vez más a un Messi, también contagiado por este formalismo del juego. Cumple, sí, pero sin extravagancias.

Ante el Valencia, se pudo ver un ejemplo de este tipo de juego. Victoria y tres puntos más sería el titular del encuentro. Nada destacable a excepción del gol Sólo momentos puntuales de calidad individual, como un caño de tacón de Xavi. Únicamente expectación por ver las evoluciones de un Song que parece encajar de momento a la perfección. El resto, un correcto partido de fútbol, que hizo que a mediados de la segunda parte llegará a mis oídos el repetitivo y molesto tecleo de las teclas del móvil de mi hija, enfrascada en sus cientos de conversaciones on-line. El partido, Barça y Messi, habían dejado de ser ayer una prioridad. Lo extraordinario se le hizo ordinario.


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