La maldición del nueve

Desde que Guardiola está en el banquillo cada uno de los portadores de este mítico número han abandonado el equipo. Será capaz Aléxis de romper con esta maldición?

Cesc Fábregas. Punto Final?

Después de tres años con noticias repetitivas sobre su contratación, parece que al final este año se dan las condiciones para su vuelta

La profecía de Van Gaal

Hace un tiempo, Van Gaal, hizo una profecía, queréis saber cual es?

Mourinho, una táctica diferente

Mourinho se caracteriza por explotar al máximo el entorno que rodea la disputa de un partdo.

Cruyff, dos inicios. Una historia.

La llegada de Cruyff al Barcelona supuso una revolución, tanto en su etapa como jugador, como en la de entrenador.

viernes, 8 de marzo de 2013

Turbulencias.

Parecía un viaje de placer. Un despegue algo brusco, y con cierto aire en contra hizo que el inicio fuera algo lento. Pero sorteados los primeros impedimentos, con viento a favor, y un ambiente del todo despejado, el avión puso rumbo a velocidad de crucero hacia su destino. Un destino que parecía iba a ser alcanzado con mucha antelación versus el horario previsto.

El pasaje viajaba confiado. Entre risas y bromas parecía que lo que acostumbraba a ser una larga travesía plagada de dificultades, iba a ser esta vez una anodina aventura con final feliz. El piloto, que debutaba como comandante de la nave, parecía solvente, incluso en ocasiones más que su antecesor. Su copiloto, al igual que él en anteriores travesías, permanecía en segundo plano, apoyando en las tareas que se le requerían.

Y en mitad de la travesía un giro inesperado en forma de enfermedad del comandante, pareció distorsionar el placentero trayecto. Pero sin nubes ni tormentas, el avión seguía su curso de forma anodina, y parecía que incluso en modo “piloto automático” sería capaz la compañía de cumplir con los horarios previstos

Pero cómo en cualquier viaje de larga duración el tiempo cambió, y las nubes se tornaron negras, el aire sopló violentamente en contra, y el avión entra en una gran tormenta, que llena de turbulentas le hace vibrar. Y así, aquello que hasta entonces se había transcurrido sin sobresaltos se convierte en un suplico para la nave azul y grana, ahora ya en manos del segundo, viendo que la indisposición del comandante ha ido a más.

El pasaje, acostumbrado a los parabienes de las horas previas, no parece darle demasiado importancia a los primeros vaivenes, intuyendo que éstos serán ocasionales, confiando plenamente tanto en lo magnánimo del tiempo, que hasta el momento había ofrecido dificultades, cómo en la capacidad del nuevo piloto y su equipo. La calma se instala a la espera del transcurrir de la tormenta.

Pero esta no finaliza, y lo que parecía la antesala de una ligera vibración, es ahora un vuelo lleno de dificultades que amenaza no ya sólo los pronósticos iniciales que hablaban de un éxito antes de tiempo, si no incluso se habla de una posible debacle en forma de aterrizaje de emergencia. Parece que son pocos los que confían en el nuevo comandante y su equipo, y ya se oyen voces al fondo del inmenso aparato que auguran la tragedia.

Es el momento de la calma. Es el momento en que todos apoyen al que guía la nave. Es el momento en que piloto, equipo y pasaje confíen en sus propias posibilidades y dejen de escuchar las órdenes, que con toda la buena intención les envían desde una lejana torre de control. Sólo “in situ” se sabe la magnitud de la tormenta, se aprecian las acometidas del aire y las necesidades de tomar las decisiones de forma directa y no diferida.

Sólo así, confiando en el que actualmente está al mando, el runrún continuo que todavía se oye de fondo desaparecerá. Ya habrá tiempo, cuando el titular del aparato se recupere, que éste tome el mando. No convirtamos un estupendo viaje en un tortuoso camino. Y recordemos que en cualquier travesía lo importante es llegar.
Sentémonos todos en nuestra butaca y otorguemos nuestra tranquilidad a los que comandan este inmenso aparato. No nos movamos, chillemos y gritemos dificultando así las maniobras que permitirán salir al aparato con el morro alzado de las nubes negras que le rodean.

El parte meteorológico habla de una nueva tormenta que se acerca desde Italia, con viento de Levante, y presagia nuevas ventiscas de cara. Sólo entrando en ella a todo trapo, y conduciendo con firmeza se podrá superar. Una vez hecho, parece, y digo parece, que el panorama se aclara, y el pasaje podrá volver a disfrutar de la travesía. Seguro que los negros nubarrones se aclaran y el sol vuelve a lucir. La primavera está próxima.




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lunes, 4 de marzo de 2013

Un campeón groggy.


La verdad es que después de presenciar las evoluciones del Barça en el último clásico, el desánimo fue el principal de mis sentimientos. Observar a un equipo casi diría que indolente, deambular al son de una versión B del Real Madrid, y ver cómo con la salida de los refuerzos blancos, el cambio de ritmo del partido hizo que los nuestros se vieran ya casi derrotados ante las primeras arrancadas, del ahora, omnipresente Cristiano Ronaldo, me dejó en un estado de estupor, y casi sin capacidad de reacción ante el espectáculo ofrecido.

Ni la excusa de un penalty no señalado, que lo fue, y además clarísimo me servía como argumento para defender, que tal vez, el empate pudo haber llegado en aquellos instantes finales. Las caras de los jugadores, en la que apenas se aprecia tensión, las imágenes de Roura, animando con gestos ostensibles a ritmo de “vamos”,  sin saber éste muy bien hacia donde dirigir a sus jugadores, los tweets leídos con posterioridad dudando ya de todo o casi todo, las protestas finales buscando en esa última decisión que no nos beneficiaba la principal causa de la derrota,  me parecieron devolver a un escenario ya lejano.

Un escenario el cual apenas conoce los más veteranos de la plantilla, acostumbrados el resto a nadar en las aguas del continuo éxito. Un escenario que habla de malos momentos, de baches, de pobre juego y partidos difíciles de levantar. Un escenario que deja la excelencia fuera del guión, con un juego insulso sin apenas nada que destacar, y que deja el equipo al borde del KO.

Porqué si a algo se asemeja hoy este equipo, es a aquel boxeador que después de dominar el ring, recibe un golpe muy duro, y queda groggy a merced de su rival. El puñetazo en pleno rostro vino desde Italia, y sin capacidad de reacción, los blancos han aprovechado el aturdimiento del gran campeón, para asestar don nuevos ganchos, que están haciendo, que en estos momentos el once azulgrana deambule por ese cuadrilátero ficticio, a la espera de que suene la campana reparadora, que le permita respirar en su esquina  atendiendo las órdenes oportunas.

Unas órdenes, que no sé si es por el aturdimiento reseñado, ahora parecen llegar tarde y mal. Aunque tampoco me parece justo la forma en la que es criticado y vilipendiado Roura hasta límites que rayan lo soez. Y es que si hasta hace unos días todos hablaban del gran despliegue técnico de las instalaciones azulgranas, posibilitando el seguimiento del equipo desde nueve mil kilómetros de distancia. Si hasta hace unos días la comunicación vía móvil y whatsapp era los más de lo más, y la prueba fehaciente del trabajo bien hecho. Si hasta hace unos días, la profesionalidad de los jugadores y la instauración de un modelo hacían de la figura del entrenador algo así como un ente abstracto que sólo debía preocuparse en conservar y perdurar lo ya creado, ahora no puede ser que sea el último de los responsables, el principal artífice de esa falta de reacción.

No hace mucho defendía yo mismo la casi nula incidencia de un técnico de prestigio en el banquillo, ante la gran capacidad técnica y táctica de casi todo el grupo. Pero ha bastado un golpe, para hacerme ver, que ante momentos de zozobra es necesario saber que hay alguien que analizando desde una posición diferente, es capaz de sacarte del atolladero. Y es en este punto donde, según mi visión está fallando el equipo y el cuerpo técnico en general. Se siguen utilizando las mismas armas, los mismos conceptos, las mismas estrategias, y los mismos patrones de juego desde el minuto cero al noventa, y apenas hay variaciones, independientemente del partido que se juegue.

Siguiendo con el símil boxístico, tal vez hubiera sido momento, después de ese mal asalto italiano, de recogerse, de buscar las esquinas del ring y bailar alrededor de nuestro rival y esperar. Tal vez era momento de que la defensa fuera nuestra arma, y dejar pasar estos momentos dejando la iniciativa al otro. Tal vez no fuera el momento de buscar aire, descansar en campo propio, y con las fuerzas en su justo límite intentar golpear en momentos puntuales.

Tal vex sea el momento de jugar de otra manera, a la espera de que pase esa sensación de aturdimiento. Un par de malos asaltos los tiene cualquiera. Saber salir de ellos con el mínimo daño es clave. No dejemos que la cuenta llegue al diez. El KO absoluto sería un mal final para un combate el cual llevábamos tan bien encaminado. 

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martes, 26 de febrero de 2013

Siempre Barça


Todavía recuerdo con nitidez el momento. Un centro de Alves, un mal rechazo de la defensa, un pase hacia atrás de Messi, y ver el balón colarse por la escuadra de Cesch después de un zambobazo de Iniesta. Luego, la locura. Todos corriendo, todos chillando, algunos incluso llorando. Todavía veo a uno de mis hijos, entonces con apenas 13 años, subido encima de la mesa de un bar gritando cómo loco tras la consecución de un gol, que daba al Barça la posibilidad de conseguir un triplete. Todavía recuerdo a mi padre, intentando hacer que bajara de la mesa, pero dejándose arrastrar por el ambiente de alegría extrema del establecimiento. Y todavía recuerdo la conversación que teníamos de regreso a casa.

Me hablaba Marc de la suerte de ser del Barça, de la posibilidad de ganarlo todo, de lo grande que estaba siendo la temporada. Yo le escuchaba entre gritos y banderas. La gente se había vuelto loca, y la Via Julía, era una sinfonía de cláxones y bocinas. Los balcones estaban a rebosar y se oía el himno del equipo en cada una de las travesías que cruzábamos.

Mi hijo miraba, y no dejaba de mostrar una perenne sonrisa. Yo, por mi parte, después de los nervios pasados, recuerdo que sólo le decía una cosa. Qué recordara el momento, qué se lo gravara en la memoria y que lo disfrutara al máximo. “Marc, disfruta el momento, puede que sea la única vez que vivas algo así”. Y es que nunca en la historia habíamos tenido semejante panorama. Teníamos a tirar de piedra un triplete que nos iba a convertir en el mejor equipo jamás visto.

Pues bien, ayer tuve que recordarle esas palabras. Y es que fue adelantarse el Real Madrid en el marcador, tras el repetitivo gol de Cristiano Ronaldo en el Estadi, y comenzar, él y otros como él, todos pertenecientes a una generación que ha vivido instalada en el éxito permanente, a dejar ir improperios contra el equipo y sus jugadores.

Tuve que recordarle, cuando el partido ya estaba sentenciado, tras la contra de libro que ejecutaron los blancos y que supuso el segundo gol que ponía el cartel de fin a la eliminatoria, cual era mi currículum culé a su edad. Dos Ligas, hijo, dos ligas había podido yo disfrutar apenas cumplida la mayoría de edad. Dos Ligas, y multitud de sin sabores y malos ratos.

Tuve que recordarle, cuando Messi perdía un balón, que éste no era un “matao”, y lo comparaba con las prestaciones fabulosas que ayer nos ofreció el siete blanco. Le intenté, entre el griterío ya reinante, y las amenazas de cierto sector de la audiencia de quemar todo lo construido, que yo había crecido y hecho culé al lado de otra estrella, Johan Cruyff, que si bien significó mucho para la entidad, no superó en toda su trayectoria azulgrana, el número de goles que este pequeño argentino es capaz de marcar en una sola temporada. Y que sí, que ayer Cristiano estuvo de cine, pero que a nadie le dan los premios por un mes de buena competición. Ya se oían ayer de nuevo sonar los tambores que anunciaban el próximo ganador del Balón de Oro…, y estamos en febrero!!!

Tuve que recordarle también, cuando se levantó de la silla para no ver el final del partido tras el tercer gol blanco, que sólo habíamos perdido la Copa del Rey. Y sí, la hemos perdido contra el Madrid. Y sí, contra un Madrid que nos ha superado claramente en la vuelta. Y duele, claro que duele. Pero más lo hacía perderla en esas rondas preliminares en las que equipos como el Novelda o la Gramanet (sí, hijo sí, la Gramanet, ese equipo con el que tú en ocasiones te enfrentas), nos dejaban con cara de tontos, sin saber muy bien que había ocurrido. Y duele más, incluso, si algunos de los jugadores, una vez acabado el partido y preguntado por el resultado comenta que éste es superable en un partido de vuelta que no existe. Eso era antes mi Barça, una alegría, y cien decepciones.  

Tuve que recordarle, que probablemente cerremos el año con la consecución de una nueva Liga (a expensas de un milagro ante el Milan), y que si es así, habremos superado lo conseguido el año anterior, en el cual luchando todos los títulos hasta el final, sólo pudimos conseguir esta Copa que hoy lloramos.

Y sí, también tuve que recordarle que aunque reconociendo que hoy el equipo está mal, y falto de chispa, todavía nadie ha ganado nada, y que al igual que él me dice, cuando valoró sus notas a mediados de curso, y me insta a esperar al mes de junio para sacar conclusiones, también hemos de darle el crédito a un equipo, que ahora está en un bache, pero que, atendiendo a la calidad de sus integrantes, y a su compromiso, seguro que al final nos dejará satisfechos con los éxitos logrados. 

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viernes, 22 de febrero de 2013

Pit i collons


"Seny, pit i collons". Con esta inscripción saltaron los jugadores azulgrana al Nuevo Zorrilla, cuando se supo el nuevo mal trance que debía pasar el ahora técnico azulgrana Tito Vilanova, en forma de enfermedad. Una frase, que según dicen es el axioma del propio técnico, a la cual recurre en momentos de puntual emergencia.

Una frase que resume en tres sencillas palabras cómo se han de afrontar las adversidades. Pasión, coraje, y algo tan nuestro como el sentido común y la templanza, parecen ser las claves para superar los más grandes retos. Y parece que Tito, ahora en la distancia, en Nueva York, lo va a conseguir, y según cuentan, está a punto de superar esa nueva piedra que ha supuesto un tropezón en su trayectoria vital, pero que no le ha impedido volver a levantarse para ponerse al frente del mayor de sus retos; triunfar en el banquillo azulgrana.

Superado parece este trance, es ahora el equipo el que se encuentra en una situación límite en la máxima competición. Una situación que después de una mala tarde en San Siro, lo ha dejado en las puertas de la eliminación en sus fases preliminares. Un reto en el que para superarlo ya se oyen retumbar los tambores que anuncian la tan ansiada remontada.

Seny, pit i collins” debe ser el lema de ese partido. Aunque visto cómo le ha ido al Barça en estos años, precisamente en aquellos partidos que necesitaban de épica, creo que si alguna palabra hemos de desechar de este lema es la de “seny”. Dejémonos de paciencia, dejémonos de cálculos, y vayamos con todo. Arriesguemos y pensemos en alguna variante táctica que sorprenda. El tan manido plan B debe entrar en escena. Un plan B que tiene detractores, que defienden la inutilidad de contratar jugadores únicamente para su ejecución

Y es que ya se sabe que este plan es aquel que habla sobre cómo se debe comportar el equipo ante defensas cómo la que el pasado miércoles nos mostró el Milan. Defensas cerradas, en la que los extremos rivales se convierten en laterales. Defensas sin apenas espacios en los últimos treinta metros, que hacen de esa zona del campo un espacio parecido a cualquier andén de estación de ferrocarril en hora punta. Defensas que apenas dejan sitio para la combinación, el regate o la profundidad.

Y ante ellas, el Barça, en ocasiones se encalla. Se encalla dicen, por no disponer de un jugador capaz de fijar a los centrales y ofrecer otro tipo de juego diferente al ya conocido por todos. Se encalla porqué en un intento de penetrar por el centro no encuentra los huecos necesarios para llegar a la portería. Se encalla porqué una vez encontrados espacios en los extremos, éstos apenas tienen posibilidad de ejecutar centros a la olla ante la poca efectividad rematadora por alto de nuestros exquisitos puntas.

Y ante la desesperación el Barça y su cuerpo técnico, en ocasiones, y cómo última estrategia de riesgo, suele colocar a Piqué en punta de ataque para intentar recoger de forma desesperada ese otro tipo de juego , en el que el balón deja de rasear el césped y empieza a volar.

Y he aquí mi dónde yo hago mi propuesta, y dejando el “seny” a parte me planteo si no podría ser éste, no un planteamiento de emergencia, si no el principal plan de ataque. Una defensa de cuatro, con Alvés, Puyol, Mascherano y Alba, una línea de tres centrocampistas en los que Búsquets, Xavi y Cesc marcaran la línea, y una delantera que aune la fantasía de Messi, Iniesta con la apuesta arriesgada de  PIQUÉ. Piqué como elemento sorpresa. Piqué fijando a los centrales. Piqué en la búsqueda de esos centros sin destino. Pit i collons. Coraje y valentía podría ser ese plan B para un partido diferente.

Dejemos por un día el manual en el vestuario. Dejemos esa noche la cordura en casa y volvámonos locos. Inventemos por un día. Conjuguemos toque y balonazo. Sorprendamos. Innovemos. Apabullemos al rival con un juego por un día diferente.Qué vuelvan por un día las famosas Guardioladas

Ahora una pared, ahora una larga circulación, ahora un sinfín de centros. Chutemos desde fuera, centremos desde la banda. Seamos por un día diferentes. La empresa vale la pena. PIT I COLLONS!!!!!



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jueves, 21 de febrero de 2013

No hay rosas sin espinas.


Las rosas son símbolo de finalidad, de logro y de perfección, aunque cómo reza una frase anónima “no hay rosas sin espinas”. Y es que para alcanzar cualquier logro se debe pasar primero por varios desafíos, sufrimientos y hasta pinchazos como los de las espinas. La rosa es en sí la mejor metáfora para transmitir este mismo mensaje. Será por eso que es la flor más famosa, además de su extrema belleza y perfección. Su tallo espinoso, representa la dificultad de acceder a sus pétalos, los cuales representan los mayores parabienes.

Pues bien, ayer el Barça, se topó con su primera espina, y se la clavó de forma tan profunda que la hemorragia producida puede impedirle el acceso al mejor ejemplar del jardín.

Siempre ha sido una constante en este ciclo azulgrana, que el rendimiento del equipo baje enteros en los meses iniciales del año. Enero y febrero acostumbra a ser un período de transición, en el cual los culés acostumbramos a ver a nuestro equipo con menos revoluciones de lo que es habitual.

Pero el calendario es el que es, y es justo en estos dos meses cuando se dirimen dos de las tres competiciones a las que siempre optamos. Semifinales de Copa y octavos de final de Champions son partidos claves que hay que superar y que no admiten error o relajación. Y ayer, en la ida de la máxima competición en San Siro, el Barça tuvo su mal día y pinchó.

Un mal día que se tradujo en uno de esos partidos feos, en los que los catalanes salen al campo maniatados por la agresividad defensiva del rival de turno. Constantes ayudas defensivas, acoso y derribo a las puntas azul y granas, y balonazo como principal arma de ataque, parecen ser las armas de destrucción masiva con las que los catalanes deben luchar.

Y contra esas armas, en según que momentos parece no haber remedio. El juego se convierte en un ir y venir insulso del balón entre los centrales y centrocampistas, sin ninguna posibilidad de hacerlo llegar a los delanteros. Un toma y dame hacía adelante y atrás. Un toca y mueve de izquierda a derecha no parecen en ocasiones suficiente para saltar según que estrategias defensivas, puestas en acción con una intensidad muy diferente a la de la competición local.

Y es que, aunque sea fácil decirlo ahora, puede que esa escasa dificultad con la que el Barça se deshace semana a semana de sus rivales en Liga, pueda ser una de las causas de ese pobre rendimiento en el día de ayer. Acostumbrados a jugar casi a placer, y sin apenas espinas que impidan su paso, son pocos son los partidos en los que el equipo debe “partirse la cara” para llevarse los puntos en disputa. Apenas los partidos ante el Real Madrid, y visitas complicadas a Mestalla, el Sánchez Pizjuán o el Calderón suponen choques de auténtica exigencia para un equipo que aplasta a sus rivales con pasmosa facilidad y que convierten su andadura en la competición doméstica en un “camino de rosas”.

Han sido estos octavos un desastre en general para los equipos de la Liga BBVA. Tres derrotas y un empate es el pobre bagaje recogido en la ida de esta primera eliminatoria. Tres derrotas y un empate que ponen en alto riesgo la clasificación de cualquiera de los equipos implicados. Tres derrotas y un empate que dejan en entredicho el tan manido lema de que aquí se disputa “la mejor liga del mundo”. Tres derrotas y un empate que pueden dejar a esa liga huérfana de representantes sólo empezar, lo que Johan Cruyff, denominaba la verdadera Champions.

Y es que la sucesión de éxitos anodinos, de partidos sin apenas rival, y de encuentros que apenas obligan al máximo, sirven de deleite al espectador, pero como contrapunto aflojan el nivel de tensión con el que los jugadores afrontan el siguiente partido. Y ante equipos cómo el de ayer, italiano, glamoroso, y con una capacidad defensiva infinitamente superior a lo que aquí podemos encontrar, pareció que a los Messi y compañía les faltaba algo más que la simple posesión del balón.

Porqué los transalpinos demostraron que sin él también se puede jugar a este deporte. Tres disparos a puerta, sin apenas conducción, sin apenas elaboración, y casi sin apenas juego, les dieron un resultado que noventa minutos antes ni siquiera soñaban. Fue como un regreso a un pasado ya olvidado, en el que cualquier equipo italiano te hacía un roto con apenas juego de ataque. En mis tiempos aquello se llamaba oficio, y de él tiraron ayer los rojo y negros.

Oficio que ahora deberemos demostrar aquí en la vuelta. Con nuestras armas. Las de siempre. Pero a una mayor velocidad de ejecución. Con el balón y sin él. Presionando, robando y enfilando portería apenas se generen pasillos de penetración. Sólo haciéndoles sentir que la sola disposición defensiva no es suficiente, dará el equipo el primer paso para superar un envite, en el que a día de hoy estamos más fuera que dentro.

Y en medio, seguiremos con esta insulsa Liga, en la que al menos ahora vienen rivales y encuentros de interés. Puede que así el equipo despierte, y con el fin de mes, y la llegada del primaveral marzo, resurjamos, y al igual que en la estación de las flores, las espinas que hoy nos pinchan, se conviertan en pétalos de rosa que mañana nos acaricien.



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lunes, 18 de febrero de 2013

Convivir con Messi.


En el último partido liguero, Messi, volvió a hacerse centenario, y con ya más de trescientos goles, atesora unos números que temporada a temporada lo convierten en el jugador más decisivo que jamás ha existido. Golea y asiste. Genera juego y finaliza. Igual está para un rechazo del portero que para ejecutar una falta de forma magistral. Cada año sus números se agrandan, convirtiendo su carrera en una sucesión de hitos, que serán difíciles de alcanzar por cualquier otro jugador.

Casi todo es Messi en la delantera azulgrana. Aglutina tanto juego, que como un foco deslumbrante atrae hacia sí todos los movimientos de ataque. Atrae a sus defensores, que en ocasiones se lanzan contra él en oleadas, olvidando que existen más camisetas azulgrana más allá del que luce el diez a la espalda. Y atrae a sus compañeros, que ven en él la tabla de salvación, de aquellos partidos en los que el balón se enreda en circulaciones sin fin en el centro del campo, que sólo el astro argentino es capaz de desactivar a base de asistencias y regates inverosímiles.

Pero mientras Messi triunfa, el resto de sus compañeros de vanguardia parecen diluirse entre sombras. Y el caso más significativo es Aléxis. Un jugador que vino para sentar defensas, y del que apenas hemos podido contabilizar cuatro o cinco jugadas de nivel. Un jugador nos decían, que hacía del uno contra uno su principal arma, y de las asistencias su mejor bagaje, pero que, una vez puesto en acción sólo vemos como un punta que necesita metros por delante, con una buena capacidad para el desmarque.

Hablan sus defensores de su capacidad de lucha, de sus buenos desmarques y como éstos abren espacios que el resto pueden aprovechar. Pero la realidad, por más que nos pese, es que nos encontramos con un jugador, que parece bloqueado, y que está empezando a agotar todo su crédito. Controles nulos, disparos sin sentido, pases sin rumbo, pérdidas casi irrisorias y remates al limbo, están constituyendo semana tras semana la definición de su juego. Un juego, que para su desgracia ya no provoca ni ira en el aficionado. Un juego que le convierte en una caricatura del jugador que creímos fichas, y que ya provoca incluso hilaridad en aquellos que lo observan.

Tampoco es que Villa salga mucho mejor parado en esa banda izquierda a la que todos acaban desplazados. Eto’o, Ibra, Bojan, y ahora la dupla Alexis / Villa no acaban de sentirse cómodos en una posición secundaria de ataque. En el caso del asturiano, éste añora protagonismo en el juego, y echa de menos ser el referente de ataque. También se le ve al Guaje cariacontecido en ocasiones, sin brillo, y algo aislado en una zona del campo en la no luce cómo lo ha hecho a lo largo de toda su carrera. Sin espacios, sin posibilidades de conducción, aquel jugador del Valencia se ha tenido que redefinir, y en ese proceso de nueva creación, parece que ha perdido el vigor que le caracterizaba.

Parece que sólo Iniesta es capaz de convivir con soltura en esa zona del campo. El manchego no es un jugador nacido para golear. No vive pensando en la portería, y sus necesidades no pasan por presentar un determinado número de dígitos en su marcador particular. Iniesta no vive en el extremo. Aparece y desaparece. Baja a otras zonas del campo, ayuda a la construcción. Finta, regatea, asiste, toca. Y llega a la línea de fondo para desde allí buscar un pase al área, en busca de un diez que espera colocado para finiquitar la jugada  

Se habla este año de un posible refuerzo para la próxima temporada en forma de delantero. Y Neymar parece el mejor situado. También, y viendo la progresión de Deulofeu en el equipo filial, parece éste un candidato a subir el año que viene al primer equipo como un integrante más de ese trio atacante. Neymar, Messi y Deulofeu son tres jugadores de diferentes perfiles, pero con un idéntico objetivo; convertirse en el mejor. No sé si ante el poder y la jerarquía del argentino, éste será capaz de asumir el reparto de papeles y protagonismo.

¿Habrá suficiente balón para los tres?  


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viernes, 15 de febrero de 2013

El dedo acusador.


Han pasado ya un par de días después de esta primera jornada de octavos de final Champions, la cual ha dejado a un Real Madrid en una situación harto complicada. Jugarse la temporada en las plazas del Camp Nou y Old Trafford, seguro que no era la visión que la entidad merengue tenía, cuando en el pasado verano la temporada se puso en marcha.

Una visión que tenía como objetivo dar la puntilla al dominio culé en el último lustro, y poder certificar así el ansiado final de un ciclo azulgrana, que con la marcha de su entrenador, parecía entrar debilitado en el nuevo año futbolístico. Una visión que tenía de nuevo la consecución de  “La Décima”, cómo el máximo hito, convirtiendo así a la institución casi en leyenda, al alcanzar los dobles dígitos en la más laureada de las competiciones. Una visión que debía confirmar que los récords y estadísticas de hace poco más de medio año no quedaran en simplemente eso; hitos perecederos.

Sin embargo, la realidad está siendo muy diferente, y ahora, todo va a quedar supeditado a las prestaciones del equipo en apenas siete días de competición. Siete días al todo o nada. Siete días de máximo riesgo.

Un riesgo que además parece afectar al máximo responsable del equipo, el cual parece no estar satisfecho con el rendimiento de su plantilla, y aprovecha la mínima oportunidad para lanzar mensajes de crítica individuales. Al técnico del Real Madrid se le está haciendo muy dura la primera mitad de la temporada. Los resultados no son los esperados y el equipo no encuentra soluciones ante rivales que saben plantearle una defensa cerrada. No hay problemas cuando funciona la pegada de Cristiano Ronaldo o la magia de Özil o cuando el rival ofrece campo para jugar a la contra. Pero cuando las cosas no salen el técnico siempre alude a un mismo culpable: la falta de actitud o a los fallos individuales de sus jugadores.

«Hay jugadores que me han decepcionado», dijo tras el partido ante el Celta. Y añadió que algunos de los deportistas con más talento y mejor pagados del mundo «no querían jugar porque hacía frío, llovía y era un partido de Copa».

Derrotado en Getafe, el entrenador luso culpó a algunos de sus jugadores de «no cumplir su misión»; cuando perdió ante el Sevilla dijo que no tenía «equipo», y después de verse superado por el Betis acusó a los futbolistas de no darlo todo. «No me digas que una persona de 23, 24 o 25 años no puede jugar en Manchester y el sábado contra el Betis», dijo entonces.

Ahora, con un nuevo traspié en forma de empate en el Bernabeu ante el campeón inglés, ha sido Ramos el damnificado. En una exposición larga, y con una pose cariacontecida, se quejaba Mourinho que todo su trabajo de preparación se viene abajo si en una guerra particular uno de sus jugadores pierde la partida. Y puede que tenga razón. Ya puedes preparar un partido, ya puedes pensar en estrategias y posicionamientos individuales, que al final, son los propios jugadores, los cuales con sus decisiones individuales ejecutan cada una de las acciones.

Y es que la excusa de Mourinho, igual se podía servir a su rival, Ferguson, el cual vio cómo en un salto individual de uno contra uno, Ronaldo superaba a su par, el cual apenas puso oposición en el salto. ¿Es ese gol fruto de la estrategia de ataque merengue? ¿Se había trabajado durante la semana?, o por el contrario, ¿es un acierto individual de Cristiano al ejecutar de forma magistral un centro desde la banda? ¿Es acierto de Mourinho ese gol?

El fútbol es un deporte en el que intervienen multitud de variables, y en el que todas las piezas son móviles. Los partidos en los deportes de equipo son una manifestación de interacciones con un cierto grado de incertidumbre, creatividad y dramatismo entre estructuras sistémicas que son más o menos conocidas, y que determinan acontecimientos singulares e irrepetibles con efectos (resultados) altamente impredecibles. A veces una pequeña causa dentro del juego (una falta, un regate) determina un efecto considerable en la competición; a veces, grandes acontecimientos (un gol, una expulsión) resultan poco importantes para el comportamiento de los jugadores

Por eso, si bien es cierto que la preparación de un partido es importante, también lo es que una vez puesta en ejecución, no se puede esperar ver la reproducción exacta de lo que se ha practicado durante la semana. Un despiste, un fallo individual, una acción brillante del contrario puede cambiar cualquier parámetro previamente establecido. Y escuchando a Mourinho, parece que él ya ha ganado cada partido antes de jugarlo. Y sólo son sus jugadores los que se lo harán perder. No sé si esa es la mejor de las tácticas para mantener la cohesión de un grupo, que este año se ha visto ya en muchas ocasiones apuntado por un dedo que dejará su sello en la institución.


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martes, 12 de febrero de 2013

El abuelo Cebolleta


Yo no he tenido la suerte de poder disfrutar mucho de mis abuelos. De hecho, apenas guardo recuerdo de tres de ellos. Mis abuelos maternos ya habían fallecido cuando yo nací, y de los paternos, apenas me quedan imágenes de mi “yayo” andando apoyado a un bastón, y pasando sus últimos años divagando entre sombras víctima de los achaques de un alzhéimer voraz. Pero lo que si recuerdo de él con nitidez era ese afán por contar historias. Historias de la guerra, la batalla del Ebro, los aviones sobrevolando Barcelona, y de cómo tuvieron que ingeniárselas para subsistir. Historias de mi padre, que cómo jugador del fútbol base azulgrana parecía despuntar con posibilidades en una carrera truncada por una lesión. Historias con un fondo de nostalgia. Ese sentimiento que según el filósofo Emil Michel se considera parte de “la obsesión del ser humano por superar su temporalidad y su finitud: el hombre no está satisfecho de ser hombre e intenta volver a la Itaca de sus orígenes”.

Pensando en mi abuelo, ahora que mis hijos se van haciendo mayores, el mayor ya ha alcanzado la mayoría de edad, me voy preparando para mi próximo papel en la vida. A veces, medio en broma, medio en serio, les hago saber que van a tener un serio problema conmigo, ya que, cuando pueda disfrutar de mis nietos, me voy a comportar cómo el peor de los abuelos posibles, con un objetivo claro: dar la tabarra y malcriar a las criaturas todo lo que sea posible. Ya me toca ahora ejercer de educador, y por tanto, será entonces, con más años y menos responsabilidades cuando me dediqué a dar rienda suelta a cualquier capricho que estoy seguro mis nietecillos me pedirán.

No sé si muchos os acordaréis del mítico “abuelo Cebolleta”, creado por el dibujante Manuel Vázquez, cuando a principios de los cincuenta creó la familia para el desaparecido DDT. Había detrás de aquel abuelo con barba , bufanda, bastón y pie vendado, un intentó de recordar hazañas pretéritas, refugiándose en un glorioso pasado. Yo estoy seguro, que cuando me toque ese rasgo nostálgico me definirá.

Y contaré historias. Muchas historias. Les hablaré a mis nietos de sus padres, de sus trastadas. De cómo su padre era un estudiante más bien vaguete pero sobresaliente. De cómo despuntó como portero en las categorías más modestas del fútbol regional catalán. O de cómo su madre tenía un carácter de mil demonios que apenas podía contener. O de cómo ese mismo carácter le hacía plantarse en una pista de basquet, y con apenas metro sesenta encarar la canasta por muchas torres que se le pusieran por delante. Y les hablaré del Barça, de la actual generación de jugadores que tanto nos está haciendo disfrutar.

Les hablaré de un mago, que con el ocho a la espalda, nunca se sabía si jugaba o bailaba. Les hablaré de un león en la defensa, al que había que poner un par de razones para intentar superar. Les hablaré de un dandy del centro del campo, que sin correr ni regatear fue capaz de dominar ese territorio casi de forma dictatorial. Les recordaré que teníamos una pantera en la portería, que parecía cansarse de tanto éxito y nos abandonó. También les hablaré de un medio centro que planeaba como un cóndor sobre el campo y que recogía cualquier balón que por allí se perdía. Y les hablaré del mejor jugador de todos los tiempos, el que llevaba el diez, el que marcaba partido sí partido también, el que decidía campeonatos, y coleccionaba distinciones individuales de tal forma que empequeñeció cualquier otra figura nunca vista.

Les pasaré vídeos, o cd’s, o cualquiera que sea el dispositivo que entonces se utilice con las mejores exhibiciones en blaugrana. Les enseñaré mi particular cinco a cero. O todavía mejor, les enseñaré cómo en una tarde de gloria fuimos capaces de meter seis goles en el Bernabeu. Les hablaré del sextete, de la magía del Camp Nou, de los rondos, del tiqui-taca.

Les mostraré los mejores goles, las mejores paradas, los partidos más importantes. Les compraré las camisetas del momento, con el diez a la espalda, que vete tú a saber por aquel entonces que diseño tendrán. Los llevaré al campo. Les compraré las chuches que quieran. O una bandera, o una bufanda.

Les hablaré de lo que ahora sentimos. De lo que este equipo ha representado para una generación que venía de vivir en la derrota y en el pesimismo. En fin, en resumidas cuentas, al igual que aquel abuelo del cómic, me convertiré en el típico arquetipo de aquel que tiende a ponerse pesado por lo mucho que tiene que contar.

Sólo espero que no me suceda como a él, al cual evitaba el resto de su familia, desde su yerno Rosendo a su nieto Diógenes, pasando por el loro Jeremías. Espero que no me convierta en un personaje sin auditorio. Y es que esta historia merece que haya multitud de oídos que la escuchen.

¿Y vosotros? ¿Tenéis algo que explicar?. Os ánimo a que me dejéis un comentario con vuestros anhelos e ilusiones. Gracias.


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lunes, 11 de febrero de 2013

La primera vez


Hay momentos de nuestra existencia que guardamos de forma permanente en nuestra memoria. Son aquellas ocasiones únicas, en las que emocionados por la novedad, o marcados para siempre por su trascendencia, significan un antes y un después en nuestro periplo vital. Así, no es de extrañar que siempre tengamos presente aquel primer beso que dimos, o nos dieron de forma fugaz, o recordemos la primera de aquellas novias de verano en unas vacaciones ya muy lejanas. O nuestro primer día de colegio, o nuestro primer trabajo, o si sois aficionados al fútbol, el primer día que visitasteis el estadio de vuestro equipo favorito.

Yo todavía recuerdo con nitidez mi primera visita al Camp Nou. Fue en 1977 y en un equipo comandado por Johan Cruyff, mi padre me hizo debutar en la grada ante el Racing de Santander. Recuerdo mi llegada al estadio. El olor a césped, a cigarros recién encendidos. Todavía estoy viendo a los jugadores calentar, y como disfruté de cada uno de los minutos del partido. Mi padre a la derecha, y el Sr. Guillem, mi vecino de arriba a la izquierda, hicieron de perfectos cicerones, y me ponían al día de todo lo que allí sucedía

Fue mi mejor regalo de cumpleaños. Llegué con casi dos horas de antelación a las butacas que teníamos reservadas. Poder ver de cerca de aquellos jugadores, que por aquel entonces veía muy de tanto en tanto por televisión era los máximo. Los años setenta no eran los actuales, y no podíamos ver a nuestro equipo partido a partido. Sólo algún que otra tarde de sábado, y los resúmenes de los lunes en el mítico Estudio Estadio nos permitían seguir la actualidad de nuestros ídolos. El mío era Neeskens, luchador, indómito, potente. Aunque también Migueli, el incombustible “Tarzán” estaba dentro de mis preferidos. No he sido yo nunca un jugador muy técnico, y por eso supongo que hacía míos aquellos jugadores que hacían de la fuerza y el poderío físico su máximo valor.

Pues bien, hoy, ya muy entrado en siglo XXI, seguro que muchos niños, ayer en el Camp Nou, tuvieron una experiencia muy similar a la mía. Un Camp Nou mucho más grande que el que yo vi. Un Camp Nou lleno a rebosar y con unos jugadores que están casi rozando la perfección de este deporte cada fin de semana. Seguro que muchos de los niños, recordaran dentro de muchos años esa primera visita. Y así, recordaran a Iniesta, que desde su zona natural del centro del campo, ofreció un recital de controles, pases, regates, conducciones y asistencias, en un repertorio de jugadas difíciles de superar.

También recordaran a Puyol, feroz, melena al viento, y marcando una línea que hace de él una copia mejorada de aquel “Tarzán” que yo disfruté en mi niñez. Recordaran su primer gol en el Estadi, marcado por un chileno, Aléxis, el cual, seguro que les han explicado, no debe estar pasando por sus mejores momentos. Y recordarán como no a Messi, el mejor jugador de todos los tiempos, que actuando como imán, atrae a tantos defensores hacía sí, que genera miles de huecos y pasillos por los cuales pueden penetrar sus compañeros. Recordaran media docena de goles, cientos de paredes, y la constatación de estar viendo una de las mejores formas de presentar este deporte.

En un horario curioso ayer cientos de padres madres, abuelos y abuelas dieron la alternativa a hijos y nietos, haciéndoles partícipes de esa fiesta que cada fin de semana los culés podemos disfrutar. Una fiesta que está llevando al equipo a la conquista de un nuevo título de Liga, en el que apenas quedan ya nueve estaciones para su celebración.

Seguro que dentro de unos años, esos niños de hoy, adultos de mañana,  seguirán teniendo en su memoria un recuerdo fresco de muchas de las acciones ayer vistas. Frescas como las mías, en las que aún me parece estar viendo a Asensi rematar a bocajarro un centro de Cruyff desde la banda. Porqué si un resultado tengo claro y recuerdo con nitidez fue aquel que se produjo un ya lejano nueve de octubre de mil novecientos setenta y siete. Tres cero ganó mi equipo. Y con ese trío de goles regresé a mi casa sabiendo que el fútbol formaría una parte importante de mis experiencias. Seguro que ayer, muchos de los presentes tuvieron esa misma sensación.




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viernes, 8 de febrero de 2013

Ronaldo dependencia


Más o menos durante estas fechas de la temporada pasada, me planteaba la necesidad de disponer de Cristiano Ronaldo en la plantilla blanca. Basaba mi análisis en la famosa “pegada” de un equipo que lucía en su delantera a otros integrantes, que sumados y puestos a disposición de centrocampistas con visión de juego y profundidad, podían masacrar la mayoría de defensas del continente.

A favor de ese argumento esgrimía otra teoría, según la cual, el montante total de un traspaso del astro portugués podría ir destinado a la contratación de centrocampistas de mayor técnica y capacidad de creación de juego, que acortará las diferencias, que todavía hoy se pueden observar entre el centro del campo azulgrana, para mi el mejor del mundo, y un línea merengue que parece únicamente sostenida por el poder de conducción de Xabi Alonso.

Así, según mi teoría, el Real Madrid, con una línea defensiva contundente, no exenta de salida de balón en algunos de sus integrantes, un centro del campo de creación y una línea ofensiva con Benzemá y Higuaín como puntas, sería un conjunto compensado en todas sus líneas.

Ha pasado un año, y sinceramente a día de hoy creo que mi teoría no se sostiene, visto el rendimiento que están dando esos “otros” jugadores de la vanguardia merengue. Parece que sólo la estrella portuguesa es consciente del sacrificio continuo que supone estar siempre arriba. Es él, y sólo él quien aguanta a día de hoy a un equipo que parece haber desistido de la lucha continua, y que guarda sus fuerzas para enfrentamientos de corta duración en forma de eliminatoria.

Se habla desde la posición antagonista blanca, que el equipo culé depende en demasía de Messi, y que sin su aportación otras serían las prestaciones de ese once que tantas alegrías nos está dando. Está claro, que nada sería igual sin el diez azulgrana, y que incluso el diseño del juego del actual Barça sería diferente. Pero hablando de dependencias no tengo yo tan claro, si los blancos, no están todavía más atados a su siete, el cual partido a partido, se desvive por mantener el nivel de un equipo, que un año después de realizar una gran temporada, parece instalado en una pendiente difícil de remontar.

Desde la línea culé, desde la que escribo, en muchas ocasiones hemos criticado los gestos o  palabras de Cristiano. Y he de decir, que también en este aspecto el jugador este año nos está dando pocos motivos de queja. Yo por mi parte, no puedo dejar de admirar ese afán de lucha y de superación que cada día muestra en el campo. Muchas veces, sólo él es el encargado de levantar un partido. Sólo él recorre el campo a velocidad endiablada en busca de balones por los que otros optan únicamente por mirar. Sólo el parece destinado a aprovechar las asistencias profundas de Ozil en unas diagonales imparables.

Y aunque para mi, Messi sigue comiendo a parte, con unas prestaciones en definición y creación de juego que lo hacen único, hoy veo al Real Madrid dependiendo totalmente de su siete, recogiendo así éste el testigo de otros jugadores legendarios que lucieron ese dorsal. El siete blanco y el diez azulgrana son la máxima representación de ambos equipos en el césped, y nunca hasta hoy se ha visto tan clara esa dupla de protagonismo en ambos equipos.

Llegado a este punto de la temporada, en la que comienzan los duelos decisivos, bien harían los responsables merengues en asegurarse, al igual que ha hecho el Barça esta semana con Messi, que su estrella encuentre el reconocimiento que tanto busca. Sólo con CR7 al máximo rendimiento tienen ahora posibilidades de superar unas eliminatorias, que en caso de pérdida, dejarían la temporada finalizada mucho antes de lo esperado. 




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miércoles, 6 de febrero de 2013

¿Y si hablamos de fútbol?


Aquí en Barcelona, en los últimos meses de Guardiola como entrenador del primer equipo, corría el rumor, de que Pep, confesaba a Tito Vilanova su hartazgo por diferentes situaciones que le había tocado vivir en su exitosa trayectoria, y añoraba su primer año en el equipo azulgrana. Y no me estoy refiriendo al año del famoso sextete, aquel que le hizo perder la poca cabellera que aun conservaba, sinó el de su debut en el banquillo en un filial con el cual consiguió el primero de sus hitos, con el ascenso a la Segunda División B.

Imagino que en aquella época, en campos de Tercera, y lejos de los medios, la ahora famosa pareja de técnicos, se dedicaban a realizar exclusivamente aquella tarea que de verdad les confortaba. El fútbol. El diseño de los entrenamientos, el análisis de los rivales, el partido, la revisión de cada encuentro, el contacto con unos jugadores noveles aun en fase de formación con ganas de aprender. Tareas todas básicas, y que son las que realmente dan sentido a los profesionales de cualquier deporte.

Qué lejos le debía parecer a Pep, y a todos sus colaboradores aquellos partidos en campos casi desconocidos, disputados en gradas semivacías, y con el único objetivo de ver en el campo la confirmación de una estrategia bien definida.

No sé si habéis sido entrenadores, pero, yo, que estoy teniendo esta oportunidad, de verdad os digo que no hay nada más gratificante, que observar cómo un equipo al que diriges, sea del nivel que sea, intenta poner en práctica aquello que tú te esfuerzas en transmitir. Un cambio de juego, una salida desde la línea de fondo con el balón controlado, una presión avanzada o una defensa a ultranza, ejecutadas con éxito después de haberse trabajado durante los días previos al partido, te dan la satisfacción de un trabajo bien hecho. E independientemente del resultado, el ver plasmada tu idea, en once chavales en etapa de formación, resulta una sensación de lo más gratificante.

Supongo que es a eso a lo que Pep se refería. A la esencia del deporte y de la competición. Y hoy, en una semana en la que se habla de corrupción, de partidos amañados y de apuestas ilegales. En una semana en la que después de partidos de renombre lo que ha quedado de ellos, poco tiene que ver sobre el juego en sí, y día tras otro se analizan hasta la extenuación escenas de escupitajos, o encuentros casi sibilinos en las profundidades de un párking, creo que se está perdiendo la verdadera esencia de este deporte, que en definitiva se creó para el goce y disfrute de los que los practican y lo observan.

Yo me pregunto, dejando de lado el tema de la corrupción, si realmente lo ven así cierto sector de la prensa, que hace de la confrontación y la agresividad su hoja de estilo. Me pregunto si esos profesionales se sientas en su butaca y observan el partido con el objetivo de pasar un buen rato. No sé si observan el juego, si se deleitan con un control (yo por ejemplo en el último clásico, flipe literalmente con el que hizo Ozil casi de espuela de espaldas a la portería, y soy culé)., si disfrutan con un buen regate, o sí saben reconocer la superioridad de un rival. En ocasiones creo que ven los partidos libreta en mano, rebobinando hasta la extenuación lances del juego, que en un riguroso directo son inapreciables. Disfrutan en la disputa, en cada lance con visos de polémica, y dejan de lado lo que realmente importa: el juego.

A mi no se me caen los anillos, si después de un partido de mis niños he salido derrotado y he de reconocer que el otro equipo ha sido mejor. Sin ir más lejos este fin de semana, hemos perdido el segundo partido de esta temporada, y una vez en el vestuario, todavía oiga resonar los gritos de mis chavales enjuiciando la labor del árbitro con palabras no reproducibles. Mi resumen fue otro, y en una única frase, les hice saber mi diagnóstico. Nos han dado un baño. ¿Tan difícil es reconocer eso?. Tan difícil es explicar que por ejemplo, el otro equipo fue más agresivo, más intenso, más preciso en el pase?. ¿Tan difícil es reconocer que el otro equipo ha tenido el control del juego en todo momento, y que no ha metido más goles porqué la suerte ha estado de nuestra parte en incontables ocasiones?.. ¿Porqué sólo nos fijamos en el árbitro?. ¿O en aquel de la grada que ha chillado no sé qué?.. ¿O en aquel otro jugador que me ha dicho, que me ha dado, que me ha empujado?..

¿Tan difícil es hablar sólo de fútbol?


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lunes, 4 de febrero de 2013

Un Barça sin chispa.


En una semana boba, en la que las bobadas han presidido la mayoría de noticias deportivas, el Barça y el Madrid han pagado, en forma de perdida de puntos, su intenso duelo de semifinales de Copa. Unos, los blancos, los cuales dan la sensación de dejarse ir de los partidos, una vez éstos se complican. Otros, los azulgrana, con un once tipo algo asfixiado, parecen atravesar por esa travesía anual de decaimiento, que se les presenta cada vez que los meses de enero y febrero, aparecen en las páginas de los calendarios que recién estrenamos.

Y es que si en algo se diferencia este equipo que ahora dirige Tito Vilanova, del de su predecesor en el cargo, es que deja poco sitio para las sorpresas en las alineaciones. El año pasado hablábamos de “loto Pep”, y de lo difícil que podía ser adivinar el once con el que los catalanes saltarían al campo. Incluso, parecía que Guardiola, leía la mayoría de apuestas, y parecía burlarse de los aventurados “pitonisos”, para poner en liza un once a cual más sorprendente. Eran las “guardioladas

Era igual que el partido fuera grande, o una mera comparsa. Era independiente estar jugándose una clasificación para una ronda inicial de Copa, o las mismas semifinales. Siempre había sitio, para los Cuenca, o Tello, o Adriano.., y todo aquel que formaba parte de la plantilla. Cualquiera parecía tener opción de disputar el siguiente partido. No hay que ir muy lejos para recordar cómo recibió el Barça al Real Madrid en el Camp Nou, en el partido que tenía que ser decisivo para firmar el pasado campeonato. Todavía dicen que se oyen los berridos de Messi por los pasillos del estadio cuando se enteró cuales serían sus compañeros de vanguardia. Tampoco hace falta recordar, el final de dicho envite.

Este año no. Este año a la que un partido huele a grande, no hace falta pensar mucho que equipo aparecerá por la puerta del vestuario a disputarlo. Sólo alguna licencia en el eje central defensivo se permiten los técnicos azulgrana, donde Piqué, Puyol y Mascherano se turnan de forma acompasada en un reparto casi equitativo de los minutos. El resto, diez jugadores fijos, salvo Pinto en Copa, son puestos en liza, una vez y otra también para jugarse los momentos realmente importantes del año.

Y es ahora en enero, donde suele coincidir esa bajada de tono física azulgrana, cuando se han dado más partidos de este calibre. Málaga en tres ocasiones, Real Madrid y Valencia han obligado al máximo a ese once que repetimos ya de memoria igual que hacían nuestros padres y abuelos en sus años mozos. Sólo una licencia en forma de amplia rotación se permitieron los azulgrana en su duelo copero ante los andaluces, y ya sabemos cual fue el resultado, y la posterior decisión de esos mismos técnicos para afrontar el choque de vuelta. No son de extrañar por tanto, esos períodos de cierto desasosiego e incapacidad de control que en ocasiones muestra el equipo.

Y ante tal clarividencia en definir cuales son los mejores, cabría pensar en aquellos que no han entrado a formar parte de este grupo. Un Villa, que cada día que pasa, debe pensar más en el final de temporada para aclarar un futuro, que aquí parece no tener, ya que, por mucho que se le diga, los hechos le demuestran partido grande sí, partido grande también que son otros los verdaderos protagonistas. O Aléxis, el cual recibe también de forma unánime elogios repetidos hacia su trabajo, pero que sabe a ciencia cierta que está muy lejos de disputarles minutos a los actuales propietarios de la línea atacante azulgrana.  

Y que debe pensar Thiago, cuyas aportaciones llegan sólo en minutos de refresco o reconocimiento para ese cuarteto omnipresente de centrocampista. O Song, que vino a darle minutos de descanso a Búsquets y puede acabar como el jugador más descansado de la temporada.

Y que debe pasar por la cabeza de Tello, que después de protagonizar la temporada pasada minutos decisivos, ahora ha quedado postrado a las últimas posibilidades de una rotación que apenas llega O Adriano, que de lateral ambidiestro, ha acabado por ocupar un lugar fijo en la primera línea de banquillo.

Y no hablemos ya de Bartra, o Montoya o Dos Santos, los cuales, ya olvidados deben seguro ir plateándose algún tipo de cesión en un futuro muy próximo.

Entiendo, que Tito al principio, y Roura ahora, cada uno en su nueva situación cómo técnico, tenían como principal objetivo asegurar el tiro. Tito sabía que poco se le iba a perdonar si presentaba un inicio titubeante, lejos del que nos tenía acostumbrados su amigo Pep. Roura, sabe ahora, que la ausencia de su jefe, le hace ser el foco de atención, y que cualquier traspiés, más si éste es en forma de pérdida de un título puede abrir un debate en cuanto a su figura en el banquillo, y la carga que supone la dirección de un equipo sin su máximo representante. Ambas situaciones, obligan casi a poner en liza a los mejores.

Pero también entiendo, que ahora, con la Liga casi casi ganada, y con partidos de menos renombre es hora de echar una mirada hacia esas caras, que ya no disimulan su malestar, y darles la oportunidad de sentirse importantes. Un plus de confianza que servirá como primer chispazo, para avivar a un once que ahora necesita cierto tiempo en reposo.


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