La maldición del nueve

Desde que Guardiola está en el banquillo cada uno de los portadores de este mítico número han abandonado el equipo. Será capaz Aléxis de romper con esta maldición?

Cesc Fábregas. Punto Final?

Después de tres años con noticias repetitivas sobre su contratación, parece que al final este año se dan las condiciones para su vuelta

La profecía de Van Gaal

Hace un tiempo, Van Gaal, hizo una profecía, queréis saber cual es?

Mourinho, una táctica diferente

Mourinho se caracteriza por explotar al máximo el entorno que rodea la disputa de un partdo.

Cruyff, dos inicios. Una historia.

La llegada de Cruyff al Barcelona supuso una revolución, tanto en su etapa como jugador, como en la de entrenador.

miércoles, 11 de junio de 2014

Guardiola financia al Real Madrid

Más o menos este es el titular que acabo de leer en algún periódico digital de dudosa reputación. Después de leerlo, me ha entrado la inquietud, y he ido al detalle de la noticia, objetivo que supongo que buscaban.

Nada relevante. Únicamente el fichaje de Garay como central por parte del Bayern de Munich. Fichaje que como resultado de su prima, desencadena una serie de movimientos compensatorios que hacen que siete millones y medio de euros acaben en las arcas del club blanco, a saber tú porque clausulas pactadas en su momento

Un titular destinado a generar controversia, y sobre todo a dar una visión sesgada de la realidad. Un titular que busca el título fácil, con uno de los métodos más antiguos y absurdos que utiliza la prensa escrita. Un titular que nada tiene que ver con lo que expone. Un artículo sin sentido.

A veces, en mis artículos de aficionado, intento buscar la originalidad, intento dar una visión diferente del trato general que se le da la información. Busco una visión personal de un deporte que me apasiona. La verdad, es que a día de hoy todavía no entiendo los motivos de mi esfuerzo. Sólo hace falta un titular simplista, estrambótico y rotundo, cuatro líneas mal contadas, y se lanza al aire una bomba  en forma de artículo que te genera más visitas que la información más contrastada y veraz.


Ahora lo podré comprobar. Hasta donde llegará este artículo en el top ten semanal y mensual?

jueves, 5 de junio de 2014

Barça - Una carcel de oro.

Gozan de privilegios que el resto de los mortales ni soñamos, de sueldos, sobresueldos, y otros parabienes del oficio del oficio. Llegaron a un equipo sinónimo de excelencia, de grandeza, de triunfo. Pensaron que el cenit de su carrera había llegado, y que el último paso les llevaría a disfrutar de sus mejores años futbolísticamente hablando. Creyeron que serían leyendas y que su nombre quedaría grabado en MAYÚSCULAS en la historia del club. Se imaginaron bandera del Barça. Y sin embargo, todos buscaron una salida.

Primero fue Toure Yaya, el cual disminuido por la explosión de un emergente Sergio Busquets, buscó el reconocimiento en un fútbol diseñado exclusivamente para él. Después fue Ibrahimovic, que incapaz de someterse a la jerarquía de Messi pensó en ser el más grande lejos de la grandeza del Camp Nou.

Más tarde Thiago pensó que su futuro era imposible a la sombra de los centrocampistas azulgrana, y buscó acomodó en tierras bávaras, intentando alcanzar la gloria que aquí parecía negársele. Villa también, después de tres años se vio desplazado por un estilo de juego que coartaba su incesante búsqueda del espacio.

Y ahora, recién finaliza la temporada, valoramos si la aportación de Neymar, llamado a ser el futuro crack de referencia mundial es capaz de adaptarse a ese rol de sumisión que otros no han podido o sabido aceptar. Y hoy, nos despertamos con que, Cesc, aquel que en su día regreso cual hijo pródigo a la casa que le vio nacer, confirma que su intención es buscar el éxito lejos de lo que supuso sería el escenario de su consagración definitiva.

Todos jugadores de primer nivel que llegaron con el sueño de hacerse inmortales y hacer que el ciclo que hoy parece haber tocado a su fin tendiese a infinito. Todos, profesionales de alto prestigio que después de su marcha han seguido triunfando allí done han ido. Todos, personas que encorsetadas en un sistema de juego que les privaba brillar, fueron decayendo hasta decidir que la huida era su mejor opción.

Somos prisiones de un estilo de juego que nos llevó a lo más grande. Somos esclavos de Xavi, Iniesta, Piqué, Messi y Busquets. Estamos atados a una concepción del juego que sólo ellos entienden. Estamos sujetos a un grillete que ahora, lejos de relucir se va oxidando, y tiene el peligro de gangrenar el braza que sujetan. Y necesitamos liberarnos y pensar en una nueva manera de afrontar la competición.

No puedo creer que todos estos jugadores, internacionales, figuras, y en algunos casos incluso superstars, no hayan podido triunfar en este equipo. Algo se debe de estar haciendo mal. Algo debe de cambiar. No podemos ligar nuestro futuro a un conjunto sólo pensado en el brillo de once jugadores, dejando para el resto los minutos que nadie quiere jugar. No debemos mirar sólo al pasado, y pensar que un estilo de juego ejecutado con los mejores a su máximo nivel sea la llave para seguir triunfando. Debemos encontrar la llave de ese grillete que nos tiene amarrados y no nos deja ir más allá. Debemos de innovar.

Jugadores que en otro momento fueron imprescindibles deberían dar un paso al lado, y dejar que sean otros los encargados de asumir la máxima responsabilidad. Técnicos que crecieron con una forma de ver el juego, han de buscar variantes que permitan la regeneración de un sistema ya obsoleto. Periodistas que se postulan casi como devotos de una filosofía de juego, deberían empezar a pensar que sólo el cambio continuo es sinónimo de avance.

Dejemos de hablar de posesión, dejemos de lado el tiki-taka, olvidémonos del falso nueve, y creemos un nuevo equipo a partir de los mimbres que hoy quedan y los refuerzos que han de venir. Tiremos fuerte de esa cadena que nos aprisiona y corramos en búsqueda de la libertad que nos permita asumir con garantías el inicio de una nueva etapa.  

jueves, 29 de mayo de 2014

La portera de Núñez

Leo cada día las portadas de los periódicos deportivos de Barcelona, y no acabo de ilusionarme con los nombres que veo pasar. Jugadores noveles e incorporaciones  veteranas parece ser la apuesta de nuestro director deportivo para realizar la reestructuración de la plantilla. Y es que analizando uno a uno los nombres que a día de hoy se han mostrado, no veo en ellos todavía ningún jugador llamado a permanecer muchos años en el club.

Y si digo que en mi opinión, las apuestas más ilusionantes son la vuelta de Rafinha i Deulofeu de sus respectivas cesiones a Celta y Everton, se puede deducir de forma clara que el resto de nombres no me ofrecen ningún tipo de interés.

Ter Stegen, portero  novel, y sin apenas experiencia todavía tiene que demostrar que la portería del Camp Nou es su hábitat habitual. No hace falta recordar sonoros fracasos en fichajes de porteros extranjeros cuando tuvieron que soportar la presión de la grada. El malogrado Enke, también alemán, o Vitor Baia, que llegaba con vitola de superhéroe naufragaron con estrépito.

Y ayer se hablaba de Bravo, una apuesta “casera”, que destaca más por sus largos desplazamientos con el pie, que por su aportación bajo los palos. Y es que todavía no entiendo esa manía que nos ha entrado en valorar más en un portero las cualidades que debe tener un jugador de campo, que por lo que debería ser su principal virtud; parar.

Ya en defensa los nombres de Marquinhos y Miranda tampoco es que sean el prototipo de futbolista llamada a echar las campanas al vuelo. El primero, con apenas 20 años cumplidos, suplente en el PSG y sin entrar en la convocatoria de la selección brasileña para el próximo Mundial, es una apuesta que no ofrece más garantías que la del propio Bartra. Por condiciones y características casi parece una fotocopia del canterano. El segundo, también sin Mundial, al menos aportaría contundencia en el juego aéreo, aunque si de lo que se trata es de sacar jugado el balón, no se puede decir que ahí esté su virtud.  Tampoco el nombre de Laporte puede incluirse en ese tipo de jugador que merece que pierdas unas horas del día, para ir a las gradas del estadio a vitorearlo en el día de su presentación

Y ya no hablemos de Matheuw o Fontás, los cuales ya suenan a recursos destinados a pasar largas horas en los banquillos de la Liga.

Sin noticias del centro del campo, en el que de momento parece que no habrá movimientos a tenor de la calidad de los jugadores que componen la plantilla, se llega a los delanteros. Y ahí, a diferencia de otros años, en la que desfilaban nombres y hombres a cual más ilusionante, ahora la opción se restringe a Llorente, que llenaría ese espació vacante en el diseño de ese famoso plan B.

Mirando a cada uno de estos nombres, todavía intento ver a que jugador de la actual plantilla mejoran. Parecen más jugadores llamados a rellenar huecos o situaciones puntuales, que a ser verdaderos puntales en el equipo.

Qué lejos quedan aquellos tiempos en la que los grandes cracks del momento se nos mostraban en fotomontajes luciendo la camiseta azulgrana, haciéndonos estar pendientes día a día de cada paso de la negociación.

Yo imaginaba un periodo estival en los que nombres cómo Hurt o Neuer fueran alguna de las apuestas sorpresas en el marco. Hummels o el sempiterno Thiago Silva volvieran a las quinielas defensivas. Reus o hasta Ozil sonaran como refuerzons de nuestro a veces maltrecho centro del campo. Y Luís Suárez o Levandosky declararán que sus sueños culés estaban a punto de cumplirse.

Qué lejos queda esa época en la que la protagonista del verano en tema de refuerzos era la famosa portera de Núñez

jueves, 22 de mayo de 2014

Un soplo de aire fresco

He sido jugador de fútbol, y en los últimos días, casi diría que meses de Tata Martino en el banquillo, me ponía a imaginar qué ambiente se podría estar viviendo en el vestuario. La presencia  del argentino en sala de prensa, daba paso a un mensaje lúgubre, triste y de fracaso. Con la melancolía como imagen de fondo, no dejaba de venirme a la cabeza el mensaje del famoso libro de Milan Kundera, “la insoportable levedad del ser”. 

Daba la sensación de que ya no se aguantaba ni a sí mismo, y cómo respuesta a esa desazón, dejó que la inacción fulminara su trayectoria. Una trayectoria que empezó en forma de bombero, y que acabo casi con cara de enterrador. Una trayectoria, que según mi parecer, debió poner fin mucho antes, dejando paso a cualquiera que se viera con ánimos de afrontar con optimismo y ganas, el tramo final de la temporada.

Imaginaba, decía antes, a sus jugadores, sentados en el vestuario, escuchando sus consignas. Imaginaba el tono de su voz, la empatía de su mensaje. Y se me hacía imposible visualizar una imagen de complicidad, una imagen de esfuerzo, de superación, de pasión. En definitiva, veía imposible que tras la consabida charla pre-partido, el once titular embocará el tunes de acceso al campo “como motos”.

Ayer, en el primer acto de Luis Enrique cómo entrenador azulgrana, yo también vi lucir el mismo sol al que él se refería en rueda de prensa. Esa imagen de un día, que empieza con el astro rey alzándose majestuosos sobre el cielo de la ciudad, sirve como metáfora para evocar el inicio del nuevo ciclo que ayer se puso en marcha.

Tardó poco el asturiano en ponerse en el bolsillo a todos los presentes. Con un mensaje “siempre positivo”, evocando anteriores épocas azulgrana, daban ganas ya de dejar atrás todo lo vivido esta temporada. Daban ganas incluso de dejar atrás un verano que todavía no ha comenzado, y empezar a ver que nos deparará este nuevo equipo.

Y digo nuevo equipo no ya por los refuerzos que puedan llegar, sino por el diferente talante que casi parece seguro que le imprimirá. No sé si jugaremos al ataque, o reforzaremos la defensa. No sé si tendremos un nueve puro, no sé el dibujo que mostrará, pero casi puedo asegurar que al menos veremos intensidad. Sí casi me dieron ganas de ponerme ayer las botas y saltar al césped a jugar!!!!

Ilusión es lo que nos hace falta. Ilusión que deje atrás estos años post Guardiola, en los que poco a poco hemos ido perdiendo pedacitos de una gloria que tantos años nos había costado conquistar. Motivación es lo que necesitamos. Olvidarnos del pasado y pensar en que el presenta es la época que nos toca vivir.

Y la primera decisión del nuevo líder del vestuario, decidiendo prescindir de todo el actual staff técnico me parece que va en ese camino. No quiere ver a nadie en el campo que recuerde estos últimos días. No quiere ver a nadie cerca que haga que un jugador levante la cabeza, y vea un rostro ya conocido que le transporte a esta triste etapa que les ha tocado vivir.

Luis Enrique ha abierto la ventana de par en par, y espera que las ráfagas de aire fresco de ese día soleado que ayer todos vivimos, renueve el ambiente de una habitación, que hoy sí, parece lucir unas estupendas vistas.

jueves, 8 de mayo de 2014

Así se las ponían a Fernando VII

El rey Fernando VII era un gran aficionado al billar y al que le gustaba jugar largas partidas, las cuales, casualmente, siempre ganaba. Sus contrincantes se sentían incapaces de ganar al monarca, no porque éste fuese mejor jugador, sino por el temor que le tenían. Hay que recordar que este rey ha pasado a los anales de la historia por ser el rey que restauró el absolutismo, derogó la Constitución de Cádiz.
En realidad,  Fernando VII no era tan buen jugador de billar y a pesar de la afición que tenía por el juego, no era capaz de acertar una jugada, por sencilla que esta fuese. Ocurría entonces que sus rivales, temerosos de contrariarla se dedicaban a colocar las bolas en la mesa de tal forma, que sin apenas pericia fuera el rey capaz de realizar las más sencillas carambolas.
La expresión ‘Así se las ponían a Fernando VII’  comenzó a utilizarse para referirse a las facilidades que se le da a alguien a la hora de ejecutar algún proyecto, examinarse o realizar alguna tarea sin complicación alguna.
Pues bien, después de lo acontecido esta última semana no hay frase mejor para resumir el final de esta loca Liga. El empate de los azulgrana ante el Getafe, con todo a favor para sumar una victoria, parecía provocar el fin de una aciaga, hasta el sábado temporada. Pero vete aquí, que los rivales, asemejándose a aquellos que parecían disfrutar en el reino del rey absolutista con las victorias de éste, han decidido dar otra oportunidad al monarca azulgrana…., y le han puesto las bolas en el tapete de tal forma, que de fallar ahora, sí que se podrá decir que el equipo azulgrana ha tirado la competición. Competición a la que accederá tanto por méritos propios como por deméritos de sus contrarios.
Ahora la pregunta está en el aire. ¿Será capaz el equipo catalán de ganar los dos partidos que le quedan? Desenchufados de la intensidad que requiere un campeonato de alto nivel, ¿podrán volver a pensar en positivo y disputar ciento ochenta minutos con las ganas que ahora se necesitan?
La afición vuelve a estar ilusionada. Se nota en la calle, se escucha en los bares, se lee en los tweets, en los foros, en los artículos de opinión, pero…..¿el equipo se cree que puede ganar la competición?
Y sobre todo, ¿se lo cree su cuerpo técnico? Un equipo de técnicos que con Tata Martino a la cabeza lleva semanas pidiendo casi perdón por el rendimiento dado, deberá a partir de hoy, ponerse las pilas y pensar que a veces sí, a veces hay segundas oportunidades, y hasta terceras o cuartas. ¿Pero sabrán hacerlo?
Yo soy escéptico en este sentido. Y es que ya llevo días defendiendo que en mi opinión la etapa del Tata Martino y sus ayudantes como entrenadores del equipo está siendo demasiado larga. Y no lo digo por los malos resultados. No es una cuestión de cesar al técnico después de la semana infausta que hizo perder la Copa del Rey, caer eliminados en la Champions y decir, hace apenas un mes adiós a la Liga.
No, las razones son otras. Para mí, el Tata desde su posición de exigencia para consigo mismo, se ha visto superado por la grandeza del club, y ha caído en el desánimo de no haber podido seguir con un ciclo que parecía que tenía que seguir siendo triunfal. Cada comparecencia en rueda de prensa, cada declaración, cada gesto denotaba hastío, desgana y ganas de llegar al final.
Cada frase rezumaba tristeza, incomprensión y sabor a derrota. Cada foto mostraba el perfil de un hombre desbordado por unos acontecimientos que ya no controlaba.
Entonces era el momento. Un cese rápido, un técnico de emergencia, con ganas, con ilusión, con fuerza y con un mensaje diferente creo que hubiera dado ese plus de motivación que parece que a día de ayer todos habían perdido.

Pero hoy estamos todos por las nubes. Hoy todos vemos las bolas en el tapete colocadas de tal forma que ni el más inepto billarista sería capaz de fallar la carambola. Está todo de cara, y sólo queda agarrar el palo con firmeza y ejecutar la jugada que nos dará la victoria. ¿Se podrá?

miércoles, 30 de abril de 2014

Escarnio a Pep

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La victoria de ayer del Real Madrid sobre el Bayern de Munich ha desatado en todos los medios, oficiales y no oficiales, un sinfín de mensajes centrados básicamente en la figura de Pep Guardiola. Mensajes sobre todo dirigidos al menoscabo de su planteamiento del partido, y a la mofa de un esquema de juego basado en la posesión de balón y en el juego de posición.

Son en su mayoría mensajes ridiculizando al técnico, ahora, del equipo alemán, pero que tienen que ver, y mucho, con el daño que éste hizo en el foro madrileño durante su etapa como entrenador barcelonista. Cuantas ganas le tenían al técnico de Santpedor todos aquellos que durante su periplo culé tuvieron que tragar quina viendo como temporada tras temporada, el equipo catalán asombraba al mundo entero con un sistema de juego que mostraba la máxima expresión de una concepción diferente de este juego.

Pesan y mucho resultados históricos cosechados por un equipo, que en el auge de su rendimiento puso patas arriba el concierto futbolístico mundial, con exhibiciones que recogidas en videos o DVD’s llenarían horas y horas de jugadas y filigrana,s de momentos y detalles que harían las delicias de todos aquellos que de verdad disfrutan con la realidad de este deporte llamado fútbol.

Ahora es el momento del escarnio, de la mofa. Es el momento soez que todos los que estaban esperando la primera derrota del técnico culé. Es el momento de recordarle que él, acostumbrado a saborear las mieles del triunfo, ahora se ha de ver mordiendo el polvo de aquellos sobre los que un día derrotó.

Me hace gracia leer y escuchar el análisis de muchos entendidos y forofos, que no viendo más allá de un simple resultado defienden que ese estilo de fútbol no lleva a nada. Defienden la idoneidad y casi evangelizan el planteamiento blanco de ayer. No hago aquí una enumeración de los títulos y galardones a los que ha llevado este estilo de juego por no llenar el artículo de datos que todos ya conocemos.

Es cierto, que en esta eliminatoria los merengues han jugado bien, muy bien. Es cierto que el resultado en el césped ha mostrado casi a la perfección la visión que seguramente Ancelotti, plassmó en la pizarra en la que dibujo su estrategia. Es cierto que vistos los ciento ochenta minutos de juego, un modelo parece aplastar al otro tanto en concepción como en ejecución. Pero también es cierto, que ese modelo hoy denostado ha proporcionado momentos sublimes que se alejan mucho de lo que ayer ofreció el hoy endiosado equipo blanco.

Guardiola puede que no haya planteado bien el partido. O puede que haya sobreexcitado a sus jugadores. Puede también que esté pagando el competir en una liga en la que apenas ha tenido que competir para sumar un nuevo título liguero a su palmarés. Puede que desde la distancia de una Liga inferior no haya calibrado la dificultad que a día de hoy representa este equipo. También puede que no haya estado muy acertado en declaraciones anteriores, que buscando la motivación de sus jugadores casi los puso a los pies de los caballos.

Y a pesar de todos esos "peros", Guardiola sigo siendo un técnico de referencia, un técnico tocado por la genialidad. Un técnico que en su día pasará a la historia cómo aquel que cambió y aportó novedades a un deporte más que centenario en el que todo parecía inventado. Un técnico en definitiva que presenta un currículum en apenas cinco años de profesión que para sí querrían todos aquellos que hoy se mofan y burlan de él.


Y yo sé, porqué yo así estaría, que hoy Guardiola se ríe, se mofa y se parte ante el despropósito de mensajes que llegan de todos sus rivales y enemigos. Ganar, ganar y ganar, cómo decía Luis Aragonés es el objetivo fundamental de este y cualquier deporte. Pep se ha hinchado a recoger trofeos y galardones.  “Éramos jóvenes, queríamos comernos el mundo y nos lo cominos” ha sido la frase que para mi representa la trayectoria de Pep desde que irrumpió cómo “mister” en este mundo que a veces me cuesta entender. Me gustaría saber cuantos de los que hoy hacen públicas las chanzas y bravuconadas propias después de una victoria podrían decir lo mismo. Cuantos, médicos, arquitectos, periodistas, juristas, paletas, dependientes, vendedores, policías, bomberos…., son capaces de mirar atrás en su trayectoria profesional y firmar lo que hoy representa el técnico catalán en su profesión. ¿Estáis seguros que entonces seguirías riendo?

miércoles, 16 de abril de 2014

#GraciasBarça

Acaba de finalizar la final de Copa, y me encuentro ante una página en blanco intentando explicar mis sensaciones. Me van llegando, mientras tanto whatsapps de mis amigos merengues con las típicas chanzas de los ganadores. Por supuesto, también me llegan mensajes de otros tantos culés quejándose del partido del equipo, del planteamiento realizado, de la alineación, de la intensidad. Hay mensajes que hablan de vergüenza, otros de rabia, los más de frustración. Me llaman mis hijos, que han visto el partido en el apartamento en la playa de sus abuelos. Están rabiosos. Hablan de "pena de equipo", reniegan de lo que han visto.

Y todavía no he leido la prensa. Ni estoy viendo el análisis post-partido de los medios catalanes. Sólo tenía ganas de sentarme a escribir, y probablemente dar un mensaje diametralmente opuesto a los que recibo. Y es que hoy, después de siete días aciagos en los que hemos dejado escapar Champiosns, Copa y probablemente Liga siento ganas de decir y gritar una cosa: #GraciasBarça

Gracias por seis años de fútbol maravilloso. Seis años que pensé que nunca viviría. Yo que, llegando ya a los cincuenta crecí sin apenas títulos que disfrutar. Yo que pase cinco años en la grada del Camp Nou viendo temporadas pasar sin nada que celebrar. Yo que celebraba las victorias al Real Madrid como única alegría de largas temporadas. Yo, ahora sólo puedo mirar atrás y recordar que los hoy jugadores cabizbajos y derrotados son los mismos que me sacaron del sopor en el que se había sumido mi sentimiento blaugrana.

#GraciaBarça por haber conseguido que mis hijos, hoy ya adolescentes, y que ahora te critican con dureza, disfrutaran de los éxitos y del juego que hasta hace poco realizaste Sé que sin ese despliegue nada hubiera sido loo mismo. Se que sin esa catarata de títulos y resultados conseguidos los partidos vistos en familia no hubieran sido una fiesta continua. Se que, los que hoy ven los partidos enfundados en colores azul y grana, no hubieran llegado a alcanzar esa pasión que ahora destilan si lo conseguido no hubiera sido tanto.

#GraciasBarça por hacerme creer que eramos invencibles. Por hacer que un partido se convirtiera en el momento cumbre de la semana. Por hacer posible el presumir de ser culé. Por notar la envidia de los que hoy se ríen. Por sacar de sus casillas a los mas descerebrados y fanáticos que repetían hasta la saciedad la llegada de un "fin de ciclo" apocalíptico. Gracias por haber conseguido que el universo futbolístico haya girado durante años los ojos hacía nuestro campo.

Por todo ello, quería lanzar un reto. Y este paso por conseguir que este hastag alcance la notoriedad que se merece. Pensemos cada uno que le tenemos que agradecer a este equipo y lancemos ese agradecimiento al mundo onlone. Es fácil pavonearse en la victoria. Es fácil presumir del triunfo. Hagamos de estas derrotas el primer paso para seguir creciendo. Gritemos todos.... #GraciasBarça.

lunes, 10 de marzo de 2014

¿Y si fichamos a Mourinho?

Parece que Valladolid está siendo lugar habitual de la reciente historia blaugrana. Así, a bote pronto me vienen varías imágenes en la plaza pucelana, sin las que difícilmente se entendería la trayectoria de nuestro equipo hasta nuestros días. El “Urruti t’estimo” cantado por Josep Maria Puyal, que nos dio una Liga de las de antes, de las que tanto con costaba ganar. El debut de Puyol, que ahora justo en la previa de un partido contra los blanquivioletas anuncia el final de su trayectoria como jugador y capitán del equipo. O el gol salvador de Xavi, sin el cual no se entendería la trayectoria del siempre discutido Van Gaal. Todas ellas noticias positivas. Todas ellas noticas para la esperanza. Qué lejos quedan estos hechos de lo comentado y leído este fin de semana, después del estropicio que el mejor equipo de nuestra historia, y posiblemente de la historia de este deporte “nos regaló” en la última jornada liguera.

Parece que el partido en tierras vallisoletanas, sea el inicio de un descalabro, que hace que jugadores y afición hayamos perdido la ilusión y las ganas por ver y competir en la Liga doméstica. Una Liga larga, muy larga, cómo no se cansan de repetir unos y otros en sus declaraciones, y que obliga al esfuerzo continuo. Esfuerzo que ahora, ni los que están en el campo, y por contagio, los que estamos fuera parecemos con ganas de asumir.

Qué lejos quedan aquellos días en los que en casa, esperábamos la hora del partido de los azulgrana sentados mis hijos y yo ante el televisor. Enfundados ellos con sus camisetas recién adquiridas y prestos a deleitarnos con el último pase de Xavi, la penúltima filigrana de Iniesta, el sinfín de subidas de Alves, y los innumerables regates de Messi. Sentados esperando que el espectáculo diera paso a los goles. Comentando, riendo, vibrando, disfrutando. En definitiva, viviendo el Barça como nunca lo habíamos hecho.
Ahora, el partido semanal se convierte en un acontecimiento anodino. Una actividad más del fin de semana que se ve o no en función del resto de actividades del fin de semana. Sin ir más lejos para este último partido, y cómo ya viendo siendo norma habitual fuera de los partidos de Champions, mi hija Marta dimitió de sentarse delante de la televisión. Ya no le interesa el Barça, ya no le interesa ver a su Messi. Ni le preocupa casi lo que haga Neymar. Se aburre, y ante el aburrimiento sus actividades adolescentes ocupan el pódium de sus preferencias. Ya hace tiempo que la última adquisición en cuanto a camisetas, la de la senyera con el nombre de Xavi a la espalda, descansa plegadita en un armario.

Mi hijo Marc, visceral y nervioso, no aguanta ver al equipo por detrás en el marcador. Es ver adelantarse al rival, lo que es norma habitual últimamente, y despotricar de forma vehemente. es ver al diez argentino deambular por el césped y buscar el mando para cambiar de canal, en busca de la tranquilidad o risas de las infinitas series que repiten sin cesar en la actual programación digital. Es ver la falta de tensión e intensidad que parece destilar este equipo en todos sus ámbitos (desde Zubizarreta hasta el último de los jugadores), y desesperarse buscando las razones de lo que está sucediendo.

Son mis hijos de una generación que no sabe lo que es vivir en la derrota. Desde que tienen uso de razón y recuerdo futbolístico sólo han visto ganar, ganar y ganar. Y parafraseando al ya fallecido Luis Aragones, y volver a ganar, y ganar y ganar. Son de una generación que ha disfrutado cómo ninguna otra de una hegemonía sin parangón, y que ahora parecen no asumir que ésta puede estar llegando a su fin. Parece ser….

Y yo la verdad no sé muy bien que explicarles. No sé si decirles que los ciclos son así, y que aquello no podía durar siempre. No sé si decirles que ganar siempre es una quimera, y que en todos los órdenes de la vida a épocas de bonanza le siguen épocas de penurias en ciclos más o menos cortos. No sé si decirles que estamos ante un bache temporal, que solucionado puede todavía llevarnos a una temporada triunfal. No se….

Lo que sí sé, o veo, o intuyo, es que el equipo ha perdido chispa, hambre, ganas y motivación pro competir. No es sólo Valladolid. No es sólo febrero. No es sólo este 2014. Toda la temporada está llena de ejemplos de un desinflamiento progresivo, de un apagamiento gradual.

Y para mi esta situación sólo tiene vuelta de hoja con una chispa que active a cada uno de los integrantes de una entidad que ahora parece somnolienta. Una entidad preocupada por el futuro, y que mira constantemente al pasado, y que ha dinamitado un presente que allá por el mes de septiembre parecía esperanzador.

Hace falta reaccionar, y así, ayer, sentado en el sofá y observando debates sobre el Tata y su nulo poder de transmitir una pregunta se me pasó por la cabeza. Una pregunta que lance al aire sin esperar ningún tipo de respuesta. Una pregunta absurda. Una pregunta temeraria….. ¿Y si fichamos a Mourinho?......... Y mi hijo, sentado a mi lado, se giró, y con los ojos en órbita casi me grita.. Papa….. ¿te has vuelto loco, o qué?????... Puede...., ¿verdad?




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miércoles, 5 de marzo de 2014

Puyol. Más allá del fútbol

Ayer Puyol anunciaba el final de su etapa en el Barça. Y ayer una sucesión de imágenes pasaron ante nuestros ojos, en una colección de gestos y detalles que han marcado su época como jugador azulgrana. Elogios, parabienes, análisis y palabras de despedida llenaron las redes sociales y tertulias deportivas. Palabras a las que yo, desde este espacio poco más podría añadir. Pero el adiós de Puyi, merece unas líneas que hoy le quiero dedicar.

Representa el cinco azulgrana el prototipo de jugador que ilustra aquello que no se puede enseñar. Y es que mis años de entrenador de fútbol base me ha enseñado, entre otras muchas cosas, que el sacrificio y el compromiso son cualidades incorporadas al gen de cada individualidad. Puedes enseñar a realizar un control, puedes mostrar la forma en la que debes fijar una marca, puedes optimizar movimientos de ataque, puedes intentar educar en la concepción del juego colectivo, pero, hay algo, cómo vulgarmente les decía yo a mis jugadores “que va con el bicho”, hay algo que sale de dentro, que nadie te muestra, y que lo incorpora cada uno cómo parte del juego.

El partirse la cara, el no desfallecer detrás del contrario, el no poder más y seguir corriendo, el gritar, presionar, luchar, mandar, decidir, en definitiva, el esfuerzo y sentimiento por aquello que realizas. El no ser un simple funcionario del juego, el saber que cada balón cuenta, el demostrar la pasión por lo que se hace, el ser diferente. Todo eso representa Puyol. Todo eso y más. Algo que ha hecho del “capi” un jugador único, y que en plenitud de facultades le reservaba un puesto de titular indiscutible dentro de cualquier formación. 

No es casualidad que dese la aparición de las malditas lesiones de rodilla, el equipo haya dejado de presionar cómo debía. Puyol era el primero en juntar las líneas, en tirar a todos para adelante, en obligar al resto, ya sea o por vergüenza torera, o por dignidad, a no ser menos. Sí él puede, nosotros también. Y desde que su figura dejó de aparecer de forma constante en el centro de la zaga, algo se fue perdiendo.

Representa Puyol un ejemplo claro de ansía de superación. Hoy todos hablamos de sus éxitos, de las copas levantadas, de los triunfos conseguidos. Pero yo recuerdo, cómo casi estuvo a punto de ser cedido al Málaga por Serra Ferrer, antes de que Van Gaal decidiera que le podía ser útil. Yo recuerdo, cómo en sus primeras cinco temporadas en el equipo pasó por un calvario en forma de resultados funestos, en los que no había manera de estrenar un palmarés que a día de hoy casi nadie puede presumir. En un mundo en la que estamos viendo crecer a una generación acomodada, sin apenas espíritu de lucha, y esperando que el día a día les resuelva los pocos problemas que parecen asumir, el ejemplo de un chaval que no se rindió, y que pasó de la nada al todo, no debería pasar desapercibido en campos profesionales que van mucho más allá que el simple deporte.

Representa Puyol la generosidad, mostrada en su última Champions conquistada, en la cual huyendo de cualquier protagonismo, declina salir en la principal foto del partido, en favor de un compañero al cual las circunstancias le llevaron a vivir los peores días de su existencia.  En una sociedad que fomenta el individualismo como característica principal en los quehaceres del día a día, el pensar en los demás, en dejar pasar una ocasión única de protagonismo, demuestra la concepción real de la vida y el juego que tiene este todavía chaval de La Pobla.

Llega con la marcha de un símbolo, y la de Valdés, el principio de un fin de ciclo, que ahora sí, aunque sólo sea por el cambio de nombres en la alineación parece próximo. No es el fin de ciclo anunciado por un fanático periodista metido en el papel del clown, no es el fin de ciclo que descabalgue al equipo de una hegemonía que todavía intenta conservar. No es un fin de ciclo apocalíptico. Es el fin de ciclo, al que todos, de forma irremediable vamos llegando en diferentes aspectos de nuestro vida con el paso de los años.


Años en los que he visto y disfrutado de otros jugadores en su misma posición. He visto pasar a Migueli, a Alexanco, a Koeman, y a muchos otros cuyos nombres no quedaran grabados en la historia con letras de fuego. Y hoy le toca el turno a Carles Puyol. Algo más que un jugador.




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miércoles, 26 de febrero de 2014

Ladran Sancho, luego cabalgamos.

Qué difícil es ir por la vida con tranquilidad! Apenas nuestras acciones marcan huella y, como perros, no faltan adversarios que con fuertes ladridos tratan de persuadirnos de que nos detengamos. Cuando esto sucede, a manera de conjuro para contrarrestar la agresión, solemos repetir la frase atribuida al Quijote: “Ladran, Sancho, señal de que cabalgamos”.

Independientemente del origen de la frase, que después de una breve investigación, me he dado cuenta de que no aparece en la obra de Miguel de Cervantes ni por el forro, me viene de perlas la etimología que ésta ha ido adquiriendo a lo largo de los siglos para referirme a la actual situación que vive el equipo azulgrana a día de hoy.

Un equipo instalado en la duda, y al que ahora cómo voraces mastines, se encargan todos de atacar y acorralar en busca de un desprestigio más allá de los terrenos de juego, que es donde realmente el Barcelona se ha labrado su leyenda. El fichaje de Neymar, el fichaje más explicado de la historia del fútbol, el fichaje más investigado desde que empezó a rodar el balón allá por finales del siglo XIX, el fichaje más mediático de las últimas temporadas, ha provocada, desde que un socio en busca de no sé muy bien que, interpelará una demanda contra la actual directiva, la actuación más vertiginosa que yo recuerde de un aparato judicial, del que si por algo se caracteriza, es por la lentitud hasta la exasperación de todos sus trámites.

Y no seré el que pase a enjuiciar, al socio azulgrana, que ahora mismo ni recuerdo cómo se llama, ni tengo ganas de buscarlo en la nube digital. Ni sé los porqués de los males del contrato del brasileño. Ni sé si ha de pagar más o menos a Hacienda. Y la verdad, que ni me interesa. Ni me preocupa si la fiscalía o el juez han imputado a la institución en busca de todavía no sé qué defectos de forma, o malabarismos contables. No soy ni jurista, ni contable, ni empresario, ni pertenezco a ningún círculo profesional que me permitan dar un juicio de valor consistente. No soy diferente a la mayoría de los que estos días hablan y hablan, opinan y hacen ruido, maldicen y trasgiversan.

Pero en cambio, me encanta oírlos. Me encanta ver cómo se enervan, cómo alzan la voz, cómo claman por la justicia, cómo buscan el deterioro de una imagen, cómo intentan el hundimiento, cómo buscan el demérito. Y cuanto más gritan y más critican más disfruto. Ladren señores, ladren.

Nada de esto sucedería si el Barça, en lugar de estar instalado donde hoy está, vagara intrascendente en una competición anodina. Nada sucedería, si año tras año, un equipo al que se busca la fecha de caducidad se empeñará en demostrar al final de cada temporada que su lápida tendrá que esperar. Nada pasaría si  en estos últimos seis años nuestro currículum no fuera el que es, el cual no reproduciré por no alargar las líneas de este artículo de manera insulsa. No habría lugar al desprestigio y al demérito si en estas dos primeras décadas de este siglo, los azulgrana, tanto de forma colectiva como individual no se hubieran instalado en el trono mundial del planeta fútbol

Dejemos a la jauría ladrar, dejemos que se desfoguen, y mientras tanto, nosotros, sigamos paso a paso buscando aquello para lo que fuimos creados. Jugar al fútbol, y disfrutar con este deporte.


Decía Goehte, que “El perro, quisiera acompañarnos desde el establo; pero el eco de sus ladridos nos prueba que cabalgamos”. Y no dudéis que ahora, muchos de los que ladran hubieran dado lo que sea por acompañarnos en nuestra cabalgata hacía de éxito, o si más no, haber sido ellos los que la hubieran realizado.




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lunes, 24 de febrero de 2014

Una montaña rusa de sensaciones

Supongo que todos en alguna ocasión os habéis montado en una montaña rusa, y a su vez, experimentado el vaivén de sensaciones que, ahora arriba, ahora abajo,  producen los continuos cambios gravitatorios por los que se caracterizan este tipo de atracciones. A la placidez de la subida inicial, escuchando el traqueteo de las vagonetas, y el runrún del motor de arrastre, se une un cosquilleo en el estómago antes de la inminente bajada. La tranquilidad y el placer de un paisaje en el horizonte, dejará paso a la convulsión de un sinfín de bucles y maniobras, que hacen que a nuestro cerebro le sea difícil interpretar en que situación nos encontramos. A la euforia de observar la primera de las rampas, se le sucede el vértigo y la incertidumbre del que se enfrenta por primera vez a un trayecto vertiginoso y sin control. Arriba y abajo, euforia y vértigo, miedo y tensión se suceden sin apenas dar tiempo a la pausa entre cada una de estas sensaciones.

Y en eso estamos los culés, un día arriba, observándolo todo desde las alturas, Desde una posición de privilegio que nos permite observar a nuestros rivales desde la placidez del saber que todo está dominado. Líderes durante una sucesión récord de jornadas, pronosticaban un campeonato liguero sin apenas sobresaltos, esperando la llegada de las fuertes emociones que nos depararía la Champions. Y otros días abajo, en los que un revolcón por un giro inesperado, nos mete el miedo en el cuerpo, y hace que se tambaleen todos aquellos conceptos que apenas momentos atrás creíamos tan seguros.

Un día la euforia se instala en todos los medios y círculos culés, pensando que el equipo y su cuerpo técnico han dado con la tecla adecuada en la confección de un once de garantías, y una táctica de juego. Y al siguiente, unas rotaciones, que hasta el momento se habían constituido cómo la mejor de las apuestas, para garantizar llegar al tramo final de la temporada con todos los integrantes al máximo de su fuerzas, se convierten en un arma en contra a tenor del revolcón de nuestro último partido de Liga en Anoeta. Revolcón que se une a una fase ya general de desconcierto que hace que en este 2014 que apenas comienza el equipo se haya dejado por el camino la nada despreciable suma de diez puntos, y que en una hipotética Liga anual le colocaría en una tercera posición harto compartida, y alejado a una distancia casi insalvable de ocho puntos con el máximo rival, generando el vértigo usual que este tipo de situación nos provoca.

Hay momentos en el que el equipo es reconocible, y nos muestra su mejor versión apabullando al rival de turno. Pero hay otros en los que desaparece y muestra signos de debilidad que creíamos ya desterrados. Hay fases de la temporada en las que no hemos sentido imbatibles, y otros, como la actual, en la que parece que cualquier balón que ronda las inmediaciones de nuestra área es sinónimo de gol. Y si ese balón dibuja una estela en forma de centro, la sensación de vértigo se acrecienta, y ya casi es mejor cerrar los ojos a la espera del desenlace final de la jugada.

Aunque en mi opinión, un denominador común se extiende en cada una de las actuaciones del equipo, independientemente del resultado. Y es la falta de intensidad. Parecen los azulgrana todavía afectados por el rapapolvo alemán de finales de la temporada pasada, en las que un equipo fundido se las tuvo que ver con la mayor de las amenazas en esa fase del campeonato. No hará falta recordar aquí el resultado, pero parece, que en el subconsciente de cada uno de los integrantes de este plantel ha quedado grabado ese momento, y ya sea mediante la aplicación de la dosificación de esfuerzos en el once titular, ya sea mediante el ahorro de fuerzas en los mismos partidos, el equipo hoy por hoy no se encuentra del todo preparado para una confrontación física del máximo nivel.

Y así, con un equipo mucho más estirado de lo habitual, y con un centro del campo obligado a correr muchos más metros entre la separación que existe entre defensas y atacantes, los azulgrana sufren en cuanto el rival tiene el balón. Sufre en esa franja que oscila entre el treinta y treinta y cinco por ciento de porcentaje en la que hay que defender, en la que hay que presionar, en la que hay que ser solidario. Y parece que, proveyendo que lo mejor está por llegar, se rebaja el listón de exigencia en cada uno de los esfuerzos individuales. Se relajan las marcas, se rebaja el índice de presión, y se basa todo a los veinte o veinte cinco minutos en los que los jugadores se “ponen las pilas”, y deciden que ese es el momento del partido. Partidos de apenas media hora, diluyendo el resto en puro trámite.

Esperemos que el final de este trayecto de altos y bajos nos conduzca a un final, que al igual que en la famosa atracción, una vez puestos los pies en el suelo, y con la pausa de la parada, nos permita apreciar la realidad del momento, y que a pesar de los sinsabores sufridos, las sensaciones finales de emoción e incertidumbre nos dejen el recuerdo de que al a la postre, todo ha valido la pena.




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miércoles, 19 de febrero de 2014

Caminando en sentido contrario

Parece que casi, casi tenemos asegurado el pase a la siguiente fase de esta edición de la Champions. Parece que nuevamente, estaremos entre los mejores. Parece que por fin el equipo, después de los vaivenes de hace unas semanas ha establecido una línea de juego. Parece  que un “diez” tipo ya se ha implantado como el equipo titular que nos ha de llevar a un nuevo carrusel de conquistas (el undécimo integrante baila todavía entre las piernas de Pedro, Alexis y Neymar). Parece que el momento cumbre de la temporada, este año sí, llega con todos los integrantes a tope. Parece…

Y es que después de ver el partido de ayer, y leer y releer los comentarios de prensa especializada, queda la sensación que el Barça, se ha instalado en una rampa de lanzamiento y ha alcanzado una forma de juego óptima.  Y a mí, y todavía no sé muy bien la razón, sigue sin “ponerme” lo que veo. Y es que casi me da vergüenza llevar la contraria, ya que soy de los que piensa que si andando por una calle voy tropezando con lo que vienen de cara, el que está tomando el camino equivocada soy yo. ¿Me estará pasando lo mismo? ¿Me estaré volviendo demasiado exigente?

Transformar Messi el penalti después de encarar Demichelis el camino hacia los vestuarios, y pensar que el partido iba a convertirse en un acoso y derribo a la portería de Hart fue todo uno.  Y más después de constatar que los “blues”, olvidando las precauciones que hasta el momento habían tomado, intentaban adelantar sus líneas en busca de un gol que igualará la eliminatoria. Ahora sí, pensé, ahora con espacios la agarra Messi y adiós muy buenas City.

Y para mi sorpresa, los azulgrana pasaron más apuros en esa media hora final que en la hora precedente, en la que en un confrontación once para once, se definía un partido típico de cualquier equipo ante el nuestro.  
Esperaba que cualquier robo de balón diera lugar a pases verticales, a la búsqueda incansable de esas terroríficas arrancadas del diez argentino en busca de unos centrales que reculaban asustados a proteger a su portero. Esperaba más presión, más rapidez en la circulación de balón, más profundidad por ambas bandas, más ocasiones de gol.

Es cierto, que dispusimos de hasta cuatro o cinco, y que con una efectividad algo mayor tal vez algún otro tanto hubiera subido al marcador (que subió injustamente anulado), pero, me daba la sensación, que eran fruto de arranques puntuales de intensidad, y no de una constante del juego. La constante era otra, pasar el balón y no perderlo parecía la estrategia a definir. Pasar el balón en zonas insulsas del campo reteniendo en ocasiones las diagonales que tiraban un aislado Aléxis, y un por instantes desubicado Messi.

Y pasaban los minutos, y el marcador seguía bajo mínimos. Qué oportunidad estamos perdiendo, pensaba. Qué oportunidad de olvidarnos ya de esta eliminatoria. Acabemos hoy aquí, dejémosles sin aire para el regreso. Hagamos que piensen que la Champions ya es historia este año para ellos.  

Y mis nervios aumentaban cada vez que veía un pase atrás, o un pequeño rondo en el centro del campo. Ni la salida de Neymar me pareció que se imprimiera una marcha más al partido. Y se acercaba el minuto final, y sí, ganábamos, al igual que lo hacíamos en Anoeta no hace mucho. Y  marcó Alves. Y los brasileños bailaron en la banda. Y me relajé, y creí que ahora sí, que ya estaba hecho.  Y llegó el pitido final, justo en otro anodino rondo de toque y toque entre jugadores azulgrana.

Y nuevamente me entró esa sensación de que había presenciado un trabajo a medio hacer. Un trabajo satisfactorio, pero no excelente. Un trabajo que consigue un objetivo como un trámite más a cumplir.  Y después, he leído, he escuchado, he repasado las crónicas, y todo el mundo no puede estar equivocado, así que, probablemente allá cogido el sentido inverso de la calle y todo sea cuestión de volver al carril que corresponde. ¿Alguien más caminaba en mi misma dirección?




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jueves, 6 de febrero de 2014

Los mejores años de nuestra vida.

Sabía que iba a llegar este momento. Sabía que la depresión post-Guardiola sería un hecho. Sabía que la vorágine de títulos y emociones celebrados sin parar no hace mucho, haría que una cierta depresión nos invadiera cuando el carrusel de celebraciones tomará visos de normalidad. Sabía que lo que en su día marcaba la agenda de la semana, juega el Barça, dejaría paso a otras actividades que ocuparían ese lugar primordial.

Poco a poco, desde aquellos años locos, en los que encadenábamos partidazo tras partidazo, título tras título, locura tras locura, el equipo, sin un aliciente mayor al que agarrarse que supere aquello que ya logó, parece que se ha instalado en cierto acomodamiento, y cómo aquel que se levanta temprano cada mañana para acudir a un rutinario día de oficina, ahora, aquellos que nos deslumbraban, acometen su tarea de noventa minutos esperando que el tiempo transcurra entre anodino y placentero, para, salvo accidente, ir cumpliendo los expedientes que a día de hoy le mantiene vivo en todas las competiciones.

Pero algo se está perdiendo por el camino. Una ilusión que te pegaba delante del televisor, o en tu butaca en el estadio parece estar desapareciendo. Una ilusión, que independientemente de si eran las diez, las doce o las cuatro, hacía que en procesión acudiéramos al estadio, o a llenar los bares en busca de la última filigrana de Messi, del pase genial de Xavi, de la fantasía de Iniesta, de la bravura de Puyol, o de la elegancia de Piqué. Una ilusión por observar partido a partido noventa minutos diferentes. Noventa minutos que parecían veinte.

Y no quiero culpar a  los jugadores. Casi les entiendo. Y es que el reto cada tres días es el mismo. Un equipo cerrado nos espera, dos líneas muy juntas se instalan al borde del área rival. Un único punta, o en un alarde de valentía máxima, puede que hasta dos se descuelgan esperando el pelotazo que coja la espalda a nuestros adelantados, y a veces desesperados centrales. Y así partido a partido, los espectadores vemos el mismo espectáculo, con la única diferencia del color de la camiseta del equipo rival. A veces incluso cambia hasta la nuestra.

Y ahí están Pedro y Aléxis, cada uno a lo suyo intentando desbordar por banda. Ahí están Alba y Alves subiendo hasta la línea de fondo y poniendo centros a los que nadie llega. Ahí sigue Xavi, tocando, girando y buscando el pase más fácil sin encontrar el pasillo final. Y Messi, enjaulado, rodeado, obligado a buscarse la vida mucho más lejos de la zona en la que ha demostrado ser el mejor. Y Iniesta…., ¿dónde está Iniesta?

Vemos partidos de detalles.  Detalles que la calidad infinita de cada uno de los jugadores que forman el once azulgrana propician cada cierto tiempo. Vemos partidos de individualidades. Pero no vemos jugar al Barça. Hace ya algunos días que el equipo en sí está decayendo. Y las gradas, esas gradas que no hace mucho presentaban mosaicos dignos de la mejor foto, cada día presentan más color amarillo en su dibujo. Estarán contentos los patrocinadores del estadio, que pueden mostrar sus marcas incluso en los días de partido.

Ahora cualquier excusa en buena para no acudir al estadio. Un día hace frio, Otro es tarde, o incluso  muy tarde. O incluso puede que sea muy pronto. Hoy no juega Messi. Hoy jugamos contra el colista.  Cualquier excusa vale para quedarse en casa, y esperar el resumen del partido que muestre esos pequeños detalles que antes se sucedían desde el primer minuto de partido.


Ojala sea un ciclo pasajero, y la caída de biorritmos que solemos tener en los meses de enero y febrero, fruto de un calendario que apenas deja pausas sea la causa de este bajón. Quizás al oír las primeras notas del wagneriano himno de la Champions la energía regrese, y lo que hoy escribo, deje paso a una repetición de emociones, que a día de hoy me producen cierta nostalgia, y que sin ir más lejos, hace pocos días, me hizo acudir a mi baúl de los recuerdos, y rescatar de allí un DVD que escenificaba y resumía lo que fue la temporada perfecta, la temporada del sextete. Aunque el efecto fue contraproducente y observando cada una de las imágenes, y futbolísticamente hablando, no pude sacarme de encima al sensación de, parafraseando un sugerente título de una antigua serie de televisión, estar rememorando los mejores años de nuestra vida. 




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