La maldición del nueve

Desde que Guardiola está en el banquillo cada uno de los portadores de este mítico número han abandonado el equipo. Será capaz Aléxis de romper con esta maldición?

Cesc Fábregas. Punto Final?

Después de tres años con noticias repetitivas sobre su contratación, parece que al final este año se dan las condiciones para su vuelta

La profecía de Van Gaal

Hace un tiempo, Van Gaal, hizo una profecía, queréis saber cual es?

Mourinho, una táctica diferente

Mourinho se caracteriza por explotar al máximo el entorno que rodea la disputa de un partdo.

Cruyff, dos inicios. Una historia.

La llegada de Cruyff al Barcelona supuso una revolución, tanto en su etapa como jugador, como en la de entrenador.

lunes, 27 de febrero de 2012

Messi está de vuelta.

El fútbol, como deporte de masas, lleva asociado un gran circo mediático a su alrededor. Ante cualquier hecho, prensa, radio, televisión y demás medios informativos hacen un seguimiento exhaustivo de cualquier acontecimiento. Tertulias, debates, programas de opinión, periodistas de los más singulares perfiles analizan hasta las últimas consecuencias pequeños detalles, con el objetivo de dar cobertura a la gran masa social que sigue este deporte.

Por ello, a veces, se exagera hasta el infinito cualquier análisis, cualquier jugada. Se buscan como dice un dicho popular utilizado muy a menudo en casa de mis padres: “los tres pies al gato”. Y buscando estos tres pies, llevamos casi dos meses, analizando el rendimiento de Messi.

El argentino acabó el año pasado con unas prestaciones increíbles, dejando destellos de su gran clase en la última final del Mundial de Clubs. Pareció, que después del parón navideño, su “reentree” a la competición estuviera algo por debajo a lo que nos tenía acostumbrados. Incluso, es cierto, que en algunos partidos, se le vio hasta ausente, y  puede que incluso cansado. Había perdido frescura y sus números goleadores se resintieron, haciendo que, un jugador que nos ha acostumbrado en estos últimos años a unas cifras que rozan el gol por partido, llegará a marcar un único tanto en seis encuentros consecutivos. ¿Qué le pasa a Messi? ¿Está cansado? ¿Hastiado?, ¿Sobre utilizado?

Y así, día a día, crecía el debate e incluso ya algunos se atrevían a postular futuros ganadores del próximo Balón de Oro, atendiendo a la bajada de rendimiento del rosarino. Y como tan cierto es que los comentarios eran exagerados, también lo es, que efectivamente su rendimiento bajó. Pero para ello no hacen falta grandes análisis ni grandes debates. Basta simplemente con escuchar la opinión de su más tierna admiradora: mi hija.

Mi hija Marta, practicante de baloncesto para más señas, no había visto un partido de fútbol por televisión hasta la final de Roma; la primera Champions de Guardiola. Ese día descubrió a Messi. Ese día se enamoró de Messi. Para ella, el argentino es “su niño”. Lo idolatra, lo venera. De hecho, ver un partido del Barça, está supeditado a que el rosarino esté en la alineación. Y el seguimiento que le hace es exhaustivo y a su vez, crítico. Muy crítico.

Mi niña no entiende de fútbol. Apenas sabe lo que es un fuera de juego. Apenas sabe interpretar una táctica. Ella entiende de pasos, dobles, personales. No sabe que es una falta táctica, no sabe que es una cobertura, ni un desdoblamiento. Sólo sabe, que eso que ahora practica el Barça le gusta. La armonía del balón en el juego, el ir y venir al área. El ataque constante. Y Messi!!!. Es agarrar la pelota el argentino,  es encarar hacia puerta el diez azulgrana, y su índice de atención se dispara. Su camiseta azulgrana, que siempre se pone para ver los partidos se arruga apretujada entre sus puños cuando el partido se torna igualado. Y se siente disgustada cuando el pequeño genio azulgrana no triunfa. Ella no analiza. Ella sólo disfruta o sufre según vayan los partidos. “Cómo marqué el Madrid, lloró”… fue su análisis en los cuartos de final del último de los clásicos disputados.

Y hace dos meses que mi hija andaba disgustada. “No juega bien, papa”, me dice. “No se va de nadie. ¿Qué le pasa a mi niño? Falla muchos goles!! Y ese es el análisis con el que yo me quedaba.

Pero algo ha cambiado desde hace dos semanas. Y es que Messi ha vuelto!! Y ha vuelto, no porqué lo diga la prensa, no porqué lo diga Guardiola, no porqué lo digan en las tertulias. Es igual que ahora lleve seis goles en tres partidos. Es lo mismo que destrozará al Valencia con un poker de goles. Ha vuelto, porqué ayer, en el Calderón, contra el Atlético de Madrid, entre patada y patada, entre revolcón y revolcón, Marta se giró y me dijo: “Messi ya está bien, papa. Messi ya es como antes”. Y ese análisis, esa visión de un partido, ese simple comentario ante los ojos de alguien que no entiende este deporte, es la máxima expresión de la realidad de que el argentino ha vuelto a recuperar sus mejores sensaciones.

Sensaciones, que ahora, no veremos en el próximo encuentro. Jornada en el que deberá descansar por una quinta tarjeta que roza lo delirante. Cómo delirante es que él y algún que otro defensa de cuyo nombre mejor no acordarme, cumplan ciclo de tarjetas al mismo tiempo. Alguien debería plantearse este hecho.

Con la baja de Messi, y tal como dijo Pep en rueda de prensa posterior llegará el tan ansiado descanso para el argentino. Con la baja de Messi el próximo partido de los azulgranas perderá uno de sus máximos alicientes. Con la baja de Messi, un asiento en mi casa quedará libre ante el televisor.


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jueves, 23 de febrero de 2012

El banquillo quema.

Esta es mi quinta temporada como entrenador. Entrenador de fútbol de base en uno de los equipos con más historia de la ciudad de Barcelona. El F.C. Martinenc. Han sido cinco años en las que he tenido ocasión de compartir vestuario y vivencias con niños de múltiples edades. Alevines, infantiles y cadetes han pasado por el vestuario. Cinco equipos diferentes, casi cien niños y adolescentes he tenido la oportunidad de conocer.

Junto a ellos he compartido vivencias de todo tipo. Luchar por un ascenso, intentar evitar un descenso, mantenerse en media tabla, e incluso un cese. Las temporadas, a finales de Agosto, siempre empiezan de la misma forma. La ilusión de ver a los jugadores. Las expectativas de los nuevos entrenamientos. La puesta en práctica de las nuevas ideas gestadas en el verano. La pretemporada. Cada inicio de temporada crea unas expectativas, que hace, que en ese punto cero, las ganas de trabajar y la motivación sea máxima.

Pero el tiempo transcurre, el horario cambia, desaparece el sol de las sesiones, y el frío se instala en el campo. El pantalón corto deja paso al chandal, y éste al abrigo, el gorro y los guantes. El trato con los jugadores, niños en ocasiones, adolescentes en otras, no siempre es fácil. En un principio se instala el respeto que la falta de confianza genera. Pero a medida que el año y la temporada transcurre, instaurar una disciplina, un sistema de juego, unas pautas de comportamiento, e intentar enseñar lo que el fútbol significa como deporte, son tareas arduas que no son siempre bien interpretadas. Tres sesiones semanales. Tres sesiones diferentes que intentan que el tedio no nos venza. Tres sesiones para preparar el partido.

En un equipo de base no hay ruedas de prensa, y no hay medios informativos que sigan tu actividad. Casi no hay público. Los familiares más cercanos de cada jugador se convierten en su máximo seguidor. Familiares que siguen con devoción las evoluciones de su hijo, nieto o sobrino. Público que se apasiona, a veces a niveles insospechados. Pasión, que en ocasiones se desborda, y convierte el partido en un escenario infernal para el árbitro de la contienda. Árbitro muchas veces inexperto, sin ayudantes en la banda que le asesoren en las tareas del fuero de juego. Sin cuarto árbitro para que vele que en los banquillos reine la calma.

Y al final de cada encuentro, si la victoria acompaña la sonrisa se ve reflejada en casi todos los chavales del equipo. Sobre todo en aquellos que han disputado más minutos, o que han tenido la suerte de marcar uno de los goles. Hay otros, que independientemente del éxito o fracaso no participan de la misma forma. Han jugado poco. En ocasiones, pocas, muy pocas, apenas han disfrutado de minutos. Te piden explicaciones. Yo he venido a jugar!!!!. Mi hijo, mi nieto, mi sobrino ha venido a jugar!!!!.

Y en la derrota, que es de uso muy común, los jugadores que en estas edades no entienden de fases de aprendizaje, y que únicamente desean alcanzar el resultado positivo como objetivo, la decepción es general. El vestuario se desmotiva, los entrenamientos se eternizan, las órdenes se ignorar.

Y así, a medida que pasa el año, y en febrero, cuando el frío es más intenso, cuando los problemas se repiten, cuando las cosas no van, o simplemente cuando la repetición de una actividad te agota, siempre te planteas que este será tu último año. Acabo la temporada y  lo dejo!!!. No vale la pena el esfuerzo!!. No encuentro la motivación para seguir!!. Podría hacer tantas cosas en el tiempo que dedico a preparar los entrenamientos, las sesiones, los partidos, los desplazamientos… Tantas cosas!!!

Y entonces recuerdas a Álex, aquel jugador que tuviste en alevines, un media punta que no levantaba un palmo del suelo, y que ahora de cadete está jugando en División de Honor. O recuerdas a Pol, que todavía sigue en el Martinenc, y que este año sigue invicto en la Liga. O a Aitor, que con más de metro noventa despunta ya en el juvenil. O Ferrán, o Gabi (¿dónde estará), o Sergi, o a Diego… Y entonces te preguntas:. qué cosas puedo hacer que me gratifiquen de esta forma?. Y si la respuesta es ninguna, es entonces cuando sabes que el próximo mes de junio, cuando la temporada finalice, el sol vuelva a calentar las sesiones, los torneos post-temporada estén en juego, y el pantalón corto vuelva a formar parte de tu indumentaria, subirás a coordinación y pedirás un nuevo equipo para el año próximo. De hecho, pediré el mismo. Me apetece ver si con un año de evolución los Gerard, Alvaro, Raul, Álex, Pep, Pablo,Pol…. pueden dar mas. Yo estoy seguro de que sí.

Esta es una historia muy particular. Una historia de equipo modesto. De equipo de barrio. Una historia que multiplicada por mil, se puede trasladar al mejor equipo de mi ciudad, y al igual que yo cada mes de febrero, en mi vestuario, me cambio, observo mis notas, preparó el material, y saludo a mis jugadores, otro técnico, mucho más capaz, más laureado y con más inquietudes que las mías, debe sentarse en su despacho y pensar… hay tantas cosas por hacer!!!... Veremos si el tirón de poder ver si los Gerard, Messi, Pujol, Tello, Cuenca, Cesc, Alexis, pueden dar más, hagan que, al igual que haré yo en junio, Pep vaya a coordinación y exprese su necesidad de continuar con el mismo equipo. Yo estoy seguro de que sí.


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martes, 21 de febrero de 2012

El extraño caso de la renovación de Guardiola

Como cada año por estas fechas, y desde que Guardiola es entrenador del F.C. Barcelona, la noticia más esperada y el tema más manido, es el de su renovación. Cada mes de febrero, la historia se repite, y como en un bucle infinito las portadas y noticias de los diferentes medios se fotocopian año tras año. ¿Renovará Guardiola?

Y normalmente, cada año, una vez finalizada la vorágine de partidos que supone la disputa de las eliminatorias de la Copa del Rey, el técnico azulgrana, decide que ha llegado el momento de estampar su firma en un nuevo contrato y prorrogar su continuidad un año más. Está manera de hacer, viene cimentada, entiendo, en su conocimiento del club, y en la mala experiencia que Pep tuvo en el momento de su adiós como jugador azulgrana. Hay que recordar, que el de Santpedor, después de haber protagonizado la etapa más espectacular de la historia culé, que él mismo se ha encargado de superar como entrenador, tuvo una salida más bien triste del club que lo vio crecer.

Pero aún y así, suena raro, parece extraño, ese continuo dilema que se plantea año tras año, y que hace tener al club, jugadores y seguidores en ascuas, preguntándose si la ansiada firma de Pep llegará. Y digo que es extraño, porque en este mundo cambiante que nos ha tocado vivir, una de las aspiraciones que buscan la mayoría de los humanos es la estabilidad. Ante la disyuntiva entre un contrato fijo, o uno temporal renovable año tras año, la mayoría, por no decir el noventa y nueve por ciento de las personas elegirían la primera opción.

Pero Guardiola no. Guardiola duda, y la pregunta es el origen de esa indecisión. Normalmente la duda se origina a partir de un pensamiento negativo. El “no” poder enfrentarse a un objetivo con el pleno convencimiento de su consecución nos genera dudas en cuanto a las posibilidades de llevarlo a cabo. Es por tanto evidente, que algo no cuadra en la cabeza del técnico azulgrana. Aparentemente el hecho de que una persona deba enfrentarse a una dificultad es un perjuicio, y ahí podría radicar una de las causas de esa demora. Guardiola entrevé una dificultad que entiende que no puede superar.

¿Pero cuál es esa dificultad? ¿Los jugadores? El técnico azulgrana se encuentra rodeado de jugadores que le aprecian, y que no paran de enviar mensajes abogando por su continuidad. Pep, cogió un grupo derrotado, y sumido en el caos, y lo llevó en menos de un año a las más altas cotas del universo futbolístico, alcanzando logros sin igual en la historia de este deporte. Título a título, temporada a temporada, los jugadores supervivientes a las altas exigencias del técnico, han crecido tanto de forma individual como colectivo. No es de extrañar por tanto, la veneración que éstos profesan por su técnico. Veteranos, que no desean vivir otra era de desastres en los últimos años de su carrera, y jóvenes, que ven cómo la filosofía de cantera del técnico les abre las puertas de un vestuario, que no hace muchos años les estaba vetada.

¿La exigencia de la afición? Si bien es cierto que en el fútbol, el pasado no existe, y que la historia se escribe casi partido a partido, también lo es, que la afición azulgrana suele ser bastante complaciente con aquellos que le han dado triunfos. Y así, ahora el crédito que Guardiola se ha ganado después de tres años increíbles en casi infinito. Y a pesar de algunas voces discordantes, que abogan por la magnificencia de la plantilla como la clave del éxito, en su mayoría el socio y aficionado culé, ve a Pep y su equipo técnico como las claves de un cambio de mentalidad en el habitual pesimismo de la entidad.

¿Será el entorno del club? Es de todos conocido el “feeling” que mantenían Laporta y Guardiola, en la anterior etapa presidencial. Etapa que no hace falta recordar como finalizó, y que mantiene aún vigente un proceso judicial contra el expresidentes azulgrana por los abusos económicos durante su gestión. Proceso judicial ante el que Pep se ha postulado de forma totalmente transparente haciendo ver su desacuerdo por las medidas tomadas por la actual junta. Pero también es cierto que ésta, ha puesto todas las facilidades posibles para que el cuerpo técnico se encuentre cómodo en sus funciones, y ha realizado todas las gestiones que éste ha requerido, tanto en forma de fichajes (Cesc y Aléxis), como de bajas (Ibrahimovic como caso más sonado).

Analizado así, pocas son las dudas que Pep debería tener. Teniendo a su lado, a directiva, equipo y afición, casi se podría decir que tiene comiendo en su mano a la totalidad de los estamentos que sostienen el club.

Y aquí, debería tener Guardiola presente, que él a su vez, también ha crecido al albor de la grandeza del club. Club que le ha permitido hacer y deshacer a su antojo. Club que le ha dado todo lo necesario para desarrollar su trabajo. Club que necesita, una planificación conforme a su grandeza, y que no puede quedar continuamente a las expensas de una única persona. Debe ser Guardiola, el primero en entender, como hombre de club que es, que esta continua exposición a los medios, es un arma más de presión, que se suma a la que ya tiene como técnico del equipo más laureado del momento.

Por otro lado, estamos presenciando la primera temporada, en la que el equipo no ha rendido como en las precedentes. Y mereciéndolo o no, se encuentra muy distanciado del liderato. Tan distanciado, que hace casi imposible la reedición del título de Liga. Una visión simplista de la situación, podría dar a entender que cual capitán del Concordia, el máximo representante de la nave se baja en el momento que más se le necesita. Ese también debería ser un planteamiento que Pep se debería hacer en el momento de tomar su decisión.

Decisión, que si tanto se demora, será porque está más cerca del “si” que de la negación. Aunque es su defensa, os dejo una frase de Henry Ford, que resume la actual situación:

“Tanto si piensas que puedes como si piensas que no puedes... estás en lo cierto.”



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lunes, 20 de febrero de 2012

Los Globetrotters

Este equipo carismático, que sigue vigente hasta nuestros días, surgió en 1926, cuando Abe Saperstein quiso ofrecer algo diferente a los aficionados del basquetbol en el estado de Illinois y junto a sus compañeros comenzó la configuración de un equipo, que posteriormente derivó en leyenda. La idea original de Saperstein era jugar contra los adversarios que quisieran enfrentarlos, para hacer de sus encuentros más que un juego, un espectáculo lleno de gracia y movilidad..
  
En un principio la esencia del equipo era formar quintetos con jugadores que poseían un talento peculiar. Esa estrategia superó todas las expectativas y nació así el espectáculo deportivo más visto en este planeta. Para muchos niños y jóvenes siempre ha sido un sueño formar parte de ese baloncesto distinto, de ese equipo distinto, que hace de la vistosidad de las acciones el paradigma sobre el que se mueve cada uno de sus partidos.
  
Visto lo visto, no debe andar muy lejos de esa concepción y filosofía de juego, lo que nos ofreció la última jornada liguera en el Camp Nou. El Valencia, como tercer clasificado visitaba el estadio. Lo hacía ante un equipo instalado en la duda. Dudas en el banquillo, dudas en su juego,  y dudas en el devenir de una competición que parece ya imposible para los intereses blaugranas. Y contrariamente a lo que pudiera parecer, ante un equipo visitante, que ha puesto en los tres compromisos precedentes en serios apuros al once de Guardiola, ayer, los valencianos, se asemejaron mas a los Washington Generals, mítico rival de los de Harlem, que a un rival que realmente quisiera poner en disputa el segundo lugar del campeonato liguero.
  
Parecía el Barça más desinhibido que nunca, más suelto. Como si su última derrota en el Reyno de Navarra, hiciera que los jugadores de deshicieran de las tensiones acumuladas, ante las casi nulas aspiraciones que quedan en esta competición. Tensiones que les obliga a disputar cada partido con la amenaza constante de lo que una derrota puede suponer, ante un rival que no falla nunca, y que ha puesto la tarea de la persecución casi imposible. Y así,  con trece puntos de diferencia en la clasificación, y con la mirada más puesta en el retrovisor que en el parabrisas, los jugadores azulgranas saltaron al campo con un único objetivo: ofrecer un grandioso espectáculo.
  
Y los Messi, Iniesta, Aléxis, Piqué y Busquets (por nombrar un quinteto inicial), se mimetizaron en los ya míticos nombres de jugadores legendarios de ese equipo de Trotamundos, que formaba a su vez con mitos de la talla de Wilt Chamberlain, Medowlark Lemon, “Curly” Neal, Hubert “Geese” Ausbie, Marques Haynes o “Gosse” Tatumy.
  
Y a pesar de que en el minuto ocho, Piatti adelantará a su equipo, en el único disparo a puerta de los visitantes en la primera parte, los locales generaron tal cantidad de juego, que a día de hoy el portero “che”, debe estar pensando en pedir aumento de sueldo en concepto de horas extras. La portería valencianista se asemejaba a esas barracas de las ferias en las que por tres euros tienen la posibilidad de disparar sin oposición. Y en un pim-pam-pum sin precedentes esta temporada, cada internada azulgrana acababa en disparo. Ahora a los pies del portero, ahora a las manos, ahora a un palo, ahora un disparo desviado, y ahora un gol. 
  
Gol que venía siempre asociado al nombre de un pequeño jugador argentino, que ayer disputaba su partido número doscientos como jugador azulgrana en Liga. Doscientos partidos increíbles, y con un rendimiento estratosférico, que le dejan, después de los cuatro goles marcados ayer, a sólo una docena de goles del máximo goleador azulgrana de toda la Historia: Cesar.
   
Y es que Messi, ayer también recordaba a otro de esos jugadores míticos de baloncesto, que hizo del showtime en los californianos Lakers su modo de vida. Una carrera endiablada, un regate sublime, una asistencia generosa, una defensa feroz, y un poder de definición brutal asemejaban al rosarino al mítico Earvin “Magic” Johnson. Ambos, cada uno en su disciplina representan el máximo valor de lo que es el deporte. Un juego para, y por el espectáculo, demostrando que el camino hacia las victorias no se mide únicamente por la ley del marcador.
  
Pero sería injusto destacar sólo a Messi en el partido de ayer. Cada uno de los catorce jugadores que intervino en el partido ofreció casi su mejor versión. Las endiabladas carreras de Montoya por banda, las galopadas de Aléxis Sánchez, la magia de Iniesta, la solvencia de Piqué, la pausa de Busquets, la fuerza de Cesc, el liderazgo de Puyol, el ritmo de Pedro, el descaro de Tello, y los reflejos de Valdés en la única jugada que lo requería, mostraron que, tal y como dijo Guardiola posteriormente en rueda de prensa, el nivel de este equipo está muy lejano a lo que esos diez puntos reflejan en la clasificación. Diez puntos, perdidos, por múltiples causas y circunstancias, y que en un goteo constante, han dejado al equipo demasiado lejos de su rival.
  
Pero si esa distancia, sirve de detonante para presenciar partidos como el de ayer, bienvenida sea. No sólo de puntos y campeonatos vive el espectador. A veces, noches como las de ayer, hacen ver, que también se puede disfrutar en la derrota, instalado cómodamente en tu butaca, y presenciando un espectáculo que nadie, y digo nadie, es capaz de ofrecer.
   
Retomando el hilo de la inicial comparación de este post, podemos decir sin temor a equivocarnos que hablar de los Harlem Globetrotters es referirse a una decena de prestidigitadores de la pista, convertidos en los mejores jugadores de la historia, y que todavía en la actualidad siguen siendo un equipo legendario alrededor del mundo. ¿No es esa una definición que se acerca bastante a la que se podría hacer del equipo culé?


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miércoles, 15 de febrero de 2012

Cine de barrio.

Observando ayer los dos tiempos tan diferentes que nos ofreció la vuelta del equipo a la Champions, y las diferentes sensaciones que cada una de las partes me dejó, no pude más que acordarme de aquellas sesiones cinematográficas, que en los cines de mi barrio nos permitían disfrutar de dos películas por el precio de una. Eran películas emblemáticas de las décadas de los 70 y 80, auténticos taquillazos como La cosa, Terminator, Indiana Jones y el templo maldito, La Guerra de las Galaxias o Tiburón. Eran sesiones en las que nos podíamos quedar extasiados con la totalidad del programa, o en las que la disparidad de las películas podía hacernos caer en el tedio la mitad del tiempo que allí transcurríamos.

Ayer, en el BayArena, ante el Bayern Leverkusen la sesión doble nos tenía preparado un programa dispar. La colmena y Allien componían el cartel de la entrada.

La primera, una película costumbrista, llena de fotogramas, y diálogos de calidad. Una película sólo apta para cinéfilos y en el que la lentitud de las acciones podía llegar a resultar tediosa. Una película que trasladada al césped nos mostró un fútbol sin espacios, anodino, y sin acciones que resaltar. Fútbol control, sin riesgos. Parecían los dos equipos cómodos en los papeles que les tocaba representar. Los locales, regalaban el balón sin contemplaciones, y dejaban a los artistas azulgranas la responsabilidad de la propuesta de juego. Y éstos conscientes de sus últimas actuaciones foráneas,  y de su actual fragilidad lejos del Camp Nou, decidieron que los riesgos fueran mínimos, y aseguraron la posesión del balón hasta límites insospechados en estas fases de la competición. El tanto por ciento de posesión era escandaloso, y el juego desarrollado, mostraba únicamente  pequeños detalles de calidad en forma de triangulaciones.

Esa era la propuesta, pero cuando el film parecía llegar a su fin, el director, decidió dejar un buen sabor de boca al espectador, y con una rápida acción, la delantera azulgrana ofreció una jugada impropia de este equipo. Un preciso contragolpe, en el que con apenas tres toques de balón, Alexis Sánchez, previa asistencia, una más, de Leo Messi, consiguió batir la portería alemana, dando la sensación que con ese gol el partido quedaba finiquitado, ante la nula presencia que los teutones había tenido en el campo. Sin tiempo para más, la sala encendió sus luces, a la espera de que la segunda parte de la sesión nos deparará nuevas sensaciones. Sensaciones que esperábamos encontrar con la propuesta de acción que la segunda película programada ofrecía. Película en la que un alienígena tiene como objetivo masacrar a todos los componentes de una nave espacial.

Y con esa intención salieron los alemanes al campo. Sabiendo que la inferioridad física de su rival era patente, plantearon una nueva estrategia basada en la presión arriba y en el intento de que el balón se disputará en el cuerpo a cuerpo. Eran conscientes que su fuerza en este tipo de confrontación era superior a la de su oponente. Y así, a poco de reanudarse el encuentro con varias jugadas embarulladas lograron dinamitar la defensa culé, y establecer el empate en el marcador. Fueron minutos de zozobra en los que los azulgrana parecían sufrir a cada envite de los locales, que amenazadores daban la sensación de poder acabar con la tripulación azulgrana. Pero no contaban éstos, que en un fútbol con espacios, los pequeños jugadores catalanes se muestran intratables.

Fue un primer cuarto de hora de intercambio de golpes, con dos goles en el haber de cada equipo y con acciones de renombre. El comandante de la nave, Leo Messi, era el encargado de galvanizar todo el juego de ataque, y cada vez que éste agarraba el balón se intuía una acción de peligro. Ahora un sprint, ahora una asistencia a la derecha, ahora un pase por encima de la defensa, acompañaron a una acción sublime mediado este segundo tiempo, en la que escorado en banda, dejo con un palmo de narices a sus perseguidores, y tras caño y vaselina, dejó un regalo para el aficionado que no acabo en gol, por la maldición que le persigue en forma de remates al palo esta temporada. Once son ya con el de ayer, las veces en las que los disparos del argentino han tropezado con los límites de la portería.

Y en este reparto de golpes y bofetadas, como en todas las buenas películas de acción, el “bueno”, siempre sale triunfador. Y así llegó el golpe definitivo, que en forma de tercer gol, tumbó a la presa que acosaba al equipo, quedando esta fulminada por la última ofensiva de su comandante, que exhausto, supo zafarse de las garras que lo apresaban y tuvo arrestos para llegar hasta el fondo de las entrañas de su enemigo, y clavar allí la estocada definitiva que derrumbaba toda resistencia que éste pudiera ya ofrecer.

Pitido final, y fin de la sesión. Sesión que en su conjunto ha resultado satisfactoria y con ganas de una segunda entrega. Entrega que no tardaremos en disfrutar, y en las que si las cosas siguen su curso normal, veremos al equipo instaurado en cuartos de final, y en el camino de optar nuevamente al mejor de los premios: El Oscar a la mejor película… Perdón, la Champions.. Y es que con el recuerdo y el símil cinematográfico me he despistado.


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lunes, 13 de febrero de 2012

De las Cruyffadas a las Guardioladas

El año pasado, con motivo del primer clásico de la temporada en el Camp Nou, el diario deportivo Marca, utilizó en sus páginas centrales un término para definir el rifi-rafe que Pep y Cristiano Ronaldo tuvieron en la banda en la disputa de un balón por un saque de banda. El diario madrileño definió esta acción como Guardiolada, y la aupó a uno de los momentos estelares del partido.

Los culés, sin embargo, haciendo caso omiso a esta definición, adoptaron el término, y lo convirtieron en sinónimo de otro utilizado años atrás: cruyffada. Y es que ambos términos, por definición, para los blaugrana, hacen referencia a aquellas decisiones tácticas incomprensibles, que hacen, que o bien, el once inicial esté compuestos por nombres del todo inesperados, o bien, que las posiciones que estos adoptan en el campo sean del todo antinatura. Ejemplos de una y otra, de cruyffada y guardiolada tenemos varios a lo largo de las largas trayectorias de ambos técnicos en el banquillo azulgrana. Desde los fichajes de Romerito, Escaich o Korneiev,  disposiciones tácticas del equipo del holandés cada vez que visitaba el Bernabéu, debuts de canteranos como el de Lucendo, e infinidad de sorpresas e innovaciones tácticas fue el legado de Johan Cruyff en sus ocho años como entrenador. Ocho años que debemos recordar fueron la primera de las etapas gloriosas de los culés de mi generación y el anticipo de la que ahora estamos viviendo.

Guardiola que mamó de las fuentes del holandés, se apuntó al carro de la innovación y la sorpresa y poco a poco con el paso de los años, y una vez asentado como el mejor técnico culé de la historia, ha ido dejando muestras de esta capacidad de sorprender. Capacidad que le ha llevado a tomar a veces decisiones discutidas y que le han puesto en el disparadero de la crítica. La posición de Puyol en Valencia, la utilización de canteranos en momentos de responsabilidad, las aventuras de Alves como extremo, o las de Busquets como central, los fichajes de Chigrinsky o Ibrahimovic, y la última alineación en el partido que casi ha dejado al equipo en esta Liga sin opciones, pueden ser ejemplos de decisiones que no obtuvieron el resultado deseado.

Es curioso, que sean, precisamente estos dos técnicos, Cruyff y Pep, los más laureados de la historia culé,  los que hayan visto bautizadas sus decisiones con un término propio, que en la mayoría de ellas se ha utilizado como críticas por su extravagancia y sin sentido. Es extraño, que no nos hayamos parada a reflexionar, sino es precisamente por esa valentía por llevar a cabo propuestas que otros ni siquiera pueden llegar a pensar, que ambos, Pep y Cruyff, hayan llevado al equipo a cotas que no admiten comparación con cualquiera de los técnicos que han ocupado el banquillo en la larga historia que nos representa.

Porqué por la misma regla de tres, nunca hubiéramos presenciado la defensa de tres que el técnico holandés importó de su Holanda natal. Nunca hubiéramos asistido al nacimiento de la figura del cuatro azulgrana, que asemejándose al papel del “quaterback” en el fútbol americano se convirtió en el jugador ancla a través del cual giraba todo el juego del equipo. O nunca, hubiéramos visto como nuestros porteros se convertían en los primeros defensas del equipo, y el primer constructor de las jugadas de ataque. Todo ello fueron aportaciones de Cruyff, todo ellos fueron cruyffadas que ningún otro técnico había tenido la osadía de utilizar, y ni siquiera plantear.

Y también por la misma regla de tres, y probablemente si Guardiola no hubiera llegado el banquillo blaugrana, nunca hubiéramos disfrutado de Messi como falso delantero centro, en una decisión que fue clave para el histórico dos a seis en el Bernabéu. Nunca hubiéramos visto como por ejemplo en esta temporada, ante el Villareal en casa, un equipo sin laterales jugó casi el mejor partido del año, haciendo uso de centrocampistas en esa posición. O nunca, por ejemplo hubiéramos asistido a la táctica del 3-7.0 del último Mundial de Clubs y que dejo boquiabierto al técnico brasieleño y casi sin capacidad de respuesta. Éstas, como las anteriores nombradas también son guardioladas, y con ellas, el equipo ha conseguido crecer. Lo ha hecho de forma  permanente con la utilización de Messi como falso nueve, que ha llevado a que el jugador se convierta en el mejor delantero de la historia del equipo, a punto de reventar todos los registros de sus antecesores. Y lo ha hecho de forma circunstancial sabiéndose adaptar a las dificultades que la competición le presenta en forma de lesiones o bajos estados de forma.

Innovar y crecer por lo tanto son dos términos parejos que no se pueden desasociar. En uno de sus artículos escritos en La Vanguardia, Jordi Canals hacía referencia a un libro de Amar Bhidé (Columbia University)  en el que hablaba del crecimiento económico y en el que defiende que la única salida a la crisis actual está en la capacidad de innovar. El autor americano argumenta que la mayoría de éxitos empresariales en Estados Unidos, han venido por la capacidad de las empresas de trasladar sus proyectos innovadores al mundo real, y hacer patente apuestas valientes que sólo estas empresas se han atrevido a llevar a cabo. Sólo así se entienden éxitos del calibre de empresas como Google, Amazon o Apple. Empresas que abandonando las líneas uniformes de sus competidores y han sabido crecer con sus particulares guardioladas o cruyffadas. Y es que como decía Steve Jobs: “La innovación es lo que distingue al líder de sus seguidores”. Probablemente en esa frase este la respuesta de los porqués al éxito y el carisma de los dos más grandes iconos del banquillo culé en más de cien años de historia.


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sábado, 11 de febrero de 2012

Un sueño roto

Hablaba en el último de mis post, que este equipo se había convertido en un coleccionista de sueños, y que como tal, después de su último partido contra el Valencia, nos había regalado uno nuevo en forma de final de Copa del Rey, que añadía la oportunidad de alzarse con el decimo cuarto título en estas cuatro temporadas de Guardiola como entrenador. Sueños que hablaban de una temporada perfecta, que como la primera de Pep en el banquillo, nos regalara un sextete nunca visto, que hiciera que el equipo se hiciera con  todos los títulos en juego en el transcurso de una temporada natural, alzando todas las copas posibles desde que el telón se alzará con la ya lejana SuperCopa de España en el mes de Agosto, y cerrándose con la Copa del Rey el próximo mes de Mayo.
Parece ser, vista la última derrota de los azulgrana en el Reyno de Navarra que ese anhelo culé no será posible, y que la que sería la cuarta liga consecutiva de este ciclo majestuoso será uno de esos sueños, que aunque deseados se vuelven imposibles. Derrota, que deja después de observar las evoluciones del equipo en el helado feudo navarro varias reflexiones a realizar en torno al equipo y sus integrantes.
En primero lugar, y utilizando el argot que define las acciones sorprendentes del técnico azulgrana, se puede decir que la última “Guardiolada” no ha producido los efectos deseados, y da bastante que pensar en cuanto al estado físico de algunas de las principales estrellas de este equipo. Un equipo que dispone probablemente de los cuatro mejores centrocampistas del mundo, y que, lesión de Busquets aparte, no utiliza a ninguna de ellos, hace pensar que los tres integrantes del banquillo no deben estar en plenas condiciones para la disputa de un encuentro de este nivel. Me resulta extraño, que Xavi, Iniesta y Cesc ocupen plaza de reserva, pero más todavía, que con un dos a cero en el marcador, ninguno de ellos se haya utilizado para canalizar el juego del equipo. Juego que adolecía de rapidez, y que necesitaba de centrocampistas de toque y precisión. Si algo ha caracterizado a Guardiola en su ciclo como entrenador azulgrana es su gran acierto en sus decisiones tácticas, por lo que deduzco que la decisión de hoy está supeditada al precario estado físico de estos jugadores y a la imposibilidad de utilizarlos a pleno rendimiento.
Rendimiento que los centrocampistas hoy utilizados ha estado muy por debajo de los teóricos titulares, y que ha reflejado, que los emergentes Thiago y Sergio Roberto todavía tienen un largo recorrido de aprendizaje para llegar a la altura de los espejos en los que se miran. Rendimiento que ha reflejado que Mascherano, rinde de forma sublime como central, pero que adolece de toque y jerarquía en la zona de construcción. Rendimiento en definitiva que dice que la distancia entre los teóricos titulares y sus repuestos es más amplia de lo que imaginábamos.
Otro aspecto a tener en cuenta es la emergente aportación de Tello y Cuenca, que en los segundos cuarenta y cinco minutos se han mostrado como las piezas más incisivas del equipo. Uno por cada banda a punto han estado de darle la vuelta a un marcador, que después del tercer gol navarro, hacía presagiar ya la segunda derrota culé de la temporada. Los dos jóvenes canteranos han demostrado, ellos sí, estar muy por encima de Pedro y Alexis en sus funciones en banda, y han dejado patente que la posición de extremo los necesita. Y los necesita, porqué, uno, el chileno, parece no encontrarse del todo cómodo escorado en banda, y otro, el canario, está muy lejos de aquel jugador explosivo que hace dos años protagonizó un ascenso vertiginoso desde la tercera división hasta la disputa de una final del Campeonato del Mundo. Urge que recupere aquel instinto asesino que lo hizo grande y que le hizo formar parte del acrónimo MVP.
Acrónimo, que ahora, queda lejos de las prestaciones de la pasada temporada. Y es que la lesión de Villa, la intermitencia de Pedro, y la asfixia de Messi hacen que esta delantera presente unos números sólo aguantados por el superlativo rendimiento del argentino. Prestación que a cada partido que pasa, hace más evidente la necesidad de dar descanso al diez azulgrana. Messi lo intenta, corre, desborda, dispara, pero, a diferencia de hace un mes, todas sus acciones parecen haber perdido chispa y velocidad. Me recuerda esta fase del rosarino a los últimos partidos de la temporada pasada antes de la final de Wembley. Partidos que con el título de Liga decidido aconsejaron el descanso de la estrella culé. Descanso que posibilitó su reaparición en la ya mítica final en plena forma y con todas sus capacidades físicas al máximo.
Tal vez sea el momento de centrarse en los títulos que realmente son accesibles, y tomarse la competición liguera como el banco de pruebas en los que ensayar y entrenar las estrategias que permitan alzarnos con el resto de títulos. Puede que así, los suplentes crezcan al verse más utilizados, y los titulares recuperen ese plus de competitividad que en ocasiones parece perdido.
Por último un apunte. Apunte que viene al caso por las críticas recibidas por Pinto cada vez que éste aparece en la alineación titular del equipo. ¿Qué se diría hoy si el gaditano hubiera ocupado el marco azulgrana? ¿Qué dirían hoy sus detractores si de cuatro disparos a puertas tres hubieran acabado en gol y el cuarto hubiera sido desviado por un poste? ¿Qué se diría hoy, si en pleno proceso de remontado un mal pase desde la portería hubiera dado alas al equipo local con su tercer gol? Probablemente se le hubiera masacrado. Probablemente se le hubiera demonizado.  Sirva el partido de hoy de Valdés, probablemente uno de los mejores porteros del mundo, para demostrar que nadie está exento de una mala tarde, y que, en ocasiones se crítica de forma gratuita a jugadores que de ninguna forma lo merecen.
Ahora queda alimentar el resto de sueños. Sueños que dicen que este equipo todavía está muy lejos de poner fin a su trayectoria, y que todavía está capacitado para volver a mostrar todo su potencial. Próxima parada Alemania. Próximo objetivo: la Champions.

LA WEB DEL BARÇA SE HACE ECO DE ESTA PÀGINA 
Os dejo este enlace de la Web del FC. Barcelona, donde se hace referencia a uno de los artículos de este blog. http://www.fcbarcelona.com/football/first-team/detail/article/the-azulgrana-roundup-week-3

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jueves, 9 de febrero de 2012

Coleccionistas de sueños.

Existen personas  que coleccionan objetos, fotografías, estampillas, monedas, mariposas disecadas, cromos, sellos..Unos coleccionan por placer. Otros, por dinero. Son colecciones tangibles. Se guardan en un armario, se enseñan con orgullo. Crecen con el tiempo. Forman parte del individuo.

Pero a su vez, existen otros tipos de personas que poseen una afición muy particular: los coleccionistas de sueños. La vida siempre se nutre de sueños. De sueños inalcanzables en algunos casos, y en otros de más reales y posibles, aunque hay que decir que éstos son los menos. Existen sueños efímeros, que en el mismo momento que se cumplen desaparecen tal cual han venido. Existen sueños con grandes expectativas, sueños mundanos, sueños elementales. Y también existen las pesadillas, los sueños tormentosos, los sueños lúgubres.

Dentro de ese grupo de personas, se encontraba una afición, la culé, que día a día  anhelaba un sueño, que en otra época se consideraba inalcanzable e irrealizable. Sueños que hablaban de una supremacía brutal. Sueños que vislumbraban imágenes de Copas de Europa, de Ligas y Copas del Rey,  sueños que proyectaban los mejores goles y jugadas. Sueños que mostraban al equipo instalado en la cima del orbe futbolístico mundial. Sueños que anhelaban ver al equipo como un referente, ser la imagen que se asociará cuando la palabra fútbol entrará en escena. Sueños que veían a un equipo formado en su mayoría por jugadores de casa, por jugadores que marcaran la diferencia. Sueños que nos eliminaban todos los complejos de inferioridad de otras épocas, y que nos mostraban cualquier reto como posible.

Y ahora, parece que se ha generado un equipo, que no sólo ha dado vida a esos sueños, sino que ha superado todas las expectativas creadas. Una, dos, tres.., y así hasta doce son las finales, que de momento el equipo de los “locos bajitos”, ha disputado a lo largo de algo más de tres años. Trece títulos de dieciséis, en una consecución de victorias nunca imaginadas. Juego, goles, asistencias, paradas. Balones de Oro, Zamoras, Premios Laureus.

Y ayer, nuevamente, contra el Valencia, el Barça, del que se decía que llegaba roto, sin fuerzas, y al límite, nos regaló una nueva exhibición. Exhibición de Pinto, un portero suplente con garantías, que supo mantener la puerta a cero en los minutos iniciales de cada una de las partes. Aquellos minutos en que los azulgrana parece que calientan motores y engrasan sus piezas. Son los minutos de la zozobra, que una vez superados, muestran ya al equipo tal cual es. Un equipo que se hace con el balón y pone cerco a la portería contraría.

Exhibición de Messi, que después de intentarlo una y otra vez, se fue con las ganas de batir a Diego Alves. Un disparo desviado, un slalom vertiginoso, un defensa que se cruza en el último instante, un guante que aparece en el último segundo fueron sus múltiples intentos de buscar un gol que ayer le estaba negado. Un goleador que ayer chocó contra un muro. Un goleador que también es el mejor asistente del mundo. Sólo de esa forma es posible el pase que desde el centro del campo, intuyo el desmarque profundo de Cesc, para que el de Arenys pusiera la primera piedra para la disputa de la cuarta final de esta temporada.

Exhibición de Thiago, con una gran presencia en el centro del campo. De Xavi, que a mitad de temporada, y con una merma física considerable ha igualado ya el mejor de sus registros goleadores de una carrera casi mítica. Exhibición de Puyol, en el lateral, en el extremo, en la anticipación, en el corte. Exhibición de Piqué, jerárquico, elegante, diría que hasta sobrado.

Y exhibición de Guardiola, que sabiendo la peligrosidad de la banda izquierda de su oponente, decidió sacrificar una pieza de largo recorrido ofensivo, como Dani Alves, y colocar allí a su mejor defensa, desconectando así la principal baza ofensiva de su rival que tanto daño había hecho en partidos precedentes. Supo aprender de errores precedentes, y aunque los nombres de la alineación sugerían lo contrarío, huyo de la famosa defensa de tres, y dejo a Mascherano como segundo central, de forma, que éste, haciendo gala de la velocidad que le caracteriza llegará a tiempo a cubrir los espacios dejados por las aventuras de Piqué en el área contraria.

Ahora, sólo queda aparcar esta competición hasta Mayo, y esperar que tal como vaticino ayer Pep, se cumpla su profecía. Aquella que dijo a sus jugadores al mediodía, y que pronosticaba un nuevo triplete si se era capaz de superar esta eliminatoria. El primer paso está dado, y el siguiente sueño ya está generado.

Y es que sin un sueño, sin un anhelo, todo pierde sentido. Los sueños hay que alimentarlos un día tras otro. Para que nunca se acaben. Porqué el día que veamos que no queda ya nada por conseguir, será el momento en el que el tan temido “fin de ciclo” haga su aparición. Pero hasta entonces, y esperando que ese momento nunca aparezca, pienso que esta va a ser la mejor temporada nunca vivida por este equipo. Y si, puede que sea un sueño, pero en lo futbolístico, es el más bonito de los sueños que puedo alimentar. Y a la vez, son las peor de las pesadillas para nuestros rivales.

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miércoles, 8 de febrero de 2012

Juego de niños

Hace unos días Guardiola realizó su enésima comparecencia en rueda de prensa esta temporada, y ante el alud de preguntas e interrogantes sobre la composición del once titular, que asolado por las lesiones, hace de cada alineación un rompecabezas, utilizó uno de los tópicos más antiguos de este deporte. Tópico que bautiza a este deporte como “un juego de hombres”.

Es extraño ver a Pep utilizar este término. De hecho, creo que es la primera vez que se refiere a él a lo largo de su trayectoria como técnico culé. Y es que normalmente cuando se utiliza éste, se suele hacer para disculpar en ocasiones partidos de extrema dureza, o acciones desproporcionadas que sólo los “hombres” pueden soportar. Es un término a menudo “barriobajero”, propio de aquellos campos y territorios donde la disputa de un partido pone en juego algo más que los puntos en la clasificación, y en el que cada acción se ve rodeada del peligro latente, de que esos puntos vayan a formar parte de tu estructura corporal. Es un término en definitiva, que apela por la defensa del contacto físico y la intimidación.

Nunca ha sido de mi agrado esa definición de este deporte. Y es que creo que el verdadero éxito de este deporte está en que sus integrantes, cada vez que se calzan las botas, y cada vez que se saltan a un terreno de juego, sufren una regresión y vuelven a su niñez. Una niñez repleta de anécdotas, de partidazos, de goles increíbles y de ídolos de barrio. Una niñez en la que el fútbol hacía girar la mayor parte de nuestro horario festivo.

Recuerdo como en las vacaciones estivales, a las 11 de la mañana ya estaba mirando el reloj para bajar a la calle a jugar mi partido. Mi madre, que para eso era muy estricta, no me dejaba salir de casa hasta que el reloj marcará esa hora. Salir antes era de “callejeros”. Hasta esa hora, mi cara se pegaba al cristal viendo como mis amigos, los “callejeros”, ya empezaban a jugar el primer partido del día.

Un, dos, tres…, piedra papel y tijera…. Un dos, tres…, Y así se hacían las alineaciones. El orgullo y el objetivo de todos era ser el primero en elegir. El mejor, el que todos querían. Y así, una vez compuestos los equipos, cada uno se situaba en el campo en la posición que mejor se desenvolvía. No hacía falta entrenador, no hacían falta órdenes. El partido estaba a punto de empezar y la bola a rodar. Cemento, tierra, grava, cualquier terreno era válido. Botas, bambas, zapatos, cualquier calzado era permitido. Cuero, plástico, cualquier balón era usable. Y así, durante tres horas…, partidos con resultados escalofriantes, y marcadores que superaban la veintena. Partidos igualados si los del “piedra, papel y tijera”, habían hecho bien su trabajo y las estrellas habían quedado repartidas. Partidos de niños, en los que la derrota, cuando llegaba la hora de comer, nos hacía subir a casa con ganas de que llegara la tarde y resarcirnos.

Pero por la tarde, el partido era de Champions. Y no todos lo podíamos jugar. Sólo los mejores estaban citados. Sólo los que habían hecho méritos en esas innumerables horas de calle estaban convocados. Partido contra el barrio de al lado. Partido en su calle, a domicilio. Partido a las cinco de la tarde, ya se sabe, mi madre…, bajar antes era de “callejeros”. Partido con camisetas, todos iguales, todos del Barça. Yo era el 6, Neeskens!!!!
 
Y así, en un campo mucho más grande que el nuestro, los “buenos” salíamos al campo a demostrarles a nuestros vecinos, más altos, más grandes, y “más hombres”, que los mejores de la zona éramos nosotros. Y lo éramos, no había color. Todos pequeños, muy pequeños (ahora el más alto debe andar por el 1,74). Tic, tac, todos juntitos. Nuestro campo era minúsculo y sólo con toque y regate podías superar el mar de piernas que se cruzaban en tu camino a la portería. Tic, tac, toque, pase, control. Tic, tac, y gol!!!!!!.  Hasta la cocina entrábamos. Tocando y tocando. Estaba prohibido chutar de lejos. Los cristales de las casas anexas lo agradecían. Y así, después de cuatro horas, y cuando el sol empezaba a decaer se ponía punto final al duelo. Otra vez ganábamos, otra vez dejábamos a los “hombres” con las ganas de darnos un “meneó”. Y otra vez tenía que irme yo para casa. Mi madre, a las nueve me quería ver allí. Qué debían hacer mis amigos después de las nueve en la calle?  No había luz para seguir jugando!

Por eso cuando se habla de juego de hombres, yo me acuerdo de esos del barrio de arriba, que nos insultaban, nos intimidaban, y a veces nos soltaban patadas, que ríete ahora de las de Pepe. Y nosotros, los enanos, los niñatos, volvíamos a casa con las rodillas muchas veces llenas de sangre, con la cara negra del sudor, pero habiendo demostrado que el verdadero juego es otro.

Y creo que ayer Guardiola, regresando a su niñez, y pensando en sus partidos, seguro que pensaba lo mismo. Juego de hombres, partido de niños, en el que sus bajitos jugadores intentarán demostrar que un nuevo título es posible. La duodécima final de una historia que parece no tener fin.


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lunes, 6 de febrero de 2012

Fieles a una idea.

Decía Marx, Groucho, que no Karl: «Estos son mis principios, si no le gustan, tengo estos otros». Esta simple frase representa toda una declaración de intenciones sobre la vía rápida por la que algunos optan para triunfar: la del cambio de chaqueta según los intereses, la del todo vale.

Si algo no se le puede achacar a Guardiola, a pesar de los múltiples ataques que este recibe, que lo adjetivan como hipócrita, es precisamente no hacer gala de unos principios coherentes y constantes. Es defender su modelo y su manera de entender el juego y el club hasta sus últimas consecuencias.  Y ahora, en tiempo de dificultades es cuando el técnico azulgrana se agarra a su visión de este juego y la sigue exponiendo. Representa Guardiola una fidelidad a una idea y a un estilo, una forma única e insobornable de entender el fútbol, en la que el balón es el principio y el fin de todo. Es el de Santpedor el máximo representante de un modelo, que a parte de títulos, que los da, dejará un valor que no por intangible es menos valioso: la constitución de una política de cantera, que hace de la utilización de los equipos base un objetivo. Y así, idea y objetivo se aúnan para sentar las bases de un proyecto a largo plazo que no quede supeditado a las contrataciones que el entrenador de turno traiga bajo su brazo en su período de contratación.

Recuerdo los últimos pasos de Rickjaard en el equipo. Años de autocomplacencia y de autogestión, pero años en los que surgió el denominado equipo de los pequeños. Hubo un tiempo en el que el éxito en este deporte estaba reñido con la pelota. Muchos pensaban, en aquella época, que la apuesta por hacer jugar juntos a jugadores como Xavi, Iniesta y Deco era el gran mal de aquel equipo que empezaba a perder presencia en el campo. Eran pequeños, no podían jugar juntos. Incluso había algunos que abogaban que esa concepción de centrocampistas de perfil bajo era un suicidio futbolístico.
 
Y es que ahora es fácil engancharse al carro que habla del juego de toque, de la posesión, y de la técnica como el máximo valor de un jugador. Pero no están tan lejos los años en los que este deporte se encaminaba hacia tácticas totalmente opuestas a esta forma de entender un juego. Tácticas de sacrificio físico, de lucha, de choque, en las que parecía que el balón era un objetivo secundario, que había que alejar como fuera, y sólo tenía sentido en alguna jugada a balón parado y de estrategia. Eran tiempos de jugadores altos, fuertes, con amplios desplazamientos y una férrea disciplina física y defensiva. Eran años en los que entrenadores como Pep, circulaban en sentido contrario, y veían como la mayoría de las apuestas apuntaban a otro lado.
  
Pero al final aquella idea cuajo, y llegaron al fútbol jugadores como Pedro, Silva o Mata, por no hablar de la explosión de Messi, que hicieron que este juego regresará a sus orígenes. Aquellos que cuando éramos niños y bajábamos a jugar a la calle con nuestros amigos, hacían del balón el máximo protagonista. Éramos renacuajos con un balón enganchado a los pies. El mejor era el que mejor driblaba, el que más goles metía y el que era capaz de acaparar todo el juego. Nadie quería al alto patoso que sólo quería dar patadas, nadie quería al defensa contundente, que nos colaba el balón en los balcones o tejados de las casas adyacentes al campo. Esos estorbaban, esos jugaban de portero. Ahora, ni de eso podrían jugar, ya que también a éste se le pide que sea preciso con el balón en los pies.
   
Y es fiel también Guardiola en su discurso a su gusto por la cantera A diferencia de otros técnicos, que defienden la necesidad de plantillas amplias, en la que veinticinco profesionales contrastados se doblen en la mayoría de los puestos, el técnico azulgrana defiende un modelo totalmente opuesto. En la defensa de una plantilla algo más corta, con piezas conocedoras de su sistema, e incorporaciones anuales que requieren de un cierto período de adaptación, basa su apuesta. Una apuesta que dice, que nadie como el jugador de casa para entender lo que significa este club, para entender su nivel de exigencia, y para entender una forma de juego que instaurada hace ahora veinte años, evoluciona de forma permanente, y que hace al canterazo como al producto más fiable para poder aplicarla con rapidez.

Y así, lo que se denominan en ocasiones “Guardioladas”, para mi no son tales, ya que se hace uso de estos jugadores en las ocasiones que así lo requieren. En ocasiones en las que como ahora el equipo está falto de efectivos, debido a las lesiones y fatigas de un calendario extenuante, que no olvidemos, jugamos en toda su extensión por haber conseguido todo lo posible.

Y así, día a día, un chaval de Sabadell, otro de Reus, otro de Terrassa, otro de l’Hospitalet, otro de Sant Jaume dels Domenys, se ven en la antesala del tunel de vestuarios con su nombre en la camiseta, y contemplando las espaldas y melenas de Puyol antes de saltar al campo. Chavales, que recordaran en ese momento las consignas de su entrenador, que sólo les pide aquello que mejor saben hacer, que no es otra cosa que repetir aquello que hacían en la calle que jugaban. Coger el balón, jugarlo y disfrutar del partido. Y así, junto con ellos, el equipo cada año ha de mirar menos al mercado y crece desde el interior, independiente a los vaivenes de los posibles técnicos futuros. Esperemos que una posible sequía de éxitos, no rompa esta forma de ver el club, y que imitando a Groucho, nos acojamos a otros principios bastante alejados a los actuales.

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viernes, 3 de febrero de 2012

Se puede volver a conseguir

En la rueda de prensa dada por Guardiola como antesala del partido de semifinales de Copa del Rey ante el Valencia, y en la que, como nos tiene acostumbrados hizo gala de su saber estar habitual, se repasaron diversidad de temas de la actualidad blaugrana. Se habló del rendimiento del equipo, se comentó el cansancio de algunos de los jugadores, se polemizó sobre el tema arbitral, y se instó al técnico a analizar los porqués del menor rendimiento del equipo fuera de casa este año.

Pep, tuvo respuestas para todos, estuvo locuaz y distendido, e incluso mostró “tics” de compañerismo con los periodistas presentes. Habló de lo divino y de lo humano, de lo futbolístico y lo social, de lo positivo y negativo, pero, después de desgranar sus palabras, y después de separar lo importante de lo superfluo me quedó con una frase: “dejarme pensar que lo podemos volver a conseguir”.

Y es que parece que nuevos y viejos culés llevemos instalado un gen que nos aúna y nos identifica. El derrotismo y pesimismo ante las dificultades nos atenaza y nos insta a lanzar mensajes de autodestrucción.

Los antiguos, los culés de siempre, porqué recuerdan épocas pasadas, con el equipo instalado casi permanentemente en estados de depresión y disputas internas, y ofreciendo pinceladas de éxito muy de tanto en tanto. No hará falta recordar las ligas que había celebrada mi generación, la del 65, hasta la llegada de Johan Cruyff al banquillo azulgrana. Y no digamos ya Champions o Copas de Europa.

Pero me extraña ver esas mismas reacciones en los “nuevos culés”. Parece que no saben adaptarse a una situación a la que no están acostumbrados. Una nueva generación que sólo conoce el éxito, una nueva hornada de seguidores que no entiende de remontadas y que se ha acostumbrado a observar al resto desde la cima. Un nuevo grupo de aficionados, que en su juventud, han abrazado los colores azules y grana desde el optimismo y el éxito. Son mis hijos, por ejemplo, un prototipo claro de esta nueva generación, que se enerva ante un penalty fallado, que se enciende ante un uno contra uno lanzado fuera por milímetros, que no entiende un pase mal dado desde la defensa, o que se altera por el error del portero de turno. Ya no valen, hay que cambiarlos a todos, vaya “mataos”, ya no corren, ya no….

A veces hay que sentarlos en el sofá, y tirando de videoteca, enseñarles aquellos partidos de otras épocas en los que las alineaciones azulgranas formaban con Rochemback, Geovanni, Anderson, Bonano y Christanval!!!. Una época en la que el juego del equipo era plano y sin ningún sentido. Una época en la que ver encadenar más de cuatro pasos con sentido suponía ya una ovación. Una época en la que la técnica quedó en desuso y se hacía de la fuerza y la carrera las bases del equipo. Una época, en la que un servidor, tiene imágenes en las que instalado en su butaca del Camp Nou, los ojos no aguantaban más, y víctima del sopor caía dormido ante el espectáculo ofrecido

Este año el equipo puede que no esté tan fino como en los tres anteriores, tal vez note el desgaste, o quizá los técnicos contrarios han agudizado el ingenio para tapar el continuo carrusel de pases y controles de los actuales jugadores. Unos jugadores, que a pesar de cosechar más empates de los aconsejables nos siguen haciendo disfrutar, y nos muestran en cada uno de los partidos minutos de tal intensidad y calidad, que ninguno de aquellos partidos de hace unos años atisba a aproximarse.

Es por eso, que no sólo Guardiola ha de creer y hacer ver a sus jugadores que estamos cerca de seguir haciendo historia. Debemos ser todos, los viejos, y los nuevos culés, los que agradeciendo lo que nos ofrece el equipo en cada partido pensar que estamos tan y tan cerca de volver a vivir un tríplete mágico, que sería una lástima caer en el desánimo por cuatro malos resultados.

El partido de Valencia, el último partido, fue una prueba del intenso espíritu de lucha de este equipo. Con un campo en condiciones deplorables para la práctica del fútbol de la alta competición, ante un rival que sabe que se enfrenta a su única posibilidad de acceder a algún título en esta temporada, el equipo pese al empate, pese a las oportunidades falladas, pese al penalty desperdiciado, y pese a la mala suerte que nos persigue en forma de disparo al palo, lo bordó. Lo bordó, porqué supo entender el signo del partido, Lo bordó porqué en una segunda parte impresionante borró a su rival y lo redujo a la mínima expresión. Lo bordó porqué la única imagen del portero azulgrana fue su polémica mano fuera del área. Y lo bordó, porqué todo ello, lo hizo sin Xavi, sin Iniesta, sin Alves, sin Villa, y sin Valdés. Y a su vez, lo hizo con Thiago, con Cesc, con Piqué, Puyol, Cuenca, Busquets, Messi, Tello y Dos Santos, todos ellos jugadores de casa que pronostican, a no ser que ese gen autodestructivo que a veces nos invade triunfe, que tanto en esta como en futuras temporadas, el equipo podrá ganar o perder los títulos en disputa, pero nos hará esperar impacientes el inicio del próximo partido.

Y ese para mi es el principal valor de este grupo liderado por Pep. Tengamos la paciencia necesaria para no pensar que todo se consigue con facilidad. Olvidemos los derrotismos y hagamos de la euforia y el orgullo de este equipo nuestra seña de identidad. .


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