El fútbol, como deporte de masas, lleva asociado un gran circo mediático a su alrededor. Ante cualquier hecho, prensa, radio, televisión y demás medios informativos hacen un seguimiento exhaustivo de cualquier acontecimiento. Tertulias, debates, programas de opinión, periodistas de los más singulares perfiles analizan hasta las últimas consecuencias pequeños detalles, con el objetivo de dar cobertura a la gran masa social que sigue este deporte.
Por ello, a veces, se exagera hasta el infinito cualquier análisis, cualquier jugada. Se buscan como dice un dicho popular utilizado muy a menudo en casa de mis padres: “los tres pies al gato”. Y buscando estos tres pies, llevamos casi dos meses, analizando el rendimiento de Messi.
El argentino acabó el año pasado con unas prestaciones increíbles, dejando destellos de su gran clase en la última final del Mundial de Clubs. Pareció, que después del parón navideño, su “reentree” a la competición estuviera algo por debajo a lo que nos tenía acostumbrados. Incluso, es cierto, que en algunos partidos, se le vio hasta ausente, y puede que incluso cansado. Había perdido frescura y sus números goleadores se resintieron, haciendo que, un jugador que nos ha acostumbrado en estos últimos años a unas cifras que rozan el gol por partido, llegará a marcar un único tanto en seis encuentros consecutivos. ¿Qué le pasa a Messi? ¿Está cansado? ¿Hastiado?, ¿Sobre utilizado?
Y así, día a día, crecía el debate e incluso ya algunos se atrevían a postular futuros ganadores del próximo Balón de Oro, atendiendo a la bajada de rendimiento del rosarino. Y como tan cierto es que los comentarios eran exagerados, también lo es, que efectivamente su rendimiento bajó. Pero para ello no hacen falta grandes análisis ni grandes debates. Basta simplemente con escuchar la opinión de su más tierna admiradora: mi hija.
Mi hija Marta, practicante de baloncesto para más señas, no había visto un partido de fútbol por televisión hasta la final de Roma; la primera Champions de Guardiola. Ese día descubrió a Messi. Ese día se enamoró de Messi. Para ella, el argentino es “su niño”. Lo idolatra, lo venera. De hecho, ver un partido del Barça, está supeditado a que el rosarino esté en la alineación. Y el seguimiento que le hace es exhaustivo y a su vez, crítico. Muy crítico.
Mi niña no entiende de fútbol. Apenas sabe lo que es un fuera de juego. Apenas sabe interpretar una táctica. Ella entiende de pasos, dobles, personales. No sabe que es una falta táctica, no sabe que es una cobertura, ni un desdoblamiento. Sólo sabe, que eso que ahora practica el Barça le gusta. La armonía del balón en el juego, el ir y venir al área. El ataque constante. Y Messi!!!. Es agarrar la pelota el argentino, es encarar hacia puerta el diez azulgrana, y su índice de atención se dispara. Su camiseta azulgrana, que siempre se pone para ver los partidos se arruga apretujada entre sus puños cuando el partido se torna igualado. Y se siente disgustada cuando el pequeño genio azulgrana no triunfa. Ella no analiza. Ella sólo disfruta o sufre según vayan los partidos. “Cómo marqué el Madrid, lloró”… fue su análisis en los cuartos de final del último de los clásicos disputados.
Y hace dos meses que mi hija andaba disgustada. “No juega bien, papa”, me dice. “No se va de nadie. ¿Qué le pasa a mi niño? Falla muchos goles!! Y ese es el análisis con el que yo me quedaba.
Pero algo ha cambiado desde hace dos semanas. Y es que Messi ha vuelto!! Y ha vuelto, no porqué lo diga la prensa, no porqué lo diga Guardiola, no porqué lo digan en las tertulias. Es igual que ahora lleve seis goles en tres partidos. Es lo mismo que destrozará al Valencia con un poker de goles. Ha vuelto, porqué ayer, en el Calderón, contra el Atlético de Madrid, entre patada y patada, entre revolcón y revolcón, Marta se giró y me dijo: “Messi ya está bien, papa. Messi ya es como antes”. Y ese análisis, esa visión de un partido, ese simple comentario ante los ojos de alguien que no entiende este deporte, es la máxima expresión de la realidad de que el argentino ha vuelto a recuperar sus mejores sensaciones.
Sensaciones, que ahora, no veremos en el próximo encuentro. Jornada en el que deberá descansar por una quinta tarjeta que roza lo delirante. Cómo delirante es que él y algún que otro defensa de cuyo nombre mejor no acordarme, cumplan ciclo de tarjetas al mismo tiempo. Alguien debería plantearse este hecho.
Con la baja de Messi, y tal como dijo Pep en rueda de prensa posterior llegará el tan ansiado descanso para el argentino. Con la baja de Messi el próximo partido de los azulgranas perderá uno de sus máximos alicientes. Con la baja de Messi, un asiento en mi casa quedará libre ante el televisor.
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