Ayer Puyol anunciaba el final de su etapa en
el Barça. Y ayer una sucesión de
imágenes pasaron ante nuestros ojos, en una colección de gestos y detalles que
han marcado su época como jugador azulgrana. Elogios, parabienes, análisis y
palabras de despedida llenaron las redes sociales y tertulias deportivas.
Palabras a las que yo, desde este espacio poco más podría añadir. Pero el adiós
de Puyi,
merece unas líneas que hoy le quiero dedicar.
Representa el cinco
azulgrana el prototipo de jugador que ilustra aquello que no se puede enseñar.
Y es que mis años de entrenador de fútbol base me ha enseñado, entre otras
muchas cosas, que el sacrificio y el compromiso son cualidades incorporadas al
gen de cada individualidad. Puedes enseñar a realizar un control, puedes
mostrar la forma en la que debes fijar una marca, puedes optimizar movimientos
de ataque, puedes intentar educar en la concepción del juego colectivo, pero,
hay algo, cómo vulgarmente les decía yo a mis jugadores “que va con el bicho”,
hay algo que sale de dentro, que nadie te muestra, y que lo incorpora cada uno
cómo parte del juego.
El partirse la
cara, el no desfallecer detrás del contrario, el no poder más y seguir
corriendo, el gritar, presionar, luchar, mandar, decidir, en definitiva, el
esfuerzo y sentimiento por aquello que realizas. El no ser un simple
funcionario del juego, el saber que cada balón cuenta, el demostrar la pasión
por lo que se hace, el ser diferente. Todo eso representa Puyol. Todo eso y más. Algo que ha hecho del “capi” un jugador
único, y que en plenitud de facultades le reservaba un puesto de titular
indiscutible dentro de cualquier formación.
No es casualidad que dese la
aparición de las malditas lesiones de rodilla, el equipo haya dejado de
presionar cómo debía. Puyol era el
primero en juntar las líneas, en tirar a todos para adelante, en obligar al
resto, ya sea o por vergüenza torera, o por dignidad, a no ser menos. Sí él
puede, nosotros también. Y desde que su figura dejó de aparecer de forma
constante en el centro de la zaga, algo se fue perdiendo.
Representa Puyol un ejemplo claro de ansía de
superación. Hoy todos hablamos de sus éxitos, de las copas levantadas, de los
triunfos conseguidos. Pero yo recuerdo, cómo casi estuvo a punto de ser cedido
al Málaga por Serra Ferrer, antes de que Van
Gaal decidiera que le podía ser útil. Yo recuerdo, cómo en sus primeras
cinco temporadas en el equipo pasó por un calvario en forma de resultados
funestos, en los que no había manera de estrenar un palmarés que a día de hoy
casi nadie puede presumir. En un mundo en la que estamos viendo crecer a una
generación acomodada, sin apenas espíritu de lucha, y esperando que el día a
día les resuelva los pocos problemas que parecen asumir, el ejemplo de un
chaval que no se rindió, y que pasó de la nada al todo, no debería pasar
desapercibido en campos profesionales que van mucho más allá que el simple
deporte.
Representa Puyol la generosidad, mostrada en su
última Champions conquistada, en la
cual huyendo de cualquier protagonismo, declina salir en la principal foto del
partido, en favor de un compañero al cual las circunstancias le llevaron a vivir
los peores días de su existencia. En una
sociedad que fomenta el individualismo como característica principal en los
quehaceres del día a día, el pensar en los demás, en dejar pasar una ocasión
única de protagonismo, demuestra la concepción real de la vida y el juego que tiene
este todavía chaval de La Pobla.
Llega con la marcha
de un símbolo, y la de Valdés, el
principio de un fin de ciclo, que ahora sí, aunque sólo sea por el cambio de
nombres en la alineación parece próximo. No es el fin de ciclo anunciado por un
fanático periodista metido en el papel del clown, no es el fin de ciclo que
descabalgue al equipo de una hegemonía que todavía intenta conservar. No es un fin
de ciclo apocalíptico. Es el fin de ciclo, al que todos, de forma irremediable
vamos llegando en diferentes aspectos de nuestro vida con el paso de los años.
Años en los que he
visto y disfrutado de otros jugadores en su misma posición. He visto pasar a
Migueli, a Alexanco, a Koeman, y a muchos otros cuyos nombres no quedaran
grabados en la historia con letras de fuego. Y hoy le toca el turno a Carles Puyol. Algo más que un jugador.
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1 comentarios:
Un crack del futbol, un guerrero total en la cancha. Hara falta el capitan, pero seguro sera bien reemplazado.
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