Esa fue la pregunta que ayer me lanzó mi hija Marta, cuando, viendo el canal de deportes de TV3, vio el resumen de la rueda de prensa del segundo entrenador
azulgrana. Está inquieta mi hija con el partido de esta noche. Tan nerviosa está,
que aunque coincidiendo el partido con una de sus series favoritas, El Barco, la cual no acabo de entender,
me ha dicho, que no me preocupe. Qué hoy el televisor es mío, y que puedo
disponer tranquilamente de él. Qué a ella también le interesa el partido, y que
se sentará conmigo en el sofá para verlo.
Y ese mensaje indica que estamos ante un partido grande. Un partido que
significa una auténtica final. Un partido con MAYÚSCULAS. Y es que ya sabéis
los asiduos a este blog, que mi hija pequeña tiene una particular manera de ver
los partidos. Sólo centra su atención en aquellos que son importantes, y únicamente
vigila las acciones de su ídolo, Messi.
Por eso, ayer, delante del televisor, la imagen de Roura le chocó. Y es que si ya de por sí, el cambio de Tito por Pep, ha hecho que su nivel de interés hacía lo que dice el
entrenador azulgrana bajará bastante, la imagen de alguien totalmente
desconocido, le llevó incluso a plantearse la importancia que tiene el
entrenador en el actual equipo azulgrana.
-
Papa, si mañana me pongo en el banquillo, el
Barça, si juega bien, también gana.
Si hasta me dio la
alineación (Pinto, Alves, Puyol, Piqué,
Alba, Busquets, Cesc, Xavi, Iniesta, Pedro y Messi). Y se acabó. Que
salgan, jueguen, y ganen!!!.. No es lo que hacen siempre?.
¿La táctica?. Simple
también.
-
Qué le den la pelota a Messi. Y ya está. Yo me
sentaría en el banquillo, vería como juegan, y cuando “mi niño” metiera un gol,
que viniera a celebrarlo allí.
Así de simple, así de fácil.
Para ella, los jugadores azulgranas son tan y tan buenos, que no necesitan
apenas entrenador en este tipo de partidos. Para estos partidos se reservan los
mejores, y los mejores los tiene claros.
Me hizo gracia su planteamiento, precisamente en estos días, en los que,
después de la goleada blanca en Valencia,
han salido a escena mensajes de autogestión en el vestuario blanco. Me hace
gracia, ver, cómo con planteamientos simples, se basa la fuerza del equipoen
los jugadores, dejando la figura del entrenador en un segundo plano. Me hace
gracia observar, cómo hoy, donde la figura del entrenador ha alcanzado niveles
casi endiosados, la mente de mi hija ve un partido de fútbol de la misma forma
que yo lo hacía en mi niñez. En aquella época los buenos eran Cruyff, o Neeskens, o Asensi. Ya más
grande Krankl, Schuster y Maradona. O Carrasco, Marcos. Incluso Archibald
me parecía bueno. De los entrenadores apenas tengo recuerdos. Puede que Michels, por lo que leí después. O Venables, por aquella Liga largamente
esperada.
Ahora, en un mundo, donde parece que nada es importante sin una marca
registrada que lo identifique, estamos obsesionados en definir a los equipos
empezando por aquellos que los entrenan. Que sí el Pep Team, que si el Real
Madrid de Mou, el Atlético de Simeone.
A mi me gustaban más epítetos cómo el Dream
Team o la Quinta del Buitre. Epítetos
que hacían referencia a los jugadores, que al fin y al cabo, y tal cómo dice mi
hija, son los verdaderos artífices de los éxitos y fracasos.
Así que hoy, si Marta acierta, y ante una final, el Barça parte coomo favorito. Y lo es, estando en el banquillo Pep, Tito o Roura. Incluso, diría yo
que lo sería, estando Marta en el
banquillo. O no?
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