Hacia una Liga Europea.

Estamos en los prolegómenos de una nueva temporada, en la que los equipos apenas han comenzado a disputar los primeros amistosos, y en la que no se ha visto todavía el verdadero potencial de cada uno de ellos. En teoría, si hacemos caso de las noticias de los movimientos que ha producido el mercado estival, sólo un equipo, el Málaga, parece haberse reforzado con efectivos suficientes para hacer un papel diferente que el año pasado. El resto de equipos, han introducido novedades en cuentagotas, que en muy poco variarán su potencial. Por no hablar de entidades como el Rayo Vallecano, el Zaragoza o el Racing de Santander, que presentan graves problemas económicos, y que en mi opinión bastante harán con realizar un papel digno en este próximo año.

Fuera de esta reflexión, están claro está, los dos grandes, el FC Barcelona y el Real Madrid, que lejos de haber reducido su potencial lo han incrementado, incorporando ya fichajes de renombre a su plantilla, y en negociaciones abiertas todavía con jugadores de talla internacional.

A la vista está, por lo tanto, y no creo que vaya a equivocarme, que estamos, como en los tres últimos años ante un mano a mano entre estos dos equipos, a los que ningún otro podrá hacer frente. Y tampoco creo que vaya errar, si vaticino que después de las primeras diez jornadas del campeonato, la distancia entre ellos y el resto ya sea definitiva, dejando así para ellos, la tercera y cuarta posición del campeonato, y por ende la disputa de la próxima edición de la Champions League, como su máximo objetivo.

Es lo que se ha dado por denominar una “Liga a la escocesa”, que a imagen de allí, convierte al Barça y Madrid en los homónimos del Celtic y el Rangers,  y que basan su temporada en sus enfrentamientos particulares, sabiendo que cualquier tropiezo en cualquiera de sus partidos penaliza casi ya de forma definitiva.

Lejos están aquellos años, en los que la visita a campos como el del Reyno de Navarra, Madrigal, Mestalla o el Manzanares, suponían un serio enfrentamiento, y en las que a veces el resultado de empate se daba como bueno. Ahora este resultado casi ni se contempla, y cualquier resultado que no se salde con la consecución de los tres puntos genera dudas, críticas y un soplo de aire al máximo oponente en la clasificación. Así, llegamos a las ligas de los 99 y 97 puntos respectivamente, o a la última temporada en la que también se sobrepasaron los noventas puntos por parte del campeón.

Mérito del que los consigue? Demérito del resto? En mi opinión hay un poco de ambas cosas, ya que siendo muy difícil alcanzar jornada tras jornada los tres puntos en disputa, también es más fácil su consecución, ya que la diferencia entre estos equipos y el resto es abismal. Y con ello, para mi, la competición pierde interés, pierde emotividad,  y en definitiva pierde calidad.

Este fenómeno, aunque si más acentuado en la Liga BBVA no es único en las diferentes Ligas Europeas. Un repaso a todas ellas al final de año, nos da como resultado casi los mismos equipos en lo alto de la clasificación. Así, en Portugal Oporto y Benfica se reparten los títulos. En Alemanía es raro no ver al Bayern en lo alto de la clasificación (este año ha sido una excepción). En Italia los equipos de Milán se van repartiendo el pastel de los últimos años. En Inglaterra ,Chelsea, Manchester, Arsenal, Liverpool, y el equipo revelación de turno configuran a mi entender la liga más disputada del continente.

Ante este panorama sólo una Liga con más entidad que englobe a todos estos equipos puede devolver la emoción a la disputa de un campeonato que hace de la regularidad su máximo objetivo. Esta competición debería substituir a la actual Liga de Campeones, y marcar el verdadero calendario del año, introduciendo así una competición en el que la disputa de cada partido suponga un auténtico reto.

No debería ser ésta, una competición cerrada, pudiéndose definir un sistema de descensos que permitiera a los campeones de las “otras ligas” acceder a este máximo nivel. La utilización de un método análogo a la actual promoción de ascensos entre Segunda B y Segunda División sería aplicable en este caso.

Los detractores de esta idea, esgrimen como argumento en contra  la pérdida de posibilidades de enfrentarse en un año a los llamado “grandes”. Estos partidos para ellos configuran en muchos lugares el máximo acontecimiento del año futbolístico, y les proporcionan los máximos ingresos en concepto de taquilla.

Creo que esto se podría subsanar con un nuevo formado de Copa del Rey, que configure los enfrentamientos no a modo de eliminatoria, sino en grupos, de forma que, algunos de estos equipos se viera favorecido por la inclusión en su grupo de uno de estos equipos.

A su vez, la disputa de una competición, en la que pudiera “campeonar”, crearía nuevos alicientes a las aficiones, que ahora ven sus objetivos muy limitados en cuanto a ambiciones. Así por ejemplo, equipos cono Valencia, Villarreal o Atlético de Madrid, disputarían una liga que pudieran ganar, y unas eliminatorias en caso de victoria que les permitiría con toda seguridad llenar su campo en más ocasiones que con el actual modo de competición.

Sólo es una idea, pero creo, que el futuro nos deparará un sistema así en un tiempo muy lejano, y es que cada año que pasa,  la diferencia es mayor, y el interés del aficionado disminuye.

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