Existen personas que coleccionan objetos, fotografías, estampillas, monedas, mariposas disecadas, cromos, sellos..Unos coleccionan por placer. Otros, por dinero. Son colecciones tangibles. Se guardan en un armario, se enseñan con orgullo. Crecen con el tiempo. Forman parte del individuo.
Pero a su vez, existen otros tipos de personas que poseen una afición muy particular: los coleccionistas de sueños. La vida siempre se nutre de sueños. De sueños inalcanzables en algunos casos, y en otros de más reales y posibles, aunque hay que decir que éstos son los menos. Existen sueños efímeros, que en el mismo momento que se cumplen desaparecen tal cual han venido. Existen sueños con grandes expectativas, sueños mundanos, sueños elementales. Y también existen las pesadillas, los sueños tormentosos, los sueños lúgubres.
Dentro de ese grupo de personas, se encontraba una afición, la culé, que día a día anhelaba un sueño, que en otra época se consideraba inalcanzable e irrealizable. Sueños que hablaban de una supremacía brutal. Sueños que vislumbraban imágenes de Copas de Europa, de Ligas y Copas del Rey, sueños que proyectaban los mejores goles y jugadas. Sueños que mostraban al equipo instalado en la cima del orbe futbolístico mundial. Sueños que anhelaban ver al equipo como un referente, ser la imagen que se asociará cuando la palabra fútbol entrará en escena. Sueños que veían a un equipo formado en su mayoría por jugadores de casa, por jugadores que marcaran la diferencia. Sueños que nos eliminaban todos los complejos de inferioridad de otras épocas, y que nos mostraban cualquier reto como posible.
Y ahora, parece que se ha generado un equipo, que no sólo ha dado vida a esos sueños, sino que ha superado todas las expectativas creadas. Una, dos, tres.., y así hasta doce son las finales, que de momento el equipo de los “locos bajitos”, ha disputado a lo largo de algo más de tres años. Trece títulos de dieciséis, en una consecución de victorias nunca imaginadas. Juego, goles, asistencias, paradas. Balones de Oro, Zamoras, Premios Laureus.
Y ayer, nuevamente, contra el Valencia, el Barça, del que se decía que llegaba roto, sin fuerzas, y al límite, nos regaló una nueva exhibición. Exhibición de Pinto, un portero suplente con garantías, que supo mantener la puerta a cero en los minutos iniciales de cada una de las partes. Aquellos minutos en que los azulgrana parece que calientan motores y engrasan sus piezas. Son los minutos de la zozobra, que una vez superados, muestran ya al equipo tal cual es. Un equipo que se hace con el balón y pone cerco a la portería contraría.
Exhibición de Messi, que después de intentarlo una y otra vez, se fue con las ganas de batir a Diego Alves. Un disparo desviado, un slalom vertiginoso, un defensa que se cruza en el último instante, un guante que aparece en el último segundo fueron sus múltiples intentos de buscar un gol que ayer le estaba negado. Un goleador que ayer chocó contra un muro. Un goleador que también es el mejor asistente del mundo. Sólo de esa forma es posible el pase que desde el centro del campo, intuyo el desmarque profundo de Cesc, para que el de Arenys pusiera la primera piedra para la disputa de la cuarta final de esta temporada.
Exhibición de Thiago, con una gran presencia en el centro del campo. De Xavi, que a mitad de temporada, y con una merma física considerable ha igualado ya el mejor de sus registros goleadores de una carrera casi mítica. Exhibición de Puyol, en el lateral, en el extremo, en la anticipación, en el corte. Exhibición de Piqué, jerárquico, elegante, diría que hasta sobrado.
Y exhibición de Guardiola, que sabiendo la peligrosidad de la banda izquierda de su oponente, decidió sacrificar una pieza de largo recorrido ofensivo, como Dani Alves, y colocar allí a su mejor defensa, desconectando así la principal baza ofensiva de su rival que tanto daño había hecho en partidos precedentes. Supo aprender de errores precedentes, y aunque los nombres de la alineación sugerían lo contrarío, huyo de la famosa defensa de tres, y dejo a Mascherano como segundo central, de forma, que éste, haciendo gala de la velocidad que le caracteriza llegará a tiempo a cubrir los espacios dejados por las aventuras de Piqué en el área contraria.
Ahora, sólo queda aparcar esta competición hasta Mayo, y esperar que tal como vaticino ayer Pep, se cumpla su profecía. Aquella que dijo a sus jugadores al mediodía, y que pronosticaba un nuevo triplete si se era capaz de superar esta eliminatoria. El primer paso está dado, y el siguiente sueño ya está generado.
Y es que sin un sueño, sin un anhelo, todo pierde sentido. Los sueños hay que alimentarlos un día tras otro. Para que nunca se acaben. Porqué el día que veamos que no queda ya nada por conseguir, será el momento en el que el tan temido “fin de ciclo” haga su aparición. Pero hasta entonces, y esperando que ese momento nunca aparezca, pienso que esta va a ser la mejor temporada nunca vivida por este equipo. Y si, puede que sea un sueño, pero en lo futbolístico, es el más bonito de los sueños que puedo alimentar. Y a la vez, son las peor de las pesadillas para nuestros rivales.
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1 comentarios:
Hola José Carlos, felicidades por tu post.
Guardiola acertó de pleno. Pensaba que al quitar a Alves por Mascherano jugaría con defensa de tres, pero lo que hizo fue situar a Puyol en la banda más peligrosa del Valencia y a Mascherano de central, con lo cual me pareció acertadísimo el planteamiento. Tal vez Alexis no debió haber jugado (más que nada, por su estado físico), pero lo demás perfecto.
Mascherano y Thiago han demostrado ser ... suplentes de lujo? Yo ya diría jugadores titulares, porque prácticamente juegan lo mismo que muchos de los titulares, y con nota. Y ahí está la clave de esta plantilla corta, que si no se lesiona nadie (cosa que ha pasado) hace sentir útil a los suplentes, que juegan prácticamente lo mismo que los titulares en esta política de rotaciones.
Isaac Cuenca y Alexis muy sacrificados y poco vistosos, pero igualmente útiles. No era partido para exhibirse (en el sentido de hacer constantes uno contra unos), sino para hacer lo que hicieron.
Messi muy bien, le faltó el gol como últimamente. No olvidemos que hasta la llegada de Pep, Messi no hacía tantos goles como hace ahora. Es que nos tiene acostumbrados a marcar un gol por partido (como mínimo)!!! Lo importante es que da asistencias, reparte juego, desestabiliza defensas. Y más importante aún: Sin los goles de Messi este Barça puede ganar. Partido estelar de Cesc, que queda totalmente demostrado (como prácticamente todos comentamos aquí) que a este equipo no ha venido a construir, sino a crear ocasiones de peligro. Ese es su rol, y bajarlo de interior debe ser una opción circunstancial.
Pinto... una de cal y otra de arena... Y Xavi, mermado como dicen que estaba, pues no se puede pedir más... un golazo y control de partido.
Tres ideas:
- Tras la travesía en el desierto que ha supuesto esta copa del Rey, comienza el Barcelona a recuperar efectivos y se planta en la primera final de este año. Es decir, golpe de inflexión anímico que hay que aprovechar al máximo el sábado, sin ir más lejos.
- Hubo muchos tramos del partido de ayer en que al Valencia le duraba el balón milésimas de segundo. Es así como defiende el equipo de Pep, no encerrándose atrás ni especulando. Si no tienen el balón, Mathieu y compañía no pueden armar el contragolpe.
- Ahora bien, me da la sensación de este Barça (al igual que el Madrid en otros partidos con equipos inferiores) gana los partidos simplemente por su nombre. Me explico. Los planteamientos de Mou y Unai en la ida fueron fatales para sus propios intereses... apenas tiraron a puerta en su campo, lo cual supone un suicidio en partidos ida-vuelta en caso de que te marquen en tu casa. Por qué han creado más peligro en el Camp Nou cuando tenían la soga en el cuello? Les atenaza tener un equipo tan grande frente a frente. Si tuvieran más agallas en todas las competiciones y condiciones (frente a Madrid y Barcelona), veríamos una liga más equilibrada y apasionante.
Saludos!
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