Hay momentos de nuestra existencia que guardamos de forma permanente en
nuestra memoria. Son aquellas ocasiones únicas, en las que emocionados por la
novedad, o marcados para siempre por su trascendencia, significan un antes y un
después en nuestro periplo vital. Así, no es de extrañar que siempre tengamos
presente aquel primer beso que dimos, o nos dieron de forma fugaz, o recordemos
la primera de aquellas novias de verano en unas vacaciones ya muy lejanas. O
nuestro primer día de colegio, o nuestro primer trabajo, o si sois aficionados
al fútbol, el primer día que visitasteis el estadio de vuestro equipo favorito.
Yo todavía recuerdo con nitidez mi primera visita al Camp Nou. Fue en 1977
y en un equipo comandado por Johan
Cruyff, mi padre me hizo debutar en la grada ante el Racing de Santander. Recuerdo mi llegada al estadio. El olor a césped,
a cigarros recién encendidos. Todavía estoy viendo a los jugadores calentar, y
como disfruté de cada uno de los minutos del partido. Mi padre a la derecha, y
el Sr. Guillem, mi vecino de arriba a la izquierda, hicieron de perfectos
cicerones, y me ponían al día de todo lo que allí sucedía
Fue mi mejor regalo de cumpleaños. Llegué con casi dos horas de antelación
a las butacas que teníamos reservadas. Poder ver de cerca de aquellos
jugadores, que por aquel entonces veía muy de tanto en tanto por televisión era
los máximo. Los años setenta no eran los actuales, y no podíamos ver a nuestro
equipo partido a partido. Sólo algún que otra tarde de sábado, y los resúmenes
de los lunes en el mítico Estudio
Estadio nos permitían seguir la actualidad de nuestros ídolos. El mío era Neeskens, luchador, indómito, potente. Aunque
también Migueli, el incombustible “Tarzán” estaba dentro de mis preferidos.
No he sido yo nunca un jugador muy técnico, y por eso supongo que hacía míos
aquellos jugadores que hacían de la fuerza y el poderío físico su máximo valor.
Pues bien, hoy, ya muy entrado en siglo XXI, seguro que muchos niños, ayer
en el Camp Nou, tuvieron una experiencia muy similar a la mía. Un Camp Nou
mucho más grande que el que yo vi. Un Camp Nou lleno a rebosar y con unos jugadores
que están casi rozando la perfección de este deporte cada fin de semana. Seguro
que muchos de los niños, recordaran dentro de muchos años esa primera visita. Y
así, recordaran a Iniesta, que desde
su zona natural del centro del campo, ofreció un recital de controles, pases,
regates, conducciones y asistencias, en un repertorio de jugadas difíciles de
superar.
También recordaran a Puyol, feroz,
melena al viento, y marcando una línea que hace de él una copia mejorada de
aquel “Tarzán” que yo disfruté en mi
niñez. Recordaran su primer gol en el Estadi, marcado por un chileno, Aléxis, el cual, seguro que les han
explicado, no debe estar pasando por sus mejores momentos. Y recordarán como no
a Messi, el mejor jugador de todos
los tiempos, que actuando como imán, atrae a tantos defensores hacía sí, que
genera miles de huecos y pasillos por los cuales pueden penetrar sus
compañeros. Recordaran media docena de goles, cientos de paredes, y la
constatación de estar viendo una de las mejores formas de presentar este
deporte.
En un horario curioso ayer cientos de padres madres, abuelos y abuelas
dieron la alternativa a hijos y nietos, haciéndoles partícipes de esa fiesta
que cada fin de semana los culés podemos disfrutar. Una fiesta que está
llevando al equipo a la conquista de un nuevo título de Liga, en el que apenas
quedan ya nueve estaciones para su celebración.
Seguro que dentro de unos años, esos niños de hoy, adultos de mañana, seguirán teniendo en su memoria un recuerdo fresco de muchas de las acciones ayer vistas. Frescas como las mías, en las que aún
me parece estar viendo a Asensi
rematar a bocajarro un centro de Cruyff
desde la banda. Porqué si un resultado tengo claro y recuerdo con nitidez fue
aquel que se produjo un ya lejano nueve de octubre de mil novecientos setenta y
siete. Tres cero ganó mi equipo. Y con ese trío de goles regresé a mi casa
sabiendo que el fútbol formaría una parte importante de mis experiencias.
Seguro que ayer, muchos de los presentes tuvieron esa misma sensación.
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2 comentarios:
Yo ayer asistí al partido como parte del dispositivo de la Cruz Roja y tengo que reconocer que el estadio se llenó más de lo que yo me pensaba, aunque, eso sí, hacía un frío que pelaba...
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