La maldición del nueve

Desde que Guardiola está en el banquillo cada uno de los portadores de este mítico número han abandonado el equipo. Será capaz Aléxis de romper con esta maldición?

Cesc Fábregas. Punto Final?

Después de tres años con noticias repetitivas sobre su contratación, parece que al final este año se dan las condiciones para su vuelta

La profecía de Van Gaal

Hace un tiempo, Van Gaal, hizo una profecía, queréis saber cual es?

Mourinho, una táctica diferente

Mourinho se caracteriza por explotar al máximo el entorno que rodea la disputa de un partdo.

Cruyff, dos inicios. Una historia.

La llegada de Cruyff al Barcelona supuso una revolución, tanto en su etapa como jugador, como en la de entrenador.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Y tú ¿con quien vas?... ¿Madrid o Atlético?


Llega el derby madrileño, y a los culés como yo les pilla sin saber muy bien a donde mirar. La cabeza me dice que, siempre y cuando el Barça consiga una victoria ante el Atlhetic, que supondría además firmar el mejor inicio liguero de la historia de la competición, el mejor resultado sería una victoria blanca, ya que de esta forma los dos máximos rivales para la conquista de la Liga quedarían a los once puntos ya establecidos con los de Mourinho, y a seis de los de Simeone, que de forma sorprendente están aguantando el tirón de este inicio demoledor de los de Vilanova.

Pero la cabeza intenta razonar lo lógico, y el sentimiento me puede. Desear que gane el Madrid va contra natura. Sin ánimo de ofender, y entendiendo el fútbol desde la sana rivalidad, el máximo aliciente de un culé, después de ver a su equipo ganar, es ver una derrota merengue. No creo que sea muy diferente en la afición blanca. Por eso, una derrota en el Bernabéu, ante unos colchoneros, que ya ni recuerdan cual fue la última vez que lograron vencer en un derby, traería consigo, además de ya casi una insalvable diferencia de catorce puntos, que a todas luces dictaría casi sentencia en el campeonato,  una vorágine de dudas e histerias en el vestuario e institución blanca, que podría poner fin al ciclo de Mourinho en el banquillo de La Castellana. Y no me negaréis, que después de oír y leer de forma machacona la palabra “fin de ciclo” aplicada a esta etapa que ningún culé había jamás soñado vivir, no tendría gracia ver cómo tan famoso estribillo se aplica precisamente allí donde surgió.

Por otro lado, el próximo visitante del Camp Nou son precisamente los blanquirrojos, así que, si también somos de capaces de vencerlos aquí, ya tendríamos esos seis puntos de diferencia que una victoria blanca nos podría otorgar de forma anticipada. 

Un empate sería un mal menor, que también daría sus frutos en cuanto a diferencia de puntos en la clasificación, pero a mí entender, creo que no tendría el efecto catastrófico antes reseñado en caso de derrota. Nos quedaríamos en una situación a medio camino entre el desastre y la resurrección, y si algo teme el culé, al menos el que suscribe estas líneas, es un Madrid con posibilidades. Dijo Cruyff un día en uno de sus famosos discursos que la mejor situación para conseguir un Barcelona enchufado, es tener al Madrid detrás en la clasificación, pero a no mucha diferencia. La proximidad obliga a no bajar la atención y rendir al cien por cien. Qué queréis que os diga…., a mi el Madrid contra más lejos mejor. No sea que le de por agarrarse a estos típicos clavos que le dotan de poderes casi sobrenaturales y nos de un susto a finales de mayo. Todavía veo fotos de Tamudo y la remontada blanca en una de las Ligas de Rickjaard y mejor no transcribir aquí lo que salió por mi boquita aquel día.

Es verdad que los tiempos han cambiado y parece que este equipo está por encima de estas circunstancias. Pero soy culé que ha vivido la final de Sevilla, el desastre del Metz, la Liga perdida ante la Real Sociedad cuando los partidos valían dos puntos y llevamos ocho de ventaja a siete jornadas del final. He dejado de creer en la Liga en Navidad ya ni recuerdo cuantas veces…, así que, oye, si esto se queda en un "tete a tete" con el Atlético, mucho mejor. ¿No dicen que dos son compañía y tres multitud?... Pues eso, que el tercero quede fuera!!

¿Y los aficionados del Madrid? ¿Quieren ganar el derby? Supongo que alguno también hace le mismo razonamiento lógico  que yo me hago, y ve la victoria blanca como un favor a los azulgrana. Y claro, con el mismo fervor que yo deseo verlos lejos, supongo que allí el tema de hacernos favores tampoco debe ser una de sus primordiales prioridades., no?

Además, también, en ocasiones y en eso os puedo asegurar que aquí, en el otro lado, tenemos experiencia en este tipo de situaciones, se desea que explote todo de forma definitiva y se cambie de rumbo de forma inminente. Para qué las medias tintas.No han sido pocas las veces, que en el estadio azulgrana se han jaleado las victorias y goles visitantes esperando el fin de una era. Gaspart podría hablar y no callar sobre los plebiscitos que vivió como presidente de la entidad.

Veremos que ofrece el devenir de esta jornada, que dicho sea de paso, los culés afrontamos con tranquilidad, viviendo casi una situación idílica. Qué nos dure!!!!



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miércoles, 28 de noviembre de 2012

Periodo de excepción.


Un régimen de excepción (también conocido como estado de excepción o estado de emergencia), es un mecanismo contemplado en la constitución de cualquier país en caso de que un mandatario lo considere necesario ante la existencia de alguna situación extraordinaria, como podría ser una catástrofe natural, perturbación grave del orden interno,  invasión, o cualquier otro peligro considerado gravísimo, con la finalidad de afrontarlo adecuadamente. Habitualmente, un régimen de excepción contempla la suspensión o restricción de ciertos derechos fundamentales, y como consecuencia de ello, en estos períodos excepcionales los derechos de la ciudadanía pueden quedar suspendidos de forma parcial o total.

En el Real Madrid, la llegada de Mourinho podría definirse como una de esas medidas extraordinarias. Medidas implantadas ante una gravísima situación que provocaba la Edad de Oro de su máximo rival. Títulos colectivos, premios individuales, cantera, revolución en la forma de entender el juego, reconocimiento local y mundial, han hecho del Barça este último lustro la referencia del deporte rey.  Una situación excepcional, que requería de medidas excepcionales, parece que fue la consigna de Florentino, que abrazaba así una ideología diferente, a la vez que peligrosa.

Llegó el portugués con la vitola de arma anti-Barça. Sus incontenible ansía competidora, su currículum lleno de éxitos, y su victoria en una semifinal de Champions contra los azulgrana, le otorgaban el crédito necesario para ser considerado como la mejor solución ante el alud de títulos de los catalanes, que acumulaban en sus vitrinas todo lo conquistable, ejerciendo una dominio casi tiránico en todas las competiciones que disputaban.

Mourinho, y su clan portugués tuvo un reconocimiento pleno en la hinchada merengue, que recibió el olor de multitudes al nuevo técnico, y a su particular forma de entender el deporte. Y así, poco a poco, parecía que las nuevas consignas calaban, y la nueva doctrina madridista se apartaba de lo que tradicionalmente había distinguido a un equipo que hacía de la palabra señorío el contrapunto al “seny” de los catalanes. Era el peaje que había que pagar, era uno de esos derechos que este período excepcional obligaba a perder.

Pero los resultados no llegaban, y los catalanes seguían mandando. Ya en su primer año las voces disidentes de una “resistencia” minoritaría empezaron a emerger, sobre todo después de que en el segundo de los clásicos, (el primero todavía sigue vivo en la retina de muchos aficionados por el fútbol preciosista allí desplegado por los azulgrana) los blancos recibieron a su rival con el equipo totalmente a la defensiva, y con el césped a media altura como nueva arma estratégica. Nació así un nuevo concepto de madridismo, el “pseudomadridismo”, que servía para definir a todo aquel que no siguiera la línea de pensamiento único establecida en La Castellana.

La conquista de una Copa del Rey, alzada por los mourinhistas a niveles de título grande, sirvieron de excusa para hacer rodar la cabeza de líder de esa facción de disidentes que emergía, y así Jorge Valdano vio como su carrera como dirigente blanco llegaba a su fin, y parecía que el movimiento disidente moría al poco de nacer.

Pero el germen de esos pseudomadridistas había calado hondo en cierto sector de una afición, que cada vez más, despechada por el talante batallador y propenso al escarnio de ahora ya líder blanco, no se veían representados por su figura. Y así, a poco que las cosas se torcían, volvían a surgir recordando que su Madrid no era el que ahora se mostraba.

Pero el mourinhismo ganó su Liga, y defendió así que posición. Sólo había una forma de desbancar a los azulgranas, y era la mostrada por el clan portugués. Además, por diferentes motivos, Guardiola tomaba la decisión de abandonar la “guerra” y retirarse a descansar. Una nueva pieza dejaba el escenario de la batalla y parecía dejar expedito el camino hacia la victoria final. Y así el régimen de excepción continuaba sin apenas oposición. Sólo algunos recordaban los números globales de esos dos años, que todavía  dejaban muy lejos el objetivo primordial;  acabar con la hegemonía catalana.

Poco podían imaginar que en un escenario tan favorable, ahora, apenas tres meses después, parece que el proyecto se desmorona. Y la facción disidente gana adeptos y coge fuerza. Once puntos de distancia con el Barça, más ocho con sus vecinos del Manzanares son algo difícil de digerir con apenas un tercio de la competición disputada. Cada partido blanco se convierte ahora en un plebiscito entre mourinhistas y pseudomadridistas. Cada partido blanco la “resistencia” en la sombra ansía hacerse oír y defender su antiguo forma de entender el club. Cada vez surgen más frases contundentes renunciando a esta etapa que se preveía esplendorosa, y que, parece llevar a un crudo invierno, en espera de la luminosa primavera que permita la conquista de la ansiada Décima.

Y así, parece que el devenir de esta temporada dictará sentencia a este período excepcional, que de no conseguir aumentar sus conquistas podría pasar a la historia como una de les épocas negras de la brillante historia del club. Y es que los períodos convulsos acostumbran a acabar de forma trágica y contundente. Los próximos seis meses marcarán ese final.

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martes, 27 de noviembre de 2012

Neymar SÍ / Neymar NO


Hoy ha hablado Johan Cruyff, y cómo suele ser habitual en cada una de sus apariciones no ha dejado a nadie indiferente. Cruyff, que parece vivir a contracorriente, que dice más de lo que expresa,  presenta, en la mayoría de sus apariciones, un discurso muy particular, que va más allá de su peculiar forma de entender las principales reglas de la buena gramática. Cuando Johan dice una frase simple está expresando algo muy complejo.

El holandés, se ve legitimado para opinar de la actualidad blaugrana, porqué se sabe el inicio y autor de lo que hoy nos deleita. Se sabe el primer “mago” que a partir de una filosofía muy particular, reinventó este deporte, pasando de lo físico a lo táctico, de lo estático a lo flexible, de la complejidad a la simplicidad. Cruyff es simple, y basa toda su experiencia en un único elemento del juego. El balón.

Según esta particular visión del fútbol, para Cruyff el jugador nunca será la estrella de este juego, sino que éste estará supeditado al balón. Todo lo argumenta desde la simplicidad de los detalles con una agudeza mental que da relevancia a una frase que escuché una y mil veces en mi juventud… “Chico.., el juego es un deporte para listos

Y a partir de esa agudeza, parece diáfano su planteamiento, según el cual la figura del brasileño Neymar no es necesaria en el Barça actual. Neymar es delantero, el Barça genera y bate récords goleadores a estas alturas de la temporada, por lo tanto, la necesidad de un delantero es nula. Simple y llano. Y a partir de aquí el debate se genera y los postulados a favor y en contra de tal afirmación aparecen por doquier.

¿En que favorecería la llegada de Neymar al juego del Barcelona?

  • Por su juventud aseguraría un relevo de la figura de Messi. Con cinco años menos que el argentino podría ocupar su rol cuando éste vea humanizado su rendimiento actual.
  • Garantiza gol con mucha más consistencia que algunos de los delanteros actuales en nómina.
  • Garantiza regate y superioridad casi infinita en el uno contra uno. Esta es una de las artes casi olvidadas en el actual Barça, a la que sólo Messi e Iniesta acuden, y que a su vez, se muestra como el arma más eficaz ante los cerrojazos semanales que se encuentra el equipo.
  • Garantiza proyección internacional, al ser el ícono de la selección brasileña, con todo lo que ello genera a nivel de patrocinio y derechos de imagen.
  • Es sinónimo de espectáculo y “jogo bonito”. Es raro no ver en la delantera azulgrana un brasileño.

Por el contrario, ¿qué penaliza la llegada de Neymar?

  • Podría romper la armonía actual del vestuario. Armonía que habla de sumisión al juego de Messi, el cual se siente el mejor y el foco de todo el juego. ¿Habría suficiente balón para los dos? ¿La lucha de egos, que finiquitó la era galáctica de nuestro máximo rival, viviría un nuevo capítulo ahora en el Barça?
  • Crearía superavit de delanteros y obligaría a la venta de algunos de los actuales integrantes de esta línea. Villa, por su veteranía y amortización podría ser el sacrificado. Aléxis, por su escaso rendimiento y adaptación debería buscar salida con la pérdida económica, una más, generada por un fichaje infructuoso.
  • La perla de la cantera azulgrana, Deulofeu posee unas características sino idénticas, si muy parecidas al jugador brasileño. Regate, descaro, rapidez y gol sintetizan sus cualidades básicas. ¿La llegada del brasileño frenaría su progresión?
  • El estilo azulgrana necesita de aprendizaje. Es difícil llegar y triunfar. Es complicado memorizar tantos automatismos. El juego preciosista del jugador del Santos podría verse perjudicado, y podría mermar su rendimiento. ¿Tendría la paciencia de esperar en banda la llegada del balón? ¿Podría aguantar minutos de aislamiento sin participar en el juego?
  • La inversión en su fichaje haría inviable acometer otras operaciones tal vez más necesarias, cómo podrían ser las de un central de garantías, que visto los continuos problemas físicos en defensa parece más que necesario. ¿Hummels, por poner un ejemplo,  y Neymar están al alcance de la tesorería azulgrana?

Y tú… ¿Estás a favor o en contra? ¿Tiene o no tiene razón el profeta del gol?

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lunes, 26 de noviembre de 2012

Un once de la Masía para un +11


Poco se imaginaba el técnico Louis Van Gaal en su doble trayectoria azulgrana, que el mejor recuerdo que iba a quedar en el club, mas allá de los títulos conseguidos, iba a ser ese sueño o profecía que en su día lanzó, en el que de forma visionaría, sólo veía un Barcelona verdaderamente grande, cuando abandonará su política de talonario, y girará la vista de forma real a lo que cada día se generaba y cocía a escasos metros del Camp Nou. A una Masía que día tras día fabricaba jugadores y personas dignas de representar al equipo y sus socios, tanto en el campo cómo fuera de él.

Ya hace semanas que los azulgrana coqueteaban con ese once de canteranos. Jugadores que en uno u otro momento desfilaron por el vetusto edificio anexado al coliseo azulgrana. Ya son varios los partidos en los que la imagen del once titular, y la de los suplentes calentando en la banda, generaban quinielas por una sustitución que proyectará una formación integra de jugadores de la casa. Pero fue ayer, cuando a raíz de una nueva lesión de Alves, Montoya cogió el relevo en el lateral, y facilitó un titular que todos los medios de comunicación estaban esperando.

Un Barça con ocho catalanes, un tinerfeño, un albaceteño y un argentino generó una alineación para la historia, certificando así el mejor arranque de la Liga,  e igualando la gesta de aquel Madrid de Antic de los noventa. Un Barça que año a año aumenta en su nómina el número de jugadores fabricados por él. Un Barça con un modelo de juego que se extiende en todas sus formaciones.

Precisamente ayer, antes de la victoria del equipo en el siempre difícil campo del Levante, el cadete A de la formación azulgrana visitaba el campo de Horta. Allí acudí con mi hija Marta a observar de cerca al delantero centro, ayer titular del equipo azulgrana. Marc Río, compañero de clase de Marta. Un partido de cadetes que en poco o nada difiere, de los que estos chavales cerca de ya de llegar a la exigente etapa juvenil, acostumbran a ver a sus mayores.

Y es que el Horta salió al campo de la misma forma que ahora cualquier equipo se enfrenta a los culés. Cerrado atrás, con las líneas muy juntas, y tapando cualquier línea de pase que se pueda generar en el balcón del área. Allí agazapados esperaban mientras los azulgranas tocaban, tocaban y tocaban y no encontraban por donde hacer pasar el balón. Un poste, una parada, y una ocasión del amigo de mi hija sólo ante el portero local, hacían presagiar que más tarde o más temprano el marcador se movería.

Y sí, se movió. Pero en sentido contrario. Y cómo si reviviéramos la última derrota azulgrana en Escocia, los blanquinegros, que así es como visten los locales, a un minuto de la finalización del primer tiempo, lograron batir a un frío guardameta azulgrana cuya única intervención en ese tiempo fue precisamente ir a recoger el balón del fono de su portería.

Podría parecer que estos chavales, a edad tan temprana saldrían al campo desesperados e intentarían romper la ordenada defensa de forma diferente. Nada de eso ocurrió. Con cambios en la formación que dotaron de mayor velocidad al pase, tardaron poco en asediar el área de los locales, y en apenas un cuarto de hora de la reanudación ya habían conseguido adelantarse en el marcador, certificando además Río el gol con el que los azulgranas se adelantaban. A partir de ahí, juego de toque, y con un equipo local más estirado en busca del empate no tardó en llegar el tercero con el que se finiquitó el partido. Un partido de cadetes cuyo guión fue idéntico al que vemos cada fin de semana en el campo o frente al televisor.

Un equipo de cadetes, en el que los mejores irán quemando etapas. Un equipo de cadetes que jugarán cientos de partidos cómo el de ayer. Un equipo de cadetes que con el paso de los años, crecerá en talento y trabajo y que a buen seguro generará algún jugador, llamado a avanzar por el pasillo que conduce al césped del estadio. Un jugador que verá su foto en la pared anexa al túnel, y que cuando pise el césped, apenas deberá preguntar cual es su tarea. Apenas tendrá dudas sobre la táctica a utilizar. Apenas deberá interpretar su función en el campo. Sólo deberá hacer aquello que aprendió desde pequeño y que un día, en el campo del Horta, o en cualquier otro de los numerosos campos que visitará a partir de ahora, le llevó a salvar obstáculo tras obstáculo, a conseguir victoria tras victoria, y le puso en la rampa de acceso al Camp Nou bajo los acordes de un himno que conoce a la perfección.

Y entonces, una vez puesto el balón a rodar, ¿alguien dudará de su papel en el campo?

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jueves, 22 de noviembre de 2012

Mourinho. Retrato de una obsesión


Este pasado verano, el director de As, Alfredo Relaño, escribía un artículo a raíz de las reacciones que habían provocado en la cúpula blaugrana el indulto al entrenador del Real Madrid, Jose Mourinho, por el vandálico acto de intentar poner el dedo en el ojo a su homónimo azulgrana Tito Vilanova (entonces Pito) en una Supercopa de desagradable recuerdo para los merengues. Titulaba el artículo con un contundente “La obsesión del Barça con Mourinho” y en uno de sus párrafos más significativos escenificaba un escenario casi enfermizo de la entidad blaugrana hacia el entrenador luso con las siguientes palabras:.

“La vieja madriditis del barcelonismo, cuya causa fueron tantos años de derrotas ante el Madrid, tiene un último vestigio, ahora que las victorias culés han llegado y en cuantía nunca soñada: Mourinho. Todo se proyecta sobre él. Más de un madridista con el que he comentado los defectos de Mourinho (en sus actitudes, porque como entrenador siempre valoré su excelencia) me ha dicho que basta ver cómo de nervioso se pone el Barça con él para saber cuánto le conviene al Madrid tenerle”

Pues según lo acontecido desde que se redactó el citado artículo hasta hoy, parece que la vieja madriditis azulgrana ha mutado hacía barcelonitis blanca, y lo ha hecho en su forma más virulenta en el cuerpo de su entrenador, el cual no deja pasar oportunidad para recordar de forma continua a su rival en cuantas apariciones públicas realiza, venga o no al caso hacer referencia a ellos.

Y así, sólo comenzar la temporada en cualquier entrevista insta a su interlocutor a no loar más a los catalanes, ya que ve legitimado que sea ahora su equipo la referencia futbolística mundial, al haber conseguido arrebatar por fin el título liguero al equipo de su antagónico Guardiola. No cae en la cuenta el luso que la excelencia y el reconocimiento se ganan, y que pedirlo es el primer paso para no recibirlo.

Y constantemente el Barça sale a la palestra en cada comparecencia, en el camino hacia la deseada y obsesiva Décima. Y ya no produce extrañeza escuchar, si el Real Madrid pierde o empata contra el Borussia Dortmund, que la rueda de prensa posterior al partido, no se base en el análisis de los porqués (palabra ya mítica en el vocabulario del luso) de esos inesperados resultados, sino en el recuerdo de “otros grupos” de la competición a los que se desprecia su potencial. Potencial, que por ejemplo, no se tuvo en cuenta cuando no hace ahora un año se llegó a semifinales dejando por el camino a potencias futbolísticas como los rusos del CSKA o el representante del fútbol chipriota de cuyo nombre ahora mismo no logro acordarme.

Y ahora, en lugar de celebrar el pase a octavos de final, en un grupo realmente exigente, o en lugar de recrearse en ser el técnico que más joven ha llegado al centenar de partidos de la máxima competición disputada, nuevamente tras un partido difícil y no demasiado brillante, hila una expulsión y penalty de dudosa sentencia, con hechos que van más allá de un bienio. Y nuevamente sale y se desempolva aquella entrada de Pepe a Alves, y una victoria azulgrana en el Bernabeu, que parece que el luso no pueda quitarse de la cabeza, y que se ha tomado como una afrenta personal a su ego y trayectoria.

Da la sensación Mourinho de no ser feliz con lo que tiene. Da la sensación de vivir de forma perenne en el recuerdo de lo que pudo haber sido y no fue. Da la sensación de rabia contenida en cada una de sus apariciones. Y el foco siempre va dirigido en la misma dirección: el equipo azulgrana.

Poco importa si se le pregunta o no por él. Poco importa que el partido de los catalanes tenga incidencia en el propio partido de los blancos. Qué más da si el Real Madrid se ha clasificado, o ha jugado un buen partido. Siempre quedará esa puya hacia esa obsesión que ya viene de lejos, y que hace que la frase que un día pronunció el técnico luso en el balcón del Palau de la Generalitat de Catalunya cobre sentido. “Ahora y siempre el Barça en mi corazón”.

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miércoles, 21 de noviembre de 2012

Homenaje a Guardiola


En una semana en la que se ha hecho pública la primera charla de Pep, parece que sus jugadores hayan recordado al leerla los principios básicos de la misma. Unos principios que hablan de identidad, de implicación y de compromiso. Unos principios que se basan en una concepción fácil de lo que debe significar un buen partido de fútbol, que se reflejan en la última frase de la ahora ya, tan famosa disertación. “Cuando tengamos la pelota no hay que perderla, cuando la perdamos, hay que correr para recuperarla. Eso es todo básicamente”.

Y a esos se aplicaron en su último partido de Champions los jugadores azulgrana. Todavía recuerdo el impacto que me produjo ver las primeras evoluciones de aquel equipo, que hace ahora más de cuatro años empezaba a formar Guardiola. Una sinfonía de pases, de desmarques, de paredes. Una presión asfixiante que minimizaba espacios y que reducía las posibilidades de combinación de los rivales a la mínima expresión. Unos inicios de partidos demoledores que finiquitaban los encuentros convirtiendo en muchas ocasiones las segundas partes en meros trámites que había que cumplir.

Ante el Spartak, en una hora intempestiva e inusual de partido de Champions, con jugadores enfundados en maillots y guantes, y con un césped artificial al que dicen cuesta acostumbrarse, los de Tito Vilanova, ejecutaron los mejores cuarenta y cinco minutos de esta temporada. Cuarenta y cinco minutos llenos de detalles para enmarcar. No sólo los goles, tres para ser exactos merecen ser destacados. Sólo había que sentarse y mirar. Mirar las paredes y los triángulos, cuadrados y rombos que se formaban delante del balón. Mirar los regates preciosistas de Iniesta, que se marcó un baile digno del mejor ballet ruso en uno de las esquinas del campo. Desmarques al espacio de Pedro y Messi que interpretaban a la perfección el desequilibrio generado en la línea defensiva local. La presencia de Busquets, la jerarquía de Piqué, el mando de Xavi. Todo ayer parecía volver a estar en un orden ya establecido hace tiempo, y  que hasta este último partido parecía haber quedado olvidado en algún rincón de la memoria de este equipo.

Una primera parte sin apenas interrupciones dejaron gol de Alves a parte, dos nuevas muesca en ese revolver imaginario que parece llevar el diez azulgrana. Dos nuevas muescas, que suman ya ochenta, y que le encaminan  hacía el título del “mejor goleador de la historia”. Ciento tres años se han necesitado para igualar un registro de veinte y cinco goles en manos del hasta ayer desconocido Woodward, que recuperado del cajón de los recuerdos estos días por la prensa catalana, sabemos que se estableció en 1909. Menos hace, que el “Torpedo Müller”, estableció el suyo, y ahora éste debe estar contando los días y partidos que le quedan de reinado. También Van Nistelrooy fue ayer alcanzado como segundo goleador de la historia de la competición. Sólo Raúl resiste ahora los números de Messi, pero nadie duda ya que a su reinado le queda poco más de un año. ¿Alguien da más?

Y finalizado el primer acto, casi podríamos habernos levantado y apagar el televisor. Ya que a sabiendas del exigente diciembre que viene, el once azulgrana bajo sus revoluciones y estableció otro patrón de partido. Un patrón que habla de solidez, de sobriedad, de posesión infinita del esférico. Un once que dejó pasar los minutos sin apenas sobresaltos, y que consiguió dormir el encuentro en un insulso paso de minutos hasta su final. Un final con la portería a cero, que pareció recuperar esa seguridad defensiva perdida hasta la fecha con la presencia de Piqué, pero que a decir verdad, todavía le quedan mecanismos que recuperar sino quiere sufrir más de la cuenta. El poco acierto de los jugadores rusos fue tan determinante en ese cero como las buenas prestaciones del cuarteto defensivo titular.

Un once que presentó la ausencia de Villa, sacrificado por esa alternancia en esos puestos entre delantera y centro del campo que se está dando entre Iniesta y Cesc. Un once con Pedro, que interpreta como nadie el sentido de la frase con la que Pep acabó su discurso y que corre, corre y corre para poder servir nuevamente el balón a Xavi o a Busquets. Un once con Alves, que necesita ofrecer más minutos de calidad sino quiere verse relegado al banquillo por la nueva generación que ya aprieta, y a la que Tito mostró en los últimos minutos del choque, dando entrada a Deulofeu  y Montoya, y que enseña partido a partido un fondo de armario tan amplio, que no hace temer por la continuidad de esta historia, que ojala se torne interminable.

Un equipo, que por sexta temporada consecutiva acaba líder de su grupo, y que ya espera el sorteo de octavos con la esperanza de empezar a recorrer un largo camino que nos vuelva a llevar a Wembley, y escribir así la tercera parte de un idilio casi mágico entre un estadio y una historia coloreada en azul y grana. Un equipo que gestionado ahora por Tito, pareció recordar ayer las palabras de su anterior técnico, y que al menos a mi por primera vez esta temporada me hizo volver a disfrutar de un fútbol que creí que ya no volvería a presenciar. 

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lunes, 19 de noviembre de 2012

El gol


El gol. La acción máxima del partido. El objetivo final de cualquier estrategia. La culminación, la definición, la finalización de cualquier acción de ataque. Puede ser de rebote, olímpico, de cabeza, de tiro raso, cruzado, al palo corto, al largo, de chilena, hasta puede que sea fantasma, En cualquier caso, existe una especie de depredador del área, con una intuición y un saber hacer diferente ante este tipo de acciones, un jugador que se convierte en especial  El jugador que cualquier equipo desea. El jugador que se convierte en Dios.

Un arte en el fútbol que no sólo vale por su definición, sino que a su vez, también lo hace por sus intentos de ejecución. Sólo hay que glosar la figura de Pelé, y sus casi goles. Su casi gol de más allá del centro del campo o su casi gol en una finta inverosímil ante la salida del contrario, casi son tan famosos como sus otros más de mil goles a los que ahora se agarra para seguir defendiendo su supremacía como el mejor.

Y que decir del conseguido hace semanas por el sueco Ibrahimovic, que ha pasado a ser casi leyenda con su estratosférico tanto ante la selección inglesa. Un gol que sumado a los otros tres conquistados en un mismo partido, le aupó a categoría de mito, e hizo correr adjetivos y elogios por doquier. Un gol que se ha dado por definir como el mejor de la Historia de este deporte. Un gol imposible sólo a la altura de jugadores con un talento especial, y que son capaces de concebir tal acción en su cabeza. Y es que si ya es meritoria la definición en si mismo, mucho más lo es su concepción y visualización. ¿Cuántos hubieran intentado esa acción? ¿Cuántos hubieran optado sin mas por un buen control?

Pero hay alguien que les supera. Alguien que semana a semana se mide a los porteros contrarios con una asombrosa facilidad. Un jugador que define y ejecuta casi de forma rutinaria. Un diez que enciende sus luces en una zona del campo donde a la mayoría se les apagan. Un argentino que ha convertido lo especial en natural. Lo extraordinario en cotidiano. Lo excepcional en rutinario. Es Messi.

Messi, que partido a partido, jugada tras jugada, nos recuerda que nadie hasta ahora ha visto puerta con tan mundana facilidad. Es verle encarar al portero y saber que un nuevo guarismo va a subir al marcador. Unas veces chuta con fuerza, otras acompaña, otras coloca, otras remata, y en muchas otras, parece que realiza simples pases a la red. Son goles y asistencias en uno. Asistencias que tienen como objetivo los pies de una red que espera recoger el balón con suavidad, y que lo retiene en allí, a la espera de que el cabizbajo portero lo recoja. Hasta en diecisiete ocasiones esta temporada ha conseguido este pequeño genio dejar allí posado el esférico. Diecisiete ocasiones de treinta y cuatro disparos a puerta. Un cincuenta por ciento de acierto que ya quisiera para si los máximos cañoneros de deporte de la canasta. Un futbolista con porcentajes superiores a cualquier alero de élite merece una definición aparte.

Todavía recuerdo aquellas Ligas, en las que los pichichis de nuestra Liga, se encaramaban a la privilegiada posición de número uno de estas listas, con apenas la veintena de goles superados. Juanito, Quini, Raul, Satrústegui, Vieri, Butragueño, Eto’o, Bebeto… son casi aprendices de goleador comparados con las prestaciones del diez azulgrana. Llegar a la treintena era hablar de números casi esotéricos. Forlán, Ronaldo, el brasileño, o Romario en su afán de cumplir su promesa inicial lo lograron. Sólo Hugo Sánchez y ahora Cristiano Ronaldo parecen poder acercarse a esa facilidad con las que el rosarino ejecuta.

Messi, que esta última jornada ante el Zaragoza, consiguió un nuevo doblete, el séptimo de la temporada. Messi que parece que nunca dice basta. Messi, a diez partidos de superar al máximo de los goleadores conocidos en un año natural; Müller. Messi, que en una sola temporada es capaz de marcar tantas veces cómo otros delanteros en toda su carrera. Messi, ese extraterrestre que minimiza al resto. Messi, un crack sin límites, un crack nacido para golear.


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miércoles, 14 de noviembre de 2012

Unos premios con mensaje


Se han otorgado los premios de la LFP, que corona a los mejores. Hay que recordar que estos premios se adquieren a través de una votación realizada entre los profesionales de este deporte. Y así, son los jugadores y entrenadores los encargados de señalar quien es el mejor. Podemos poner en duda, bajo  el prisma de la opinión personal, o la subjetividad en la defensa de los jugadores de nuestro equipo, algunas de las denominaciones, pero de lo que no hay duda es de lo fiable de la votación y de su resultado. Nadie sabe más de fútbol que la élite que configura la Primera División de esta Liga.

Y como digo, se podrá estar de acuerdo o no, pero no poner en duda su legitimidad. Yo mismo, por ejemplo opino que Sergio Busquets debería haber sido el nominado para mejor centrocampista defensivo, pero, no creo que mi opinión, sesgada por la visión de la mayoría de los partidos del Barça y el amor a la camiseta que defiende, esté por encima de la opinión general de la Liga, que ha nominado como el mejor al madridista Xabi Alonso.

A partir de aquí, no ha dejado de sorprenderme el reparto de las nominaciones. Y es que si nos fijamos,  el Real Madrid con tres premiados en su haber, ha copado los premios de posiciones defensivas. Casillas como mejor portero, Sergio Ramos al mejor defensa y el ya comentado Xabi Alonso como mejor centrocampista defensivo representan para la Liga lo mejor en cuanto al juego de contención se refiere. No deja de ser curioso este dato, cuando precisamente el año pasado los blancos batieron todos los registros goleadores conocidos.

En cambio, su máximo rival, el Barça, ha hecho lo propio con las posiciones de vanguardia. Y así, Iniesta ha sido nombrado mejor centrocampista ofensivo, y Leo Messi mejor delantero. Y eso, que el equipo azulgrana, el año pasado se coronó como el equipo menos goleado, con lo que si algo se le supone será fortaleza defensiva. Curioso también.

Por otro lado, parece que Messi se decanta ya de forma definitiva por encima de su máximo rival en este tipo de premios, Cristiano Ronaldo. Por cuarto año consecutivo, el rosarino se ha ganado el respeto de sus compañeros, en lo que parece ser el preludio del premio gordo que se entregará el próximo enero: el Balón de Oro. Poco han servido aquí las campañas de Mourinho y la prensa blanca alabando a su pupilo , y la importancia del título de Liga conseguido. Poco han escuchado los mejores profesionales del sector la teoría que hablaba de la necesidad de valorar el mérito de las competiciones disputadas. Al final parece ser que la calidad, eficacia y fantasía del diez azulgrana, supera cualquier valoración cuantitativa y cualitativa que se haga de sus rivales. CR7 ha salido perdedor una vez más en este tipo de duelos individuales.

Más curiosa, sin embargo, es la nominación de Pep Guardiola como mejor entrenador. En un año en el que no se ganó la Liga, y en la que el Real Madrid reconquistó un trofeo que buscaba desde hace más de tres años, su técnico tampoco ha tenido ese reconocimiento, quedando relegado por las prestaciones del de Santpedor en la dirección del equipo. Parece ser, que en este apartado se sigue valorando la nueva concepción de Pep al fútbol de ataque y de fantasía. Sus planteamientos, también en la derrota, siguen enamorando a aquellos que precisamente los sufren. Su saber estar, su discurso, y sus formas elegantes han estado por encima de sus rivales incluso hasta cuando su figura del banquillo ha desaparecido.

Por tanto, y visto lo visto, parece ser que se sigue pensando en el Barça como el equipo de espectáculo en ataque, el equipo innovador y el equipo más vistoso. Y a su vez, en el Madrid se destaca una concepción más defensiva de su fútbol, Un fútbol más roqueño, más físico. Y entre ambas concepciones, atendiendo al dato que hace a Guardiola mejor técnico, no hay duda de cual de las dos es más atrayente para los votantes.

Y por último, no deja indiferente, la nominación de Marc Bartra, como mejor jugador de la Segunda División. Un nuevo producto de La Masia, y de esa cantera azulgrana que ha copado el cien por cien de las nominaciones del equipo. Un premio que lo hace de forma individual a un jugador llamado a hacerse un hueco en el primer equipo. Pero que premia a su vez de forma global una política de equipo en la que la formación y proyección de los jóvenes es su máximo pilar. Una política de equipo que parece que asegura la filosofía de este tipo de juego que tanto gusta en futuras temporadas. Una filosofía de club llamada a reinar.

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lunes, 12 de noviembre de 2012

El Barça de las contradicciones


La verdad es que después de ver el partido ante el Mallorca no sé que imagen es la del Barça actual. Un Barça que recoge unos números estratosféricos y que va camino de igualar cualquier registro conocido en Liga, pero a su vez un Barça que presenta unas lagunas en su juego, que le está llevando a encajar en esos mismos partidos idéntico número de goles que el colista de la Liga.

Un equipo que sólo necesita de veinte minutos de inspiración para instaurar un casi definitivos cero a tres en el marcador. Pero a su vez, un equipo que necesita de la mitad del tiempo para echar por la borda casi toda esa ventaja. Un equipo que en los primeros veinte y cinco minutos del encuentro apenas encuentra vías de penetración hacía la portería de su rival, pero que una vez desencallado convierte cualquier pequeño hueco en un amplio pasadizo por el que colarse.

Un equipo que hace de la posesión su mejor arma ofensiva, y del control de juego su estrategia inamovible e indiscutible, pero que a su vez, convierte algunas fases del partido en un carrusel de perdidas de balón y distribución sin sentido del mismo. Un once que durante fases del encuentro se mantiene junto y presionando de forma unánime, pero que en otras se estira y afloja, dejando anchas líneas de pase y espacios por las cuales el contrario se envalentona a infiltrarse.

Un equipo que tiene a Messi, la máxima estrella conocida en la Historia del Fútbol, el cual es capaz en uno de loa peores partidos que se le recuerdan, de acabar con un doblete de goles en casi las dos únicas acciones de interés que protagoniza, y que le permiten batir registros goleadores de los años cincuenta, cuando este mismo deporte se jugaba con más delanteros que defensas, y las goleadas abundaban partido a partido. Un argentino que ha dejado atrás los registros de un brasileño, con lo que esto significa en el contexto de rivalidad de ambos países en cuanto a fútbol se refiere.

Un Messi, que es capaz de perder balón tras balón, y que parece que se desinterese por lo que sucede en el césped en muchas fases del juego, caminando por la línea de ataque azulgrana, pero que se convierte en segundos en el jugador más decisivo de la jornada, al desatascar una situación que se había vuelto muy comprometida.

Un Barça con una línea defensiva que paga con el máximo castigo cada uno de los despistes o desajustes que sufre. Que ha probado hasta quince parejas de centrales diferentes ante la plaga de lesiones que se ha cebado en sus integrantes. Una línea defensiva que tiembla en cada balón aéreo, tanto por la falta de envergadura de los que lo componen, cómo por la falta de seguridad de su portero en el arte de las salidas. Una línea defensiva, que ha girado hacía la izquierda, y que ahora dispone de dos laterales muy profundos. Tanto, que en ocasiones, una de esas pérdidas que se vuelven recurrentes los encuentra casi en la línea de fondo del contrario, impidiéndoles tapar los huecos a sus espaldas.

En definitiva, un equipo que vive para el gol, para la posesión y el control del juego, y que en ocasiones se desmenuza y se hace vulnerable al máximo. Un once que vive de Messi, y su acierto, y de la infinita calidad de Xavi y Busquets que apuran y apuran sus toques y pases desquiciando a cuantos le marcan. Pero a su vez, un once que todavía no ha encontrado la forma de sentenciar los partidos sin pasar por esas fases que lo convierten en vulgar.

Y llegados a este punto, y viendo el transcurrir de la temporada, me da miedo pensar que sucedería si la evolución que se le supone no se produce, y se llega a los meses decisivos de abril y mayo en el mismo estado de contradicción. ¿Será entonces capaz el once azulgrana de deshacerse de los grandes nombres de Europa con la misma facilidad que sus resultados dictan ahora?

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jueves, 8 de noviembre de 2012

Momento de innovar.


Siempre me han fascinado las historias de magia y aventuras que rodean las islas británicas. Desde las leyendas del Rey Arturo y su invencible espada Excalibur, pasando por las peripecias de uno de sus caballeros más valientes y audaz, el Principe Valiente, o los ya más reales relatos de los últimos coletazos del Imperio Romano, en todas ellas, la magia y los poderes sobrenaturales han tenido un protagonismo destacado. Magos y brujas configuraban unos elementos indispensables en las andanzas de estos ya míticos caballeros, que enfundados en sus armaduras, y atesorando una fuerza de voluntad y destreza guerrera sin igual, eran capaces de sobrevivir a las más horrendas amenazas.

Pues bien, parece que el Barça, en cada una de sus visitas a las Islas está condenado a luchar no sólo contra once mortales jugadores de fútbol, sino contra un halo mágico de protección que los hace invencibles. Y es que sólo así se puede explicar, cómo ayer, otra vez, y después de noventa minutos de asedio, disparos, despejes, paradas, postes e imposibles combinaciones en el área rival, los azulgranas salieron derrotados del Celtic Park.

Fue este último partido una repetición de la infausta semifinal de Champions de la temporada pasada. Partidos que se repiten cada vez con más frecuencia y que hacen que los rivales con muy poco juego ofensivo consigan llevarse los puntos en disputa. Y es que ayer, poco hubiera cambiado, si en lugar de Valdés un jugador de campo hubiera ocupado la portería visitante. Da hasta un poco de rabia ver cómo con tan poco se consiguen dos goles, después de observar cómo durante todo el choque los nuestros cercaron e intentaron múltiples formas de batir al portero rival, el cual además, pareció convertirse en un discípulo del legendario mago Merlín, y ahuyentar con paradas imposibles todas las acciones de la delantera azulgrana.

Pero de regreso al mundo real y viendo el partido, casi me entraron ganas de llamar a Valero Rivera, el mítico entrenador que llevo a los más grandes éxitos a nuestro equipo de balonmano, y pedirle que táctica utilizaría para tirar abajo este tipo de defensas. Y es que no me negaréis que cada vez, los encuentros de los de Tito, se asemejan más a ese deporte que al fútbol en sí. Por eso, creo que deberíamos optar entonces por adoptar soluciones paralelas.

Soluciones que pasan, por incrustar en el centro del ataque un auténtico tanque del área. Un jugador grande, que sepa proteger el balón de espaldas a la portería, y que a semejanza de los pivotes del handball, atraigan para si a más de un defensor, y permitan dejar el balón de cara a los lanzadores. O un gigantón que sea capaz de aprovechar el buen movimiento del balón a las bandas, y que de cómo alternativa de ataque un centro alto. Son muchas las ocasiones en las que los laterales azulgrana tienes esta posibilidad, pero apenas la utilizan ante la inutilidad que supone elevar mucho el balón del césped. No están hechos nuestros delanteros para buscar este tipo de soluciones.

Otra solución más original sería estudiar a los grandes estrategas de la historia. Estos días, repasando Historia de Roma, he podido aprender como el temido general cartaginés Aníbal, puso en un brete a las hasta entonces casi invencibles legiones romanas con una táctica basada en el engaño. Se basaba en mostrar debilidad ante la fuerza imponente de su adversario, y organizar una retirada organizada, generando así confianza en su rival, que se lanzaba al ataque, sin darse cuenta que mientras tanto era rodeado por los flancos hasta caer asfixiado por los ataques en todos los frentes. Sería esa una buena forma de poner fin a estas defensas tan cerradas, y aunque significará renunciar a nuestro marcado estilo de juego, tal vez, en este tipo de partidos, deberíamos optar por retrasar nuestras líneas de presión, y dar la iniciativa del juego al equipo rival. Invitarle a jugar y a salir de su campo. Dejar que avancen y que sumen jugadores por delante del balón, y así, fuera de su sitio y envalentonados por el repliegue, los azulgranas podrían robar el esférico en su zona de construcción, quedando así, pasillos abiertos por donde poder aprovechar la velocidad y calidad del juego del Barça..

Pero no hace falta ir tan lejos para ver una estrategia parecida. Ayer no dejaba de acordarme de la infausta final de Atenas, en la que Capello, realizó una estrategia similar, tapando el juego de los constructores de juego azulgrana, y dejando al “Chapi” Ferrer cómo único defensa libre para la subida del balón. Entendía el entrenador milanista que éste era el menos dotado para el tipo de juego que proponía el Barça, y al el dirigía la presión de sus hombres una vez recibía el balón. Y no hace falta recordar aquí el resultado de aquella táctica, verdad?

Creo que ha llegado la hora de innovar, de buscar soluciones diferentes, de probar algo nuevo. Hemos sido tan admirados, y a la vez tan estudiados, que los guiones de los partidos azulgranas están ya escritos de aquí al final de la temporada. Es momento de sorprender y apostar por alguna variante que genere dudas en el estratega rival.

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martes, 6 de noviembre de 2012

¿Añoranza de Guardiola?


Efectivament” es un programa nocturno del canal Esport3 que se emite como contrapogramación a las tertulias de “Punto Pelota” y “Futboloeros”. Cómo contrapunto culé, dicho programa se basa en el mismo formato que los anteriores, pero sin un debate y confrontación continua entre los tertulianos, ya que todos los invitados tienen como denominador común, en la mayoría de las ocasiones, su pasión por los colores blaugrana.

Anoche, se lanzó una pregunta, que me hizo recordar el post que no hacía ni veinte horas que había publicado. ¿Añora el Barça a Guardiola? Y allí se lanzaron los tertulianos a debatir los pros y contras de esta etapa. Los valores de Tito como entrenador, el continuismo de una filosofía triunfante y el ambiente crispado en el Real Madrid, que contrasta con la balsa de aceite que se ha convertido el equipo azulgrana esta temporada, fueron las teorías más defendidas.

Pero una destacó por encima de todas. Era aquella que defendía que con un equipo con apenas cambios, les había llegado la hora a los jugadores de demostrar que los éxitos, más allá de la mano de Pep, que indudablemente la hubo, llegaron por sus méritos. Unos méritos que habla de una calidad contrastada, y muy por encima de sus rivales. Unos méritos que hace de este equipo un grupo humano casi invencible independientemente de quien este al mando. Es la hora de demostrar quien es el verdadero artífice de este ciclo.

En el otro lado del sofá, se sentaba Marta, enfrascada en sus deberes de física, y sus conversaciones de WathsApp. Ya se sabe, ahora los niños son multitarea, y son capaces de atender a diferentes centros de interés de forma simultanea. En un mundo cambiante están adquiriendo habilidades totalmente desconocidas para los que ya hemos superado una cierta edad. Y así, de repente, y con la voz chillona que le caracteriza, y casi enfadada soltó… ¿Perdona?... ¿Están diciendo estos tíos que el Barça ha ganado por Guardiola?... Y empezó su disertación.

¿Cómo en un equipo que juegan Messi, Xavi, Iniesta Pique, Puyol, Busquets le pueden dar el mérito al entrenador? Pero si sólo tiene que poner a los jugadores en el campo y decirles que salgan y jueguen!!!. Pero si sólo tiene que decirle a Xavi que busque a Messi y ya está. Le das la pelota a Messi, miras que hace, y se acabo el partido…

Yo me reía, y casi se me lanza al cuello por mi cara burlona. Y seguía. A ver papa, si yo me pongo en el banquillo de tus niños el sábado pasado (ganamos 1-9), el resultado hubiera sido diferente?. Ganan igual!!!  Pues eso pasa en el Barça de ahora. Son tan buenos, hay tanta diferencia con el resto que sólo hay que decirles la hora del partido y donde se juega!! Y seguía enfadada, diría que ofendida sólo por el hecho de que alguien formulara esa pregunta. Y la tendrías que ver cuando se cabrea, eh?.. Mejor no estar cerca.

Yo le intentaba explicar que cuando llegó Pep se encontró con un equipo viciado y acomodado. Un equipo con grandes estrellas que no rendían, y con muchos de los jugadores que ahora tiene en estado casi de melancolía. Un equipo que también tenía a Messi, tenía a Iniesta, a Xavi, e incluso a Eto’o. Un equipo que configuró a su manera dejando fuera a Ronaldinho y Deco. Un equipo que puso a jugar cómo nunca antes se había visto jugar al fútbol. Ese es el mérito de Pep. Y me sonreía viendo como ella se defendía.

Vale papa, Guardiola tiene algo de mérito. Pero Tito?...  Lo único que tiene que hacer es no estropear lo que ya estaba hecho. Sólo tiene que decirle a Messi que siga jugando igual y ya está. Este equipo no es el equipo de Guardiola, ni de Tito, ni de la cantera, ni de nada. Este es el equipo de Messi y punto!!!!. Y no había quien la hiciera bajar del burro en el que anoche se subió. Y con esos prontos a los que ya me he acostumbrado, me quitó el mando de la tele, cambió de canal, y con rotundidad dio por finalizada la discusión:

-         Para oír tonterías, mejor ponemos “La que se avecina”, que así al menos me reiré”…

Y aquí paz, y después gloria. No sé que diría Tito Vilanova si tuviera una hija como la mía…;-)

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lunes, 5 de noviembre de 2012

Encefalograma plano


Hace poco recibí una crítica sobre la calidad de mis últimos post. Hablaba de que me había vuelto algo repetitivo y fanático en cuanto a mis valoraciones de la dupla Barça y Madrid, y que había perdido la objetividad en algunos de mis comentarios. Concretamente se me criticaba cierta fijación, a la vez que crispación en el momento de opinar sobre Mourinho y su compatriota Cristiano Ronaldo.

Repasando los post publicados el mes de octubre, y los escritos desde el inicio de esta Liga, puede que el lector que me hizo llegar ese comentario tenga parte de razón, en cuanto a la primera de sus afirmaciones. Y es que uno de los motivos que me llevo a abrir este espacio, a parte de un experimento profesional ya finalizado, fue el subidón que me producía cada partido del equipo que creo Josep Guardiola.

Un equipo que, en sus primeras tres temporadas llegó a practicar un fútbol cómo ya jamás había creído que se podía jugar. Era indiferente el rival, no importaba la competición, daba igual la clasificación. Cada partido azulgrana era una exhibición de precisión, pase y control, presión, y acciones espectaculares que hacía que la agenda del fin de semana se moviera en función del horario del partido del Barça.

Ahora, he de reconocer que esa pasión ha disminuido, y que con la marcha de Pep, y el inicio de Tito Vilanova como entrenador me ha dejado huérfano de esas ansías por sentarme delante del televisor. Sólo un buen post es posible, si éste se realiza desde la pasión y la necesidad de comentar algo insólito. Sólo un buen relato nace, después de haber observado y vivido algo único. Ahora, después de dos meses de competición, y con el mejor arranque liguero del Barça en toda su historia, a pesar de los números, no logro enchufarme al equipo ni a los partidos.

Supongo que cualquiera que haya llegado hasta aquí en la lectura de este artículo me tachará de pesimista o de sacrílego. ¿Pero que está diciendo este tío? Líderes absolutos de la competición liguera, con un pie en los octavos de final de la Champions, y solventado con crédito el primer duelo copero, y va y nos cuenta que el Barça no le pone. A ocho puntos del Madrid, viendo como Messi se dirige con paso firme hacía los mejores números de la historia que un goleador haya registrado jamás. Observando como partido a partido el equipo parece hacerse casi invencible, y va y este tío nos cuenta que la pasión le desaparece….

Pues sí, y es que exceptuando el primer partido de los azulgranas ante la Real Sociedad, todavía no he podido ver en acción aquel equipo explosivo que no hace tanto me hacía disfrutar en grado sumo. Ahora observo los partidos como trámites, que de noventa minutos en noventa minutos transcurren cual tedioso día en la oficina. Partidos casi repetidos ante las arcaicas tácticas defensivas que los rivales presentan, siendo ya independiente si el encuentro es en el Camp Nou o en cualquiera de los feudos visitantes. Partidos con ciertos minutos de presión y vivacidad, que dejan paso a largos minutos de control y juego horizontal sin apenas nada que reseñar. Partidos que se solucionan a base de chispazos y genialidades que dejan con la boca abierta, pero que adolecen de esa continuidad que te hacia quedarte enganchado al sofá, dejando cualquier otra necesidad física para el descanso o el pitido final, no fuera que en ese lapsus de tiempo hiciera que te perdieras algo de lo que arrepentirte.

A todo ello contribuyen también los rivales, y es que exceptuando el Atlético de Madrid, que este fin de semana ha caído en el primer choque verdaderamente exigente, tampoco parece que hoy por hoy el Real Madrid esté para lanzar cohetes precisamente. Perdidos en guerras internas y en ruedas de prensa que poco hacen por analizar el juego del equipo, los blancos, tras un pobre inicio, parecen haber recuperado algo el ritmo de la competición, pero quedan lejos, muy lejos del equipo guerrero y veloz de la temporada pasada. La mejor prueba es su último partido liguero, en el que el balón estuvo en poder de forma casi permanente en los pies de los jugadores zaragocistas, que adolecieron de aquello que todavía perdura en las botas de los merengues: el acierto ante el gol.

Y así, este sábado, después de casi ciento ochenta minutos de fútbol, casi me atrevo a decir que perdí la tarde delante del televisor sin apenas nada que reseñar con notoriedad. Con sólo decir que las portadas del día siguiente estaban el cien por cien dedicadas al nuevo hijo de Messi está dicho todo. Nunca hasta ese día periodismo deportivo y de corazón estuvieron tan conectados. Del resto, el golazo de Villa, los laterales azulgrana, el fallo de Messi, y los goles blancos. Nada que un buen resumen de apenas diez minutos no pudiera incluir.

Y claro, escribir así es mucho más difícil. Y el centro de atención gira hacía otros focos más luminosos, como es esas continuas guerras que tanto les gusta provocar a los portugueses, que parece que se aburren si los periodos de paz se alargan en demasía. Y así, en esa pertinaz propaganda por aupar al siete blanco a unas cotas que para mi le están vedadas, puede que sí, que haya centrado mi atención en demasía hacía un tema algo repetitivo, y que también carece de emoción, cómo es discutir quien es el mejor futbolista del momento. Intentaré corregirme y centrarme en lo futbolístico.

Para ello espero que Tito me saque de este sopor que me ha entrado. Para ello me hace falta ver noventa minutos de auténtica intensidad. Noventa minutos de asedio. Noventa minutos de ritmo desenfrenado. Noventa minutos que vuelvan a activar mi cerebro, y lo alejen de esa especie de letargo que haga que los partidos transcurran de forma somnolienta y sin apenas alteraciones rítmicas. Noventa minutos de encefalograma plano.

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